InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Agosto 2015

25.08.15

Un amigo de Lolo – Oración para compartir el dolor con Cristo

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

 

Oración para compartir el dolor con Cristo

 

“Fíjate y ten en cuenta, Señor, las torpezas de mi aprendizaje.  Marchar por el camino de las tinieblas es como arrastrar una zarza por un sendero, que a todos hiere. Ven Tú y que yo me agarre a tu hombro de lazarillo para que el dolor de esta hora sea un secreto que queda a medias entre ambos.” (Extraída de “Las golondrinas nunca saben la hora”)

 

Nosotros, los hermanos de Jesús, conocemos bastante bien lo que tuvo que padecer el Mesías desde que lo apresaron en el Huerto de los Olivos. Si bien es posible que no seamos capaces de comprender todo su sufrimiento es cierto que podemos imaginar lo que tuvo que pasar hasta que expiró en la Cruz y entregar su espíritu a Dios.

Por lo apenas dicho tenemos a Jesús por un hombre que supo sobrenaturalizar el dolor y que lo ofreció a Dios perdonando, además, a los que le estaban matando de una forma tan injusta y tan ilegítima. Sufrimiento y misericordia al mismo tiempo son las características propias del mártir y, en tal sentido, Cristo fue el mártir por antonomasia: testigo de Dios, de su perdón y de su amor.

Al respecto del sufrimiento, podemos decir sin temor a equivocarnos que cuando un ser humano cae en un tal abismo, difícilmente sufrirá solo. Es decir, otras muchas personas se verán afectadas (al menos interiormente) por el dolor ajeno: familia, amigos…

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23.08.15

La Palabra del Domingo - 23 de agosto de 2015

 Biblia

Jn 6, 60-69

 

“60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: ‘Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?’ 61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ‘¿Esto os escandaliza? 62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?…63 ‘El espíritu es el que da vida;          la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida.64 ‘Pero hay entre vosotros algunos que no creen.’ Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65      Y decía: ‘Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.’ 66 Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. 67 Jesús dijo entonces a los Doce: ‘¿También vosotros queréis marcharos?’ 68 Le respondió Simón Pedro: ‘Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, 69 y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.’”

      

 

COMENTARIO

 

Algunos sí comprendieron

 

Después de, en dos ocasiones, haber tratado, Jesús, de que los que lo oían comprendiesen qué era eso de su cuerpo y su sangre, qué suponía la vida eterna que tendría quien creyese en Él, tenía que producirse, como no podía ser de otra forma, el desenlace de esa conversación.

Podemos imaginarnos al Maestro sentado, en apacible charla con sus discípulos y otros más que podían acompañarles. Vemos a Jesús rodeado de muchas personas que oían su mensaje, y pensemos, por un momento, que estamos entre ellos para, así, tratar de comprender mejor lo que decía.

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22.08.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Cristo dijo varón y hembra; dijo varón y hembra, ¿verdad?

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia?" (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Cristo dijo varón y hembra; dijo varón y hembra, ¿verdad?

Y Jesús dijo… (Mt 19, 4-5)

“Él respondió: ‘¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo,= los hizo varón y hembra, = 5 y que dijo: = Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? =”

 

Hace ya tiempo que pasan cosas como ésta. Sin embargo, en los últimos decenios se ha acrecentado la consideración de la realidad como a cada cual le conviene. El caso es que cuando lo que conviene tiene tintes ideológicos suele la cosa acabar mal.

Eso pasa con el tema del matrimonio donde la ideología de género ha hecho y está haciendo un daño que, a lo mejor, es irreparable.

Resulta que es posible, al parecer, que un hombre y un hombre y una mujer y una mujer puedan contraer matrimonio. Bueno, es lo que sostienen, defienden y legislan aquellos que quieren cambiar las cosas naturales que, como la cosa dice, son de naturaleza como son. Y es que, por mucho que quieren decir y hacer, lo natural es lo que de origen es como es. Por eso es natural.

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21.08.15

Estos quieren borrar las huellas de los suyos

 

Podemos imaginar que cuando alguien alcanza el poder después de la celebración de unas elecciones se alegra mucho. Han sido muchos los esfuerzos realizados para conseguir tal fin y, ahora, ha llegado el momento de hacer efectivo su programa electoral.

Esto es lógico y, además, no se puede esperar otra cosa. Es lo que hay.

Sin embargo, hay muchas formas de llevar a cabo el supradicho programa electoral: buenas y malas, admisibles e inadmisibles. Es más, según se lleve a cabo no será la primera vez que no se cumpla nada del mismo. Y es que ya dijo un alcalde de Madrid (España), de apellidos Tierno Galván (de mala memoria) los programas electorales están “para no cumplirlos”. De ahí la honradez del susodicho, ya fallecido, personaje.

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20.08.15

Serie “Lo que Cristo quiere de nosotros” – Cristo quiere que le dejemos espacio en nuestro corazón

  

Somos hijos de Dios y, por tanto, nuestra filiación divina, supone mucho. Por ejemplo, que en la misma tenemos a un hermano muy especial. Tan especial es que sin Él nosotros no podríamos salvarnos. Sencillamente moriríamos para siempre. Por eso entregó su vida y, por eso mismo, debemos, al menos, agradecer tan gran manifestación de amor. Y es que nos amó hasta el extremo de dar su vida por todos nosotros, sus amigos.

El Hijo del hombre, llamado así ya desde el profeta Daniel, nos ama. Y nos ama no sólo por ser hermano nuestro sino porque es Dios mismo. Por eso quiere que demos lo mejor que de nosotros mismos puede salir, de nuestro corazón, porque así daremos cuenta de aquel fruto que Cristo espera de sus hermanos los hombres.

Jesús, sin embargo o, mejor aún, porque nos conoce, tiene mucho que decirnos. Lo dijo en lo que está escrito y lo dice cada día. Y mucho de los que nos quiere decir es más que posible que nos duela. Y, también, que no nos guste. Pero Él, que nunca miente y en Quien no hay pecado alguno, sabe que somos capaces de dar lo mejor que llevamos dentro. Y lo sabe porque al ser hijos de Dios conoce que no se nos pide lo que es imposible para nosotros sino lo que, con los dones y gracias que el Padre nos da, podemos alcanzar a llevar a cabo.

Sin embargo, no podemos negar que muchas veces somos torpes en la acción y lentos en la respuesta a Dios Padre.

A tal respecto, en el evangelio de san Juan hace Jesús a las, digamos, generales de la Ley. Lo dice en 15, 16:

“No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”..

En primer lugar, no nos debemos creer que nosotros escogemos a Cristo. Quizá pudiera parecer eso porque, al fin y al cabo, somos nosotros los que decimos sí al Maestro. Sin embargo, eso sucede con el concurso de la gracia antecedente a todo lo que hacemos. Por eso es el Hijo de Dios el que nos escoge porque antes ha estado en nuestro corazón donde tenemos el templo del Espíritu Santo.

Pero importa saber para qué: para dar fruto. Y tal dar fruto sólo puede acaecer si damos cumplimiento a lo que Jesucristo espera de nosotros. Y que es mucho porque mucho se nos ha dado.

  

Cristo quiere que le dejemos espacio en nuestro corazón

 

 

 

 

Los creyentes y discípulos de Cristo que militamos en la Iglesia católica, aquella que fundó el Hijo de Dios y que es, a tal respecto, la única que es verdadera (alejando de sí herejías existentes) somos conscientes de algo muy importante y que nunca debemos olvidar: el corazón lo podemos llenar con algo crucial o con lo que no tiene importancia.

Quien quiere vivir en el mundo y, siendo católico, sabe que hay cosas que no puede aceptar porque van contra la doctrina de su fe, puede estar de acuerdo con la mundanidad o con su fe. Ciertamente a veces pudiera parecer mejor no contrariar las proposiciones que se hacen desde el siglo porque, de hacerlo así, se puede vivir más que mal. Sin embargo, como hijos de Dios que somos cada uno de nosotros sabemos que no todo se puede aceptar porque no todas las proposiciones de las que hablamos aquí están de acuerdo con la doctrina que llena nuestro corazón de fieles.

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