(11) En que se dan Avisos de vida espiritual, para centrarse en Cristo, IV

 Proseguimos trabajando el huerto de sentencias y avisos espirituales, para volver siempre a centrarnos una y otra vez en Jesús y su Belleza.

Quiera darnos el Señor que vayan dando fruto aquí y allá, no a la manera de las especies raras, venidas a la fuerza de lugares lejanos, y que tan dificultosamente van prosperando en tierra extraña; sino con la soltura, gozo y frescor de los arbustos enteros y recios, de las palmeras que dan sombra, alimento y cobijo, en un jardín familiar, cuyo suelo vivo siempre es la Iglesia. 

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I El Señor nos deja vacíos, para llenarnos. Y esto aterra a nuestro hombre viejo.

II El pecado que antes te convencía, ahora lo aborreces, y no es por ti, sino por tu Defensor.

III Participando de su plenitud, cada gracia que aceptas, movido por ella, atrae nuevos dones. Gracia sobre gracia, según Juan 1, 16. Por eso da tanto fruto y perfecciona tanto no hacer vana ninguna de ellas.

IV El arte de recibir regalos de Dios. Si aprendes a recibir de lo alto, como si sólo fuera tuyo lo que el Señor te obsequia, te harás como un niño que, en su vida interior, está siempre de cumpleaños.

V Como pequeño y torpe recipiente, en la medida en que el Señor, tu Dios, te bendiga (Deut 16, 10), recibe, aun siendo pobre tu capacidad, el agua prodigiosa. Y te parecerá  que el Señor entreabre tu horizonte con un frescor que no has merecido.

VI La oración continuada te abrirá la puerta bendecida, para que cruces el umbral de la Ciudad Anticipada, y no te extravíes por tierra ajena, que no es tuya, ni de tu hombre interior. Y  Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te dará (Deut 18, 9) recibirás el agua que mana de lo alto, y qué fresca y clara te resultará la primicia. Beberás.

VII No reces para no tener que orar, como si el Hijo del Hombre no quisiera hablarte, y tú no hubieras de escucharle, y apercibirte de Él.

VIII Fuentes anticipadas en la oración,  manantiales de Misterio, surtidores y caminos de gracia por los que la oración te otorga penetrar, como un destello habitable de la Tierra Nueva.

IX Es su Belleza con lo que el Padre te atrae. Porque Cristo es Hermosura.

X Ninguna belleza es independiente del Cristo Total, porque Él es el Centro también de todas las formas  anhelantes de restauración, vibrantes en la luz de la Iglesia, que es su Cuerpo. Y porque el universo entero está ordenado a la Iglesia.

XI Con las manos llenas de tus cosas no podrás tomar lo que el Pobre de los Pobres quiere darte. Por eso el Espíritu Santo te despoja de todo, hasta de ti mismo, para que la plenitud del Hijo del Hombre te haga rico y seas tú mismo.

XII El Espíritu Santo te quebranta, para rehacerte a hechura del Hijo del Hombre. Y en este quebrantarte no te rompe sino te recrea. Y en este recrearte no te hace otro, sino tú mismo.

XIII Todo es bello en la Ciudad Celestial. Contémplala, en la Santa Eucaristía. Que por algunas de sus calles te ha sido dado penetrar.

XIV En su Misterio encuentras la perla que te dará una nueva vida. Y es hermosa y por eso refulge, para iluminar las tinieblas, aun poco a poco, y en ese rinconcito penumbroso  que te parece tu vida.

XV Para que no transites senderos ajenos, sino aquellos que el Padre te ha dado penetrar, el Espíritu Santo te conduce al Monte de Cristo. Para que allí desde lo alto, donde mostró el fulgor que nadie puede ocultar,  contemples el mapa de tu vida, y por dónde discurre tu camino.

3 comentarios

  
ult
Como alguien dijo: "yo soy el recipiente, la bebida es de Dios y Dios es el sediento"
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A.G.- Así es, la bebida es de Dios, es Cristo. Que nos sacia a nosotros, sedientos de su palabra, de su vida, de su auxilio. Mendigos de su gracia.
13/08/14 1:18 PM
  
Tomás Bertrán
"I El Señor nos deja vacíos, para llenarnos. Y esto aterra a nuestro hombre viejo".
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Me ha recordado la infinita diferencia que hay entre practicar yoga, como a veces en ciertos retiros "espirituales" se practica, en vez de adentrarse en la oración de contemplación.
Mientras en el yoga uno se vacía y nos quedamos vacíos, en la oración de contemplación nos vaciamos de lo superfluo para llenarnos de Dios. Y esto aterra al hombre viejo.
Anécdota: En una excursión que hicimos mi esposa y yo a Cuenca, visitamos la ciudad encantada. Fuimos con un guía y dos señoritas, que también se apuntaron a visitar la ciudad encantada, y ya en ella, el guía nos metió entre dos rocas y nos preguntó que qué sentíamos. Las dos rocas amortiguaban todo ruido, ya sea viento y voces de alrededor, y le dije que lo que notaba era el silencio. El guía me dio la razón, pero atrevido de mí, se me ocurrió decir, porque el silencio me animaba a ello:
"Dan ganas de meditar".
¡Qué dije!. Las dos señoritas salieron corriendo espantadas al oír lo de meditar, y es que el silencio habla, y habla muy profundamente. Aterra al hombre viejo.
PD: En vez de señoritas podían ser dos chicos. Lo aclaro para que no se me tilde de misógino.:)
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A.G.-jajaja he entendido su anécdota.

Aquí, como bien ha visto, hablo de que el Señor nos deja vacíos, y en ese sentido que vd ha dicho: "nos vaciamos de lo superfluo para llenarnos de Dios"

Como vd bien apunta, nada que ver el budismo o el hinduísmo con el despojamiento cristiano, ascético, místico, a la manera de san Juan de la cruz: vacíos, despojados, desnudos, sin arrimo, en noche, purgados, sin autoconfianza vana, sin seguridades pelagianas, libres de ataduras de egoísmo carnal, liberados de todo lo accesorio, etc. para llenarnos de Él.
Muchas gracias por el comentario y la anécdota.
13/08/14 9:59 PM
  
Javier Sánchez Martínez
El estilo de las sentencias y Avisos ha sido muy útil y tradicional en la Iglesia para condensar, con pulcritud, una enseñanza valiosa y sugestiva.

Le felicito porque lo domina a la perfección.

Es el Espíritu Santo el gran protagonista de la acción divinizadora. Él nos configura a Cristo, nos une a Él. Es el Espíritu quien nos hace desear a Cristo y desvivirnos por Cristo.

Entonces, cuando se es dócil al Espíritu, el hombre viejo se ve abatido y el hombre nuevo se envalentona, creciendo.

Este proceso nada tiene que ver con las místicas orientales que apuntan a la nada no para llenarse de Algo, sino para permanecer impasibles. ¡Qué distinto del Divino Paciente, quien padeció en la Cruz!
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A.G.-Muy certeramente lo menciona, D Javier: "Es el Espíritu Santo el gran protagonista de la acción divinizadora. Él nos configura a Cristo, nos une a Él. Es el Espíritu quien nos hace desear a Cristo y desvivirnos por Cristo."

Me gusta esa expresión, desvivirse por Cristo. Y me alegra mucho la utilice.
Gracias por el comentario. Un abrazo y gracias por sus palabras y por la foto
18/08/14 9:32 PM

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