(155) Elogio del reaccionario
«Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son llamados.» (Romanos 8, 28)
I.- EL RÍO REVUELTO Y EL MAELSTROM
Visto de cerca, sin la debida perspectiva, el remolino del Maelstrom no parece más que un río revuelto. Pero es ambas cosas: el remolino final, la gran batalla, y al mismo tiempo el torrente en que podemos ahogarnos, pero también la turbación temporal en que pescar con provecho y afianzarnos cual roca, erguidos por gracia contra la corriente.
—Y es que en río revuelto se puede pescar bien, si socorridos por el Pescador divino se resiste la corriente que progresa hacia el abismo. Hay que tener alma de roca y corazón de pescador de hombres. Y hacer muy nuestro el lema de Don Juan de Borja en sus Empresas Morales: Ferendo Vincam: sufriendo venceré.
16.11.16
(154) Inconveniencias eclesiales IX: crisis de lenguaje, crisis de fe
Nuestro refranero, no pocas veces rico en sabiduría, lo dice claro: al buen entendedor, pocas palabras le bastan. La Veterum Sapientia lo enseñaba así, tajantemente, como un dardo: inteligenti pauca.
Pocas palabras cumplen al buen entendedor, se dice en el Libro de Buen Amor, y en La Celestina se omite la mitad, de tan conocida: A buen entendedor… Cervantes en la segunda del Quijote lo recalca: al buen entendedor, pocas palabras.
En la lista de refranes del Seniloquium, ya en el siglo XIV, se consigna el refrán de manera actualísima: A buen entendedor, pocas palabras.
Por eso, quien predica ha de saber que el buen entendedor no necesita más palabras que las precisas. Que captará el sentido, sea verdadero o falso. Pero que el mal entendedor lo entenderá al revés y quedará sumido en confusión
Es necesario, pues, dominar el lenguaje con la ayuda de Dios y el fruto de sus dones; utilizarlo bien, con belleza y verdad, sea conceptual, de imágenes, metafórico, técnico, filosófico, teológico. Todo lenguaje al servicio de la Iglesia debe ser lo más competente posible, ardientemente sobrenatural. De Escritura y Tradición. Sin renunciar a los tesoros de expresión forjados a través de los siglos por la cultura cristiana.
La inflación de voces fatuas y el retorcimiento del sentido fragmentan la doctrina y entorpecen la comunicación, suscitando conflicto y divisiones.
Es la verborrea interminable de la mala metafísica, el bla bla bla que te vuelve embabiado, que te uniforma político-correctamente, sectorizándote de buenismo poliédrico.
Es el problema del espíritu de vértigo en el discurso teológico, causante de seísmos en el sentido de la fe, productor de oleajes en la mente, piedra de demolición de ciudades enteras de doctrina; es el problema de las paráfrasis cansinas que disfrazan el error y lo camuflan de borrón y cuenta nueva, de una cosa y otra que ambas valen, aun siendo contrarias. Es el problema, hermanos, del sí pero también no, de la ausencia de precisión y el bisturí mellado, que no sirve para curar. Es el problema de la neoteología católica de estos tiempos.
5.11.16
(153) Crucifixión
«Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia.» Colosenses 1, 24.
***«Jesús está en el centro de todo, Él lo asume todo, Él lo soporta todo, Él lo sufre todo. Es imposible pegar a alguien sin pegarle a Él, humillar a alguien sin humillarlo a él, maldecir o matar a alguien sin maldecirlo o matarlo a Él mismo. El más bajo de los criminales tiene que pedir prestado el Rostro de Cristo para recibir una bofetada, de cualquier mano que sea; de otra manera, la bofetada no podría llegar a destino y quedaría en suspenso, en el espacio, por los siglos de los siglos, hasta que encontrase el Rostro que perdona.» (León Bloy, Diarios).
Ser otro Cristo. Es la santidad. La cruz, por gracia, tiene también tu rostro.
1.- Una manera de sentir con la Iglesia: padecer en tu propio cuerpo y en toda tu alma las heridas que infligen al Cuerpo de Cristo.
2.- Completa en tu carne el dolor de Cristo por su Iglesia.
3.- La Pasión de Nuestro Señor no padece incompletitud, pero le falta algo: lo que debes sufrir tú.
4.- Jesús es el centro de todo. También del sufrimiento. Todos los males que vinieron, vienen y vendrán, desembocan en sus llagas.
5.- Todos los males que nos aquejan han golpeado primero en Cristo. Por eso te alcanzan ya pasados por su Cruz, para que también sea tuya.
AÑADIMIENTO
Maravilloso es saber que Nuestro Señor nos encuentra primero, y que la iniciativa es siempre suya. Y hasta nuestro caminar en su busca, a menudo a tientas, o a gatas como los niños pequeños, es don que recibimos de su gracia, para que nuestros pasos, aun siendo suyos, sean también nuestros.
De igual forma, también Nuestro Salvador tiene la iniciativa en el sufrimiento. Cuando el dolor nos alcanza, ya ha golpeado primero en Él, ya ha sido sobrenaturalizado por su Sufrimiento. Y esto, hermanos, es fuente de grandes consuelos, de auxilios de perfección y generosidades sin fin.
Alonso Gracián
Alonso Gracián Casado y padre de tres hijas. Diplomado en Magisterio y Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Le apasiona la pintura y la polifonía, y todo lo que es bello y eleva.
Tiene la curiosa costumbre de releer a Tolkien y a Bloy cada cierto tiempo. Sabe que sin Cristo todo es triste, feo y aburrido hasta la muerte, y que nosotros sin Él no podemos hacer nada (Jn 15, 5), salvo meter la pata. Por eso cree no perder el tiempo escribiendo diariamente algunas líneas en la red, con esta sola perspectiva: contemplar a Cristo como centro del universo y de la historia.
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