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12.04.16

Un amigo de Lolo – La vocación de cada uno

Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

La vocación de cada uno

 

“Nunca muere el lucero de la madrugada, ni el sol lo ahoga. Sólo ocurre que cambia de cielo. De noche está alto, como un recuerdo; y de día se suspende de las sienes de los hombres, como una hoguera. La vocación, de hecho, es un ascua de Dios que mientras dormimos, descansa en el candelero del firmamento, iluminando los sueños y, cuando al fin despertamos, desciende hasta nosotros, para encajar como faros de gloria en el corazón y la frente. Como el sol tiene sus rayos infrarrojos, el hombre ahonda en el ámbito sobrenatural con el haz de la vocación. ¿Por qué ese hombre traza líneas que yo no puedo; y yo, en cambio, alcanzo misterios que él no intuye? Porque en el extraordinario reparto de dones, a cada uno se le ha abierto un ángulo de los secretos divinos. La vocación es un ir por la oscuridad de la tierra con una lámpara del incandescente fuego de lo alto. Del mundo tenemos nuestro cuerpo, las manos, la materia; del Paraíso, la ilusión, el ardor, la atracción, la perspectiva. Todos los hombres somos así paseados de algún modo por el cielo. Se puede ahogar una vocación, pero nunca desconocerla. En algunos parecerá exuberante y en otros humilde, pero en todos será propia, esencial y necesaria. Lo que, en definitiva, salva, no es el honor o la riqueza, sino el fin. “(Las estrellas se ven de noche, p. 27).

A cada uno lo que Dios le da y sea capaz de llevarlo a cabo. Algo así es lo que nos dice Manuel Lozano Garrido en este texto de su libro póstumo “Las estrellas se ven de noche”) Y acierta, como no puede ser de otra forma, este enfermo con fama, ya en vida, de santidad.

Se refiere a la vocación o, lo que es lo mismo, lo que cada cual quiere de hacer de su vida… si le dejan o, incluso, se deja él mismo.

Es bien cierto que lo que, en algunos momentos, puede parecer no ser vocación en nuestra vida es más que posible que lo acabe siendo de ser capaces de darnos cuenta de la misma. Pero la vocación, en cuanto tal, es posible reconocerla.

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