InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2016, 21

21.01.16

El rincón del hermano Rafael – Nada que no sea Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.   

Nosotros vamos a dedicar nuestra atención a un libro en particular. Recoge los diarios de San Rafael Arnaiz entre el 16 de diciembre de 1937 y el 17 de abril de 1938y está editado por la Asociación Bendita María.

Vayamos, de todas formas, ahora mismo, a escribir sobre el protagonista de esta nueva serie.

Cuando Dios tiene a bien escoger a uno de sus hijos para que siga una vida de fe acentuada hace que se note desde la corta edad. Y eso era que le pasaba a Rafael: daba muestras de que las cosas de Dios le interesaban más que al resto de sus compañeros de la infancia.

Sin embargo, desde temprana edad enfermó y empezó a llevar su particular cruz.

Aunque Rafael, dotado de una precoz inteligencia, parecía tener una vida en el mundo, en el siglo, de especial importancia (se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid) no podía evitar, ni quería, su voluntad de profundizar en su vida espiritual.

Tal es así que ingresó en el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas el 15 de enero de 1934.

La enfermedad que arriba hemos citado, la diabetes sacarina, le obligó a abandonar el monasterio en tres ocasiones pero volvió en otras tres ocasiones porque bien sabía que no otro era el camino espiritual que debía seguir.

Cuando recién había estrenado los 27 años Dios lo llamó cabe sí un 26 de abril de 1938 siendo sepultado en el monasterio donde había ingresado para seguir una vida espiritual acorde con su voluntad de hijo del Creador.

El caso es que la fama de santidad de un católico tan joven y tan entregado a su fe no tardó en salir de los muros del monasterio. Y es que aquello que había escrito estaba dotado de una especial atracción. Tal es así que el 20 de agosto de 1989, san Juan Pablo II lo propuso como modelo para los jóvenes que iban a acudir a la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Santiago de Compostela. Y unos pocos años después, en 1992 fue beatificado (el 27 de septiembre).

Pero, seguramente, no bastaba con el reconocimiento que se hacía entonces. El Beato Rafael iba a subir un escalón más en el Cielo y el 11 de octubre de 2009 el ahora emérito Benedicto XVI canonizaba a quien había sabido comunicar al mundo que sólo Dios era suficiente para llevar una existencia propia de un buen y fiel hijo.

Que Dios nos ayude a acercarnos lo mejor posible al pensamiento espiritual de San Rafael Arnáiz, el hermano Rafael. Y, de paso, le pedimos que  interceda por nosotros. 

 VIII-Dios-y-mi-alma

Nada que no sea Dios

27 de febrero de 1938 – domingo

“Humilla tu cara en el polvo, hermano Rafael, y deja ya de pensar en nada que sea barro, que sea criatura, que sea mundo, que seas tú… Llena tu alma del amor de Cristo; besa sus llagas; abrázate a su Cruz; sueña y piensa y duerme en El… ¡Qué bien se descansa a los pies del dulce Madero! ¿Qué bien se duerme agarrado al crucifijo!”

 

Este texto del hermano Rafael reproduce la clásica estructura de las narraciones escritas: tiene una presentación, tiene un nudo y tiene un desenlace. Veamos esto.

Presentación

San Rafael Arnáiz sabe qué es, cómo. Como en otros muchos textos de este su diario es consciente de ser nada ante Dios Creador y Padre. Pero lo ahora abunda en algo que es muy importante detectar, darse cuenta, en la vida del Hijo del Todopoderoso.

Queremos decir que el hermano Rafael tiene las cosas muy claras y bien determinadas en su corazón. Por eso sabe que no debe pensar más de la cuenta en lo mundano porque sólo Dios es importante. Y no quiere pensar en eso porque está más que seguro (seguramente expresa aquí la propia experiencia) que le distrae del verdadero centro de atención de su vida que no es otro que Dios mismo.

Leer más... »