InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Sobre el autor

6.05.09

Volver a empezar no es sólo un título

En determinadas ocasiones se nos presenta la posibilidad (no siempre esto es posible) de decidir sobre algo y, también, en determinadas ocasiones, podemos hacer una cosa o la otra.

Ahora mismo, a partir de ya, el que esto escribe puede repetir el título de aquella película de José Luis Garci y que no es otro que “Volver a empezar” con un sentido algo extraño.

La extrañeza del caso no es que se vuelva a empezar sino que, en realidad, se siga haciendo lo mismo pero con un espíritu que es, más que nunca, libre.

La libertad, don de Dios, sólo se tiene cuando se alcanza. Como un valor fundamental de la existencia de un ser humano define, a la perfección, la dignidad del mismo. Así, cuando somos libres porque no nos sometemos a nada ni a nadie que nos fuerce a ser sometidos, manifestamos una dignidad propia de un hijo de Dios.

Somos, así, hijos de Dios… ¡y lo somos!, como dice el evangelista Juan en una expresión acertada y gozosa.

Sin embargo, y al contrario, cuando decidimos que de nuestra vida y comportamiento, ser libres es, sólo, un traje espiritual que nos ponemos a nuestra conveniencia y a nuestro gusto nos quitamos, entonces no somos libres sino que, al contrario, manifestamos la peor de las esclavitudes que es la que emana de las circunstancias de nuestra existencia, la que nos ata a otro a otros y a sus intereses que, a lo mejor, confundimos con los nuestros en un afán de mimetismo con la realidad.

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30.06.08

Creo que es necesaria una presentación

Dice el príncipe de los Apóstoles, san Pedro, que hay que estar “siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1Pe 3:15)

Y hoy día son muchas las ocasiones en las que se nos pide dar tal razón: unas veces por acción propia y otras por omisión ajena o por actos contrarios a la fe.

Me da la impresión que me han dado una gran oportunidad que no puedo, ni debo, desaprovechar porque, como suele decirse, determinados trenes sólo pasan una vez por la vida de las personas. Y si yo, que llevo un tiempo creándome las estaciones donde esperar que pase uno de tales vehículos, no puedo, sino, subir los imaginarios escalones que me lleven dentro de la libertad que, bien ganada, tiene la Religión, lo religioso, en la página web en la que moramos, existimos y somos.

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