InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Abril 2015

7.04.15

Un amigo de Lolo – El apoyo grande del ejemplo de Cristo

Lolo

 

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

El apoyo grande del ejemplo de Cristo

 

 

“Para mí, el misterio más sublime y doloroso es el Getsemaní. En tus momentos de desánimo di mucho que “sí”, sólo “sí”. Esfuérzate en desechar los pensamientos tristes y ya verás cómo en medio de tu tribulación, aunque no desaparezca, has de empezar a sentir al fondo un algo que anima y conforta: es la alegría de la aceptación, el consuelo de la fe”. (Cartas con la señal de la cruz, p. 107)

 

“El consuelo de la fe” es una expresión que nos dice mucho acerca del sentido que la misma tiene para un creyente católico. Y es que no es una especie de bálsamo que todo lo cura sino que es, en verdad, instrumento espiritual que nos puede sacar de muchos atolladeros en los que nos hayamos metido.

Todo parte, sin embargo, de un momento concreto de la historia de la salvación. Y es aquel en el que un hombre, el Hijo de Dios, estaba postrado orando al Padre y tuvo que optar entre el sí al Creador y el sí a su vida humana. Y optó.

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5.04.15

La Palabra del Domingo - 5 de abril de 2015

Biblia

Lc 24, 13-35:

 

“13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; 16        pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.        17 El les dijo: ‘¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?’ Ellos se pararon con aire entristecido.18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ‘¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?’  

 

19 El les dijo: ‘¿Qué cosas?’ Ellos le dijeron: ‘Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, 23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él  vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no  le vieron.’ 25         El les dijo: ‘¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?’27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.

 

29 Pero ellos le forzaron diciéndole: ‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.’ Y entró a quedarse con ellos. 30 Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.32 Se dijeron uno a otro: ‘¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino  y nos explicaba las Escrituras?’ 33  Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con  ellos,  34       que decían: ‘¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!’ 35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan”.

        

 

MEDITACIÓN

 

1.-Muy sintomático es este ejemplo que los discípulos de Emaús nos ofrecen a todos los cristianos. Del todo a la nada casi de inmediato o, mejor, sin tener en cuenta aquello que había pasado apenas hacía unas horas.

 

Como viene a ser normal, y lógico, la naturaleza del hombre le lleva, nos lleva, a huir del peligro y a no afrontarlo. Cleofás y su compañero huyen, tratan de evitar, quizá, una persecución que acabara con sus vidas como acababa de ocurrir con la de su Señor. Pero, lo que no sabían era que, en ese camino de regreso al pasado, que viene a ser este ir a Emaús, huyendo de la bondad y refugiándose en el anonimato, volverían a encontrarse con su misma vida. Y así fue.

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4.04.15

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – De dónde venimos y a dónde vamos.

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en losversículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuánto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

 De dónde venimos y hacia dónde vamos

 

Y Jesús dijo… (Jn 3, 3-7)

“Jesús le respondió: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.’

Dícele Nicodemo: ‘¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?’

Respondió Jesús: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu  no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto’”

Sabemos que Nicodemo, una persona muy bien considerada en la comunidad judía del tiempo de Jesús, era discípulo de Jesús. Lo era, eso sí, en secreto pues bien sabía aquel hombre que serlo públicamente le hubiera supuesto mucho en su contra y, en caso de necesitarle el Maestro poco podría haber hecho.

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3.04.15

Por nosotros; es que murió por nosotros

 

Crucifixus etiam pro nobis

(Por nuestra causa fue crucificado)

 

 

Ahogada  en oración la pena por saber la partida,  fijado el mensaje primordial que lleva la paz al alma de quien ama,  entreabierta la puerta del Reino de Dios con el cumplimiento de lo dicho, vuelve a anunciar, camino hacia el orar,  la desdicha de cuanto ha de suceder, el misterio de un fin tan amado.

 

Conocido el bienestar del camino que lleva a la Palabra, dado a cada cual lo que en verdad le corresponde y visitado el corazón de los comensales: cena última, partir hacia la eternidad, renueva, ahora, el pacto que Dios hizo con el Hijo, adorador de ese tiempo de memoria y de virtuosidad del devenir, pensamiento recaído en el recuerdo hacia lo permitido y en lo que las Tablas dijeron… valioso es cada paso que se da hacia la oración,  hacia donde el afán por pedir paz es mayor que el sufrir, hacia donde la meditación sustituye a la presencia de la angustia y la esperanza en el perdón es implorada con ansia.

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2.04.15

El amor que siempre ama

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,  así os améis también vosotros los unos a los otros”. (Jn 13. 34)

      

 

 

El amor, así dicho, sabemos lo que es y, sobre todo, lo que significa: es amor cuando un ser humano manifiesta una querencia muy especial por otro y lo demuestra (mejor que lo demuestre a que lo guarde para sí); es amor cuando se es capaz de perdonar cuando se nos ha ofendido; es amor, en fin, cuando sabemos que somos amados por otros hermanos nuestros.

 

Pero el amor también es servicio.  Y Jesús bien que lo demostró en un momento fundamental de la historia de la salvación.

 

Digamos, antes de continuar, que llamamos amor fraterno porque es el que se manifiesta entre hermanos. El caso es que, como todos somos hijos de Dios hay algo que nos une con un lazo muy fuerte y es un algo que se llama “filiación divina”: todos somos hermanos, pues; todos somos hijos del Padre. Y por eso el amor llamado fraterno quiere decir el amor en sentido extenso y no limitado a los nuestros (¿qué mérito tenéis si hacéis eso?, podría decirnos Cristo y, de hecho, lo dice en una ocasión en Lc 6, 32 o Mt 5, 46)

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