15.05.13

¡Qué manía tienen algunos con la provocación!

Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Jesús dijo que había venido al mundo para que se cumpliese la Ley de Dios. El caso es que, en demasiadas ocasiones, nosotros parece que eso nos importa poco

Y, ahora, el artículo de hoy.

Provocando

Ciertamente, las cosas son como son, de donde no hay no se puede sacar, la cabra tira al monte y todo eso pero, no podemos hacer como si la cosa, otra vez, no tuviera importancia, pasar página y dedicarnos a otra cosa.

Es de suponer que la imaginación, aquella que decían con la “revolución del 68” que debía estar en el poder, aún no ha llegado al estadio de primeriza. Algunos tienen menos ideas para defender lo suyo que neuronas una piedra pómez e, incluso podemos decir, que la imaginación la quieren bastante lejos de sus mundanas existencias no vaya a ser que les dé trabajo…

Resulta que a los señores socialistas, muy dados a zarandajas históricas y a perseguir a la Iglesia siempre que pueden no con muy buenas intenciones sino, al contrario, con las peores del mundo que incluyen, por supuesto, la quema de templos y la matanza de personas creyentes, les ha dado ahora por iniciar una campaña en contra de la que será nueva ley del aborto.

Uno podría pensar que lo que habrán ideado es… no sé… una campaña basada en demostraciones de que el aborto es fetén y guay del Paraguay, está la mar de bien y es aconsejado en los prospectos de la píldora del día después. Incluso que, a lo mejor, con gran caletre han sido capaces… no sé yo, capaces, por ejemplo, de recordarnos que matar a un ser humano indefenso en el seno materno no es tan mala cosa porque, al fin y al cabo, aún no vivía y ¡vaya usted a saber si era humano el feto!

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14.05.13

Un amigo de Lolo - La fe todo lo puede

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Ser otro Cristo, el mismo Cristo… Comencemos por descubrir su pacto con nosotros, la luz que el dedo de Dios impresionó en nosotros al ser concebidos.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La fe todo lo puede

“De todas las situaciones puede venir, por la fe, una luz, un júbilo y una fortaleza. ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (755)

Muchas personas, por las que debemos pedir mucho para que Dios compense, con su amor, la ceguera espiritual en la que viven, creen que la fe es una especie de medio que tenemos los creyentes para tener en cuenta, en nuestra vida, realidades que no existen porque, simplemente, no se pueden tocar con las manos o, al menos, ver con los ojos.

Para tales personas, la existencia se basa, y les basta con eso, en un ser en el mundo del que defienden todas sus características porque no ha prendido en su corazón la llama de la creencia en Dios y no saben que todo está más que dicho por el Creador al que, en efecto, no vemos como tal pero sí en su creación, en su magnífica y magnánima obra colosal.

Estamos, sin embargo, en el mundo, muchas otras personas que tenemos de nuestra existencia un sentido claro y sencillo: hemos sido creados por Dios y, por medio de nuestra fe, sabemos y estamos más que seguros que, gracias al Salvador, la vida eterna está al alcance de nuestros corazones porque hemos creído y hemos dicho sí al Padre. Así de sencillo y sin circunloquio alguno más.

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13.05.13

Serie Padre nuestro Como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

¡Perdonar, perdonar! Qué difícil es, a veces, ser hijo de Dios…

Y, ahora, el artículo de hoy.
Serie “Padre Nuestro” - Presentación

Padre Nuestro

La predicación de Jesús iba destinada a revelar a la humanidad el verdadero rostro de Dios, el misericordioso corazón del Padre y el la luz que podían encontrar en mantener una relación personal con el Creador. Por eso el Maestro se retiraba, muchas veces, a orar en solitario.

Seguramente sus apóstoles, aquellos discípulos que había escogido para que fueran sus más especiales enviados, veían que la actitud de recogimiento de Jesús era grande cuando oraba y, podemos decirlo así, quisieron aprender a hacerlo de aquella forma tan profunda. Y le pidieron que les enseñara a orar, según recoge, por ejemplo, San Lucas cuando le dijeron a Jesús “Maestro, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos” (Lc 11, 1).

Jesús, como era humilde y sabía cuál era la voluntad de Dios, les dice (esto lo recoge todo el capítulo 6 del Evangelio de San Mateo, que recomiendo leer completo en cuanto se pueda) qué deben y qué no deben hacer. Dios ve en lo secreto del corazón y, por lo tanto, no le sirve aquellas actuaciones que, a lo mejor, tienen sentido desde un punto de vista humano pero que, con relación al Creador, sobran y están fuera de lugar: aparentar la fe que, en realidad no se tiene; andar demostrando que se hace limosna; orar queriendo hacer ver en tal actitud; hacer que se sepa que se ha ayunado… Todo esto con intención de enriquecer su espíritu y presentarlo ante Dios limpio y no cargado de lo que no debe ir cargado.

Pues bien, entre aquello que les dice se encuentra la justa manera de orar al dirigirse al Padre. No se trata de una oración rimbombante ni muy extensa sino que es una en la que se encierra lo esencial para la vida material, incluso, pero, sobre todo, espiritual, que cada hijo de Dios ha de tener.

El “Padre nuestro” es, según Tertuliano, “el resumen de todo el Evangelio” o, a tenor de lo dicho por Santo Tomás de Aquino, “es la más perfecta de todas las oraciones”.

El punto 581 del Compendio del Catecismo dice, respondiendo a la pregunta acerca de qué lugar ocupa el Padre nuestro en la oración de la Iglesia, responde que se trata de la

Oración por excelencia de la Iglesia, el Padre nuestro es ‘entregado’ en el Bautismo, para manifestar el nacimiento nuevo a la vida divina de los hijos de Dios. La Eucaristía revela el sentido pleno del Padre nuestro, puesto que sus peticiones, fundándose en el misterio de la salvación ya realizado, serán plenamente atendidas con la Segunda venida del Señor. El Padre nuestro es parte integrante de la Liturgia de las Horas.

Por lo tanto, aquella oración que Jesús enseñó a sus apóstoles y que tantas veces repetimos (con gozo) a lo largo de nuestra diaria existencia, “es la más perfecta de las oraciones […] En ella, no sólo pedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino además según el orden en que conviene desearlo. De modo que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino que también llena toda nuestra afectividad (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 83, a. 9)” pues, en realidad, nos une al Padre en lo que queremos y en lo que anhelamos para nosotros y, en general, para todos sus hijos, como San Juan Crisóstomo “In Matthaeum, homilía 19, 4” cuando nos dice que “El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque Él no dice “Padre mío” que estás en el cielo, sino “Padre nuestro”, a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el Cuerpo de la Iglesia”.

Y, ya, para terminar esta presentación, les pongo aquí una imagen con el Padre nuestro en arameo como, es posible, lo rezara Jesús.

Padre Nuestro arameo

Como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Perdonar a los que nos ofenden

“Pedro se acercó entonces y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Dícele Jesús: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.’”

Este breve texto del evangelio de San Mateo (18, 21-22) nos indica qué significa perdonar o, mejor, hasta dónde debemos llevar el perdón para que recaiga en el corazón de quien nos ha ofendido.

Jesús no dice algo así como “Bueno, pues le perdonas a tu hermano la vez que te haya ofendido”. No, sino que dice que hay perdonarlo muchas veces porque setenta veces siete es decir lo mismo que siempre.

Sabía el Hijo de Dios que la voluntad del Creador ha de ser que ejerzamos con generosidad el perdón lo mismo que Él lo ejerce con nuestras infidelidades pues ¿qué pensará el Todopoderoso de nosotros si, como aquel siervo infiel para con su señor, no somos capaces de perdonar las ofensas que se nos infieran y luego, o antes, nos postremos ante Él para pedirle perdón?

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12.05.13

La Palabra del Domingo - 12 de mayo de 2013

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Imaginarnos, tan sólo imaginarnos, lo que es la vida eterna, debería hacer, de nosotros, hijos más santos.

Lc 24, 46-53

Biblia

46 y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día 47 y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas.
49 «Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.» 50 Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. 51 Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. 52 Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, 53 y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.

COMENTARIO

Cuando Cristo ascendió a los cielos

Jesús tenía que terminar la misión para la que había sido enviado porque era voluntad de Dios que sus discípulos supiesen lo que les iba a pasar en tanto en cuanto Él no volviese a estar entre ellos.

Había profetizado acerca de su vida, de su muerte y de su resurrección. Muchos no entendieron qué quería decir pero después de haberlo visto en varias ocasiones, no les cupo duda alguna de que todo se había cumplido como les había explicado el Mesías que sucedería.

Algo, sin embargo, debían hacen: ir por el mundo predicando que era necesaria la conversión porque con ella se alcanzaba el perdón de los pecados. Y tal misión era la que les encomendaba porque ellos, como les dice Jesús, son “testigos”, han visto y han oído, lo que había pasado y nadie mejor que ellos para dar testimonio, al mundo, de la Verdad.

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11.05.13

Serie P. José Rivera - De la muerte y de la vida

Por la libertad de Asia Bibi.
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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Todos tenemos que caminar hacia el definitivo Reino de Dios sabiendo que existe y que el Creador nos espera.

Y, ahora, el artículo de hoy.
Serie P. José Rivera
Presentación

P. Ribera

“Sacerdote diocesano, formador de sacerdotes, como director espiritual en los Seminarios de El Salvador e Hispanoamericano (OCSHA) de Salamanca (1957-1963), de Toledo (1965-1970), de Palencia (1970-1975) y de nuevo en Toledo (1975-1991, muerte). Profesor de Gracia-Virtudes y Teología Espiritual en Palencia y en Toledo.”

Lo aquí traído es, digamos, el inicio de la biografía del P. José Rivera, Siervo de Dios, en cuanto formador, a cuya memoria y recuerdo se empieza a escribir esta serie sobre sus escritos.

Nace don José Rivera en Toledo un 17 de diciembre de 1925. Fue el menor de cuatro hermanos uno de los cuales, Antonio, fue conocido como el “Ángel del Alcázar” al morir con fama de santidad el 20 de noviembre de 1936 en plena Guerra Civil española en aquel enclave acosado por el ejército rojo.

El P. José Rivera Ramírez subió a la Casa del Padre un 25 de marzo de 1991 y sus restos permanecen en la Iglesia de San Bartolomé de Toledo donde recibe a muchos devotos que lo visitan para pedir gracias y favores a través de su intercesión.

El arzobispo de Toledo, Francisco Álvarez Martínez, inició el proceso de canonización el 21 de noviembre de 1998. Terminó la fase diocesana el 21 de octubre de 2000, habiéndose entregado en la Congregación para la Causas de los Santos la Positio sobre su vida, virtudes y fama de santidad.

Pero, mucho antes, a José Rivera le tenía reservada Dios una labor muy importante a realizar en su viña. Tras su ingreso en el Seminario de Comillas (Santander), fue ordenado sacerdote en su ciudad natal un 4 de abril de 1953 y, desde ese momento bien podemos decir que no cejó en cumplir la misión citada arriba y que consistió, por ejemplo, en ser sacerdote formador de sacerdotes (como arriba se ha traído de su Biografía), como maestro de vida espiritual dedicándose a la dirección espiritual de muchas personas sin poner traba por causa de clase, condición o estado. Así, dirigió muchas tandas de ejercicios espirituales y, por ejemplo, junto al P. Iraburu escribió el libro, publicado por la Fundación Gratis Date, titulado “Síntesis de espiritualidad católica”, verdadera obra en la que podemos adentrarnos en todo aquello que un católico ha de conocer y tener en cuenta para su vida de hijo de Dios.

Pero, seguramente, lo que más acredita la fama de santidad del P. José Rivera es ser considerado como “Padre de los pobres” por su especial dedicación a los más desfavorecidos de la sociedad. Así, por ejemplo, el 18 de junio de 1987 escribía acerca de la necesidad de “acelerar el proceso de amor a los pobres” que entendía se derivaba de la lectura de la Encíclica Redemptoris Mater, del beato Juan Pablo II (25.03.1987).

En el camino de su vida por este mundo han quedado, para siempre, escritos referidos, por ejemplo, al “Espíritu Santo”, a la “Caridad”, a la “Semana Santa”, a la “Vida Seglar”, a “Jesucristo”, meditaciones acerca de profetas del Antiguo Testamento como Ezequiel o Jeremías o sobre el Evangelio de San Marcos o los Hechos de los Apóstoles o, por finalizar de una forma aún más gozosa, sus poesías, de las cuales o, por finalizar de una forma aún más gozosa, sus poesías.

A ellos dedicamos las páginas que Dios nos dé a bien escribir haciendo uso de las publicaciones que la Fundación “José Rivera” ha hecho de las obras del que fuera sacerdote toledano.

Serie P. José Rivera
De la vida y de la muerte

De la vida y de la muerte

Introducción

“Ya estoy desarraigado. Y en medio de la gente,
Que en necio torbellino se angustia y se fatiga
En el gesto excesivo o en la mínima intriga
Yo camino ligero, ya casi todo ausente.
Y cuando cese un día, definitivamente,
El mandato divino que a la tierra me liga,
No arrullará mi muerte ninguna voz amiga,
No cerrarán mis ojos, no besarán mi frente.
Solitario camino, ágil, libre, jocundo,
Abiertos a mis ojos senderos de otro mundo,
Cubriendo mi vereda del Señor al Señor.
Y cuando solitario mi hombre carnal sucumba
Acaso ni siquiera me den los hombres tumba,
¡Mas gozará mi espíritu la Verdad del Amor!”

Este poema, que viene en la Introducción de este libro del P. José Rivera, muestra, a la perfección, la situación en la que, entonces, se encontraba el sacerdote toledano. Por eso, en la misma se dice que “Don José marchó a la Casa del Padre en 1991… pero hacía ya mucho tiempo que vivía como entre los dos mundos…”. Y por eso, justamente, el contenido de este volumen va referido, precisamente, a cuestiones relacionadas con la vida y con la muerte.

En sus páginas se recogen textos referidos, por ejemplo, a la santificación, al hecho incontrovertible de que somos cuerpo y alma, de cómo vivir la propia muerte y del triunfo que, sobre la muerte, obtuvo Cristo. También se habla del purgatorio y del infierno y, claro está, de la vida eterna. Y, muy relacionado con todo esto, de los ángeles y del paganismo que, lógicamente, se opone con fuerza a lo que el P. José Rivera aquí propone.

Vemos, pues, que la riqueza espiritual de las páginas que componen “De la muerte y la vida” es importante y no podemos desdeñar o hacer de menos a ninguna de ellas.

El P. José Rivera, nos dicen, “ha experimentado en su andadura terrena que no estaba solo: Dios, los ángeles, los santos de toda época, las gentes que trató y que iban marchando… Todo le hablaba de la muerte y de la Vida” (1) pues no puede haber soledad en quien se sabe hijo de Dios y considera que el paso por este mundo es uno que lo es de peregrinaje y se ha de tener en cuenta tanto a la propia vida como a la que es compañera de este caminar y que es la muerte.

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10.05.13

Eppur si muove - ¿Medios de comunicación católicos?

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dar a Dios todo lo que nuestra fe pueda darnos a nosotros es lo mínimo que deberíamos hacer; lo mínimo.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que será, a saber, el próximo domingo, 12 de mayo, se ha escogido, para los materiales propios a ser utilizados por quien tenga que utilizarlos, dos documentos del Beato Manuel Lozano Garrido, más conocido como “Lolo”. Estos son, por el orden aquí traído, la “Oración por los periodistas” y, luego aquí mismo, después, el “Decálogo del periodista” del que el que esto escribe ha dicho algo en este mismo blog en la categoría correspondiente a “Lolo”.

Así, como digo, primero, lo primero, la “Oración por los periodistas” que nos podemos aplicar, perfectamente, todas aquellas personas que, de una manera o de otra, escribimos de una forma periódica. Dice esto:

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9.05.13

Servir, en InfoCatólica, también está bien

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Conforme pasa el tiempo nos deberíamos dar cuenta de que el definitivo Reino de Dios está más cerca. Y eso debería afectar a nuestro hacer y a nuestro orar.

Y, ahora, el artículo de hoy.

InfoCatólica

Hace pocos días se han cumplido cuatro años, cuatro, de la milagrosa salida a escena internáutica (el servicio técnico fue capaz de hacerlo en una semana) de InfoCatólica. Y está más que bien celebrar tal aniversario, el cuarto, diciendo que lo que aquí importa es cumplir con la voluntad de Dios que tiene por bueno y benéfico el servicio al prójimo; servir, pues, servir.

Conviene, pues, decir que eso es muy importante. Por ejemplo, como sigue.

“El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”.

Estas palabras dichas por Cristo y recogidas en el evangelio de san Mateo (20, 28) marcan un camino diáfano que debe seguir quien se considera discípulo del Hijo de Dios. Por eso, quien no opta por servir en vez de ser servido, está haciendo dejación de lo que es uno de los mandatos, sino expresos sí claramente tácitos, que dejó, en su primera venida, Jesucristo.

Cuando Benedicto XVI estuvo en IFEMA para encontrarse con los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid, les dijo que “Amar es servir y el servicio acrecienta el amor”.

Por lo tanto servir es manifestar el amor y, por eso mismo, cuanto más servicio se lleve a cabo, más aumentará el amor. Digamos que son realidades que se alimentan una a otra y que, entonces, también, si hay poco servicio el amor que se manifiesta es pequeño, rácano, venido a menos.

Servir, entonces, en el mundo de hoy, para un católico, ha de tener un sentido doble porque así es nuestro amor por Cristo. Así se sirve a la Esposa de Cristo sirviendo al prójimo y de tal manera se demuestra que el amor a Dios no es una vana proclamación sino que tiene efectos en nuestra vida porque, al fin y al cabo la que lo es del creyente ha de estar fundamentada en el pilar de la Fe y en el pilar de las Obras (Santiago 2, 18).

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8.05.13

Vuelve, con novedades, “El Pensador”

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Ser hijos de Dios ha de significar, sobre todo, creerse que lo somos.

Y, ahora, el artículo de hoy.

El Pensador, 3

Uno se alegra de que las buenas realidades no sólo sigan adelante sino que, si eso es posible en la medida de mejorar lo que pueda mejorarse, sigan el camino marcado incrementando el esfuerzo en beneficio de las personas a las que vayan dirigidas.

Eso pasa, precisamente, con “El Pensador”, “revista de cultura, filosofía, economía, historia y ciencia a la luz de la fe cristiana” que ha llegado a los kioskos digitales (es revista online, como se dice en este lenguaje actual), ha salido, ha venido a visitarnos a nuestras pantallas, para mostrarnos, en su número 3, que es posible, aunque fuera difícil, mejorar lo pasado. Y lo han conseguido.

Del contenido de la revista baste, seguramente, citar lo que contiene para, luego, dar noticia de dos grandes novedades que engrandecen este magno proyecto.

Pues bien, en este número 3 se trata de lo siguiente:

-Tratamiento extenso sobre el Papa Francisco porque es importante conocer, siendo tal el nombre adoptado por el cardenal argentino, cuál es “la personalidad, la espiritualidad y la vigencia del pensamiento franciscano”. Y para eso se han dirigido a una serie de intelectuales franciscanos para que hagan lo propio con este tema y, para eso, elaboran un Monográfico. También qué opina la prensa sobre el nuevo Papa. Aquí se han dirigido, entre otros, a los directores de Aciprensa, Alfa y Omega y Misión

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7.05.13

Un amigo de Lolo - Jamás nos olvida Dios

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Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Puedes pensar: ¡Es difícil recrear, en uno mismo, la voluntad de Dios! Y yo te digo: ¿No será imposible vivir al margen de ella?

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Jamás nos olvida Dios

“¡Qué memoria la de Dios, teniéndonos siempre a todos, vivos y calientes, en el pensamiento y en el corazón ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (23)

Qué cierta es aquella expresión de Jesucristo según la cual para Dios nada es imposible. Al contrario podemos decirla, y la diremos con toda la propiedad del mundo si planteamos el hecho de que para el ser humano no todo es posible que es, justamente, y según lo dicho, lo contrario a lo que pasa con nuestro Padre.

Por ejemplo, sabemos que, como seres humanos somos muy olvidadizos. Si, además, “gozamos” de una memoria, llamada “selectiva” (sólo nos acordamos de lo que nos conviene y cuando nos conviene) lo bien cierto es que de todo el resto de personas que hemos conocido y que, ahora mismo, tenemos en mente, difícilmente podemos decir que sepamos todo de ellas y, mucho menos, que siempre hagamos lo posible para orar por ellas (con necesidad o sin ella) o por llevarlas con nuestro corazón allá donde vamos.

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6.05.13

Serie Padre nuestroPerdona nuestras ofensas

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El Creador espera de nosotros que seamos capaces de pedir perdón por aquello que, de pecaminoso, hemos hecho o en lo que hemos caído.

Y, ahora, el artículo de hoy.
Serie “Padre Nuestro” - Presentación

Padre Nuestro

La predicación de Jesús iba destinada a revelar a la humanidad el verdadero rostro de Dios, el misericordioso corazón del Padre y el la luz que podían encontrar en mantener una relación personal con el Creador. Por eso el Maestro se retiraba, muchas veces, a orar en solitario.

Seguramente sus apóstoles, aquellos discípulos que había escogido para que fueran sus más especiales enviados, veían que la actitud de recogimiento de Jesús era grande cuando oraba y, podemos decirlo así, quisieron aprender a hacerlo de aquella forma tan profunda. Y le pidieron que les enseñara a orar, según recoge, por ejemplo, San Lucas cuando le dijeron a Jesús “Maestro, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos” (Lc 11, 1).

Jesús, como era humilde y sabía cuál era la voluntad de Dios, les dice (esto lo recoge todo el capítulo 6 del Evangelio de San Mateo, que recomiendo leer completo en cuanto se pueda) qué deben y qué no deben hacer. Dios ve en lo secreto del corazón y, por lo tanto, no le sirve aquellas actuaciones que, a lo mejor, tienen sentido desde un punto de vista humano pero que, con relación al Creador, sobran y están fuera de lugar: aparentar la fe que, en realidad no se tiene; andar demostrando que se hace limosna; orar queriendo hacer ver en tal actitud; hacer que se sepa que se ha ayunado… Todo esto con intención de enriquecer su espíritu y presentarlo ante Dios limpio y no cargado de lo que no debe ir cargado.

Pues bien, entre aquello que les dice se encuentra la justa manera de orar al dirigirse al Padre. No se trata de una oración rimbombante ni muy extensa sino que es una en la que se encierra lo esencial para la vida material, incluso, pero, sobre todo, espiritual, que cada hijo de Dios ha de tener.

El “Padre nuestro” es, según Tertuliano, “el resumen de todo el Evangelio” o, a tenor de lo dicho por Santo Tomás de Aquino, “es la más perfecta de todas las oraciones”.

El punto 581 del Compendio del Catecismo dice, respondiendo a la pregunta acerca de qué lugar ocupa el Padre nuestro en la oración de la Iglesia, responde que se trata de la

Oración por excelencia de la Iglesia, el Padre nuestro es ‘entregado’ en el Bautismo, para manifestar el nacimiento nuevo a la vida divina de los hijos de Dios. La Eucaristía revela el sentido pleno del Padre nuestro, puesto que sus peticiones, fundándose en el misterio de la salvación ya realizado, serán plenamente atendidas con la Segunda venida del Señor. El Padre nuestro es parte integrante de la Liturgia de las Horas.

Por lo tanto, aquella oración que Jesús enseñó a sus apóstoles y que tantas veces repetimos (con gozo) a lo largo de nuestra diaria existencia, “es la más perfecta de las oraciones […] En ella, no sólo pedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino además según el orden en que conviene desearlo. De modo que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino que también llena toda nuestra afectividad (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 83, a. 9)” pues, en realidad, nos une al Padre en lo que queremos y en lo que anhelamos para nosotros y, en general, para todos sus hijos, como San Juan Crisóstomo “In Matthaeum, homilía 19, 4” cuando nos dice que “El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque Él no dice “Padre mío” que estás en el cielo, sino “Padre nuestro”, a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el Cuerpo de la Iglesia”.

Y, ya, para terminar esta presentación, les pongo aquí una imagen con el Padre nuestro en arameo como, es posible, lo rezara Jesús.

Padre Nuestro arameo

Perdona nuestras ofensas

Perdona nuestras ofensas

Jesucristo comprendía que el ser humano, sus mismos hermanos en la fe, tenía una tendencia muy a tener en cuenta que consistía en ofender más de lo que un hijo de Dios debería ofender.

Así, se ofendía tanto a Dios como al ser humano, al prójimo, y era preciso pedir al Creador que pusiera de manifiesto su corazón bondadoso y le perdonara por lo hecho, dicho o pensado.

Dice el Compendio del Catecismo (594), al respecto de por qué pedimos a Dios que nos perdone nuestras ofensas, que “Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia, porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, ‘“obtenemos la redención, la remisión de nuestros pecados’ (Col 1, 14)”.

Por lo tanto, lo que hacemos es, ni más ni menos, manifestar que, en efecto, somos pecadores y que es una realidad que, muchas veces, no somos capaces de evitar. Caemos en las tentaciones con demasiada facilidad y eso nos hace imposible presentarnos ante Dios sin haberle, antes, pedido perdón por tales pecados.

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