31.08.19

Acabo de leer toda la Biblia en el transcurso de un año: algunas reflexiones

Septiembre es el mes de la Biblia. Estamos en tiempo oportuno para compartir el siguiente testimonio junto con algunas reflexiones.

1. Sin pretensión alguna, comento que esta es la cuarta vez, en mi vida, que leo toda la Biblia. Pero es la primera en voz alta. Pueden creerme: hace una diferencia. El camino que recorrí, con sus respectivos archivos de audio, está en este enlace. La versión leída es la que aparece en la página web del Vaticano.

2. La lectura la empecé el 31 de agosto del 2018 y la terminé, por la misericordia de Dios, el 30 de agosto de 2019. He podido comprobar por experiencia que Dios es el que da el querer y el obrar (Filipenses 2,13), y también que Él acoge nuestros deseos: le pedimos que Él, que había iniciado la buena obra, la llevara a buen término (Filipenses 1,6).

3. Los archivos de audio fueron publicados en YouTube, en Spreaker y en SoundCloud. El número total de audiciones se acerca actualmente, o posiblemente ya ha sobrepasado, los tres millones. Hay hambre de la Palabra de Dios, bendito sea Dios. Cada archivo dura entre unos 12 y unos 25 minutos. La secuencia de lecturas fue tomada de esta página web, con ligeras modificaciones.

4. Me impacta la cantidad de texto de la Biblia que simplemente es desconocido por la inmensa mayoría de la gente. Sabemos que la Sagrada Biblia es el libro más publicado en el mundo pero es bien posible que sea uno de los más desconocidos. Según un estimado propio, hay un 70% o más de la Biblia que no está en ningún leccionario de Misa, rituales o sacramentos de nuestra Iglesia Católica. Esto significa que un católico muy fervoroso, que vaya a Misa todos los días y celebre todos los sacramentos propios de su estado, sin embargo morirá sin haberse enterado de mucho más de la mitad de la Biblia.

5. Lo anterior no significa que ese 70%, o cosa parecida, que nunca se lee en la liturgia sea “secreto,” distinto o contrario al mensaje que uno encuentra en la Liturgia. Muy al contrario, mi experiencia de lectura (del 100%) del texto me conduce a la gratitud y admiración hacia quienes a lo largo de los siglos han escogido los textos liturgicos, ya sean de la Misa, los sacramentos, los demás rituales o la Liturgia de las Horas. Mas es claro que el resto del texto no “sobra” y que es inspirado y querido por Dios para nuestra salvación.

6. Un pensamiento clave al acercarnos a la Biblia es que es Palabra que revela. Por algo dijo San Jerónimo, en su prólogo al Comentario del profeta Isaías: “Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo.” El problema está en que “desconocer a Cristo” no impide seguir hablando de Cristo. Ya no será el Cristo verddero, ya no será el Dios verdadero, ya no será la verdad sobre la Iglesia o sobre la evangelización, pero el orrente de discursos no parará. Cuanto más nos alejamos de la Escritura mayor porcentaje de “Cristo inventado” y de “Dios inventado” habrá en las predicaciones y los criterios morales.

7. Dicho de otra manera: el voccabulario genuinamente bíblico es inseparable del conjunto del texto, incuyendo las partes más incómodas, y es inseprable del pueblo creyente que vivió aquellas experiencias , ya sea en el antiguo Israel o en los tiempos de los apóstoles. Y por supuesto: apartarse del sentido propio de esas palabras conduce inevitablemente a la ideología. Palabras tan preciosas como “misericordia,” “amor” o “justicia” quedan severamente dislocadas y profanadas fuera de la lectura amplia de los textos de la Biblia.

8. Por todo ello, yo recomiendo a todo cristiano que quiera madurar en su fe, y muy especialmente a mis hermanos sacerdotes, a que se sometan a una inmersión profunda, voluntaria, prolongada, humilde, en el texto sagrado. La lectura completa puede tomar, si se hiciera sin interruupciones, y sin añadir títulos ni anotaciones ni comentarios, algo más de 100 horas. Tome usted su tiempo. Siga usted un camino metódico, pedagógico, orante, y recuerde: de lo que se trata es de que la Palabra tome poder y tenga su lugar en nosotros; no de imponer nuestro pensamiento o el pensamiento de nuestro tiempo sobre Dios.

Para quienes deseen utilizar los 365 archivos que hice durante este año, les comparto los enlaces.

En Spreaker están todos los archivos en una sola lista cronológica.

En YouTube, hay seis listas de reproducción, por orden de audición: Lista 1 de 6, Lista 2 de 6, Lista 3 de 6, Lista 4 de 6, Lista 5 de 6 y Lista 6 de 6.

En SoundCloud hay también seis listas de reproducción, por orden de audición: Lista 1 de 6, Lista 2 de 6, Lista 3 de 6, Lista 4 de 6, Lista 5 de 6 y Lista 6 de 6.

En mi blog está la lista de los días y las lecturas.

7.06.19

Muchas gracias!

Hace días pasé por una pequeña crisis de salud que me llevó a internarme en el hospital, sobre todo para estar en observación y para que me hicieran varios exámenes médicos. Durante esos días que, gracias a Dios, fueron relativamente breves, pude experimentar la presencia, solidaridad y fuerza de oración de muchos de ustedes. GRACIAS!

Especial gratitud quiero expresar públicamente a mi amigo Luis Fernando Pérez, de InfoCatólica, y también a los servicios internacionales de comunicación católica AciPrensa y EWTN.

Con humildad me encomendaré siempre a sus oraciones, sobre todo para que yo sirva al Señor y a su Santa Iglesia con amor, constancia y sabiduría.

¡Y Feliz Pentecostés!

16.03.19

Nos duele Nueva Zelanda

Al momento de escribir de estas líneas se han confirmado 49 personas asesinadas en el peor atentado terrorista que ha sufrido Nueva Zelanda. Las víctimas son musulmanes de ambos sexos y aunque faltan muchos pasos en la investigación, una cosa que queda clara es el espíritu de venganza con que se ha perpetrado y realizado este ataque demencial, cargado de odio y crueldad.

La idea detrás de semejante derramamiento de sangre es simple: si ellos (los musulmanes) hacen ataques terroristas contra nosotros (cristianos/civilización occidental), entonces nosotros los hacemos contra ellos. Es la Ley del Talión en su peor versión. Los colombianos, así como otros pueblos, sabemos muy bien a qué clase de infierno conduce esa clase de lógica: una escalada de violencia, una carga de dolor espantosa, un vergonzoso torrente de sangre inocente.

La responsabilidad inmediata en todo acto de terrorismo recae por supuesto sobre aquellos que lo han realizado pero conviene preguntarse por responsabilidades en círculos más amplios.

Por ejemplo, aquello de que en nuestros países se pueden construir mezquitas y en los países de ellos es extremadamente difícil o imposible construir iglesias, ¿tiene algo que decirnos?

Aquello de que toleremos a las feministas vulgares y blasfemas mientras ellas callan frente a la opresión de la mujer en el mundo islámico, y los medios de comunicación guarden silencio cómplice, ¿tendrá que ver algo?

Aquello de que la única protesta efectiva conocida contra la tiranía LGBT en Inglaterra ha sido hecha por musulmanes, y no se les han quitado los hijos ni se les ha encarcelado, ¿tendrá algo de relación con ese odio creciente?

Aquello de que algunos prediquen que el Islam es religión de paz, de mucha paz, mientras los líderes de esa religión callan frente a las crueldades del terrorismo islámico, ¿tendrá alguna conexión?

Aquello de que el Islam sea tan respetado, por ejemplo en España, donde pocos o nadie se atreven a burlarse de Mahoma o del Corán, mientras cualquiera puede hacer sacrilegio público de la Eucaristía o de la pureza de la Virgen, ¿tendrá relación con ese odio que se va gestando?

Aquello de que los crucifijos hay que quitarlos para no ofenderlos a ellos pero el matrimonio con niñas o la poligamia están al borde de ser aprobados en nuestros países, ¿tendrá que ver?

De ningún modo pretendo justificar crueldades ni venganzas ni terrorismo. Pero el ejercicio de pensar y cuestionar es hoy más necesario que nunca.

9.03.19

Las mentiras que nos gusta decirnos

* Aunque todos amamos la verdad en el sentido de que detestamos que nos mientan, es un hecho que por cuidar una imagen, por conveniencia o por estrategia el pecado de la mentira está a menudo en nosotros y a nuestro alrededor.

* Aparte de esas mentiras conscientes e intencionadas, hay sin embargo otro modo de presencia de la mentira a través de ambientes de falsedad y de engaños que están tan generalizados que ni siquiera los percibimos. A estas llamamos “mentiras que nos gusta decirnos.” Su influencia es tanto más fuerte cuanto más lejos queda de nuestra percepción ordinaria de lo verdadero y lo falso.

* Ejemplo de siete de esas mentiras, muy generalizadas todas:

1. “Lo tengo controlado…”

2. Atención: Uno se considera mejor que el promedio; o la excepción.

3. La idea de que las cosas se van a equilibrar por sí mismas.

4. “Hice algo ‘prohibido’ y no me pasó nada”

5. Lo legal es lo mismo que lo moral; lo normal estadístico es lo mismo que lo normal ético

6. La mentira del mosquito: si el problema ya no me molesta, quiere decir que ya se solucionó.

7. Las leyes para las minorías no afectarán a las mayorías.



Más predicación en:

http://fraynelson.com

ADEMÁS: Suscríbete gratuitamente a mi boletín diario de evangelización:

http://fraynelson.com/suscripciones.html

Página de los DOMINICOS en Colombia:

http://opcolombia.org

2.03.19

La palabra necesaria

La novedad del Evangelio, ¿cuál es?

De manera sorprendente una gran cantidad de cristianos no podrían responder a esta pregunta. De hecho, un buen número ni siquiera se lo ha planteado y por eso no es de maravillarse que vean su propia fe como un camino idéntico a cualquier otro cuando se trata de creencias y religiones.

Una razón por la que la pregunta ni siquiera se plantea está en el hecho de la enorme presión que hay sobre la Iglesia para lograr la “existencia” o “supervivencia” social. Fruto colateral del Concilio Vaticano II fue la mentalidad de que la Iglesia debía correr, y correr bastante, para que no la dejara “el Tren de la Historia.” Fue ese el modo prevalente de entender la expresión “aggiornamento” que en la mente del Papa San Juan XXIII significaba adecuación en los medios para difundir el Evangelio pero no cambio alguno en su sustancia ni en sus exigencias. La palabra, tan querida por él, fue “secuestrada” por el ala progresista y muy pronto empezó a significar: “el mundo nos ha abandonado; somos irrelevantes; algo tenemos que hacer para lograr significancia en las nuevas coordenadas sociales.”

Así surgió la idea, o más bien, la tendencia a buscar “relevancia” a toda costa. Uno se asombra de ver cuántas cosas pasan en la Iglesia sobre el presupuesto de “seamos relevantes.” Ya se trate de reventar la liturgia para que pueda conectar con las emociones del hombre moderno, o ya se trate de experimentar con sacerdotes y religiosas en el mundo de la farándula, uno puede ver esa prisa, esa urgencia, de no ser descartados, de no quedarse atrás, de no perder el ritmo del mundo.

Por supuesto, el problema está en que, una vez acordado que el mundo va delante y la Iglesia detrás, será siempre el mundo el que determine los temas, los énfasis e incluso el contenido del Evangelio que está dispuesto a aceptar. Hoy por ejemplo, el mundo acepta con gusto temas de justicia social, ecología, fraternidad universal y espiritualidad neutra, entendida esta simplemente como una pausa en el materialismo. Si la Iglesia no quiere ser rechazada por ese mundo entonces hablará solo de esos temas, y dejará sin perturbación lo que parece discutible en el dogma, como por ejemplo, los novísimos, o lo que es incómodo para el hedonismo individualista actual, como por ejemplo, la defensa de la vida o del matrimonio según el designio de Dios.

La palabra que resulta proscrita en este modo, esencialmente modernista, de ver las cosas es la conversión. En la mentalidad del mundo no cabe que alguien desee o trabaje por la conversión de otros. Tal cosa es vista como un atentado a la libertad y autodeterminación de la persona, que hoy es vista como una especie de absoluto metafísico intocable. Además, y siempre según la misma mentalidad igualitaria tan propia del Modernismo, pretender la conversión de otros implica que hay verdades objetivas, y que no todo da lo mismo. El mundo no está dispuesto a tragar eso de que alguien puede tener la verdad. El dogma prevalente en nuestra cultura es que la verdad es una construcción comunitaria y por eso nadie puede esperar que otro cambie, y si lo pretende, es reo de fundamentalismo, mentalidad inquisitorial y muy posiblemente, sarna mental en avanzado estado.

Llegamos así a una multitud de evangelizadores que no quieren serlo; predicadores que solo quieren “caer bien;” pastores paralizados de miedo con solo pensar que alguien se incomode; actividades pastorales evaluadas puramente en términos de número de selfies e impacto en redes sociales… Pero, ¿un llamado claro, fuerte, cargado de amor y celo por la gloria divina? Escaso, muy escaso.

A las puertas de la cuaresma conviene recordar, subrayar, con humildad pero con absoluta claridad, el llamado de Jesucristo a la conversión.

Así como se oye: dejar el pecado, a través de una buena confesión; emprender la ruta de una vida sellada por la fe, la esperanza y el amor; abrazar el misterio solemne de la Cruz; hacer penitencia por los pecados propios y los del mundo entero; orar con perseverancia y total confianza; dar testimonio, cada vez más pleno, de la gracia recibida con nuestra vida y nuestras palabras, para que también otros tengan la bendita experiencia de la CONVERSIÓN.