(173) De gracia y gloria

 

Ella, pensando que era el Hortelano, buscaba en Él Tierra Nueva.

Y vio que allí no había flores viejas ni manzanas picadas; sino un aroma irresistible a tiempo florecido, querencioso de gloria y perfección.

Como un crujir de nueces frescas se entreabría la Heredad. El Hortelano mismo era el santuario, y el azul con que regaba.

Y zanahorias y judías verdes dejaban su aroma en la palma agujereada de su mano, gloriosa de cruz.

En el parque, el divino Hortelano podaba los nísperos, recogía las plumas de las aves para regalarlas a los niños, diluía la sombra de los manzanos en pura claridad, como si fueran de agua.

 

Un niño había escuchado que ese Huerto existía, y que en él la Vida manaba sin detenerse. Y la Fuente misma del jardín le llamaba y él acudía por su sed, y su sed era un regalo de la Fuente.

Y el Hortelano le llamaba, y se estremecían los frutos, y con su voz le atraía, y el alma como un niño acudía, para holgarse en su gracia.

“Introducidme en el santuario de vuestro amor. Os pido esta gracia, busco este favor, llamo a la puerta de este santuario para que me abráis. Vos que me hacéis pedir esta gracia, haced también que la reciba” (San Anselmo de Aosta, Meditación XI,  sobre la redención).

 

El consuelo del Señor deja su rastro, recién terminas de orar. Como cuando comiste la naranja, y quedó el color y el olor en las manos. Y las uñas están naranjas y frescas, como de hortelano.

 

9 comentarios

  
Alonso Gracián
Disculpadme este arrebato poético, amigos. Pero, ¡es tan hermoso el Reino de Dios!
26/04/17 10:42 PM
  
Luis Fernando
Queda usted disculpado, caballero.

Y si le dan más arrebatos similares, no se cohíba a la hora de compartirlos.
27/04/17 12:26 AM
  
Feri del Carpio Marek
Pero todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia justicia –la que procede de la Ley– sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe.

Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.
(Fil 3,7-11)
27/04/17 1:09 AM
  
Ricardo de Argentina
Me asusté cuando leí tu arrebato poético donde pones : "recién terminas de orar"...
¡Es que efectivamente, de rezar venía!
27/04/17 2:18 AM
  
Tikhon
Preciosisima e inspiradora esta prosa poética.

Y no hay nada que disculpar por tener un arrebato poético.

En el mundo de la razon es razonable pensar que hay razones para dejarse llevar por ciertos arrebatos. Lo contrario nos lleva a la locura.

Gracias por haber compartido tu arrebato.
27/04/17 6:32 AM
  
Maribel
No entiendo por que los que tiene una esperiencia maravilosa, como ver otros paises o disfrutar de una puesta de sol, la pueden contar y alguien que siente lo inmenso del Reino de Dios , no lo pueda compartir.
Gracias .
27/04/17 6:55 PM
  
Luis Fernando
...y su sed era un regalo de la Fuente.

Ea...
27/04/17 10:10 PM
  
Almudena1
Para que se de este arrebato ha tenido que haber mucha Gracia.
Se palpa.
28/04/17 8:34 AM
  
Iva Cejas
"Vos que me hacéis pedir esta gracia, haced también que la reciba"...
Belleza de arrebato poético y de cita de San Anselmo... Gracias!
01/05/17 8:47 PM

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