(261) Relativismo dogmático, nihilismo consolidado y posmodernidad

Se dice de la sociedad occidental de hoy día que es líquida, por oposición a sólida. Se olvida, sin embargo, que un agua mala puede congelarse, y no por ello perder maldad, antes bien ganarla por petrificación. Y que un error consolidado, congelado en paradigma, es más difícil de superar que un líquido, pues toma forma de obstáculo.

 

1. De la sociedad líquida a la sociedad petrificada

La navegación por los mares de la posmodernidad se ha vuelto sumamente peligrosa. No sólo hay que contar con la presencia de amenazadores bloques de hielo aquí y allá, sino con la acción subliminar, subyacente y profunda, de inadvertidos Leviatanes.

Subliminar, porque el mal posmoderno actúa como por debajo del umbral de la conciencia, en la tenebrosa zona de la mentalidad del siglo, con sus prejuicios, tópicos y lugares comunes de apariencia insalvable y maciza.

Subyacente, porque el error posmoderno actúa por debajo de una capa de apariencia benéfica, que es el buenismo personalista; cubierto de aparentes bienes, pero continente del mal originario, una pretensión de autonomía y autoposesión que es figura de la emancipación original.

Profunda, porque penetra hondamente, más hondamente que nunca, extendiéndose más largamente que nunca; estando su fondo causal tan distante a la mirada, que aunque asome al pozo no acierta a distinguir su principio y su finalidad. Avistar el peligro es enormemente dificultoso.

Cuando se dice, por tanto, que la sociedad de hoy es líquida, no ha de olvidarse que los valores que le son propios se han solidificado de tal manera subliminar, subyacente y profunda, que han constituido un paradigma.

La introducción de este paradigma de la sociedad líquida en la mente eclesial es lo que hemos denominado posmodernismo “católico”.

 

2. La congelación de los valores produce paradigmas

Pero hay que navegar estas aguas sin perderse, sorteando icerbergs. La razón católica tiene medios suficientes para hacerlo sin naufragar. Sólo hay que utilizarlos, habilitar sus escáneres, recuperar la buena formación de capitanes y oficiales, contar con una buena tripulación y sobre todo, solicitar auxilio y luces al Todopoderoso. No han de faltar, si lo pedimos con la debidas condiciones. Unas condiciones que signan la clasicidad, virtud de no apartarse un ápice de lo tradicional.

Hay que hacerlo urgentemente. La inacción precipita los acontecimientos, favorece la congelación de los valores líquidos, que parecen buenos pero sólo en su parte superficial; al distinguir la mole sumergida advertimos la peligrosidad. 

Una maldad subliminar, subyacente y profunda, que contiene elementos destructivos de la identidad católica. Una maldad propensa a consolidarse en grandes bloques axiológicos que impiden la navegación, amenazando ruina.

 

3. Los icebergs del paradigma

Los factores de consolidación de la esencia nihilista de la modernidad son cinco:

I) Subjetivismo, siempre en la misma dirección nominalista y experiencial, pero con dos sentidos: uno, hacia el racionalimo jurídico-político, otro hacia el irracionalismo moral y social.

II) Libertad negativa, siempre con el mismo fin: la libertad por la libertad misma, sin orden, sin tendencia natural al fin último que es Dios; como puro principio de autodeterminación a la autodeterminación.

III) Indefinición existencialista, concretada en ontofobia: rechazo de las esencias, preminencia de lo situacional y lo concreto sobre lo inmutable y universal, subordinación del ser al pensar y al sentir, rechazo de la realidad en favor de la idea.

IV) Subordinación del entendimiento a la voluntad, con dos efectos: anomia, como rechazo de la ley participada por la razón; y ambigüedad, como rechazo de la verdad. Desenfoque y pixelación conceptual.

V) Autonomismo cognitivo, concretado en rechazo de los saberes heredados, predominio de la acción sobre la contemplación, absolutización de la praxis, del tiempo y los procesos sobre el espacio y el reposo; evolucionismo terrenalista. 

 

Cito ahora varios ejemplos de icebergs del pensamiento posmoderno, dejando para futuros artículos su análisis:

-el ethos de los derechos humanos, interpretado en clave positivista

-la libertad de conciencia y religión, entendidas como libertad negativa

-el democratismo personalista, absolutizado cual potencia absoluta

-la obediencia y el culto a los expertos, leídos en clave nominalista

-la ontofobia, como fundamento de la ideología de género, del situacionismo y de la nueva moral

etc

 

4. Necesidad de hacerse con buenos instrumentos de navegación

Nos interesa la mente católica tradicional, con sus potentes instrumentos de navegación, concretamente la metafísica y la teología clásicas, y su síntesis doctrinal. 

El lenguaje de la razón católica es alérgico a los cinco principios posmodernos mencionados. Por eso abandonarlo es gran temeridad.

A este respecto, Pío XII, haciendo gala de lucidez y previsión, señala de relativismo dogmático la nefasta consecuencia de este paradigma.

Citamos un pasaje revelador al respecto, largo pero ilustrativo. Pío XII califica el mal del posmodernismo teológico como disminución del significado de los dogmas e independización de la tradición según las exigencias de la modernidad.

«En las materias de la teología, algunos pretenden disminuir lo más posible el significado de los dogmas y librar el dogma mismo de la manera de hablar tradicional […] Así esperan que el dogma, despojado de los elementos que llaman extrínsecos a la revelación divina, se pueda coordinar fructuosamente con las opiniones dogmáticas de los que se hallan separados de la Iglesia, para que así se llegue poco a poco a la mutua asimilación entre el dogma católico y las opiniones de los disidentes.

»Reducida ya la doctrina católica a tales condiciones, creen que ya queda así allanado el camino por donde se pueda llegar, según exigen las necesidades modernas» (PÍO XII, Carta encíclica Humani generis 1950, 9)

 

Esta reducción de la doctrina católica tradicional llevada a cabo para adaptar el catolicismo a los principios de la modernidad conduce, tal y como profetiza el Pontífice, a un mal considerable y amenazador, al que denomina relativismo dogmático.

«10. Por lo dicho es evidente que estas tendencias no sólo conducen al llamado relativismo dogmático, sino que ya de hecho lo contienen, pues el desprecio de la doctrina tradicional y de su terminología favorecen demasiado a ese relativismo y lo fomentan. Nadie ignora que los términos empleados, así en la enseñanza de la teología como por el mismo Magisterio de la Iglesia, para expresar tales conceptos, pueden ser perfeccionados y precisados; y sabido es, además, que la Iglesia no siempre ha sido constante en el uso de aquellos mismos términos. También es cierto que la Iglesia no puede ligarse a un efímero sistema filosófico; pero las nociones y los términos que los doctores católicos, con general aprobación, han ido reuniendo durante varios siglos para llegar a obtener algún conocimiento del dogma, no se fundan, sin duda, en cimientos tan deleznables. Se fundan, realmente, en principios y nociones deducidas del verdadero conocimiento de las cosas creadas; deducción realizada a la luz de la verdad revelada, que, por medio de la Iglesia, iluminaba, como una estrella, la mente humana. Por eso no es de admirar que algunas de estas nociones hayan sido no sólo empleadas, sino también aprobadas por los concilios ecuménicos, de tal suerte que no es lícito apartarse de ellas.

11. Por todas estas razones, pues, es de suma imprudencia el abandonar o rechazar o privar de su valor tantas y tan importantes nociones y expresiones que hombres de ingenio y santidad no comunes, bajo la vigilancia del sagrado Magisterio y con la luz y guía del Espíritu Santo, han concebido, expresado y perfeccionado —con un trabajo de siglos— para expresar las verdades de la fe, cada vez con mayor exactitud, y (suma imprudencia es) sustituirlas con nociones hipotéticas o expresiones fluctuantes y vagas de la nueva filosofía, que, como las hierbas del campo, hoy existen, y mañana caerían secas; aún más: ello convertiría el mismo dogma en una caña agitada por el viento. Además de que el desprecio de los términos y nociones que suelen emplear los teóricos escolásticos conducen forzosamente a debilitar la teología llamada especulativa, la cual, según ellos, carece de verdadera certeza, en cuanto que se funda en razones teológicas.» (PÍO XII, Carta encíclica Humani generis 1950, 10-11)

 

5. El nuevo iceberg del relativismo dogmático

No creamos que el relativismo dogmático es algo impreciso y líquido. Antes bien es un mal de consistencia obstinada, pétreo, macizo, imponente, demoledor, como una maza que puede aplastar la fe de muchos, y rajar la nave de la doctrina de muchos. Es un mal que es un efecto, y causa al mismo tiempo, de los cinco principios posmodernos.

El relativismo dogmático consolida el nihilismo.

Pero el Pontífice, como hemos visto, no se limita a advertir del peligro. Resalta la importancia de uno de estos potentes instrumentos de navegación de que dispone la mente católica, y lo hace con una muy cabal expresión: «principios y nociones deducidas del verdadero conocimiento de las cosas creadas.[…] a la luz de la verdad revelada»

Resumo estos principios y nociones a la luz de la revelación también, de nuevo, con la palabra clasicismo. Nada es más eficaz contra naufragios. Porque constituye todo un panel de mando que cuenta, no lo dudemos, con eficacísimos instrumentos de navegación.

Cuenta con la fe de nuestros mayores, y la virtud acrisolada de su fidelidad. Cuenta con la luz de la Escritura y de la Tradición, enseñada, pero no “creada” por el Magisterio. Congenia con el sentido común y es realista; sabe distinguir, no es dado a novedades ni pixela coordenadas, haciendo fructífero el camino.

Cuenta con la naturaleza de las cosas, con el papel de la mediación; cuenta con la libertad ordenada, con la ley eterna, que es sabiduría de Dios.

No hay mejor remedio contra una sociedad líquida que quiere autoliquidarse, y estrellarse suicida contra sus propios valores petrificados, que la sabia y serena luz de la mente católica tradicional y su poderosa brújula, que es natural y sobrenatural. Que en, definitiva, clásica.

Porque eso es el clasicismo católico, un eficaz panel de control para llegar a buen puerto, sistema de navegación de la Iglesia, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15).

 
David Glez Alonso Gracián
 
 

14 comentarios

  
Mario Dominguez
Magnífico post Alonso. En pocas palabras presentas un resumen del pensamiento cultural que nos asfixia, y los remedios para enfrentarlo con el pensamiento católico.
Como sugerencia me gustaría proponerte que en un próximo post pudieras colocar ejemplos de los 5 icebergs del paradigma. Creo que así este tema podría ser más facilmente aprehendido por los lectores.
Gracias.

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A.G.:
Gracias Mario. Es verdad que había que dar ejemplos de esos icebergs, así que siguiendo tu propuesta he incluido varios en el artículo, que son estos:

-el ethos de los derechos humanos, interpretado en clave positivista

-la libertad de conciencia y religión, entendidas como libertad negativa

-el democratismo, entendido como potencia absoluta

-la obediencia y el culto a los expertos, leídos en clave nominalista

-la ontofobia, como fundamento de la ideología de género, del situacionismo y de la nueva moral

etc

Tienes razón en que el pensamiento hodierno es asfixiante. Por eso el pensamiento clásico es un soplo de aire fresco, con que llenar los pulmones y respirar.
15/04/18 2:46 PM
  
Josafat
El texto a ratos me ha recordado a René Guénon.
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A.G.:
Confieso no haberlo leído. Prometo leerlo y le cuento.
15/04/18 3:59 PM
  
Maribel
La mejor forma para corregir los problemas es conocer que los hay.
Cuando es difícil explicar algo ,por su complejidad puede parecer que no existen , y se van dejando crecer hasta que se apoderan de la verdad y ya es tarde.para muchos.
Me consuela, que la ultima palabra y el porque de las cosas, la tiene Dios y confío en el amor que nos tiene .
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A.G.:
La mejor forma para corregir los problemas es conocer que los hay.


Sin duda. Y añado: y querer corregirlos. Gracias Maribel.

15/04/18 6:43 PM
  
Palas Atenea
Existió la sociedad líquida y ahora existen la viscosa y la petrificada. La viscosa ha perdido liquidez y no ha llegado a petrificarse, pero va camino de ello. Los que pertenecen a esa sociedad viscosa-por desgracia hay algunos jóvenes en mi familia-todavía buscan "algo" pero no a Alguien. Suelen hacer preguntas del tipo: "¿Cómo te representas tú a Dios?" "¿En qué forma sientes la acción del Espíritu Santo?" "¿Es algo cósmico o una fuerza?" etc... y si les dices que Dios son tres personas y un solo Dios verdadero y que, por lo tanto, el Espíritu Santo es una Persona Divina y no una fuerza cósmica, se te quedan mirando sin entender nada. Están tan perdidos que no se sabe por dónde cogerlos, pasan de creer que un cristiano sufre alucinaciones a que está poseído por algo indefinible, y no hay manera de centrarlos. Mi sobrina cree que yo soy muy fuerte y debo tener buen aura y si le digo que no hay nada de eso y que, simplemente, creo en la Providencia y soy arcilla en las manos de Dios para que se cumpla su voluntad, que mi entereza no es mía sino de Dios, vuelve a la fuerza cósmica. No hay manera de explicarle la esencia del Cristianismo.

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A.G.:
Es que la "espiritualidad" terrenalista, con su potente subjetivismo, es un obstáculo muy grande. Hay que nacer de nuevo para que la mente se abra, mediante luces actuales eficaces y la sensatez de la mente clásica. Por eso lo mejor es confesarse primero, y luego reeducar el sentido común con el pensamiento grecorromano, tal y como Santo Tomás, por ejemplo, lo enmienda y cristianiza.

Muy interesante y muy cierto lo que dice del paso líquido/viscoso/sólido.
15/04/18 6:47 PM
  
Alonso Gracián
Comentaros algunas cosas.

A Mario Dominguez:

Es importante la mención que haces en tu comentario sobre:

el pensamiento cultural que nos asfixia, y los remedios para enfrentarlo con el pensamiento católico
.

Creo muy necesario recuperar ese espíritu de contienda y confrontación con el error, considerarlo el enemigo principal a batir. Basta de pacifismo, hay que habilitar las defensas clásicas y reedificar las murallas de la Ciudadela, y empuñar grecorromanamente la bandera bíblico-tradicional.
15/04/18 9:16 PM
  
Alonso Gracián
Palas Atenea,

dice algo relevante:

La [sociedad] viscosa ha perdido liquidez y no ha llegado a petrificarse, pero va camino de ello.


Creo que ese estado intermedio, ni líquido ni sólido, refleja la indefinición de cierto catolicismo aguado, reducido, inmanentizado, de doctrina disminuida, que diría Pío XII, ese relativismo dogmático católico que ha venido a morar en la mentalidad religiosa de muchos creyentes.

No dudo que es un paradigma inducido por la posmodernidad, que al avenirse a la mente del católico voluntarista, deviene un cristianismo secundario, como dice Amerio.

Un catolicismo no tradicional, que quiere mantenerse en un artificial equilibrio con el mundo moderno, al que pretende ganárselo a base de humanismo personalista.
15/04/18 9:25 PM
  
Palas Atenea
Yo llamo sociedad viscosa a aquella que convive con la pétrea sustanciada en la superstición, la new age, el catolicismo adulterado, la brujería y otras perversiones de la fe que llevan a buscar un simil de Dios y de la religión católica que quiere desplazar a la tradicional. La pétrea, en cambio, es de tipo político y/o social y suplanta los dogmas de la fe por dogmas creados por la democracia, única guía reconocida como verdadera, es decir lo que se llama "pensamiento único".
Ambas sociedades pueden convivir perfectamente, para los viscosos la salida está en remedos de religiones orientales, catolicismo adulterado, autoayuda, sustancias mágicas, brujería e incluso satanismo; a los pétreos los viscosos no les molestan porque ya cuentan conque, por carecer de sustancia, no se opondrán nunca a sus dogmas, e incluso les alientan, para debilitar el Catolicismo Tradicional que es el único que puede oponerse a ellos. Unos están totalmente desorientados y los otros aspiran a ser el único poder sobre la tierra apoyado en la globalización y en los grandes organismos. Estos grandes organismos no son nacionales sino supranacionales.
15/04/18 9:57 PM
  
Alonso Gracián
Palas Atenea:

Yo llamo sociedad viscosa a aquella que convive con la pétrea sustanciada en la superstición, la new age, el catolicismo adulterado, la brujería y otras perversiones de la fe que llevan a buscar un simil de Dios y de la religión católica que quiere desplazar a la tradicional. La pétrea, en cambio, es de tipo político y/o social y suplanta los dogmas de la fe por dogmas creados por la democracia, única guía reconocida como verdadera, es decir lo que se llama "pensamiento único".


Pues es muy expresivo, e ilustrativo, su uso del calificativo viscoso para signar esa amalgama de falsificaciones y pseudoespiritualidades. Creo que esa viscosidad axiológica congenia con la dimensión gnóstica de la modernidad.
15/04/18 10:10 PM
  
Mario Domínguez
Muchas gracias por tus comentarios y por incluir los ejemplos. Soy profesor, y por "deformación profesional" pienso que es bueno ejemplificar los conceptos para que se entiendan mejor.
En cuanto al espíritu de confrontación con el error, cada día estoy más convencido de que hay que hacerlo. Desde la perspectiva de la historia (que es mi especialidad docente) me ha tocado dictar charlas sobre el proceso de secularización de Occidente, tratando de mostrar cómo el pensamiento de nuestra cultura ha terminado negando a Dios y volviéndose contra el propio hombre. El subjetivismo, el inmanentismo, la negación del sentido común y tantas otras manifestaciones de este proceso, terminan realmente asfixiando y hundiéndonos en la confusión. Aunque algunos no han compartido mis puntos de vista en las charlas, hay otras personas que sí comienzan a abrir los ojos y por eso es necesario hablar. Hay que hablar con caridad, pero al mismo tiempo con claridad, con argumentos y con convicción.

Lo más terrible es que este pensamiento ha entrado de lleno al interior de la Iglesia, y por eso ha dejado de ser luz para el mundo secularizado. En los grupos de oración y formación que dirijo en mi parroquia leemos y explicamos la "Síntesis de Espiritualidad Católica" de los padres Rivera e Iraburu. Esto a ayudado a parroquianos a abrir los ojos y comenzar a entender el verdadero mensaje de Cristo y cómo Él nos hace partícipes de Su Vida a través de la gracia. Realmente hay que hablar, hay que mostrar los errores del pensamiento relativista y nihilista de la posmodernidad, hay que mostrar la belleza de Cristo que nos libera y nos sana de tanta contaminación asfixiante.
Yo vivo en Santiago de Chile. Pero a la distancia me alegro de estar unido a personas como tú que tratamos de remar contra corriente para, humildemente, ser luz para nuestros hermanos.
15/04/18 10:35 PM
  
Palas Atenea
Exacto, es la dimensión gnóstica, sin duda.
15/04/18 10:37 PM
  
Palas Atenea
Mi hermano es un gran admirador del Padre Antonio Orbe (1917-2003), que escribió los "Estudios Valentinianos" y fue durante muchos años un estudioso de San Ireneo de Lyon (que fue durante siglos el único referente sobre los gnósticos a los que combatió). Llevada por la curiosidad y el interés de mi hermano sobre el tema dediqué algún tiempo a estudiar el pensamiento gnóstico y me ha servido de mucho porque el gnosticismo está siempre presente de una u otra forma. Cuando tuve ocasión de ver la ópera "La Flauta Mágica" de Mozart, que ya se sabe es de inspiración masónica, el gnosticismo de la obra aparece prístino. El estudio del gnosticismo, incluso siendo superficial, me resultó de mucho provecho porque en la actualidad aparece difuso-viscoso, como he dicho-y si no se conoce su origen es difícil detectarlo.
15/04/18 10:53 PM
  
Ricardo de Argentina
Muy interesantes tanto el artículo como sus comentarios. Por cierto, es muy gráfica y entendible al analogía de los témpanos de hielo como peligrosos obstáculos contra los que puede estrellarse quien no cuente con los instrumentos de navegación adecuados que proporciona la clasicidad católica.

A riesgo de repetirme, quisiera señalar que detrás de todo este panorama de "fe líquida", campa el abandono de la fe católica de millones, en beneficio de otras creencias falsas. Como el ateísmo por ejemplo, que consiste en una fe dogmática en la inexistencia de Dios y en las bondades de la democracia. O el protestantismo, que sin negar a Dios lo pone al servicio del César.

Estas apostasías se han ido dando en un ambiente cultural cristiano donde muchos hubo que, habiendo perdido la fe, no obstante se casaban por Iglesia y bautizaban a sus hijos. O incluso iban a misa, llegando a haber quienes se ordenaron sacerdotes y escalaron altos cargos en la Jerarquia.
Y así andan ahora las cosas en la Iglesia, donde es casi imposible enfrentar al enemigo externo a causa de la gran cantidad de Judas que tenemos dentro.

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A.G.:
En efecto, Ricardo, todos esos témpanos que mencionas presentan un panorama helado y desolador, que no me cabe duda es castigo medicinal de Dios. Hay que tener recursos doctrinales y sobrenaturales para navegarlos.

Te refieres a la gran cantidad de Judas que tenemos dentro. Bueno, la verdad es que desde los tiempos de la lucha antimodernista se decía que el enemigo estaba dentro. Más que de Judas, más que personas cncretas, yo diría que el enemigo son las doctrinas traidoras, la traición conceptual, la antitradición, el transmitir error y no verdad.
16/04/18 4:37 AM
  
Ricardo de Argentina
Totalmente de acuerdo en el primer punto David: lo que vemos y tanto lamentamos en la Iglesia, por cierto que es un castigo medicinal de Dios. ¡Eso no podía seguir así! Y en efecto, la parte de la Iglesia que se ha mundanizado se está cayendo a pedazos y a ojos vista, oiga.

Es cierto que la traición (o sea la pérdida de fe que lleva a la traición) viene de lejos y a caballito de doctrinas nefastas. Pero las doctrinas no son emanaciones etéreas, sino que se expanden en el cuerpo eclesial por obra de personas concretas (Rahner por ejemplo) que las proponen y las divulgan. Pero Rahner jamás tuvo un cargo eclesiástico importante, por lo cual yo creo que mucho más culpable que él han sido los jerarcas que se hicieron eco de sus heréticos planteamientos, permitiendo que sus ideas llegaran al pueblo fiel.
Y esos jerarcas son gente concreta, muy concreta, que te los encuentras aún al día de hoy medrando numerosos y altísimos cargos eclesiales.
16/04/18 6:47 PM
  
Pablo Iván
No le gusta a usted el "culto a los expertos"
Pues el culto a lños "expertos en Sn Tontomas" ni te cuento
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A.G.:
No es lo mismo el sabio que el técnico, ni el maestro que el especialista. La metafísica o la teología tienen una dificultad propia, cuya auténtica resolución es obra del filósofo o del teólogo sabio.
17/04/18 4:56 PM

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