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25.07.17

(199) Señora del Depósito

«Pero María atesoraba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.» (Lc 2, 19)

«¿No es María Madre de Cristo? Por tanto, también es madre nuestra. […] De manera que cuando María tenía en su vientre al Salvador puede decirse que gestaba también a todos aquellos cuya vida estaba contenida en la vida del Salvador. Así pues, todos cuantos estamos unidos con Cristo y los que, como dice el Apóstol, somos miembros de su Cuerpo, participes de su carne y de sus huesos (Ef 5, 30), hemos salido del vientre de María, como partes del cuerpo que permanece unido a la cabeza.»(San Pio X, Ad diem illud laetissimum, 2-II-1904)

 

1.- María, figura de la Tradición, cofre de la doctrina de su Hijo. Madre de sus defensores, miembros vivos que hemos de ser nosotros, por la gracia.

 

2.- Guarda en su corazón, con pudor, un tesoro incomparable, de perfecta riqueza sin fondo. María es Madre también del Depósito. Es Señora de todo apostolado.

 

3.- No puedes, por ti solo, tener humildad, ni hacerte a ti mismo digno de recibir la gracia. Todo consiste en saberte incapaz, inútil para vivificar tu vida cristiana. La gracia te concede esta capacidad que viene de Dios, y la imploró por ti tu Madre. Ve a María, por Cristo.

 

4.- Dependes del favor del Primogénito para aceptar el favor de Dios. Y el Hijo hace caso a su Madre, que vela por ti. 

 

5.- La Madre guarda dentro cosas que nadie sabe, ni la Tradición. Tiene primicias de sabiduría que sólo Dios conoce. Pero es en el Paraíso que todos los frutos se habrán de abrir y conocer, porque hay Hortelano y no estará solo. —Hijo, no tienen vino—. Volverá a decir la Madre. Y toda sed de misterio tendrá su mosto.

 
David G. Alonso Gracián