(161) Moral de globalidad: el tiempo es superior al espacio

La teología moral situacionista, según hemos visto en anteriores posts, diluye la moralidad del acto concreto en el fluir temporal de la existencia humana. Supone un desplazamiento del criterio moral: pasa indebidamente de cualificar moralmente el acto puntual, a sumergirlo en un todo vital, de forma que la transgresión quede diluida en el conjunto de vivencias personales.

De esta forma, la ilicitud del acto se decolora en el flujo de la existencia. Así, parece que, decolorado, no interrumpe el proceso de maduración, y se puede crecer en gracia y virtudes aun posicionándose puntualmente contra la ley moral.

Esta tesis parece estar presente de una manera u otra en las páginas de Amoris lætitia. Entre sus largos y prolijos parágrafos, apenas se encuentra referencia alguna a los actos concretos de adulterio, sino al “obrar”, a “la existencia concreta", al “camino", etc.. Esto resulta llamativo en el muy comentado y ya célebre punto 304:

«Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano. »

 

I.- MORAL DE GLOBALIDAD

No podemos olvidar que el situacionismo no es una moral de puntualidad —como de hecho es la moral cristiana—, sino una moralidad de globalidad. No se fija en los actos concretos, sino en la globalidad de ellos. No en la repetición frecuente de ellos, o hábito, —que no es más que puntualidad habitual—, sino en su mera generalidad.

—La visión de la vida moral como globalidad apuntual tiene un precedente claro en el existencialismo. Y el existencialismo lo tomó, obviamente, del Leviatán de las ideas, el omnipresente nominalismo deconstructivista. Al dejar de referir los actos a la ley natural, los actos se desnaturalizan, y pasan a formar parte de la esfera de lo mental: el acto de virtud pasa a convertirse en un ideal, en un valor, en un camino sin meta.

Pío XII, con mirada clarividente, así lo reconoce al hablar de la moral de situación:

«Expuesta así la ética nueva, se halla tan fuera de la ley y de los principios católicos, que hasta un niño que sepa su catecismo lo verá y se dará cuenta y lo percibirá. Por lo tanto, no es difícil advertir cómo el nuevo sistema moral se deriva del existencialismo»

Es un existencialismo, pues, porque, como parece mostrar el punto 304, la fidelidad a Dios se determina no por la puntualidad moral de los actos, sino en función de la existencia de la persona, su obrar en general.

—Tengamos en cuenta esto: todo globalismo pretende que el valor moral de la vida se deduzca de la existencia en general y no de los actos concretos en particular. Se pretende que el grado de fidelidad a Dios sea fruto de la intención general de la voluntad, o de una opción fundamental de fidelidad más allá de los actos puntuales o a pesar de ellos.

 

II.- PUNTUALIDAD FRENTE A GLOBALIDAD

El filósofo tomista Romano Amerio sintetiza con gran precisión la esencia de la moral de globalidad:

«el significado moral de la vida, y por consiguiente (teóricamente hablando) el destino eterno del hombre, se desprende del conjunto de sus actos, de su coloración general, de su globalidad. No se niega en principio la influencia de los actos singulares sobre el valor global (de otro modo, ¿dónde residiría la vida moral?) pero se pretende que el valor de una existencia depende de la intención general de la voluntad y de una opción fundamental hecha orientándose hacia Dios» (Iota unum, XXIX, 201)

El mismo autor sintetiza por contra la moral de puntualidad, que es en efecto la moral católica:

«Sin embargo, la religión enseña que el destino eterno depende del estado moral en el cual se encuentra el hombre en el momento de la muerte: no de la continuidad historica, sino de la puntualidad moral en la que se encuentra al fin» (Iota unum, XXIX, 202)

San Juan Pablo II, en Reconciliatio et paenitentia, enseña que la opción fundamental por Dios puede ser radicalmente destruida por los actos singulares:

«Del mismo modo se deberá evitar reducir el pecado mortal a un acto de «opción fundamental» —como hoy se suele decir— contra Dios, entendiendo con ello un desprecio explícito y formal de Dios o del prójimo. Se comete, en efecto, un pecado mortal también, cuando el hombre, sabiendo y queriendo elige, por cualquier razón, algo gravemente desordenado. En efecto, en esta elección está ya incluido un desprecio del precepto divino, un rechazo del amor de Dios hacia la humanidad y hacia toda la creación: el hombre se aleja de Dios y pierde la caridad. La orientación fundamental puede pues ser radicalmente modificada por actos particulares.» (Reconciliatio et paenitentia, 17)

En Veritatis splendor se diagnostica con gran precisión teológica el globalismo, entendido como desplazamiento de lo absoluto-universal (la ley moral) a lo subjetivo-particular:

«Sin embargo, algunos autores proponen una revisión mucho más radical de la relación entre persona y actos. Hablan de una libertad fundamental, más profunda y diversa de la libertad de elección, sin cuya consideración no se podrían comprender ni valorar correctamente los actos humanos. Según estos autores, la función clave en la vida moral habría que atribuirla a una opción fundamental, actuada por aquella libertad fundamental mediante la cual la persona decide globalmente sobre sí misma, no a través de una elección determinada y consciente a nivel reflejo, sino en forma transcendental y atemática. Los actos particulares derivados de esta opción constituirían solamente unas tentativas parciales y nunca resolutivas para expresarla, serían solamente signos o síntomas de ella. Objeto inmediato de estos actos —se dice— no es el Bien absoluto (ante el cual la libertad de la persona se expresaría a nivel transcendental), sino que son los bienes particulares (llamados también categoriales).»

Este desplazamento globalista del bien objetivo universal a la periferia, poniendo en el centro el supuesto bien particular, parece insinuarse a lo largo de las páginas de Amoris lætitia:

«Es verdad que las normas generales presentan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares.» (AL 304)

Que el acto de pecado concreto quede disuelto en el conjunto de la vida, da pie a concluir indebidamente que se puede agradar a Dios sin guardar puntualmente sus mandamientos. Así parece desprenderse, aparte del ya mencionado 304, de estos puntos:

«Pero esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo.» (AL 303)

«A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia. El discernimiento debe ayudar a encontrar los posiblescaminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios.» AL 305)

 

III.- EL TIEMPO ES SUPERIOR AL ESPACIO

En la puntualidad del acto moral hay que DETENERSE. Y es esto lo que se rechaza, el tener que deternerse, porque el dinamismo, el movimiento, el tiempo es superior. La puntualidad, el punto actual, se refiere a una parte, a un elemento extrapolado del constante fluir.

Por el contrario, en el punto 304 se afirma que «es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley».

La disolución de la puntualidad moral en el conjunto vital no es más que una afirmación abusiva de la temporalidad. La moral de globalidad, por tanto, es un movilismo. Una lucha de tesis y antítesis, una dialéctica. La raíz hegeliana del existencialismo es patente en esta sobrevaloración del movimiento temporal como creador de verdades particulares.

Consecuente con este principio, Amoris lætitia abusa de lenguaje globalista, por el que la moralidad del acto concreto queda disuelto en la duración vital, en los procesos de maduración, en el conjunto sucesivo de etapas y subetapas existenciales, en la dialéctica existencial, en el tiempo.

—Veamos la presencia abrumadora de este lenguaje de globalidad en capítulo VIII de A.L. Creo que es patente cómo se tiende a ocultar la ilicitud puntual del acto (y el hábito) en la globalidad del tiempo vital:

«la ley es también don de Dios que indica el camino» (AL 295)

«Entonces, «hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición» (AL 296)

«Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. Existe el caso de una segunda unión consolidada en el tiempo» (AL298)

«gran dificultad para volver atrás» (AL 298)

«Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos» (AL 299)

«Los presbíteros tienen la tarea de «acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento» (AL 300)

«En este proceso será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento.» (AL 300)

«Se trata de un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que «orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios.» (AL 300)

«De todos modos, recordemos que este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena.» (AL 303)

«En esta misma línea se expresó la Comisión Teológica Internacional: «La ley natural no debería ser presentada como un conjunto ya constituido de reglas que se imponen a priori al sujeto moral, sino que es más bien una fuente de inspiración objetiva para su proceso» (AL 305)

«en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia» (AL 305)

«El discernimiento debe ayudar a encontrar los posiblescaminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino» (AL 305)

«desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios. Recordemos que «un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta» (AL 305)

«Pero de nuestra conciencia del peso de las circunstancias atenuantes —psicológicas, históricas e incluso biológicas— se sigue que, “sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día"» (AL 308)

«Jesús «espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. » (AL 308)

«una luz que les permita comprender mejor lo que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal.» (AL 312)

 

CONCLUSIÓN

En la vida moral cristiana, no sólo es fundamental el conjunto de nuestra vida y su opción de fidelidad, sino también y ante todo confirmarla puntualmente con actos concretos de elección del bien, siempre con la ayuda de la gracia. No puede haber instante para el pecado. Como bien afirma Amerio:

«El obsequio del hombre ante la ley es debido y retribuible en cualquier instante de tiempo independientemente de todos los demás »[…] «Como se predicó durante todos los siglos cristianos, no puede haber ni siquiera un instante para el pecado» (Iota unum XXIX, 202).

Tanto es así, que en la hora de la muerte no se tendrá en cuenta el fluir temporal o el conjunto como un todo apuntual, sino el instante mismo de la muerte, de forma que un sólo pecado mortal sin arrepentimiento puede provocar un destino fatal e irremediable.

Contrastando dramáticamente con palabras irresponsables, que anuncian con sobreoptimismo que «nadie puede ser condenado para siempre», el Catecismo enseña con rotundidad la puntualidad de la vida moral a la hora de la muerte:

«Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre»

 

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

David G.-Alonso Gracián

 

18 comentarios

  
Juanjo
Yo he elaborado mi interpretación particular de la frase "el tiempo es superior al espacio" en un ámbito muy diferente: el de la ortodoxia doctrinal.

Aunque un error esté muy difundido en el espacio, como lo estuvo por ejemplo la herejía arriana, y como lo están ahora determinados errores sobre la moral matrimonial, el tiempo es superior. Esto es lo que ha creído la Iglesia, constantemente a lo largo del tiempo, nos da la pauta de lo que es la doctrina correcta.

De este modo pierde peso el argumento de que "ahora" todos piensan de forma diferente.
30/01/17 3:48 PM
  
Alex salas
Estupendo post, El relativismo moral ha allanado el camino para que muchos católicos y sobretodo el clero acepte estas propuestas situacionistas; Me impresiona que algunos curas de buen corazón y con vocación vean estas cosas y crean que son buenas. El otro día discutiendo con uno de ellos me dijo: "esto fue lo que Yo estudié, esto fue lo que me enseñaron" creo que será más complicado abrirle los ojos a los fieles cuando el relativismo hace parte del pensamiento cotidiano.
30/01/17 4:08 PM
  
José Díaz
Alonso, la frase de que "el tiempo es superior al espacio" se encuentra ya en Evangelium gaudium, anterior a AL. Confieso que, al leer entonces aquella frase, no supe a qué atenerme. No entendí a qué se refería. Pero no me sonó "católica", sin saber en ese momento por qué. Lo entendí cuando hube leído AL y, especialmente, después de leer los post de este blog. Como vd señala, hay ahí mucho nominalismo. Ciertamente nos hace falta una 'revolución tomista'. ¿Acaso no dice el C.V.II que en el estudio de la filosofía y de la teología debe tenerse a Santo Tomás como maestro y segura referencia? Recemos mucho para que AL sea corregida. Un abrazo y que el Señor y María Inmaculada le bendigan.
30/01/17 6:51 PM
  
claudio
Clarísimo, basta el último párrafo indicado para síntesis de un tema tan bien desarrollado y tan cierto.
"CATIC 1035 Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
Pero el Señor en su infinita bondad y sabiduría espera nuestro arrepentimiento al final, pero hay que estar arrepentido y querer el amor de Dios, se trata de un acto líbérrimo, un momento, un instante donde la libertad del hombre adhiere a Cristo o lo rechaza. Nadie muere dos veces. Nadie muere en la víspera. Hemos dejado de tener presente la Teología Sacramental. han desaparecido los términos pecado, adulterio, asesinato, blasfemia, herejía. Un instante le tomó a la Santísima Virgen decir "sí", ejercitó la libertad de manera formidable y posibilitó la salvación.
Por qué rechazamos a Dios ?, qué nos pasa ? Recemos porque de esté "lío laberíntico discernidor" solamente se sale por arriba.
30/01/17 7:13 PM
  
Martinna
Alonso Gracián,
Leo atentamente lo que escribes y para ver si lo entiendo lo comparo con temas del evangelio de los sencillos. Por ejemplo, cuando el joven se acerca al Señor y pregunta que tiene que hacer para seguirle, la respuesta es que cumpla con los mandamientos, y cuando responde que los cumple, le dice que entonces lo deje todo para ser su discípulo, entonces el señor le mira con pena al echarse atrás el joven.
Esto visto desde lo que explicas se entiende perfectamente, pero desde la moda situaciónista de la AL hace parecer al Señor rigorista, exigente o de blanco, blanco y nada de grises, porque la intención en general del joven debería haber sido suficiente y aunque en lo puntual fallara lo global bastaría, ¿Por qué le vio alejarse con tristeza? Yo creo que en realidad se vio que fallaba en que creía cumplir los mandamientos, pero no amaba a Dios sobre todas las cosas que es el primer mandamiento y fundamental para seguir a Cristo...
En fin que los sabios pensadores moralistas y filósofos racionalizan los asuntos y buscan teorías justificadoras, pero lo dicho por el Señor de manera sencilla es lo que es y por más que den vueltas en la práctica no es como dicen sino como se enseña en el Nuevo Testamento.
Si tú lo ves tan claro y lo explicas tan bien , me pregunto qué hacen tantos expertos vaticanos liando la verdad después de tantos siglos de claridad católica... Tendrían que saber esto que tú sabes


30/01/17 7:49 PM
  
Miguel Antonio Barriola
La importancia del "acto puntual", sin diluirlo en la "superioridad del tiempo sobre el espacio", ni en el transformismo hegeliano, se ve no sólo en los actos pecaminosos, sino también en la trascendencia de una acción buena bien concretizada en el tiempo.
Así el "buen ladrón", en el momento mismo de su muerte, es "canonizado" por el propio Jesucristo (único caso en los siglos), por su confesión del momento: "Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino" (Lc 23, 42). En semejante caso la mayoría del tiempo de su vida fue escabrosa. Lo redime "un acto puntual de fe en el crucificado a su lado".
También, es por demás sabido que "non omnia opera peccatorum sunt peccata" (= no todas las obras del pecador son pecado). Cosa que no quita, que un solo pecado mortal sea suficiente para la condenación eterna.
En el sacramento de la reconciliación, no hay que detallar el curso correcto de la vida. No. La materia de este sacramento son los pecados concretos. Tal como Jesús llamando al orden a Pedro, por sus concretas negaciones (Jn 21, 15 - 17) y a Tomás por su determinada incredulidad (ibid., 20, 27 - 29).

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A.G.:
Don Miguel Antonio,

le agradezco la oportuna observación:

«La importancia del "acto puntual", sin diluirlo en la "superioridad del tiempo sobre el espacio", ni en el transformismo hegeliano, se ve no sólo en los actos pecaminosos, sino también en la trascendencia de una acción buena bien concretizada en el tiempo.»

Los ejemplos que pone, en especial el del buen ladrón, son de sobra elocuente. En efecto, la puntualidad moral es la esencia del asunto. Muchas gracias.
30/01/17 8:53 PM
  
Juan Andrés
¡Qué paciencia tiene Ud. don Alonso, qué paciencia!. Me admira. Debe ser por pura gracia...
30/01/17 10:52 PM
  
SILVIA
Magnífica exposición, segura, clara. El problema es que hay que tener un mínimo de formación doctrinal y filosófica para entender todo esto. Por eso, me preocupan las almas débiles en la fe, los más sencillos y menos formados. Es muy difícil que comprendan esto.
Sugiero que TENGA MAYOR DIFUSIÓN, sobre todo para los sacerdotes. Algunos, muy ignorantes en esto.
31/01/17 12:31 AM
  
Luis López
A mi juicio, la expresión "el tiempo es superior al espacio" (que como bien ha dicho José Díaz, ya se encuentra ya en el primer documento de Francisco, la E.V.) no es sino una forma educada de preferir una filosofía existencialista (y cambiante), frente a una filosofía realista (e inmutable).

Dicho de otro modo: es el perfecto lema del modernismo.

La interpretación en sentido católico que propone Juanjo, está desmentida por el propio desarrollo que de esa frase y sus consecuencias hacen los documentos de este actual papado.
31/01/17 11:51 AM
  
Jordi
Excelente moral de situación para los guardias del Gulag comunista y del Lager nazi: fueron actos puntuales. Pobres los que los sufrieron.

Toda esta fraseología clerical de Amoris laetitia es pura farmacología del espiritu hueca, humo, ceniza, paja, barro, vacía.

Ante el gulag y el lager, el espacio era cárcel, el tiempo tortura. Los actos puntuales, puro genocidio.

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A.G.:
Yo diría que es un acto narcótico. Me gustó eso de pura farmacología. A.L. envuelve los actos puntuales ilícitos en el fluir temporal, con lo que la puntualidad moral, esencia de la moral católica, queda diluida y desaparece. Y esta disolución pretende ser una medicina de campaña...
31/01/17 3:43 PM
  
Feri del Carpio Marek
Brillante, oportuno y muy necesario. Se debe combatir ese mal, que el Beato Pablo VI ya tuvo que combatirlo en el contexto de la Humanae Vitae:

«Tampoco se pueden invocar como razones válidas, para justificar los actos conyugales intencionalmente infecundos, el mal menor o el hecho de que tales actos constituirían un todo con los actos fecundos anteriores o que seguirán después y que por tanto compartirían la única e idéntica bondad moral. En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande [17], no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien [18], es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social. Es por tanto un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda.»

Se confunde lo que es precepto con lo que es consejo. Por ejemplo, la Iglesia recomienda vivamente que el cónyuge que ha sufrido traición adúltera por parte de su pareja, se abra al perdón en caso de que la pareja esté arrepentida, y no recurra a la separación. Ese es un consejo, recomendado vivamente, y es el ideal a ser alcanzado. Otra cosa muy distinta es cometer el acto de adulterio, eso bajo ninguna circunstancia se debe hacer, no es un ideal, sino que es un mandamiento divino, condición necesaria para estar en la vida de gracia. Como dice Mons. Munilla, se debe amar al pecador, pero no justificarlo... de hecho, justificarlo en su pecado sería no amarlo.
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A.G.:
Sin duda, Feri del Carpio Marek, nada de no-ideal, sino pecado nefasto. La cita de Pablo VI viene al pelo, recordando que los situacionistas, Häring ante todo, utilizó el globalismo para justificar la anticoncepción.
31/01/17 4:52 PM
  
Alberto
Parece una moral individualista, que solo considera al individuo aislado o a su "pareja" sin tener en cuenta los efectos devastadores del pecado que se expanden en círculos concéntricos nada más realizarse. Si el pecado fuera algo personal, que no afecta a otros, podrían considerarse esos razonamientos. pero cualquier pecado tiene consecuencias en otros y muy especialmente el adulterio, con su mal ejemplo (escándalo), con el dolor del engaño, la separación, los hijos. Pecar ofende a Dios porque ama a los hombres y el pecado destruye a los hombres. Pecar no es algo puntual, como el niño que pasea por el campo y tira con una piedrecita a una señal de tráfico. Es como el que tira una piedra muy grande sobre una multitud. Se hace daño uno mismo y hace daño a otros. Por eso pecar es tan grave, porque su onda destructiva se extiende en el tiempo. Solo en estos tiempos de individualismo patológico se puede olvidar esto.

AL trata el pecado como una cosa personal entre el pecador y Dios, como una ginkana con reglas arbitrarias en un concurso de televisión al final de la cual hay una puntuación. Eso es absolutamente inapropiado. Los preceptos de la moral cristiana no son reglas arbitrarias ni ideales, sino requisitos imprescindibles para una vida digna y feliz tanto para uno mismo como para los demás en esta vida y en la otra. Solo considera esos daños a terceros cuando se propone abandonar el adulterio. Que cosa mas curiosa.

Cada acto de pecado es una mal que se infringe no solo a si mismo sino a todos los demás y a Dios mismo. Por tanto no necesita solo el perdón de si mismo en la intimidad de la conciencia, sino el de la Iglesia que incluye a Jesucristo como cabeza y a la comunidad de los cristianos. Y solo ese arrepentimiento sincero ante el sacerdote, que representa a Jesucristo, pero es un hombre de la comunidad de los fieles, limpia esa culpa. Con la confesión no solo el pecador es sanado, sino también, en lo posible, restaurado el daño a sus victimas, con su arrepentimiento , su penitencia y su vuelta a la comunión. Como se va a restaurar el daño a las víctimas si la comunión se obtiene sin que la victima tenga garantía de que se hecho explicito el arrepentimiento?
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A.G.:
Alberto, con su permiso refiero el párrafo a AL, y suprimo el final, que es un poco excesivo. Lo demás es jugoso y muy interesante. Lo que dice ud del individualismo es verdad, tal y como denunció Pío XII en su famoso discurso.

31/01/17 7:05 PM
  
Feri del Carpio Marek
La puntualidad moral también fue bellamente destacada por Benedicto XVI en un angelus de adviento, comentando las indicaciones morales muy puntuales que daba Juan el Bautista a quienes se acercaban a escucharle y pedir consejo, como está recogido en el Evangelio de san Lucas
31/01/17 10:41 PM
  
Feri del Carpio Marek
Del mencionado Ángelus de Benedicto XVI:

Dado que Juan, con palabras penetrantes, exhorta a todos a prepararse a la venida del Mesías, algunos le preguntan: «¿Qué tenemos que hacer?» (Lc 3, 10.12.14). Estos diálogos son muy interesantes y se revelan de gran actualidad.[...]El profeta, en nombre de Dios, no pide gestos excepcionales, sino ante todo el cumplimiento honesto del propio deber. El primer paso hacia la vida eterna es siempre la observancia de los mandamientos [...]

Considerando en su conjunto estos diálogos, impresiona la gran concreción de las palabras de Juan: puesto que Dios nos juzgará según nuestras obras, es ahí, justamente en el comportamiento, donde hay que demostrar que se sigue su voluntad.


31/01/17 11:03 PM
  
Ricardo de Argentina
Excelente trabajo Alonso, lúcido, oportuno y necesario. Muchas gracias.
El actual es "el papa de los acertijos".
Lástima que cuando los develas te caes de espaldas...
02/02/17 4:19 AM
  
Jorge
Alonso,

Hay una cita en Amoris Laetitia de la que se ha hablado muy poco pero que a mi entender es muy preocupante. Se trata de la 350:

AL 305: "...En esta misma línea se expresó la Comisión Teológica Internacional: «La ley natural no debería ser presentada como un conjunto ya constituido de reglas que se imponen a priori al sujeto moral, sino que es más bien una fuente de inspiración objetiva para su proceso» [350].

¿Sabe si este documento de la Comisión Teológica Internacional fue aprobado por Benedicto XVI? ¿O si se trata de otra cita más sacada de contexto en Amoris Laetitia? He intentado leer el documento, pero tengo que admitir que está por encima de mi capacidad intelectual.

Si la cita está bien utilizada en su contexto, me parece profundamente problemática ya que, como bien indica en su serie de artículos, el lenguaje situacional/globalista es evidente, y sería un problema no exclusivo de este papado.

La cita me parece especialmente preocupante porque se trata de un documento que está en la página oficial del Vaticano y en Amoris Laetitia enlaza directamente con la afirmación más polémica y la famosa nota 351:

"A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia[351]."

Es decir, de la lectura seguida de estos dos enunciados se puede entender que debido a "condicionamientos o factores atenuantes" se puede vivir en gracia de Dios pecando mortalmente ya que la ley natural NO OBLIGA a alguien en ese tipo de circunstancias concretas, sino que son "más bien una fuente de inspiración objetiva para su proceso". En otras palabras, AL diría que las circunstancias pueden crear EXCEPCIONES a la ley natural. No es que haya culpabilidad reducida por falta de consentimiento hasta el punto en que los pecados mortales se convierten en veniales (como interpretan Buttiglione y cia), sino que realmente la ley natural NO APLICA en esos casos.

¿Qué opina?

02/02/17 11:55 PM
  
Rafael
¿Qué es una moral de la puntualidad?

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A.G.:
La puntualidad de la vida moral. Significa que el ser humano se orienta a Dios o se aleja radicalmente de Él con cada acto concreto, y no en general o globalmente, sin tener en cuenta cada acto concreto y el instante en que se encuentra la persona.
03/02/17 4:22 AM
  
Marisa
Recién ahora he leído este clarísimo post, estimado Alonso. Disculpe si mi comentario llega un poco tarde.
Mientras leía venían a mi mente, insistentemente, las palabras de Nuestro Señor en Mt. 25,13 "Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora" (la parábola de las cinco vírgenes prudentes y las cinco vírgenes necias), o "Si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Estad vosotros también preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada." (Mt. 24, 40-44)
En su amor apasionado, el Señor nos exhorta a estar atentos, a estar prevenidos... Veo en sus palabras justamente lo contrario a lo que hoy quieren enseñarnos: la despreocupación, la ligereza, la superficialidad, la falta de responsabilidad, la falta del santo temor de Dios.
Se advierte además la falsedad de la moralidad globalista, cuando el Señor hace tanto hincapié en EL MOMENTO en que "llegará el dueño de casa".
Saludos cordiales
07/02/17 9:44 AM

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