InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2016

1.01.16

Comentarios de Precepto - Santa María, Madre de Dios

 

 

 

Están dedicados los “Comentarios de Precepto” al oportuno y merecido acercamiento a determinados días del año que considera la Iglesia Católica deben ser celebrados aunque no coincida su celebración con el Día del Señor. Por eso procuramos hacer un comentario a los textos en su conjunto y no, únicamente, al texto del Evangelio que comentamos los domingos.

 

Los textos para el día de hoy, Santa María, Madre de Dios, establecidos en el Calendario Litúrgico, son los siguientes:

 

Nm 6, 22-27

“Habló Yahveh a Moisés y le dijo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: ‘Así habéis de bendecir a los israelitas. Les diréis: Yahveh te bendiga y te guarde; ilumine Yahveh su rostro sobre ti y te sea propicio; Yahveh te muestre su rostro y te conceda la paz.’ Que invoquen así mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.”

Sal 66

“Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.

¡Dios nos tenga piedad y nos bendiga, su rostro haga brillar sobre nosotros!

Para que se conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación entre todas las naciones.

¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!

Alégrense y exulten las gentes, pues tú juzgas al mundo con justicia, con equidad juzgas a los pueblos,  y a las gentes en la tierra gobiernas.

¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!

La tierra ha dado su cosecha: Dios, nuestro Dios, nos bendice.

¡Dios nos bendiga, y teman ante él todos los confines de la tierra!”

Ga 4, 4-7

“Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.”

Lc 2, 16-21

“Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.”

 

COMENTARIO

María, Madre de Dios y Madre nuestra

1.- El texto del libro de los Números representa muy bien el tratamiento que Dios da, y dará, a la Virgen María, quien aceptó, en la Encarnación, ser la madre de su Hijo. Eso que dice, “que el Señor te bendiga y te proteja, que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia, que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz y que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré”. Con todo esto nos viene a decir, a nosotros, sus hijos, que hemos de bendecir a María, que hemos de reclamar su protección, que hemos de demandar, de ella, la paz e invocar el nombre de Dios. Así, de esa forma, de esa magnífica forma, podemos comenzar este nuevo año de una manera profunda pero sencilla, digna y, a la vez, llena de futuro. Que hemos de tratarla como lo que es, como Madre de Dios y Madre nuestra.

2.- Según dice el Salmo 66, ese “que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias” y ese “que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra” nos trae al recuerdo, en este primer día del nuevo año, en este día de Sta. María, Madre, que hemos de agradecer, a Dios, a Nuestro Señor, todo aquello que somos, que nunca agradeceremos bastante, a este Nuestro Padre/Madre que nos creó a través de nuestros padres terrestres, lo que nos dio, que sólo con una vida acorde con lo que profesamos, actuaremos de forma coherente, sencilla, válida.

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