InfoCatólica / Non mea voluntas / Archivos para: Agosto 2016, 05

5.08.16

¿Construir un mundo mejor?

¿Para esto se entrega uno al Señor? ¡Es esto el “seguimiento de Cristo"? ¿El horizonte de los hijos de Dios -desde Cristo mismo, el Hijo Unigénito del Padre, hasta el último recién bautizado- es “construir un mundo mejor"? ¿La finalidad de la Iglesia -su más preciada y esencial finalidad- es “construir un mundo mejor"; es decir, la única finalidad de la Iglesia es una finalidad INTRAMUNDANA?

¿Para esto fundó Jesúcristo su Iglesia? ¿El encargo del Señor a los Apóstoles después de su Resurrección gloriosa: Id por todo el mundo. Predicad el Evangelio. A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retuviéreis, les quedan retenidos- significa primordial y exclusivamente “construir un mundo mejor"?

¿Acaso Jesús no nos previene contra este “deslizamiento” -interesado, buscado y promovido hoy desde el mismo interior de la Iglesia por pastores que, si acaso huelen a oveja es porque se han echado el spray adecuado-, contra el riesgo de, por estar en el mundo, volvernos mundanos? Y aún más demoledoras y más reveladoras son sus palabras -también de advertencia-: Guardaos bien de los falsos profetas, que se os acercan disfrazados de oveja, pero por dentro son lobos voraces. Por sus frutos los conoceréis. Y vaya si los estamos conociendo: con nombres, apellidos y también con sus carguitos.

¿No fue esta la acusación y la denuncia -clara, rotunda, incontestable desde la Fe- que, en los inicios de la  andadura terrena de la Iglesia de Cristo, hace san Pablo contra aquellos que “han salido", sí, de la Iglesia, pero “no eran” de la Iglesia?

Por no hablar de las palabras que dirige a los Gálatas: Me sorprende que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo para seguir otro evangelio; aunque no es que haya otro, sino que hay algunos que os inquietan y quieren cambiar el Evangelio de Cristo. Pero aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciásemos un evangelio diferente del que os hemos predicado, ¡sea anatema! Como os lo acabamos de decir, ahora os lo repito: si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡seaanatema!

Y no puede por menos que añadir, para rematar bien la faena y desenmascarar por dónde pueden venir los tiros -la tentación- de “inventar” otro evangelio y, por tanto, otra iglesia: ¿Busco ahora la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O es que pretendo agradar a los hombres? Si todavía pretendiera agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.

¿Por qué este lenguaje de san Pablo -directo, verdadero, con sabor de autenticidad: escrito con su vida antes que con su pluma- que puede parecer tan duro a los oídos de los que se han acostumbrado a las milongas buenistas? Lo explica él mismo sin ningún tapujo: Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio que yo os he anunciado no es algo humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

¿Hay algo que “interpretar” en todas estas citas para “salirse por la tangente"? “Listillos” siempre habrá. Hoy mismo leía a un sujeto que se descolgaba -una voz más. y son ya unas cuantas-  con la comunión a los católicos divorciados y reajuntados con otra por sus pistolas. ¿Su “argumentario"? ¡Cuánto sufren todos estos chicos y todas estas chicas sin poder comulgar…! ¡Pobrecitos ellos, y qué pena me dan! ¡Cómo se les va a negar la comunión, porfa! ¡No podemos ser tan duros! Si total, por darles ese gusto… tomar un poquito de pan…, ¡qué mal se hace a nadie, y qué contentos se van a poner!

Ya puestos, yo propongo -modestamente- algo mucho más “progresista” y “misericordioso": vamos a quitar ya de una vez todos los mandamientos, y vamos a decir claramente que ya no hay ningún pecado. Se quitan también los sacramentos -¿para qué sirven en estas condiciones?- menos el de la comunión, porque hay gente que sufre con sin eso, al precio, eso sí, de haberlo reducido a tomarse un pincho con los coleguis. Y nos dejamos de hacer sufrir a nadie. 

Ahora bien, si seguir a Cristo es “construir un mundo mejor", ¿alguien en su sano juicio puede creer que uno se va a hacer sacerdote para eso? ¿O religioso? ¿O monja de clausura? ¿O va a conformarse solo con la “legítima"?

Habría que ser tonto de remate, por decirlo suavemente. Pero a mí, desde luego, ahí y en esas no me habrían pillado. Si no es para salvar a las almas, ¡de qué!