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20.09.17

(211) Tiempo decisivo

Tiempo de martirio, tiempo de Transubstanciación.

 

Tiempo de la Inmaculada: nos conduzca al Salvador, aplaste la serpiente, destruya herejías,  renueve la Iglesia.

 

Tiempo de sacramentos: centrarse en confesarse y comulgar. Estar siempre en gracia, —y si se peca mortalmente, ir corriendo a recuperar el estado de justificación. 

 

Tiempo de sacramentales: la ayuda del Cristo Total, contra el maligno, es necesaria —agua bendita, estampas, rosarios, medallas, escapularios, bendiciones… mediaciones y culto de dulía.

 

Tiempo de los mandamientos negativos: nunca excepciones a los actos intrínsecamente malos —dejarlo claro, proclamarlo a los cuatro vientos, dar la vida, si es necesario, por la doctrina de siempre y por la ley moral, eterna e inmutable.

 
Tiempo de santidad: de ser un enemigo de Dios a ser hechura de su Hijo sólo hay un salto, el de la gracia.
 

Tiempo de corrección: enderezar el rumbo, decirle adiós a malas teologìas, a malas filosofías sin tradición —sin personalismos, ni situacionismos, ni fenomenologías; sin naturalismos humanistas, ni Maritain ni Nueva Teología, que su estela pasó, o habrá de pasar: volver a Padres y Doctores, Santo Tomás, San Agustín.

 
Tiempo de misión: llevar la fe a los que no la tienen. Porque desconocer a Cristo sin culpa no es causa de salvación. Dios alcanzará la fe, mandará un misionero, proveerá con providencia al que pone de su parte, con el auxilio de Dios. No existen cristianos anónimos.
 

Tiempo de iluminar la idolatría: no son luz, sino tiniebla y confusión. Politeístas, convertíos, abandonad vuestros ídolos.

 

Tiempo de la fe: de predicar su necesidad para la salvación.

 

Tiempo de guerra y no de paz: tiempo de antimodernismo, de contender por la fe, sin darse tregua. Callar no es decoroso.

 

Tiempo de objetividad: de sano realismo, de oración de la Iglesia, de metafísica y de tradiciones. Santo Tomás.

 
Tiempo de Siglo de Oro: sana doctrina, clásica belleza, calidad y claridad, perfección de estilo y arte oratoria.
 
Tiempo de precisión, de bisturí contra el error, amor a la doctrina bíblico-tradicional. Fuera lo ambiguo.
 
Tiempo de Veritatis splendor: que nunca sea omitida ni callada.
 
Tiempo de decirle no a Lutero, y dejarle pasar. Adiós. Nos quedamos con Trento.
 
Tiempo de plantar la cruz en el corazón del Maesltrom, y gritar: siste fugam, pone te in centro, detén la huída, ponte en el centro, que es Cristo Total.
 
Tiempo de predestinación: que Dios complete el número de sus elegidos, amen.
 
 
 
David Glez Alonso Gracián