(113) La Gran Reducción II: Reforma Protestante y Catolicismo Reducido

La actual crisis del catolicismo occidental no nos pilla por sorpresa.

Constatamos que la heteropraxis y heterodoxia de los últimos tiempos vienen de muy lejos —concretamente, de la decadencia de la Sagrada Escolástica, al fin de la Edad Media, con Occam,

—a partir de la cual se produjo la emergencia de un nuevo modelo de catolicismo cultural, que suplanta al biblicotradicional en la mente europea a través de su reducción naturalista y sincrética, que perdura hasta hoy bajo diversas formas y mutaciones,

en oposición al Magisterio de la Iglesia, al que resiste en virtud del principio de subjetividad.

 

Y produjo tanto la Reforma como el Catolicismo Reducido renacentista y barroco, en un proceso que llegó a su climax con la Ilustración. En ese momomento se alcanza el punto cero y comienza el Nihilismo europeo, del que Feuerbach, Nietzsche y Marx son algunas de sus principales mentes pensantes.

 

El proceso de descatolización de Europa, pues, es directamente proporcional al proceso de reducción, que es doble: la reducción de la dimensión natural, realizada por la Reforma protestante; y la reducción de la dimensión sobrenatural, realizada por el catolicismo semipelagiano antropocéntrico, que denomino Catolicismo Reducido.

 

El catolicismo reducido, camuflado, como un parásito, puede ocultamente convivir con elementos católicos, que desnaturaliza y pervierte desde dentro. Pero el protestantismo no, es incompatible.

 

Y es que puede menguar algo por exceso, o por defecto.

De ambas formas se reduce su esencia y se lo desvirtúa. Y si esta disminución aumenta — aproximándose, a medida que pasa el tiempo, al punto cero— es de una lógica inapelable que el daño causado aumentará y aumentará si no se le pone freno. Reforma o Apostasía.

Es el objetivo del nihilismo. De nihil, nada. Convertir en nada, reducir hasta la nada.

 

Algo se reduce por exceso cuando una parte es exageradamente resaltada en detrimento de otras. Es lo que hace Luterodeformar lo sobrenatural, maximizándolo contra lo natural, que queda minimizado hasta el cero: es su doctrina de la depravación total.

Y algo se reduce por defecto cuando una parte es exageradamente minusvalorada en beneficio de otras. Es lo que hace el Nominalismo voluntarista, y su proyección sobre el humanismo autónomo. Es lo que hace el catolicismo pelagiano, naturalista y moralista. El Catolicismo Reducido.

 

Aquí en esta serie sobre La Gran Reducción nos ocupamos ante todo de esta segunda reducción.

 

Porque es lo que sigilosamente y desde dentro ha construido un paradigma cultural de cristianismo minimizado, cuya espresión posmoderna es el buenismo. El elemento distintivo, único, de la religión revelada, ha sido vaciado para que sólo quede en pie el elemento natural o, mejor dicho, el elemento adámico.

 

Es la labor de esa Gran Máquina de Vacío que es el Nominalismo europeo.

Esta reducción, por supuesto, se realizó progresivamente, sin que apenas nos diéramos cuenta. Fue avanzando poco a poco, desde el fin de la Edad Media, con los occamistas, hasta nuestros días, pasando por el nihilismo moderno y llegando al gnosticismo delicuescente de la Posmodernidad, que es su reacción.

Al principio, convive con la Cristiandad. Se camufla de cristianismo, se mezcla con sus contenidos, como larva de avispa en oruga, a la que va comiendo por dentro. Pero todavía hay Cristiandad. En el Renacimiento todavía hay cristianismo. Hay que esperar a la Ilustración para que la máquina de vacío alcance su potencia máxima. Es la plena Modernidad.

 

La Gran Reducción, pues, se opera sobre el componente revelado sobrenatural del cristianismo, en plena Cristiandad. Y se condensa en la pregunta reductiva paradigmática del Renacimiento, que formula Leonardo Bruni (+1444):

¿Enseña acaso Pablo algo más de lo que enseña Platón?

Es decir:

¿Acaso en lo sobrenatural hay algo más que en lo natural? ¿Acaso en la fe hay algo más que en la razón?

¿Acaso la religión cristiana no es lo mismo que la razón natural?

¿Acaso en la fe cristiana hay algo más que la moral?

¿Acaso en la acción de la gracia hay algo más que la acción de la voluntad?

Son cuestionamientos reductivos, que perduran hasta hoy.

Lo iremos viendo, si Dios nos lo concede.

 

17 comentarios

  
Luis Fernando
Que luteranismo y catolicismo reducido se den el gran abrazo es cuestión de tiempo. Parten de extremos opuestos, pero tienden al mismo fin: la aniquilación de la santidad como obra de Dios en un hombre que la asume como don real y no impostado.
Y si santidad no hay cristianismo.
__________
A.G.:
Pues sí, en efecto, Luis Fernando. Los extremos se tocan, como estoy demostrando en esta serie.

Como oportunamente afirmas, sin santidad no hay cristianismo.

Es el meollo del asunto.
09/11/15 11:50 PM
  
Gabriel B.
En otro artículo de esta página se cita una conferencia del entonces Cardenal Ratzinger "¿Verdad del Cristianismo?". Por gracia de Dios la pude leer y entender.

Muy resumido, el Cristianismo se demuestra en la coherencia entre Fe, Razón y Vida. O dicho de otra manera, el Cristianismo es pensamiento, sentimiento y acción. Las tres cosas. Cualquier énfasis o escasez en alguna de ellas, es una reducción, impostura, apostasía, etc.
10/11/15 6:53 PM
  
Luis Fernando
Con lo fácil que es hacerse cuáquero. Cultos de silencio, cada cual cree ser guiado por el Espíritu Santo al margen de ninguna norma eclesial. Cada cual interpreta la Escritura como le parece oportuno....

Pues no, emperrados en cambiar la fe católica para que encaje en lo que a ellos les dé la gana. Y a los que estamos la mar de a gusto con esta fe, que es la de nuestros padres, que nos den morcilla.

Pues miren, va a ser que no.
10/11/15 6:57 PM
  
Alonso Gracián
Gabriel B.:

Es que la Escolástica es eso: armonía, coherencia entre razón y fe, en la vida rehecha por el Bautismo.

Por gracia lo entendemos, como bien dices.

Gracias amigo.
10/11/15 11:30 PM
  
Palas Atenea
¿Y qué es lo esencial, Modernista? La misericordia y el amor-me contestarás-pero misericordia y amor pueden ser cualquier cosa si no se definen. Lo esencial en una redacción es la coherencia y belleza de la expresión del autor pero éstas no se consiguen sin conocer la sintaxis y quedan muy menoscabadas por una mala ortografía. La gramática es imprescindible para que la redacción sea buena, que es otro código como el derecho canónico. Cuando Benedicto XVI escribió la bella encíclica "Deus caritas est" distinguió tres tipos de amor diferentes con tres palabras griegas también diferentes: eros, ágape y filia. El amor erótico es una cosa, el caritativo (ágape) otro y la bibliofilia es el amor a los libros. Ninguno de ellos es despreciable, mi hermano, por su amor a los libros, trasladó ocho mil de ellos con su coche y después con dos carritos de la compra y Schliemman encontró Troya por su amor a la Iliada. Así que ya me dirás a qué te estás refiriendo cuando hablas de amor, tú que prescindes de 2000 años de estudios, reflexiones y depuraciones. Todavía no has dicho que es lo esencial y no paras de hablar de ello. Si te refieres al amor reflejado en el Evangelio estarás hablando de caridad y la caridad va unida al sacrificio por el prójimo no a la mera tolerancia con sus defectos y, como ya te he dicho en otro momento, ese prójimo es el que nos afecta personalmente no un ente abstracto. En mi vida es lo que más me ha costado con ciertas personas: primero tienes que controlar el rencor, después no consentir que esas personas te cambien y, finalmente, acabas sintiendo compasión por ellas porque se hacen más daño a si mismas que a ti. Es algo lento y persona por persona. Fíjate en los Evangelios y verás que es así: Zaqueo es Zaqueo y no representa al colectivo de los publicanos y el Centurión, cuya fe sorprendió a Jesús, tampoco al ejército romano. Pero el código, como tú le llamas, rige para todos y no se puede amar al prójimo cargándose las reglas sino haciendo que las acepten, y si no es así, rezando por ellos. Todas las personas citadas en los Evangelios: Mateo y Zaqueo, publicanos; distintas mujeres adúlteras; algún que otro fariseo, como José de Arimatea, cambiaron. Jesús no dio un indulto general para que cada cual hiciera lo que quisiera ni siquiera por amor: "Perdonados son tus pecados porque has amado mucho", es decir a pesar de que has amado algo impuro había en ese amor porque has pecado. Una adúltera puede amar y no ser un amor bueno. El amor debe ser dirigido al bien y el adulterio no lo es. Está en los Evangelios.
11/11/15 12:16 AM
  
Juan Gabriel Caro Rivera
Para entender la Modernidad hay que entender primero que es el proyecto moderno: la búsqueda de una subjetividad autosuficiente que a través de su voluntad y su razón sea capaz de pensar y actuar como una totalidad que construye o funda el mundo, ya sea como acto de pensamiento o como acto de voluntad de poder que somete la realidad a sus propias leyes.

Precisamente, la filosofía moderna lleva a cabo la reducción de Dios al ser humano, el ser queda reducido a la conciencia y, por lo tanto, amputado. Como el conocimiento humano demostrable se convierte en el único valido, se produce un gobierno tácito del pensamiento científico: la ciencia pasa a arrogarse la verdad sobre la totalidad. Así constituido, el gobierno científico pasa a enseñorear la creación. El hombre terminará por ser colectivizado en la sociedad, y la religión será superada como una etapa de la conciencia para darle paso a la ciencia y al espíritu del mundo que trae el progreso.

Sin embargo esta modernidad solo es posible a un precio: el hombre que se ha elevado al sumo poder desde la nada, debe desde la nada garantizar la continua creación del mundo, es decir de la novedad, para que el mundo continué siendo mundo. Pero la razón moderna entra en crisis y cuando el proyecto ilustrado de la ciencia comienza a descomponerse, vemos como la razón se fragmenta en un "rizoma" infinito paradigmas estéticos y filosóficos tan amplio como la cantidad de subjetividades que puede haber. El resultado: el aumento inconmensurable de la confusión y el error.
11/11/15 3:25 AM
  
José Luis
Lo contento que se pone el príncipe de las tinieblas con el invento del progresismo, del modernismo, de vivir según el mundo, todos se tiran abajo, pero en su caída, arrastra a muchos, y no es caída suave, sino precipitada y golpes por todas partes.

El que persevera hasta el final que es lo que se nos pide para salvar nuestra alma, y por amor. Pero pretender reducir la fe, significa que ha dejado de perseverar en la Voluntad de Dios para someterse a los caprichos del tentador, y acaba mal.

• «No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla. ((Mt 5, 17-18) »


Si Jesucristo no quiso reducir lo que había dicho los profetas, ¿es aquel insensato más que Jesucristo al intentar reducir otros puntos doctrinales? No, esas ideas no proceden de Dios sino del tentador. Tratar deformar la Doctrina católica es cosa demoniaca, porque solo al demonio le molesta las cosas de Dios, y los que no pertenecen a Dios, también van por ese camino del reduccionismo en la fe y en la doctrina católica.

Jesucristo lo que sí rechazó fue aquellas leyes humanas, pues no procedían de Dios. Y las leyes humanas dañan gravemente la vida de la fe y arriesga la salvación de las almas.

Cualquier reduccionista, progresista, modernista, no es amigo de Dios sino enemigo; los enemigos de Cristo siempre están con el demonio.
11/11/15 9:47 AM
  
Luis Fernando
Modernista, insisto. Hágase cuáquero y déjenos a los católicos en paz con nuestras normas, nuestras leyes, etc.
Cuáquero liberal, por supuesto. Los cuáqueros evangélicos no aceptarían en sus filas.
11/11/15 2:59 PM
  
Manuel Pérez
Es curioso que el comentarista Modernista llame ropajes, precisamente, a la pérdida de la simplicidad. El cristianismo, en su desnudez, es sencillísimo. Pero, al mismo tiempo, profundísimo. Nunca nos cansamos de descubrir cosas. En la Escritura y en una Tradición riquísima. Pero ese descubrimiento, mira por donde, no se da desde una actitud complicada, retorcida, revestida innecesariamente. Ese descubrimiento de cosas cada vez mayores se da gratuitamente a quien humildemente no se resiste a la gracia ni sofoca sus mociones. Y la Gran Reducción (vamos a utilizar mayúsculas como el autor del artículo) nos ha llevado, precisamente, a abandonar la vida de simplicidad que se deriva de la gracia, y a abrazar una vida de complicación, pesos innecesarios, esfuerzos sobrehumanos, inquietudes, agobios y angustias que se derivan de las posturas pelagianas y semipelagianas.

¿Quién reviste las cosas, entonces? ¿El que se abandona a la gratuidad como niño en brazos de su madre o el que tiene que hacer, hacer, y hacer?
11/11/15 6:38 PM
  
Gabriel B.
En Schola Veritatis un tiempo atrás apareció una serie de artículos sobre el problema de la modernidad y de la mentalidad progresista que cree que SIEMPRE lo más reciente superará a lo más antiguo, y su corolario de la pérdida de autoridad de padres, profesores, etc., que parten derrotados ante una juventud a priori asumida como superior a ella por ser más nueva.
Imaginémonos esta mentalidad progresista dentro de la Iglesia Católica, donde seguimos enseñanzas milenarias no sólo por Jesucristo, sino también anteriores a Él, y prestamos atención a personas que enseñaron y/o dieron ejemplo de vida hace siglos. Quienes sucumben a la modernidad, en realidad a cada moda, sólo atinan a "mirar para el lado", buscando apegarse a cualquier novedad que reemplace las enseñanzas de la Iglesia, que ya están muy "viejas", pero sin dejar de sentirse parte de ella.
Ante tanto engrudo, ahora aparecen los "más modernos", los "más progresistas" introduciendo el sincretismo dentro de la Iglesia. Así habrán resistido al paso del tiempo las religiones del Lejano Oriente, pero el sincretismo es inaceptable en nuestro Catolicismo que defiende una Verdad Absoluta e Inmutable.
11/11/15 8:36 PM
  
Palas Atenea
Modernista: Sigues sin decir nada y dudo que tengas nada que decir como no sean vaguedades. Juan Ramón Jiménez tenía sus peculiaridades con la g y la j pero no ponía bagedades, por ejemplo suponiendo que el sonido de la g es siempre suave y la u es innecesaria o que da lo mismo la b que la v. Es decir, cumplía las leyes ortográficas en general, lo mismo que tú.
11/11/15 9:29 PM
  
Roblete
Como esa supuesta pureza primigenia que usted pregona, Modernista, ya hemos visto muchas. También sabemos como han acabado. Es una pena ver como rigor lo que es belleza y fecundidad.
11/11/15 10:49 PM
  
Roblete
Modernista:
Al principio le había tomado en serio pero veo que sólo pretende incordiar y que por supuesto no es usted católico aunque quiera hacernos creer que lo sigue siendo. Usted mismo.
12/11/15 5:59 PM
  
Manuel Pérez
Me equivoqué al llamar pérdida de la simplicidad a lo que me llama solamente simplicidad
12/11/15 9:28 PM
  
Palas Atenea
¿No tienes intención de seguir con la catequesis? Estupenda noticia.
12/11/15 9:47 PM
  
Manuel Pérez
Por cierto que Modernista, sin darse cuenta, ataca al Papa Francisco. Si piensa que el Papa comulga con sus ideas, lo está reduciendo de forma insultante. El Papa puede no ser un gran teólogo, pero no es tonto.
12/11/15 11:58 PM
  
antonio
Mala suerte , es la que que tiene usted, je!!!!Je!!!!!le dirá el Señor de TERRIBLE MAJESTAD, en el momento de su muerte!!!!Conviertase y crea en la Iglesia!!!!!!!!


Que Dios lo bendiga y lo haga con la Iglesia!!!!

Que la RE Santisma Virgén Maria ruegue por la misma!!!!Vive en la eternidad, nunca lo medito!!!puede morir en cualquier momento.Este en GRACIA, de Dios, si sabe de que se trata!!!!
13/11/15 10:06 PM

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