La Palabra del Domingo - 28 de diciembre 2008: "Han visto mis ojos tu salvación"

Santa Biblia

Lc 2,22-40. El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.

22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
23 como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor =
24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él,
28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
29 “Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;
30 porque han visto mis ojos tu salvación,
31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos,
32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.”
33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: “Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -
35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido,
37 y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
38 Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.

COMENTARIO

Una profecía para la eternidad

1.-Ateniéndose a la Ley de Moisés, José y María acudieron al Templo a presentar, a Dios, a Jesús que era, además, el varón primogénito (y, como sabemos, el único hijo de María)

2.-Sin embargo, en Jerusalén esperaba alguien (más en concreto, 2 personas) que desde hacía muchos años ofrecían sus oraciones a Dios soñando con que llegara el día de ver algo extraordinario.

3.-Simeón y Ana son, por decirlo así, testigos de Cristo. Los primeros que se dieron cuenta de que aquel pequeño niño, apenas después de haber pasado unos días desde que naciera, era alguien muy importante.

4.-Podemos decir que Simeón tenía algo de cercanía con el Espíritu Santo porque le había sido dicho que no moriría sin, antes, ver al Ungido de Dios, al Cristo.

5.-Y allí estaba aquel anciano, esperando, cuando se acercó la Sagrada Familia a cumplir con la Ley.

6.-Resulta difícil imaginar lo que Simeón debió sentir en su corazón. Ya estaba sobre aviso de que pasaría algo importante antes de partir hacia el definitivo Reino de Dios. Entonces, al ver a aquel niño supo, lo supo porque se lo había indicado el Espíritu de Dios, que tenía, ante sus ojos, a la salvación del mundo.

7.-Cuando Simeón pronuncia aquella oración de agradecimiento a Dios (“Ahora, Señor, puedes, según tu palabra…”) está manifestando que, efectivamente, había reconocido al Hijo de Dios; que aquella criatura era, ciertamente, Quien tanto había estado esperando. Por eso ya podía ser llamado a la casa del Padre.

Nada más quería Simeón pues ya se habían cumplido todas las expectativas de su anciana vida.

Y, además, la profecía dirigida a María: la espada que le atravesaría el corazón en el Gólgota, cruz de muerte para su hijo.

8.-Y Ana, la hija de Fanuel, también fue testigo de la llegada al Templo de Jesús, con José y María. Al igual que hiciera Simeón, alababa a Dios por aquella gran merced que le había sido hecha: ver a Jesús y reconocer, en él, a Quien, en verdad, era.

9.-Y, sin embargo, nada de esto era nuevo para Dios y, ni siquiera, para el mismo ser humano. Ya había sido todo dicho con anterioridad y ahora lo único que pasaba era que se estaba cumpliendo lo que estaba escrito.

10.-Además, Jesús, niño camino de ser hombre de bien y entregado a los demás, crecía. Esto nos indica que la vida, a pesar de ser el Hijo de Dios, también transcurría, con sus afanes y, seguro, sus problemas. Pero él se “fortalecía”, nos dice Lucas. Pero lo hacía no sólo físicamente sino, sobre todo, espiritualmente: “llenándose de sabiduría”, son las palabras que utiliza el evangelista-médico. Además, teniendo la “gracia de Dios sobre él”, en espera de su nacimiento al mundo que, al parecer, sin saberlo, le esperaba.

ORACIÓN

Padre Dios, ayúdanos a gozar con la vida espiritual de aquel niño que, llevado al Templo, fue recibido como Tu Hijo por alguien que confiaba en que lo fuera.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto

El texto bíblico ha sido tomado del Servicio de Biblia de www.catholic.net

4 comentarios

  
Jaume Canals
Cuando comentas el último punto, da la impresión que lo más importante no lo sabía...
Claro que crecia, se fortalecía y se llenava de sabiduría. Pero lo importante me parece que es la última frase: LA GRACIA DE DIOS ESTABA EN ÉL.
Si no lo hubiera sabido, el comentarios de Lucas cuando el Niño tenía 12 años y vuelve al templo, estaría fuera de lugar.
28/12/08 6:02 PM
  
Eleuterio
Jaume Canals

A lo mejor no he sabido expresarme (esto es, casi, lo más seguro)

Sin embargo, al decir, yo, "Además, teniendo la “gracia de Dios sobre él”, he querido decir que la Gracia de Dios estaba en Él, claro. Como no puede ser de otra forma.

Yo creo que al decir "sobre Él" lo que quiere decir el Evangelista (a no ser que sea cuestión de la traducción de la lengua original en la que se escribió el evangelio de Lucas) quiere decir que estaba, digamos, como cuando alguien dice que determinada persona está sobre otra lo que se quiere decir es que está, siempre, en continuo contacto, sin separación. Al menos, por decirlo así, en relación directa.

Algo así como cuando en el evangelio de Juan se dice (tengo entendido) "La Palabra estaba con Dios" lo que, en realidad quiere decir es "La Palabra estaba frente a Dios" (que viene a ser la traducción del griego bíblico; esto no lo digo porque lo sepa yo con mi propio estudio sino porque así me lo comunicó una teóloga que sí sabía lo que decía) en relación dialogante continua.

Aunque espero, francamente, no haber liado más la cosa.

De todas formas, es evidente que la Gracia de Dios estaba "en" Cristo, pues es de creencia y de fe que forman (El Padre y el Hijo), siendo dos personas distintas, con el Espíritu Santo, otra persona distinta, un solo Dios, así como también sabemos que la distinción de personas no radica en la naturaleza de las mismas (que es la misma divinidad) sino la intervención de cada una de ellas en la historia de la salvación.

Pero, repito, espero no haber liado más la cosa. A veces es mejor no meterse en camisa de once varas.
28/12/08 8:03 PM
  
Jaume Canals
Eleuterio te has liado, pero llegamos al mismo sitio.
Solo Lucas redacta una infancia de Jesús muy singular, de ahí, que hay dos o tres apartados que se deberían leer seguidos para comprender el crecimiento del niño Jesús y su naturaleza (según Lucas).
El primero es el que tenemos entre manos: “La gracia de Dios estaba en Él” y el segundo es cuando esta en el templo y contesta a sus padres (Lc 2,49): “¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre?”.
Estos acontecimientos nos hacen comprender o entrever que Jesús era consciente de Él mismo, desde su infancia, con la coletilla de que también “la gracia ante Dios” iba creciendo.. (Lc 2,52), es decir, el conocimiento de si mismo fue gradual.

Pd: Siento que mis pinitos en teología no te los pueda confirmar, pues sólo utilizo la lógica.
28/12/08 10:17 PM
  
Eleuterio
Jaume Canals

De todas formas, gracias por la explicación dada sobre la infancia de Jesús que explica, por así decirlo, algunas cosas de la misma.

Por otra parte, yo estoy seguro que Jesús era consciente de quien era porque, de no haber sido así, no se explicaría el paulatino descubrimiento que, de su persona, hace a sus más cercanos discípulos aunque ellos no acaben de comprenderlo.
28/12/08 11:59 PM

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