El khmer rosa: sólo para hombres...

Cuentan que, durante el siglo de Pericles (s. V a.C.), el filósofo Diógenes de Sinope se paseaba por las calles de Atenas con una lámpara encendida a plena luz del día.

Al preguntarle qué buscaba, respondía lacónicamente:

- “Busco un hombre".

Y no lo hallaba…

En tiempos de feminismo, en el que algunos se ven disminuidos, venga este artículo impresentable.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


El Khmer rosa*

Por Sertorio

 

Desde que mandan, los demócratas nos lo prohíben todo: fumar, automedicarnos, comer un croissant mientras conducimos, decir maricón subnormal, beber aguardiente casero y un largo etcétera de pejigueras que se compensan, por fortuna, con el intenso placer de votarles cada cuatro años. Ahora que somos iguales y podemos expresar con orgullo nuestra condición sexual, las catequistas rojas nos quieren sancionar a los hombres por sentarnos con las piernas abiertas, tocarnos la barba, ceder el paso a las damas y —abominación de la desolación— piropearlas. A veces creo que estoy leyendo el Mortadelo en lugar del periódico.

Ante este arranque sancionador de la cofradía de las Beatas Hermanas Capadoras, uno no puede sino interrogarse como un Segismundo en su celda: ¿Qué pecado cometí contra vosotras naciendo? Pues precisamente ese: ser hombre. Algo que no tiene cura, aunque nuestra sociedad hace todo lo posible para que los machos heterosexuales, católicos, hispanoparlantes, fumadores, bebedores, futboleros, cazadores y taurinos desaparezcamos de la faz de la tierra. Pero, pese a sus intentos, no todos alcanzamos a calzar bragas ni a ser modistos, ni tertulianos del corazón, ni podemitas con coleta, ni moñas vegetarianas, ni blandengues aurigas del carrito del Fary: el heteropatriarcado feroz anida en nuestras gónadas y se revuelve con energías renovadas cada vez que los y las vulvócratas lo creen difunto. El género no está en los genes.

La proscripción de la virilidad obedece a una lógica que va más allá de los impulsos castradores de los peones feministas del Sistema, que forman una simple fuerza de policía moral a pie de calle. La oligarquía mundialista está emprendiendo una obra de ingeniería social sin paralelo histórico: una desnaturalización de los pueblos, una pauperización en masa de Occidente y una deportación masiva de millones de personas —lo que el vulgo llama migraciones— bajo la excusa de las inevitables servidumbres de una sociedad abierta.  Un proceso semejante ha de provocar reacciones. Es fundamental evitarlas, inhibir al elemento que tradicionalmente se subleva, se lía la manta a la cabeza y revienta en un arrebato vandálico las sacrosantas leyes de hierro: el hombre. Para ello hay que feminizarlo, avejentarlo, volverlo pacífico, consumista, urbano, cocinillas y empático observante de las convenciones sociales; hacer que se sienta culpable de ser hombre, cristiano y blanco, de haber creado esta patológica cultura europea que tan deleznables frutos ha cosechado: el Partenón, Beethoven, la catedral de Chartres, Goya, Rembrandt, Goethe…: una impresentable civilización macho. Como todas, por cierto.

La mitad del trabajo ya se ha hecho: los varones occidentales estamos mentalmente emasculados y nuestro cerebro ya mea en cuclillas, gracias a cincuenta años de lavarlo con el jabón Lagarto de la corrección política y de aplicar el Zotal de los inmortales principios del ‘68. Fueron muchas las cobardes claudicaciones que hemos realizado todos a lo largo de unas vidas demasiado cómodas y complacientes (…).

Una de las causas de esta absurda situación es el no habernos tomado en serio la cosa en sus inicios; ciertamente eran risibles las chorradas de la Beauvoir, las falsedades de la Murray y los disparates de la Wittig. Hoy sabemos de dónde Kinsey sacó su muestreo (de las cárceles) y de por qué sus datos producían semejantes resultados, aunque hubieran sido aún más políticamente correctos de repartirse las encuestas cuando falta el bromuro en un frenopático.  Así se escribieron y se escriben las mejores páginas de la ideología de género, ese motor que se gripa cada vez que entran un poco de biología y de genética por sus conductos. La ciencia y la vida refutaban día sí y día también estos mitologemas, pero las sacerdotisas y los castrati de la nueva religión continuaban con su monserga, pese a la obstinación de la Naturaleza y del sentido común en llevarles la contraria.  Fieles a Lenin, a Lyssenko y a Mao, pensaban que si la realidad se opone al dogma, ¡peor para la realidad!  Y la Historia, esa furcia miliciana, les ha dado la razón que la Ciencia les niega.

Seamos francos: la ideología de género es un batiburrillo de melonadas mutuamente contradictorias que mueven a risa más que a indignación. Ese gazpacho maldigerido de pseudociencia, psicoanálisis barato y antropología de feriante ha producido una epidemia de diarrea mental que resulta particularmente aguda —¡cómo no!— en la Academia, siempre en busca de nuevos dogmas que sustituyan al credo fosilizado del marxismo. En el ambiente estrecho, sectario, cerrado, malsano y tóxico de un departamento universitario puede criarse cualquier golem (véase a los dirigentes de Podemos) y, además, la perspectiva de género proporciona nuevas oportunidades para engordar el curriculum con publicaciones, congresos y otras mamandurrias. Hasta aquí nada especialmente novedoso. El argumento se complica cuando esas ideas son agua de mayo para las políticas maltusianas del gran capital mundialista y su proyecto de invierno demográfico: entonces las cañas del ridículo se tornan lanzas de la ley.

De no ser por el exceso de población, que amenaza el bienestar y la tranquilidad de la plutocracia mundialista, todo este circo de la ideología de género no habría rebasado los límites de nuestro peculiar invernadero universitario, que es donde ahora estarían ajándose las flores venenosas del 68. Pero la sustitución de la guerra de clases por la guerra de géneros, el fomento de la homosexualidad, el odio a la familia, la mentalidad hedonista y contraria a la asunción de deberes que supone el criar hijos, el desprecio de la maternidad y la decadencia y ruina del matrimonio clásico, producen un resultado evidente: el crecimiento cero. Al tener como principal escenario Europa, añaden otra ventaja más: permiten la sustitución progresiva de la cara y exigente mano de obra indígena por emigrantes más baratos y con menos pájaros en la cabeza, a la vez que así se alivia la presión humana del Tercer Mundo que ellos, los plutócratas, han creado y quieren mantener como reserva de carne de cañón laboral.  La ideología de género es la excelente coartada ideológica y hasta ética para facilitar la servidumbre voluntaria de millones de televidentes. Y como nuevo credo, a medida que crece su fuerza, crece su compulsión.

Existe, además, otra ventaja de tipo antropológico: la supresión de las diferencias entre los seres humanos permite la homogeneidad universal: ya no hay hombres y mujeres, españoles o belgas, cristianos o musulmanes, sino individuos, átomos sin sexo, nómadas sin patria, contenedores sin espíritu, ceros a la izquierda, factores de producción y consumo uniformes, habitantes de una Gotham o Cosmópolis sin otros lazos sociales que los del dinero, que vegetan en una realidad sustitutoria fabricada por las series de televisión, encargadas de difundir los valores de la nueva mentalidad post-humanista: la ideología de género y el libre mercado. Es la apoteosis de la normativización capitalista a escala planetaria, algo muy provechoso como para dejar que lo estropeen viejos dioses, rancios patriotismos, tradiciones obsolescentes y primitivos impulsos sexuales.

La ideología de género se ha vuelto credo con dogmas, santo oficio, rituales y un histérico puritanismo represor que ve en el hombre el vas impurum, la sentina del pecado, el origen de todos los males. De ahí las prohibiciones, tan neuróticas como los tabúes de cualquier pueblo primitivo, con sus palabras malditas y sus rituales de purificación. Basta con leer las leyes de género recientes para comprender hasta qué punto es un casus belli la disidencia y cómo, con esta legislación en la mano, la libertad de conciencia ha dejado de existir. Al igual que sucede con la Ley de Memoria Histórica y sus derivados, una mordaza se ha impuesto a todo el pensamiento que se sale del círculo cada vez más estrecho de la corrección política. Legalmente, en España, la persecución por las ideas y los principios religiosos está admitida por el sistema jurídico cuando alguien se atreve a contradecir la nueva religión de Estado.

Porque el invierno demográfico en Europa, ese experimento que después se trasladará a todo el planeta, ha de cumplirse por la fuerza si hace falta. Por eso, la policía del pensamiento que forman los defensores de la corrección política será cada vez más violenta. Los que resistimos nos empecinamos en permanecer en nuestra esencia, en defender lo que somos: el legado de siglos, la herencia de generaciones, las ofrendas en los viejos altares y el futuro de nuestra estirpe; nuestro hogar, nuestro derecho y nuestro trabajo; y la identidad que no queremos que nos borren porque no es negocio para unos cuantos megamillonarios. Y somos muchos, demasiados. Tarde o temprano, los/las khmeres rosas se cargarán a alguien. Ya matan civilmente. Ya encarcelan. Ya linchan con la ley en la mano. Sólo se trata de dar un pasito más. Y no es broma. Hay en muy altas esferas quien cree que sólo así aprenderemos; los atavismos jacobinos y chekistas de sus siervos lo facilitarán. Llega la hora del khmer rosa; sus fines son los mismos que los de Pol Pot: crear un mundo nuevo y arrasar hasta el recuerdo del antiguo, ese del que tú y yo, lector, formamos parte. Date por advertido, hombre.

Sertorio

Fuente: El Manifiesto

* Hemos podado uno o dos párrafos nomás.

13 comentarios

  
Guillermo PF
Creo que se puede autorresumir en dos expresiones que utiliza: gazpacho maldigerido y diarrea mental.
Me temo que le quedan bastantes malos ratos al articulista, nadie tiene previsto mitigar su inadaptación.
01/06/17 12:38 PM
  
Libertódulo
Diógenes de Sinope (o Diógenes el Cínico, que es como más se lo conoce) no vivió en la Edad de Pericles. Más bien fue coetáneo de Filipo II de Macedonia y de Alejandro Magno. Y a la pregunta de por qué caminaba con una lámpara a plena luz del día no respondió "Busco un hombre", sino que respondió "Busco un hombre honrado" (aunque entiendo que igual el error es deliberado e instrumental, porque sin duda hoy Diógenes buscaría verdaderos hombres como lo fueron nuestros ancestros, de esos que ya van quedando pocos, y posiblemente se conformaría con los que encontrara, aunque no destacaran por su honradez). =D IHS

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Gracias por el comentario. Diógenes nació durante el siglo V a.C., llamado el siglo de Pericles (hacia el 412 o 413 a.C.).
Un detalle: un antiguo maestro, el Dr. Octavio Sequeiros, me decía en mi juventud que quizás ese "hombre" al que buscaba el Diógenes era Jesucristo, sin saberlo, claro. No sé si esta idea era de él o de algún Santo Padre de la Iglesia; algún día intentaré buscar la rta. Dios lo guarde. PJOR
01/06/17 2:19 PM
  
Néstor
Muy clarito y acertado. Se lo debe difundir a ver si se logra liberar a más de uno del cacao mental promovido por los benefactores banqueros internacionales.

Saludos cordiales.
01/06/17 3:18 PM
  
Alejandro
Simplemente magistral !!!!!!!
01/06/17 3:18 PM
  
Beatriz
Excelente...aunque hay hombres que provoca arrojarles un zapato por la cabeza me rebelo contra esta dictadura de género y creo que muchos opositores terminaran en la cárcel, cosa que yo particularmente no temo, por el contrario considero es necesario para que la sociedad despierte. No falta mucho para que textos como éste sean considerados "crimen de odio" y su autor en la cárcel si no se retracta y pide disculpas. Jesús lo dijo: al final de los tiempos los cristianos serán perseguidos igual que al inicio. Pero puedes enviar a la cárcel a 300 no a 30,000 ni 300,000, tendrían que construir más cárceles ;) Serán los mártires de la policía del pensamiento y la indignación irá en aumento...

Los primeros cristianos defendieron la verdad: el emperador no es dios, es hombre, y no lo adoraron. Una vez más defendemos la verdad: nacemos hombre y mujer y defendemos también la libertad de poder decirlo.


01/06/17 7:50 PM
  
DH
El articulo da en la tecla una y otra vez.
Lo de mear en cuclillas no es mera joda. En Suecia hubo ya un intento de crear baños donde sólo se pueda mear asi para negarle a los varones ese "privilegio".
Emmanuel Maricon, un golem creado por los financiadas y el "estado profundo" francés, es el arquetipo perfecto de lo que los globalisatas buscan.
Hay que resistir.
01/06/17 9:19 PM
  
Palas Atenea
Es curioso cómo el que salió del armario quiere meter a otros en él y los llama "inadaptados".
Aparte de eso el artículo refleja una realidad que ya no se le oculta a nadie. Las mujeres resistentes vamos a ser tachadas de esclavas satisfechas, y, aunque lo de esclavas no es verdad lo de satisfechas sí lo es.
Los hombres de antes del 68, cuando eclosionó la serpiente, jamás intentaron protegerme-solita me sostuve-y los de ahora espero que tampoco lo intenten, pero los encuentro flojitos y descoloridos, más bizarros me gustarían a mí porque nunca les he temido.
Que la violencia no es machista tiene ahora su más perfecta comprobación porque los "genéricos" rezuman un odio espantoso, acostumbradas a criarnos entre hombres aprendimos a luchar cara a cara, la franqueza y la disparidad, ahora quieren que reptemos, rompamos el orden biológico y lógico y nos comportemos como serpientes zigzagueantes.
Los nazis mataron a una sola monja en el territorio del Reich, Sor Restituta Kafka se llamaba, una hija de trabajadores que había limpiado suelos y sido recadera y después de entrar en religión estudió enfermería y era ayudante de quirófano. ¿Y por qué la mataron? Es sencillo, según los nazis las monjas deben de mirar al suelo y balbucear pero aquella monja miró al policía de la Gestapo a los ojos y dijo: No, con voz firme. Por eso la mataron.
Muchas mujeres somos así y no necesitamos feminismos, los hombres son como son y no necesitan que les pasen la garlopa para igualarlos a nosotras. Hombres los queremos porque somos mujeres.
02/06/17 5:41 PM
  
Francisco de México
Me declaro en rebeldía absoluta ante la ley que me impida unirme al inmortal Becquer en todos y cada uno de sus piropos al bello sexo, como aquél de:

RIMA IV
No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista;

Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;

Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;

Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;

Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!
02/06/17 8:16 PM
  
Jero
https://es.wikipedia.org/wiki/Dogmas_de_la_Iglesia_cat%C3%B3lica

El segundo párrafo plantea una contradicción en la doctrina del dogma católico. Si puede corregirlo con solidez, sería excelente.
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No doy abasto yo para todo lo que tengo que hacer aquí. Si algún lector puede y quiere (que son cosas distintas), entonces que se meta allí. Dios lo guarde. PJOR
02/06/17 9:07 PM
  
Luisfer
Palas, hombres como los que se definen en el texto le gustarán a Vd. A otras mujeres, me consta que ese tipo de hombre les produce repulsión. No es buena idea erigirse en representante de todas las mujeres. Para gustos, los colores.
02/06/17 9:43 PM
  
Palas Atenea
¿El segundo párrafo del artículo plantea una contradicción del dogma católico? ¿dónde? El segundo párrafo es el que comienza en "ante" y termina en "genes" y, por más que lo miro no veo en él nada que tenga que ver con ningún dogma.
Lo único que veo es la frase de "La vida es sueño" de Calderón de la Barca: "¿Qué pecado cometí contra vosotros-el autor dice vosotras-naciendo?" pero no creo que te refieras a eso porque Calderón de la Barca ha pasado todos los "nihil Obstat" del mundo mundial.
Segismundo, encadenado en una cueva por un oráculo, dijo esa frase a aquellos que lo condenaron desde su nacimiento negando su libre albedrío, que es la tesis de la obra.
El Pecado Original no es un pecado contra el hombre sino contra Dios y Segismundo no estaba afectado por ese pecado ni más ni menos que los que allí lo encerraron, por lo tanto naciendo no había contraído ningún pecado contra ellos que, participando del mismo pecado de origen, estaban libres.
Vamos, si es a esto a lo que te refieres porque otra cosa no veo.

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Palas: creo que se refiere al segundo párrafo del artículo que presenta en el link de "Wikipedia"; por eso dije que yo no puedo ponerme a corregir esas cosas. Bastante tengo con lo propio. Dios la guarde. PJOR
02/06/17 9:56 PM
  
Palas Atenea
Luisfer: Por la misma razón otras no pueden hablar por mi y hablan por todas. Y ¿por otra parte, qué hombres se definen en el texto? Si el texto dijera que los hombres tienen que pegar a las mujeres, mantenerlas en casa con la pata quebrada, mandarlas callar o ganar un mejor sueldo por el mismo trabajo yo sería la primera en rechazarlo; pero no dice eso, lo que dice es que hay un achicamiento del hombre y lo que representaba y que ya no representa nada, y eso es la pura verdad.
C.S.Lewis mantenía la tesis, que yo no comparto, de que los hombres y las mujeres no tenían intereses comunes ¿o era Chesterton? No recuerdo bien, pero uno de los dos era, y no por no compartir su tesis me produce repulsión. Estoy de acuerdo en que para gustos se hicieron los colores, pero lo que ocurre que ya no hay gustos ni hay colores, ni siquiera hay un modelo de hombre, lo que hay es una constante reprobación de esto, lo otro y lo de más allá sin que nunca haya un modelo aceptable. Un ataque en toda regla y una imposición de que cuanto menos hombres parezcan, mejor, porque el hombre en si mismo es un enemigo a abatir, un opresor como el blanco lo es para el negro o el nazi para el judío. En todas las sociedades hay un grupo sobre el que se concentran todas las deficiencias para sentirnos mejor, y en la nuestra ese papel le ha tocado al hombre, no al musulmán, ni al negro, ni al judio: a todos los hombres por el mero hecho de serlo.
02/06/17 10:35 PM
  
Harteo Solís
"Puritanismo represor" me parece un término considerablemente obsoleto teniendo en cuenta el carácter poseedor de la fémina que protagoniza todo este artículo. Si tanto se moleta uno con el sobreanálisis que la sociedad hace de los actos masculinos, ¿no debería, quizá, dejar de sobreanalizar los actos del individuo en sociedad y centrarse en su propia autorrealización, fe y evolución? A mi parecer la respuesta es un claro sí.
16/06/17 2:44 AM

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