Padre Alfredo Sáenz. Presentación del Libro sobre las Virtudes Fundamentales

¿Sera el Padre Alfredo Saenz el ultimo jesuita bueno, catolico fiel y defensor de la fe cristiana que queda sobre la tierra?

He tenido cierta dificultad para oír la conferencia entera por los continuos retrocesos y la búsqueda del punto dónde me quedé. Es una conferencia magnífica que promueve la reflexión. Ciertamente la humanización de las Virtudes Teologales-no se me había ocurrido-es un fracaso de la estupidez humana porque esas virtudes no tienen sentido sin Dios, del que vienen a nosotros por medio de la Gracia pero sin las cuales no se puede vivir y de ahí el intento fracasado de tantas ideologías.
También me ha gustado mucho la mención a la magnanimidad, virtud no teologal pero necesaria para la esperanza, así como la humildad. La magnanimidad, o altura del alma, es muy escasa actualmente y, sin ella, el cristiano no remonta el vuelo.
Aunque ha hablado poco de las virtudes no teologales pero que, por ser inclinaciones al bien, son virtudes también, a mi me gusta reflexionar sobre ellas porque este tipo de virtudes se encuentran por inducción. Quiero decir que en algunas personas se perciben y entonces de lo concreto se llega a la definición de la virtud en sí. La gratitud se encuentra en unas personas y en otras no y queda patente si son agradecidos o ingratos, por lo que eso nos lleva a la existencia de una virtud que se llama así. La búsqueda de virtudes en las personas es uno de mis pasatiempos favoritos y ayuda mucho a no perder la esperanza en el género humano. ¿He dicho esperanza?
Por otra parte la búsqueda de virtudes en las personas es lo contrario a la crítica de la que se nos acusa tanto a los cristianos tradicionalistas. No sólo los pecados están a la vista, las virtudes también.

Por cierto, la frase "Odio al pecado, pero no al pecador", no es trasladable al campo de la virtud "Admiro la virtud, pero no al virtuoso", y es sorprendente porque la virtud viene de Dios y el virtuoso no debería tener mérito alguno, pero aún sabiéndolo cuando veo a alguien que tiene una virtud evidente no puedo evitar mi admiración por esa persona. He conocido personas templadas, agradecidas, justas, fuertes y prudentes que siempre me sirven de compensación por otras cuyas virtudes, si las tienen, no son visibles.
Hace muy bien este docto sacerdote en predicar la virtud porque es un campo muy abandonado hoy en día incluso por la Iglesia que ha dejado de lado las virtudes, por lo menos las cardinales. Si se cuestiona la gravedad del pecado, al menos por algunos muy doctos monseñores, al menos deberían recordarnos lo hermosa que es la virtud.