"La piedra que desecharon los arquitectos..." (Mt 21, 42)

Esta es la crisis de Fe en/de la Iglesia, por obra y gracia de eclesiásticos de todo rango, pelaje y motivación, que de todo hay en la viña del Señor: han despreciado al mismo Jesucristo, la verdadera y única PIEDRA ANGULAR de la Iglesia y, por tanto, del mundo. Bien entendido este, como lugar teológico del encuentro del hombre con Dios. Y sin ninguna otra connotación.

Por descontado: no hay ningún otro sitio en el que buscar y presentarnos para este encuentro: porque ya nos ha puesto el Señor en él.

Como decía santa Teresa de Jesús a sus monjas: “El Señor está también entre los pucheros”. O, como afirmaba san Josemaría, Fundador del Opus Dei, con una rotundidad de Fe: “No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca”.

Ni que decir tiene, por supuesto, que Jesucristo es la piedra angular de todo hombre. Claro que primero hay que conocerlo y quererle. Para esto, tratarle. Y, nunca, arrojarlo lejos de nosotros.

Pero tal como están las cosas, ¿qué pasa? Pues que lees o escuchas las declaraciones más “motivadas” de los jerarcas más puestos al día, y… ¡es que ni nombran a Jesús! Un ejemplo: un señor obispo español larga: “En la Iglesia deberíamos mirar en primer lugar a los últimos”. No te digo…

Declarada que, aparte de no decir nada -excepto hacer poesía: sonar suena bien y además se lleva este género-, tampoco acaba de concretar nada eso sí: desdeña o, como mínimo, ningunea y “olvida” a Jesús -¿de intento? ¿lapsus?- como el primer lugar al que mirar en y desde la Iglesia. Y desde donde puedan mirar, y escuchar y hablar con Él, en la propia Iglesia. Y así nos va, y les va. ¡Es que ni se acuerdan de que existe!

Y mira que Jesús -ahí está toda la Biblia, también para los miembros de la Jerarquía Católica- es claro y rotundo al respecto. Copio:  Jesús es la piedra que desechásteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos (Hch 4, 10-12).

Y esto no va como reproche, no: va como lo siguiente. Es lo que responde Pedro ante los principales de los sacerdotes judíos que pretendían prohibirles, a él y a todo el Colegio Apostólico, que siguiesen hablando de Jesús nada menos: del Señor su Dios.

No era nada nuevo en boca de Dios, porque ya el Salmo 117, decía lo mismo: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. E Isaías también lo había anunciado.

Lo que sucede es que todos los errores -todas las herejías- se repiten, porque están todos inventados. Se repiten por los que quieren hacerlo. Porque también podrían aprender de ahí, y rechazarlos. 

Nuevo ejemplo, absolutamente real. En tantas instituciones eclesiales o de manifiesta orientación católica, se está “invitando” a dar conferencias, coloquios y tal, a personajillos que nadie invitaria ni a su casa, ni se los presentaría a sus hijos. De entrada, porque hacen y viven oficialmente como       no-católicos, cuando no como anticatólicos, de lo que presumen. También cobran oficialmente, y de los buenistas de turno, o sea, de los que les invitan.

Esto, ¿a qué viene? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué pueden aportar a lo que en esas instituciones se pretende -o se ha pretendido hasta no hace mucho-, y como su mejor seña de identidad, hacia dentro y hacia fuera de ellas mismas? Precisamente por eso, son muchos los padres que envían ahí a sus hijos: porque presumen, y por eso les otorgan toda su confianza, que eso no les va a alcanzar a ellos.

Da la impresión de que los mandamases de esas “cosas", antes perfectamente perfiladas y defendidas como católicas, ahora prefieren el “antes malos, a que nos llamen tontos; y aunque nos lo llamen hipócritamente, o a ver si picamos y cedemos”. Me da que no esquivan ninguna de las dos cosas y se llevan las dos a la vez.

Pero, de este modo y con esa falta de coherencia, que hace traición a la bandera que hace años levantaron y a las familias que en ellas han confiado, se ponen ellos mismos la fecha de caducidad a sus medios y a sus fines: ¡ya han caducado” Ya han dejado de ser lo que habían sido. Aparte el “mal objetivo” que siembran en almas y conciencias con esos “buenismos” irracionales y anticatólicos.

Siempre ha habido voces que han alertado: la Voz del Señor no se ha empequeñecido. Ya en 1970, a los cinco años de acabado el Concilio -o sea: casi calentito todavía-, el cardenal J. Ratzinger ya advertía públicamente, viendo -e intuyendo también, con “vista larga": la de los santos-, la deriva que se empezaba a producir por y desde las altas esferas eclesiales:

“Esta [la Iglesia] vive como Iglesia en la medida en que renueva sin cesar su conversión al Señor, al evitar cerrarse en sí misma y en sus propias costumbres más queridas, tan fácilmente contrarias a la verdad.

>Cuando la reforma es arrancada de este contexto, del esfuerzo y el deseo de conversión, cuando se espera la salvación solamente del cambio de los demás, de la transformación de las estructuras, de formas siempre nuevas de adaptación a los tiempos, quizá se llegue de momento a cierta utilidad inmediata, pero en el conjunto la reforma se convierte en una caricatura de sí misma, capaz de cambiar únicamente las realidades secundarias y menos importantes de la Iglesia”. ¡Admirablemente profético!

Todo esto es lo que ha pasado y pasa. Un ejemplo, tan absolutamente desgraciado como absolutamente real, lo tenemos en la Iglesia Católica de Alemania donde el chorreo de pérdida de fieles está en proporción directa a los dinerales que ha generado, y al “sínodo” que está cocinando.

Pero vamos: que sucede lo mismo, salvo pequeñas diferencias que no modifican casi nada ni los métodos ni el resultado, en casi todas las Diócesis del primer mundo: se han descristianizado, y a la carrera. “¡Tonto el último!", creo que es lo que gritaban. Como críos…

Tras el CV II, el “aggiornamento", la “apertura” y el “diálogo” con el mundo, sin siquiera definir o concretar qué significaba lo del “mundo": si se tomaba en la tradición de “los enemigos del hombre"; o si se trataba simpliciter de la “gente"; o si eran las flores, el aire y la amazonia…

Nada digamos de la tan traída y llevada “reforma litúrgica", o el famosísimo “ecumenismo", o el silencio sobre el marxismo y el modernismo… Todo eso, y alguna cosa más de menor importancia a mi juicio, se cargó lo mejor de la Iglesia, y se “infectó” de lo peor del mundo mundial. 

Porque todos los “tics” de los gobiernos y de los políticos; todos los “mantras” de la kultura, todas las incertidumbres y las dudas, todos los vicios, todo el secularismo y la descristianización del mundo y de las gentes… están presentes, han echado raíces, se recogen tal cual en la Iglesia Católica a día de hoy, por personas, instituciones y documentos. Salvados todos los oasis que existen en Ella, tanto a nivel personal como institucional, que claro que los hay.

En mi opinión, es como si el Señor hubiese “permitido” [uso esta palabra con todas las cautelas que sean precisas; y todas son pocas] todo esto, todo este desmadre que ha saltado a la luz en los últimos siete años más o menos, para una sola cosa: para que cada uno, personalmente en muy primerísimo lugar, sin escudarse en Instituciones y estructuras -luego ya sí, claro: porque, purificadas, sirven como el aire para respirar-, se moje, se defina, se posicione, abandone lo católico-sociológico y el costumbrismo religioso, se forme a conciencia y la conciencia, y se decida a ir a por Jesucristo con todas las veras del alma. ¡Personalmente! Porque la santidad es personal. Y es vida interior: trato personal con el Señor.

Y con todos los medios que tenemos en la Iglesia, que los tenemos todos.

Por tanto, este es el remedio de los remedios: mirar de nuevo a Jesucristo. Buscarle con hambre y con sed. Y no hay otro remedio, porque no puede haber otro. Mirarlo con nuestros ojos, leerle en los Santos Evangelios y en los Santos con nuestro corazón, hablarle con nuestra boca, escucharle con nuestros oídos… Ante el Sagrario siempre que nos sea posible; si no, desde cualquier lugar y con cualquier ocasión. 

Para esto: acudir a las aguas limpias de la Escritura y del Magisterio perenne de la Iglesia Santa. Con DISCERNIMIENTO: para ser católico y vivir en católico, lo primero es “tener cabeza". Creo que hoy es más importante que nunca en la Vida y la Historia de la Iglesia Santa.

Luego, aspirar y luchar por “SER MAYORES de EDAD” en la Iglesia Católica: ¡ya está bien de esperar que todo nos lo den por el pasapuré y “de gratis” [es una broma la expresión, no la idea]: san Pablo nos animaba a ello…, esforzándonos personalmente en “ver, oír y entender” -es lo que nos dice Jesucristo-, además de empujarnos a ¡MOJARNOS! personalmente: “¡El que quiera entender, que entienda…!”, nos decía. El que te diga lo contrario…, tú mismo.

Además, hacernos muy rezadores, especialmente a nuestra Madre Santa María, acudiendo a su intercesión. Y a san José. Y a todas las devociones que tengamos, que todas serán siempre pocas.

Y, por último, pero es lo primero en sí mismo: frecuentar los Sacramentos. Muy en especial, la Confesión. Y la Confesión frecuente. Sin ella, nos quedaríamos sin la Comunión; y, por tanto, sin Jesucristo.

Pero siempre con esta “precaución” imprescindible: todo, antes/durante/después de una buena “cura de desintoxicación": ¡a fondo! ¡Hay que “resetearse"! [perdón por el palabro] Porque la cizaña lleva sembrada mucho tiempo en nuestras vidas, aunque no nos hayamos dado cuenta siquiera; y también echa sus semillas, que brotan nuevamente cada año y en más abundancia que el anterior. Y “lo católico” está ya muy desdibujado, cuando no viciado, en tantas almas de todo pelaje.

Para esto último, no nos puede faltar el buscarnos, y pedir al Señor la Gracia de encontralo, un “buen pastor”, que los hay: porque no todos valen. Máxime cuando nos jugamos la felicidad terrena y eterna. Más la de todos los nuestros.

Y está en juego la salud y el futuro de la Iglesia que, siendo fiel a Jesucristo, siempre descansa también en la santidad de sus hijos. La Iglesia, como buena Madre, solo tiene sentido para que “sus” hijos sean SANTOS.

Amén.

14 comentarios

  
Roman
Gracias,padre.
Una pregunta. ¿Se van a reanudar los sábados de adoración al Santísimo en la Iglesia de la Virgen del Olvido en la calle Blasco de Garay de Madrid?

Los echamos de menos.




Lo estamos intentando. Pero las cosas de palacio...
Yo también lo echo en falta. Y mucho.
Vamos a pedírselo a la Santísima Virgen.
30/05/20 7:30 PM
  
Juan Mariner
Los católicos, por nuestra mala cabeza, podemos acabar, haciendo una mala comparación, como la Falange: intervenida por el franquismo durante y tras la Guerra Civil, dividida en la Transición para que perdiese fuerza en mil pedazos y, hoy en día, secuestrada por los servicios secretos para utilizarla como arma arrojadiza contra todo lo que se menea. O empezamos a espabilar desde abajo o seremos el hazmerreír mundial.
30/05/20 8:42 PM
  
Coronel (R) José-Luís García-Conde Gómez
¡Formidable, Padre Aberasturi, como siempre!
30/05/20 9:22 PM
  
Rubén (de Argentina)
¡Extraordinario Padre! Leerlo es una ráfaga de aire fresco y puro en medio de todo este tóxico que estamos recibiendo. Algunas cositas al margen:

Nuevo ejemplo, absolutamente real. En tantas instituciones eclesiales o de manifiesta orientación católica, se está “invitando” a dar conferencias, coloquios y tal, a personajillos que nadie invitaria ni a su casa, ni se los presentaría a sus hijos. De entrada, porque hacen y viven oficialmente como no-católicos, cuando no como anticatólicos, de lo que presumen. También cobran oficialmente, y de los buenistas de turno, o sea, de los que les invitan.
Pues a esto nada, mejor que lo que nos dice Juan para poner en evidencia hasta que punto "atesoran" en su corazón a las enseñanzas del Señor esos seudo-católicos a los que alude:

Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza tiene tanto al Padre como al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni lo saludéis, pues el que lo saluda participa en sus malas obras.
—2 Juan 1:10
Y usted lo hace notar muy bien en su artículo:

Pero, de este modo y con esa falta de coherencia, que hace traición a la bandera que hace años levantaron y a las familias que en ellas han confiado, se ponen ellos mismos la fecha de caducidad a sus medios y a sus fines: ¡ya han caducado” Ya han dejado de ser lo que habían sido. Aparte el “mal objetivo” que siembran en almas y conciencias con esos “buenismos” irracionales y anticatólicos.
Pero si obran malamente aquellos que invitan a anticatólicos como conferenciantes, todavía obran peor aquellos que teniendo autoridad para reprenderlos, llamarlos al orden y en última instancia —de persistir en sus acciones— separarlos de la Iglesia, NO HACEN NADA, dejan que se siga esparciendo el mal. San Pablo es claro respecto de como obrar con aquellos que diciendose católicos, lo que menos hacen es proceder catolicamente:

Os escribí en la carta que no tuvieseis trato con los fornicarios. No digo con los fornicarios de este mundo en general, o con los avaros, ladrones o idólatras, pues entonces tendríais que salir del mundo. Mas lo que ahora os escribo es que no tengáis trato con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con ese tal ni siquiera toméis bocado. Pues ¿qué tengo yo que juzgar a los de afuera? ¿No es a los de adentro a quienes habéis de juzgar? A los que son de afuera los juzgará Dios: “Quitad al malvado de en medio de vosotros”.
—(1 Cor. 5:9-13)”
Y eso es lo que está faltando, que la Iglesia quite de en medio de sí, a aquellos que diciendo pertenecer a la misma, con sus acciones demuestran lo contrario, que no hacen otra cosa que sembrar escándalos. Yo le cargo la mayor responsabilidad a la jerarquía, que en definitiva, va a ser la más duramente juzgada porque al mucho se le ha dado, mucho se le exigirá. Que un presbítero diga una herejía (como James Martín, que le niega autoridad moral a las Escrituras) me duele mucho, pero que su obispo calle y no lo reprenda por semejante barbaridad, me duele más todavía. Y en cuanto a porqué Dios ha estado permitiendo todo este "desmadre" como usted bien lo denomina, me atrevería a agregar a lo que apunta, lo que dice San Pablo:

Porque menester es que haya entre vosotros facciones para que se manifieste entre vosotros cuáles sean los probados.
—1 Corintios 11:19
Que si uno lo analiza bien, también es el mensaje que encierran sus palabras Padre.

Que Dios lo bendiga y le siga dando fuerzas para continuar hablando alto y fuerte.
30/05/20 10:45 PM
  
LUCHO
Don Jose Luis, quienes necesitan esta buena doctrina, más que nosotros, que somos gente mayor educada en la enseñanza cristiana antes de que el "espíritu del V2" lo destruyera todo, son esa panda de delincuentes que integran la conferencia episcopal, con alguna excepción. ¿O no es un delito de homicidio facilitar la muerte eterna de las almas en el infierno, cerrándoles la puerta de los sacramentos durante una pandemia en la que la gente muere como chinches? Eso es lo que hicieron esos epíscopos con nosotros: se lavaron las manos, nos dejaron vendidos, corrieron a sus palacios episcopales a esconderse, trataron de borrar su responsabilidad personalísima, encalomándosela a la tan manida conferencia espiscopal y, finalmente, como guinda que reluce el pastel, nos plantean la milonga de que todo lo hicieron por nuestro bien y, en consecuencia, deberíamos darles las gracias por su solicitud hacia nosotros. Paro aquí porque, mientras escribo, se me ha encabronado la sangre y voy a decir alguna barbaridad.
31/05/20 1:09 AM
  
Francisco
¡¡Qué grande D. Jose Luis!! El Espíritu Santo le tiene iluminado . No deje de alimentar nuestras almas con sus artículos...
31/05/20 9:06 AM
  
María de las Nieves
Me pregunto en esta Santa Iglesia Catolica que recibí los sacramentos y la formación de la doctrina cristiana que nos ha hecho crecer en Fe; Esperanza y Amor que nos ha bautizado en la Santísima Trinidad; que todo ello nos ha llegado por los sucesores de los Apóstoles y aún siendo muy pecadores vamos creciendo despacio ;pero seguros hacia una meta Cristo glorificado ;hasta que El entregué todas las cosas y las someta al Padre y tb El se someta.

La muerte nos pisa los talones o incluso nuestros dos hemisferios cerebrales que captan la Sabiduría y la Lógica sobrenatural.
Dios no va a cambiar y. Jesucristo es piedra angular o lo desechan o lo ignoran y todos estamos encerrados en el pecado.

Me pregunto porqué no se dio formación teológica más amplia; para afianzar la fe infantil y trabajar como hombres maduros.
Hablamos no siempre un lenguaje terreno con realidades humanas que también son necesarias para la supervivencia en este mundo natural.

Tenemos un depósito de Fe recibida tan extraordinario que fuimos educados y por lo que puedo sentir un inmenso agradecimiento.
Había exigencia de padres; educadores profesores; sacerdotes había autoridad para crecimiento y formación.
Hoy salvo círculos de la Iglesia excelente mente formados falta en todos fuerza y ganas de adquirir este conocimiento sobrenatural.
Mientras enseñamos de todo hasta incluso tergiversar lo evidente y natural ej la deología de género.

La Iglesia debe volver a los inicios cristianos o retomar el lugar donde nosotros y las altas esferas perdimos el contacto con la Verdad
Jesús preexistente; para no ponerlo como objeto decorativo humano llenándolo de cosas bonitas; pero El pide transformación y ya está todo dado; ha resucitado y peregrina con nosotros siendo el Señor de Cielo y Tierra.

Le doy las gracias Padre Aberasturi siga con la mente lúcida diciendo lo que se sabe y transforma a todos hasta la Santidad.

31/05/20 5:00 PM
  
maru
P. Aberasturi, cuanto más avanzo en la lectura del libro de Ricardo de Mattei, sobre el Vatic.II, me quedo alucinada de los chanchullos que ya ha.bia entonces, entre obispos belgas, holandeses, alemanes y franceses. Hay que ver cómo se llegó a la reforma de la Liturgia !!!!
INCREIBLE!!!!




Así es. Como para seguir con "Concilio, concilio, concilio", y sin anestesia...
01/06/20 10:31 AM
  
Tonto, pero disciplinado
Mil gracias, don Jose Luis. Da gusto leerle y ayuda a soportar este penoso ballet de lo "eclesiásticamente correcto".
También ayuda a rezar.Van tres avemarías. Se agradece correspondencia
Algunos no entendemos esta penosa movida interna de la Iglesia.
Estarán dentro por la Pachamama o porque el coco se deteriora con la edad.
Paz y Paciencia.
Dios sabe más.
01/06/20 7:14 PM
  
José María
2 de junio de 2020

Muy querido D. José Luis:

¡Cristo, inevitable piedra de tropiezo si nos empeñamos tercamente en “quitarla de en medio” y omnipotente fuerza de Dios si aceptamos que esa piedra sea nuestra roca!

Gracias de todo corazón por llamarnos a la conversión y a la santidad.

Como bien dice usted, es verdad que “todos los errores -todas las herejías- se repiten, porque están todos inventados”.

Y es verdad también que “se repiten por los que quieren hacerlo. Porque también podrían aprender de ahí, y rechazarlos”.

Pero yo diría que se repiten más bien “a partir de un cierto momento”, porque al principio, creo, no es así en general.

En un principio, y tal vez durante años, el que está errado se imagina equivocadamente que él va a encontrar una “vía intermedia”, es decir, un camino propio para poder servir a la vez a dos señores, o para poder ser a la vez de Cristo y del mundo, o para poder anular el escándalo de la cruz y seguir siendo cristiano.

Lo terriblemente peligroso es cuando ese tal (¡con su “falta de coherencia”!) y tantos otros (¡con sus “buenismos” irracionales y anticatólicos”!) dan por buenos sus pensamientos y comportamientos iniciales y, a partir de ahí, deciden “seguir adelante” con todas las consecuencias.

En tal caso, el “gran tortazo” y el gran daño (¡a sí mismos y a terceros!) están asegurados, y el que todo esto se materialice en la práctica es solo cuestión de tiempo. Es decir, estos tales han sido malos y encima les van a llamar tontos: “Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente” (Mateo 5, 13).

Coincido con usted, D. José Luis, en que el Señor ha permitido el actual “desmadre” para que cada uno, personalmente, “se decida a ir a por Jesucristo con todas las veras del alma”.

¡Ojalá estemos también nosotros entre aquellos que, con sus ojos, le miran a Él, le leen “en los Santos Evangelios y en los Santos con su corazón”, le hablan, le escuchan con sus oídos!

¡Ojalá estemos entre los que acuden “a las aguas limpias de la Escritura y del Magisterio perenne de la Iglesia Santa”!

Porque, al final, lo queramos o no, por activa o por pasiva, todos nos mojamos personalmente. También lo hace el que no quiere implicarse y el que “se limpia las manos” como Pilato, aunque estos últimos, por supuesto, nunca “tendrán cabeza” y encima serán siempre unos perpetuos y peligrosos niños, “menores de edad”, de los que hay que cuidarse.

Si queremos ser santos, se trata, como usted dice, de rezar mucho, especialmente a nuestra Madre Santa María, y se trata de frecuentar los sacramentos (muy en especial, la confesión frecuente y la eucaristía).

En muchísimos casos, se trata de hacer todo esto “antes/durante/después de una “cura de desintoxicación a fondo" y se trata siempre de “buscar y pedir al Señor la gracia de encontrar” un buen director espiritual.

Muchas gracias otra vez, D. José Luis.

Un abrazo muy fuerte:

José Mari, franciscano

Muchas gracias también a sus comentaristas, en especial a Juan Mariner, Rubén (de Argentina), María de las Nieves y Tonto, pero disciplinado.
02/06/20 10:42 AM
  
Carlos
El gran problema de nuestra Iglesia Católica es el Concilio Vaticano II, inspirado por el mismo Satanás. Ni más ni menos.
02/06/20 7:10 PM
  
Pedro Amate de Torrejon
El Verbo Encarnado: Jesucristo: Verdadero Dios y Verdadero Hombre ; ha" Resultado Ser"
el Dios de la Historia y el : "Anciano de Días " profetizado por el profeta Daniel :El Dios
Todopoderoso revelado en el Antiguo Testamento
Dios se hizo Hombre una sola vez : Se encarnó
para no desencarnarse nunca más ; y ascendió a los cielos para quedarse con nosotros para siempre en el Sacramento de la Eucaristía.

La Iglesia es la Esposa de Dios Todopoderoso. Y el " hijo varón " de Dios y la Iglesia ; es Jesucristo : Mediador entre Dios y los hombres.

El " hijo varón " ; Jesucristo : Todavía no ha sido reconocido ni aceptado plenamente por muchos.

Un cordial saludo , padre José Luis Aberasturi
03/06/20 11:56 AM
  
Jorge Cantu
“En la Iglesia deberíamos mirar en primer lugar a los últimos”.

Genial, muy 'ad hoc' con el lenguaje fresco de la "teología de la liberación" tan en boga hoy (y desde los 60's) en el discurso eclesial populista y políticamente correcto, que en la práctica se queda en una vaga idealización e instrumentalización del pobre, y que lo deja sin el pan material y sin el Pan del Evangelio, para dejar el camino franco a los salteadores protestantes, neopaganos o ateos para esquilmar al rebaño del Señor.
04/06/20 5:04 AM
  
javier dolid
Muchas gracias Padre por su buena predicación exhortándonos a.replantear nuestro camino de salvación en estos tiempos inciertos.
.
Me permito entresacar las recomendaciones de uno de los párrafos finales de su post, y subrayar que verdaderamente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, “que cada uno se moje, se defina, se posicione, abandone lo católico-sociológico y el costumbrismo religioso, se forme a conciencia y forme la conciencia, y se decida a ir a por Jesucristo” (piedra angular de la Iglesia) con todas las veras del alma, de forma personal y absolutamente prioritaria.

Esto fue así desde el principio de Iglesia (Hechos 4, 11-12), y siempre lo será, pues “sólo en Jesucristo hay salvación”, dado que, “bajo el cielo, no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos”. Esto no lo puede cambiar ningún desmadre como el que sufrimos actualmente, ideado humanamente por una parte de la jerarquía católica especialmente empeñada en reinventar la Revelación, y secundado por muchos miembros a todos los niveles de la Iglesia, habiendo ocurrido todo ello a pesar de estar advertidos por Elías que los caminos de los hombres distan de los caminos de Dios tanto como la tierra del cielo. Cuando los hombres se empeñan en “sus caminos”, se cumple inexorablemente, como formuló Murphy en su famosa ley, que lo que es susceptible de empeorar inevitablemente empeorará, y en ello estamos, porque los que dirigen la barca parecen haber perdido el rumbo o acaso creen que tenemos que sustituir loa caminos de Dios por caminos pensados humanamente como caminos más adecuados a estos tiempos posmodernos.

El camino de la salvación nunca fue fácil para los cristianos, pero la predicación unívoca y coherente del clero y de los obispos iluminaba el camino y proporcionaba confianza y seguridad a los fieles católicos. Con el desmadre de nuestros días, todo esto ha cambiado, y tenemos que hacer la andadura casi a solas, confiando quizás demasiado en nuestra capacidad de discernimiento y en nuestra acomodaticia conciencia particular. Afortunadamente, para la administración de los sacramentos que tanto necesitamos, aun nos quedan sacerdotes piadosos y abnegados, con verdadero sentido pastoral, en los que por ello podemos confiar para formar adecuadamente nuestra conciencia y para que nos quien en nuestro camino de salvación, encomendándonos a la Divina Misericordia y confiando que el Espíritu Santo, como pedimos en la Secuencia de Pentecostés, salva a quien busca salvarse.
04/06/20 7:45 PM

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