(323) Anfisbena o la sangre de la Gorgona

«Al principio era el Verbo. El valor de la palabra es máximo en el Cristianismo (cf. Jn 1,1). En la palabra, hablada o escrita, está la verdad o la mentira, está por tanto la salvación o la perdición de los hombres. Y tengamos presente que el proceso del conocimiento se consuma en la expresión. Es la palabra la que nos da conocimiento, pero, al mismo tiempo, el conocimiento de la verdad llega a su término en la palabra. Precisamente la palabra es un “término". Acabamos de conocer algo cuando sabemos expresarlo.» [José María IRABURU, (24) Lenguaje católico oscuro y débil]

 

Anfisbena la Ambigua es una «serpiente mítica con una cabeza delante y otra en lugar de la cola» (según la RAE, del lat.amphisbaena; y ésta del gr. ἀμφίσβαινα, amphísbaina, andar hacia un lado y hacia otro, en una dirección y en la contraria).

La descripción de Plinio el Viejo, en su Historia Natural, L 8, 35, precisa que la Anfisbena tiene una cabeza gemela en la cola, «como si fuera demasiado poco el veneno del fondo de una boca». 

Este dragón de dos cabezas, «Escila habitante de las rocas, ruina de los navegantes», como dice Esquilo en su Agamenón, surgió de la sangre derramada, en las arenas del desierto libio, por la cabeza cortada de la Medusa Gorgona. En el bestiario del pensamiento moderno, es el símbolo de la ambigüedad.

 

1.- Discusionismo y ambigüedad. Como enseña el Diccionario etimológico de la lengua castellana de J. Corominas, ambiguo procede de ambigere, estar en discusión, conducir a discusión. Dos cabezas en permanente estado de discusión

 

2.- Nadie puede servir a dos señores (Mt 6, 24).— La sierpe Anfisbena, en la emblemática del Siglo de Oro español, simboliza con elocuencia este principio. Don Juan de Borja, en el emblema Lethale venenum, de sus admirables Empresas Morales de 1681, utiliza la figura de la Escila bicéfala, para simbolizar «todos los daños que han sucedido en el Cielo y en la tierra» por «no conformarse a obedecer a una sola cabeza».

La ambigüedad en la obediencia es el veneno «que ha destruido todas las Monarquías y los Reynos de este mundo», dice Don Juan de Borja. Por eso, 

«El que quisiere acordarse de estos daños, para remediarlos, trayendo ante los ojos que no conviene sino adorar y servir a un solo Dios, y guardar una ley, y servir a un Rey, válgase de esta empresa de la Amphisbena, sierpe de dos cabezas, con el lema: lethale venenum. Pues no puede haber veneno más mortal que el cuerpo en que hubiere dos cabezas»

 

3.- Ambigüedad. Acepciones.— Según el Diccionario de la RAE, lenguaje ambiguo es el que «puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión.» Persona ambigua es aquella que «con sus palabras o comportamiento, vela o no define claramente sus actitudes u opiniones».

Lenguaje y persona ambiguos son aquellos que andan en permanente discusión y contradicción interna, por su bicefalia semántica e intencional. Pretenden congeniar el sí y el no, la luz con las tinieblas. A menudo, a base de restricciones mentales y vaguedades que oscurecen la verdad, como efecto de una cobardía en extremo vituperable, ignavia valde vituperanda, que decían los antiguos. Es efecto del semipelagianismo, que sobrevalora la parte humana y pretende ganar el mundo reduciendo la verdad, para que el mundo no tropiece en ella y no se enfurezca con el cristiano. Pero no se puede gobernar la propia vida con dos principios contradictorios de acción. 

 

4.- Ambigüedad y doctrina.— Doctrina ambigua es la que puede entenderse, por parte de los fieles, de varios modos, admitiendo distintas interpretaciones y dando motivo a dudas, incertidumbre o confusión. El Pontifice, obispo, sacerdote, diácono, religioso, docente, laico ambigüos, son aquellos que con su doctrina o conducta velan o no definen claramente sus actitudes u opiniones.

A menudo, en la doctrina ambigua, la interpretación correcta es minimizada o expresada con vaguedad, de forma que resalte la interpretación incorrecta, que es maximizada y difundida.

 

5.- Ambigüedad y error.— Una doctrina ambigua contiene error cuando admite, de entre las distintas interpretaciones que contiene, una interpretación errónea del asunto. Una doctrina ambigua puede producir error cuando la interpretación errónea, por el contexto, es la dominante, o su trasfondo conceptual heterodoxo es ocultado pero sobreentendido. 

También puede opacar verdades cuando el sentido recto resulta inaccesible. Cuando la ambigüedad va asociada a la vaguedad, esto es, a la imprecisión, la inestabilidad semántica conduce a una indeterminación conceptual que impide la afirmación de la verdad. Entonces son necesarios esfuerzos adicionales para imponer, desde afuera y artificialmente, la interpretación correcta, que resulta forzada y poco efectiva.

 

6.- Ambigüedad y pecado.— No le resulta nada fácil al hombre adámico descubrir la verdad moral, porque, como explica Pío XII en la Humani generis 1-2, de 1950:

«no son pocos los obstáculos que impiden a nuestra razón cumplir eficaz y fructuosamente este su poder natural. Porque las verdades tocantes a Dios y a las relaciones entre los hombres y Dios se hallan por completo fuera del orden de los seres sensibles; y, cuando se introducen en la práctica de la vida y la determinan, exigen sacrificio y abnegación propia.

Ahora bien: para adquirir tales verdades, el entendimiento humano encuentra dificultades, ya a causa de los sentidos o imaginación, ya por las malas concupiscencias derivadas del pecado original. Y así sucede que, en estas cosas, los hombres fácilmente se persuadan ser falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero

El ser humano, en estado de enemistad, se persuade fácilmente del error que prefiere, por su inclinación al mal y la ofuscación de su mente. Es por eso que las interpretaciones erróneas tienen ventaja, porque se apoyan en la herida original. Constituyen toda una sofística del pecado.

 

7.- Ambigüedad e idolatría.— La ambigüedad es recurso de los demonios para fingir sabiduría, imitando a la divinidad. En el Siglo de Oro español los juicios ambiguos son designados con la expresión “palabras de oráculo". Covarrubias, en el Tesoro de la lengua castellana, define oráculo como «respuesta que daban los demonios y falsos dioses, que siempre eran equívocas y ambiguas». Y Alonso de Barros, en sus Proverbios de 1615, asocia la intención encubierta a los juicios de oráculo: «Ni hay de oráculo respuesta/sin alguna oculta ciencia».

 

8.- Ambigüedad y magia negra.— La manipulación anfibológica del lenguaje, con objeto de cambiar la naturaleza del asunto tratado, es una especie de goecia o magia negra conceptual, capaz de transformar las mentalidades y suscitar paradigmas de iniquidad. Labor alquímica de ideologías es encubrir con eufemismos el significado malo, como un hechizo lingüistico. La verdad es conjurada para que parezca otra cosa. Es alquimia conceptual, en que el emotivismo juega su papel. Lo equívoco produce equívocos, sobre todo acerca de la naturaleza de las cosas, que pretende transmutarse, transmutando el lenguaje. La ambigüedad, en este sentido, es antimetafísica.

 
9.- Ambigüedad y ethos revolucionario.— La ideología es una subversión anfibológica del lenguaje. (Subvertir, de subvertere, tergiversar, volcar, destruir, arrasar, aniquilar, allanar.) Toda ideología revolucionaria tergiversa el orden establecido, corrompe su potencia comunicativa, vicia la traditio; no sólo porque tuerce su significación heredada, sino porque, con el torcimiento, le arranca la identidad. Es una violencia ejercida sobre el legado recibido.
 
La multiplicación de sentidos es instrumento del ethos revolucionario, que parasita el orden natural de las cosas. La ambigüedad vicia la traditio viciando la fidelidad de la entrega, promoviendo dudas entre el tradens y el accipiens, perturbando la debida custodia fiel del legado. El ethos de la revolución se fundamenta en la dislocación del numen tradicional.
 

10.- Ambigüedad y culto a los expertos.— La introducción de múltiples significados en un sólo concepto produce incertidumbre. La mente común se advierte incapaz, a menudo, de resolver la duda, y recurre a la opinión de expertos. Estos comienzan a proliferar y a hacerse indispensables para unos y para otros. Los textos ambiguos, por sí mismos, dejan de ser el referente último. La demagogia se adueña de las interpretaciones y se difunde la lucha por el dominio de la opinión pública.

La ambigüedad textual ha disociado significante y significado, y corrompiendo la lectura natural, hace al receptor deudor de los especialistas. El nuevo paradigma, contra el sentido común, se convierte en un paradigma de técnicos. La hermenéutica de doctrinas ambiguas pasa a ser monopolio de los teólogos. La lectura natural ha quedado disuelta, en pos de lecturas técnicas y especializadas de dudosa rectitud, siempre al servicio del paradigma de turno.

 
 
11.- Ambigüedad, confusión y liberalismo.— La ambigüedad, en sí misma, es confusión, yuxtaposición, mezcla y amalgama. Alberto Caturelli la relaciona, genialmente, con el liberalismo.

«Es signo característico de este tema la extrema confusión a la que, hoy, muchos interesados en seguir siendo “liberales”, contribuyen de múltiples maneras. Si se piensa en el significado exacto del término “confusión”, se aplica muy propiamente al tema; porque, en efecto, “confundir” es mezclar dos o más cosas de naturaleza diversa de modo que las partes de unas se incorporen a las de las otras; nuestra expresión proviene de cum y fundo, y este último verbo (que nada tiene que ver con fundo, as, are = fundar), cuyo infinitivo es fundere, significa derramar, fundir; de modo que “confundir” es juntar en uno, mezclar, o juntar mezclando, desfigurar. Y eso es, exactamente, lo que pasa con el tema “liberalismo”, respecto del cual, a fuerza de agregar, de quitar, añadir o delimitar, se ha logrado mezclar; es decir, confundir.» (Alberto CATURELLI, Liberalismo y apostasía, Gratis Date, pamplona, 2008, p. 15)

El liberalismo de tercer grado, al admitir la ley moral en la vida privada, pero excluyéndola de la vida social y política, establece un principio de bicefalia en la vida política. Es el fundamento de la atomización social, que diría Caturelli. La ambigüedad del Estado, que dice sí pero también no a la ley moral, oscurece el bien común y vicia la comunidad política.

 

12.-Ambigüedad y arte de engaño.— Las poderosas advertencias de Pío VI contra el lenguaje ambiguo tienen validez perenne, y son de permanente actualidad. Las citamos del motu propio Auctorem fidei de 1805.

Comienza el Pontífice alertando contra aquellos que «introduciendo importunas novedades, bajo el pretexto de una fingida reforma» en la doctrina de la Iglesia, pretenden «perturbarla, trastornarla, destruirla enteramente».

A continuación, refiriéndose al Sínodo de Pistoya, pero con sabiduría de alcance universal, precisa la explícitada «intención de sus autores», que

«había sido el reunir como en un cuerpo cuantas semillas de perversas doctrinas se habían esparcido por muchos libelos pernicioso, resucitar los errores condenados, y quitar la fe y autoridad a los decretos apostólicos que los condenaron».

A continuación expone con tremenda claridad de qué manera el uso de ambigüedades es utilizado para introducir el error en la mente católica:

«Sabían muy bien el astuto arte de engañar de los innovadores, los cuales temiendo ofender los oídos católicos cuidan ordinariamente ocultarlos con fraudulentos artificios de palabras, para que entre la variedad de sentidos con mayor suavidad se introduzca en los ánimos el error oculto»

Define este método de confusión como «un modo solapado y falaz de discurrir» y denuncia  «la fraudulenta astucia de los innovadores para sorprender con el error» . Es un «artificio a la verdad perniciosísimo de introducir el error […] envolviendo en tinieblas lo verdadero.»

 

13.- Ambigüedad. Daño universal.— Pío VI, en un pasaje sobrecogedor, alerta contra la introducción de novedades, enseñando que su error afecta no sólo a partes de la Iglesia, a esta o aquella diócesis, sino que su repercusión en el Cuerpo de Cristo tiene alcance universal: 

«No se trata del riesgo de una u otra Diócesis. La Iglesia universal se resiente de cualquier novedad.».

El alcance, por tanto, de la introducción de novedades mediante el uso de ambigüedades produce una crisis  que daña a toda la Iglesia, por la división que produce y la incertidumbre generalizada que genera. Verdades inciertas, verdades no practicadas.

 

14.-Ambigüedad. Remedios tajantes. Necesidad de correción— El Pontífice a continuación deja claro que 

«No es acertada en tales materias una tolerancia por tanto tiempo, porque casi es tan grande crimen el disimulo en las tales cosas, como el enseñar lo que es tan opuesto a la Religión. Debe pues sajarse la llaga que no solo daña a un miembro, sino que ofende a todo el cuerpo de la Iglesia. Y con el favor de la piedad se debe tomar providencia para que cortadas las disensiones, se conserve inviolada la fe católica, y sacados del error los que defienden mala doctrina, sean por nuestra autoridad fortalecidos aquellos cuya fe fuese probada. Deben ser condenadas y reprobadas muchas proposiciones, doctrinas y sentencias […]  expresamente enseñadas o insinuadas por su ambigedad»

El Pontífice es claro. No sólo deben rechazarse las malas doctrinas enseñadas explícitamente, sino también aquellas que son insinuadas ambiguamente.

 
Es urgente reformar el lenguaje católico, muy especialmente a la hora de ejercer la función docente. El P. José María Iraburu insiste con fuerza en esta idea:
 
«Reforma del lenguaje y del pensamiento o apostasía. La Iglesia Católica, ya que ha de expresar con palabras humanas la plenitud de la Palabra divina, está obligada a usar un lenguaje verdadero y exacto, lo más claro y preciso que sea posible. Esos modos de lenguaje oscuros, ambiguos, retóricos, contradictorios y, sobre todo, tan débiles, deben ser eliminados de la Iglesia, para que así el Señor “nos conceda vivir libres de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de su verdad” (or. Dom.XIII T.o.). Quiera Dios que el Magisterio apostólico y la predicación, la teología y la catequesis cumplan en la Iglesia siempre la norma de nuestro Señor Jesucristo: “sea vuestra palabra: sí, sí; no, no. Todo lo que pasa de esto, viene del Maligno” (Mt 5,37; cf. Sant 5,12; 2Cor 1,17-19).» [José María IRABURU, (24) Lenguaje católico oscuro y débil]
 

y 15.- CONCLUSIÓN. Ambigüedad y humo de Satanás

La ambigüedad produce muchos males en la Iglesia. La intoxicación de la mente católica, en el contacto con filosofías y teologías modernas, ha introducido una bicefalia en el pensamiento eclesial que debe corregirse y sanarse urgentemente. De lo contrario, ni la crisis se resolverá, ni el discusionismo acerca de los mismos temas tendrá fin.

En el momento presente, el personalismo filosófico y el personalismo teológico (la Nueva Teología) han introducido una notable ambigüedad en el pensamiento católico hodierno. Al pretender combinar Modernidad y fe católica, han generado un conflicto conceptual interno que ha desembocado en la crisis doctrinal y pastoral actual.

Conceptos vagos, difusos y ambiguos como los de dignidad humana, laicidad, libertad religiosa, norma general, ecumenismo, autonomía de lo temporal, etc., deben ser urgentemente reformados, clarificados, corregidos y precisados conforme al numen tradicional.

Ha llegado la hora de la claridad. Ha llegado la hora en que la Iglesia de Cristo, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15), haga examen de conciencia y depure su función docente, se libre de filosofías extrañas, purgue su pensamiento de la ambigua, vaga y difusa Modernidad, y recupere el clásico sentir y su palabra perfecta. 

Ha llegado la hora de mirar frente a frente el legado que dejaremos a las próximas generaciones, y corregirlo y perfeccionarlo, reformando  y distinguiendo, corrigiendo y penalizando, exaltando y clarificando, precisando y borrando y reescribiendo todo cuanto sea preciso, dando luz a las tinieblas donde las haya. No tengamos miedo, que la Iglesia es la Iglesia y Cristo su Cabeza. Que nada oscurezca la traditio.

 
David Mª Glez.- Alonso Gracián
 

5 comentarios

  
Luis Fernando
Magnífico. Recordemos que el mayor de los castigos es el de los tibios, de los ambiguos.

_________
A.G.:
Así es. La ambigüedad sin duda será castigada, porque su impunidad es fuente de muchos males.
26/12/18 3:36 PM
  
Palas Atenea
La ambigüedad es muy fomentada por la alteración del lenguaje cuando palabras que tienen un significado específico comienzan a tenerlo oscuro. Un ejemplo claro de los ambiguo-aunque parezca un oxímoron-se da en la comprensión errónea del término "universal" para un comentarista. En otro blog, que habla de la patria, alguien comentó la definición de patria de los falangistas y otro le contesta esto: "Unidad de destino en lo universal" es perfectamente herética e idolátrica, porque él aplica esa frase a España, no a la Iglesia. Y la Iglesia, y sólo la Iglesia, es "Unidad de destino en lo universal". A nadie de los que vivíamos en los años 60 se nos ocurrió tal cosa. El Universo, entendido como Mundo, era una cosa y la Patria Celestial otra. Sorprende a un cristiano de toda la vida que alguien conciba a la Iglesia como una "Unidad de destino en lo Universal" y crea que es una definición válida porque a ése le cuelan el concepto del Cristo Cósmico y cree que es de lo más ortodoxa. Confusión.

_________
A.G.:
El oscurecimiento del lenguaje en la doctrina católica mueve a gran confusión. No digamos en teología moral. Sobre el ejemplo que pone, no lo tengo claro, tendría que reflexionarlo. Pero pertenece a otro tema y es más propio de otro post.
26/12/18 4:07 PM
  
Javier Gutiérrez Fernández-Cuervo
Basta la cita de Pío XII para desterrar toda duda y hacer ver a todo hijo de la Iglesia que la ambigüedad, sin ser herejía, sí es causa del error por la naturaleza dañada del hombre a raíz del pecado original. En las ocasiones en que públicamente dije lo opuesto, me corrijo públicamente igual. Y bastan también las citas de Pío VI para asentir que la ambigüedad debe ser condenada y reprobada. No en vano ambos pontífices eligieron con sumo acierto el mismo piadoso nombre. Ante estas evidencias, sólo queda asentir y hacer propia la causa de combatir iluminando toda oscura ambigüedad. Gracias, Alonso, por enseñar al que no sabe y corregir al que se equivoca. ¡Un fraternal abrazo y feliz Navidad!

__________ _________
A.G.:
Gracias apreciado Javier. ¡Iluminemos las tinieblas!

Santa Navidad, y que viva el divino infante, Rey del universo y de las sociedades.
26/12/18 4:35 PM
  
maru
Me pregunto, si después de siglos de ambigüedad y, sobre todo, ambigüedad total , desde los últimos cincuenta años, será posible volver, en la Iglesia Católica, a.los orígenes, a la raiz?, porque hay tantos católicos acomodados con las normas del mundo... que no sé si será posible, pero le digo qué me encantaría equivocarme. Muy buen artículo!

________ _________
A.G.:
Siempre es posible recuperar el rumbo, porque es la Iglesia de Cristo. No sin sufrimiento. Como dice Juan de Borja, ferendo vincam, sufriendo venceré. Hay que pasar por el mundo del dolor, como Cristo, a hechura suya. Salir de esta crisis es posible, si Dios lo concede.
27/12/18 10:37 AM
  
Anónimo
Auctorem fidei de 1805.Donde se puede encontrar en castellano. He mirado en internet y solo lo veo en latín. Si tienes el enlace te lo agradecería para leerlo entero. Muy bueno el post. Da mucha luz. Gracias
_________
A.G.:
Gracias. La hay en una edición antigua latín/castellano. Creo recordar que puede encontrarse en Scribd o tal vez en books google.
27/12/18 6:36 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.