Laudes en Narnia. Un monacato juvenil
Hace algunos años, siendo aún seminarista, tuve la gracia de participar de una “misión popular” en el sur italiano. Con varios laicos, nos acercábamos a las casas a proclamar el Evangelio haciendo un verdadero y santo proselitismo cristiano.
Invitábamos a la Santa Misa, a frecuentar los sacramentos, en fin: a la conversión, que de eso se trata…
Un domingo, durante la tarde, recuerdo la frustración que sentimos por ver que eran pocos los jóvenes que se acercaban a la Misa. Estábamos decepcionados, sin embargo, el párroco, un joven sacerdote que hacía poco había descubierto el atractivo de la sotana, nos decía:
- “Tengan paciencia. A la misa vendrán pocos, pero en las Vísperas cantadas se llenará”.
Mi mentalidad, por entonces demasiado “jesuítica”, me hacía ver con desconfianza eso de que los laicos jugaran a ser monjes.