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17.09.15

Libro: Novena a las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio

 

                                                                                                                        

Título: Novena a las Benditas Almas del Purgatorio

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 46

Precio aprox.: 3,88 € papel – 1 € Libro electrónico 

ISBN Papel: 978-1-326-40989-0

ISBN eBook: 978-1-326-41003-2

Año edición: 2015

Lo puedes adquirir en Lulu, en versión papel y en versión eBook.

                                      

Novena a las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio

                  

En el libro de Jean Guitton “Retrato de Marta Robin” dice, en un momento determinado, la Venerable francesa:   

 

El Purgatorio no es un purga. Es algo grande y serio. Yo diría una cosa noble. Son sufrimientos, pero sufrimientos de amor, de verdadero amor, de puro amor. Las almas intentan ir hacia Dios, se apresuran… pero no llegan. ¡Si vierais qué desgarrón! Aún no es su hora, que queda aplazada. Cuanto más se desea salir, más se busca entrar en él. Se debiera llamar ‘purificatorio’. Todo debe ser purificado. Nuestras mismas intenciones deben ser purificadas. Nunca sabemos si nuestras intenciones son perfectamente puras. Teresa del Niño Jesús, que era tan pura, ¿tenía siempre intenciones perfectamente puras?

Aportamos este testimonio para acogernos al mismo y llamar, desde ahora mismo, también Purificatorio a lo que, tradicionalmente, se ha llamado Purgatorio. No queremos, con esto, desdecir lo hasta ahora dicho sino manifestar que, como dice Marta Robin, en tal estado espiritual que se alcanza antes de llegar al Cielo y como remedio a nuestras manchas del alma no limpiadas en nuestra vida terrena, nos purificamos para alcanzar el Cielo en total limpieza.

Esto, con ser importante, no es lo que más nos debe importar sino algo que es, en sí mismo, el objeto de esta novena. Tiene todo que ver con la necesidad que tienen las almas que se encuentran en el Purificatorio de pedir por ellas. En sí mismas, ellas no pueden merecer ya. Pasó el tiempo en el que los cuerpos a los que estaban unidos, podían acumular la vida eterna. Pero ahora, en tal estado de cosas espirituales (a la espera del Cielo) no pueden hacer nada más que dar gracias a Dios por encontrarse así y esperar, de los miembros de la Iglesia militante, que se dirijan a Dios oraciones por ellas para que, volviendo la gloria que se da al Todopoderoso con las mismas el Creador las revierta en beneficio de las que esperan la Visión Beatífica.

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