InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Diciembre 2014

26.12.14

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: instrucciones para los momentos de tinieblas.

Papa Francisco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

  

 Instrucciones para los momentos de tinieblas (3 de febrero de 2014)

Papa Francisco en Santa Marta

 

“En los momentos difíciles de la vida no se debe ‘negociar a Dios’ usando a los demás para salvarse a sí mismo: la actitud correcta es hacer penitencia, reconociendo los propios pecados y encomendándose al Señor, sin ceder a la tentación de ‘hacer justicia con las propias manos’. En la misa celebrada el lunes 3 de febrero el Papa Francisco propuso nuevamente el testimonio del rey David, ‘santo y pecado’», en el «momento de oscuridad» de la huida de Jerusalén por la traición del hijo Absalón. Al término de la celebración, el día de la memoria litúrgica de san Blas, dos sacerdotes impartieron al Papa y a todos los presentes la tradicional bendición con dos candelas puestas en la garganta en forma de cruz.

Para su meditación el Pontífice partió de la primera lectura, tomada del segundo libro de Samuel (15, 13-14.30; 16, 5-13a). ‘Hemos escuchado —dijo— la historia de ese momento tan triste de David, cuando tuvo que huir porque su hijo lo traicionó’. Son elocuentes las palabras de David, que llama a Absalón ‘hijo nacido de mis entrañas’. Estamos ante ‘una gran traición’: incluso la mayor parte del pueblo se agrupa ‘con el hijo contra el rey’. Se lee, en efecto, en la Escritura: ‘el corazón de los israelitas sigue a Absalón’. Verdaderamente para David era ‘como si este hijo estuviese muerto’.

¿Qué hace David ante la traición del hijo? El Papa indicó ‘tres actitudes’. Ante todo, explicó, ‘David, hombre de gobierno, acoge la realidad como es. Sabe que esta guerra será muy dura, sabe que allí habrá muchos muertos del pueblo’, porque está ‘una parte del pueblo contra la otra’. Y con realismo realiza ‘la opción de no hacer morir a su pueblo’. Cierto, hubiese podido ‘luchar en Jerusalén contra las fuerzas de su hijo. Pero dijo: no, no quiero que Jerusalén sea destruida’. Y se opuso incluso a los suyos que querían llevar el arca, ordenándoles que la dejaran en su sitio: ‘Que el arca de Dios permanezca en la ciudad’. Todo esto muestra ‘la primera actitud’ de David, que ‘para defenderse no usa ni a Dios ni a su pueblo’, porque sentía por ambos un ‘amor muy grande’.

‘En los momentos malos de la vida —destacó el Pontífice— sucede que, tal vez, en la desesperación uno busca defenderse como puede’, incluso ‘usando a Dios y a la gente’. En cambio David nos muestra cómo su ‘primera actitud’ es precisamente ‘la de no usar a Dios y a su pueblo’.

La segunda es una ‘actitud penitencial’, que David asume mientras huye de Jerusalén. Se lee en el pasaje del libro de Samuel: ‘Subía llorando’ por la montaña ‘y caminaba con la cabeza cubierta y descalzo’. Pero, comentó el Papa, ‘pensad lo que significa subir el monte descalzo’. Lo mismo hacía la gente que estaba con él: ‘llevaban cubierta la cabeza y subían llorando’.

Se trata de ‘un camino penitencial’. Tal vez, continuó el Pontífice, David en ese momento ‘en su corazón’ pensaba en ‘muchas cosas malas’ y en los ‘numerosos pecados que había cometido’. Y probablemente se decía a sí mismo: ‘Pero yo no soy inocente. No es justo que mi hijo me haga esto, pero yo no soy santo’. Con este espíritu David ‘elige la penitencia: llora, hace penitencia’. Y su ‘subida al monte’, indicó una vez más el Papa, ‘nos hace pensar en la subida de Jesús. También Él dolido y descalzo, con su cruz, subía al monte’.

David, sin embargo, vive una ‘actitud penitencial’. Cuando a nosotros, en cambio, dijo el Papa, ‘nos sucede algo por el estilo en nuestra vida, siempre buscamos —es un instinto que tenemos— justificarnos’. Al contrario, ‘David no se justifica. Es realista. Busca salvar el arca de Dios, a su pueblo. Y hace penitencia’ subiendo al monte. Por esta razón ‘es un grande: un gran pecador y un gran santo’. Cierto, añadió el Santo Padre, ‘cómo vayan juntas estas dos cosas» sólo «Dios lo sabe. Pero ésta es la verdad’.

A lo largo de su camino penitencial el rey encuentra a un hombre de nombre Semeí, que le ‘arrojaba piedras’ a él y a quienes le acompañaban. Es ‘un enemigo’ que ‘lanzaba maldiciones’ dirigidas a David. Así, Abisay, ‘uno de los amigos de David’, propuso al rey capturarlo y matarlo: ‘Éste es un perro muerto’ le dijo con el lenguaje de su tiempo para remarcar en qué sentido Semeí era ‘una persona mala’. Pero David se lo impidió y ‘en lugar de elegir la venganza contra tantos insultos, eligió encomendarse a Dios’. Se lee, en efecto, en el pasaje bíblico: ‘Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita —este Semeí—. Dejadle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día’. He aquí la tercera actitud: David ‘se encomienda al Señor’.

Precisamente ‘estas tres actitudes de David en el momento de la oscuridad, en el momento de la prueba, pueden ayudarnos a todos nosotros’ cuando nos encontramos en situaciones difíciles. No se debe ‘negociar nuestra pertenencia’. Luego, repitió el Pontífice, es necesario ‘aceptar la penitencia’, comprender las razones por las cuales se ‘necesita hacer penitencia’, y así saber ‘llorar sobre nuestros errores, sobre nuestros pecados’. Por último, no se debe buscar hacer justicia con las propias manos, sino más ‘encomendarse a Dios’.

El Papa Francisco concluyó la homilía invitando a invocar a David, que nosotros ‘veneramos como santo’, pidiéndole que nos enseñe a vivir ‘estas actitudes en los momentos difíciles de la vida’. Para que cada uno sea ‘un hombre que ama a Dios, que ama a su pueblo y no lo negocia; un hombre que sabe que es pecador y hace penitencia; un hombre que está seguro de su Dios y se encomienda a Él’.

No podemos negar que, en muchos momentos de nuestra vida o, al menos, en algunos, vamos a pasar por una tiniebla espiritual que nos puede hundir en el abismo más profundo.

Ante eso es posible que caigamos en la tentación, como dice el Papa Francisco, de usar a nuestro prójimo con la intención de salvarnos a nosotros mismos. Al contrario debemos actuar y, en concreto, recomienda el Santo Padre, hacer penitencia y, reconocimiento nuestros pecados, encomendarse a Dios. Además, no cabe tomarnos la justicia por nuestra mano.

Para dar a entender cuál es la forma de actuar ante una situación de tal jaez toma el ejemplo de David, rey escogido por Dios para dirigir a su pueblo.

Ante una situación difícil por la que iba a pasar aquel rey no cedió a la tentación de usar a su pueblo o a Dios mismo en el conflicto bélico que se estaba preparando. Y eso le viene muy bien al Papa Francisco para, a modo de ejemplo, dar a entender que en los momentos difíciles no debemos hacer lo que podría haber hecho David. Él no quiso valerse ni de su prójimo ni de Dios y, al contrario, manifestó una primera actitud que consiste, precisamente, en no hacer eso.

Pero aquel hombre, además, adoptó una actitud penitencial porque se reconocía no santo, no inocente y aunque su hijo le hiciera lo que no debía hacer no por eso iba a mantener que él era totalmente inocente o no culpable de nada. Sabe, y se da cuenta, de que Dios, que todo lo conoce, estará al cabo de la calle de su corazón.

Al contrario, sostiene el Papa, hacemos nosotros. Es decir, si pasamos por una situación similar a la que pasó David (o similar según sean las circunstancias) podemos caer en la tentación de justificarnos: nosotros no somos culpables de nada o, en todo caso, tenemos alguna justificación a mano para salir adelante.

Pero si no era suficiente tanto la penitencia como el no usar a su prójimo o a Dios, David adopta una tercera actitud: se encomienda a Dios.

Haciendo eso aquel hombre, que estaba en plena tiniebla de su vida, actúa de la mejor forma posible pues Dios, que todo lo sabe, no es del gusto de que sus hijos se maten entre sí y prefiere que cada cual reconozca sus propias culpas y pecados. Y eso es lo que hace David y eso es lo que el Papa Francisco nos recomienda a nosotros mismos.

Al fin y al cabo, David (y nosotros con él) debemos tener más que claro qué es lo que nos conviene: si salir de la tiniebla o agrandar la oscuridad de la misma con nuestra actitud. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 El Pensador

 

La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en: 
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor. 
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris. 
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas. 
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris 
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR") 
c/. Rosario 47-49 
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El Vicario de Cristo pastorea a la grey de Dios porque sabe que es lo que Dios quiera que haga. 
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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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25.12.14

¡Feliz Navidad!

 

 

 

 

 

 

De muchas formas se puede decir que Cristo ha nacido, que ha venido porque quiso venir al mundo Dios y se hizo hombre, se encarnó y… fue. 

Sin embargo, todas ellas encierran una verdad, la Verdad misma que se ha hecho carne para ser como nosotros en todo menos en el pecado. Cristo, pues ha nacido y nosotros, que somos sus hermanos y, gracias a su venida, salvos sólo podemos decir ¡Gracias!, Dios nuestro Padre  se ha gozado en eso… y estamos alegres.

¡Feliz Navidad!

  

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Nazareno

 

 Por la libertad de Asia Bibi. 

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Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Cuando nace Jesús sabemos que algo ha cambiado en el mundo. ¿Y en nosotros?

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24.12.14

¡Noche Buena Feliz, Feliz Noche Buena!

 

No hace falta mucho para decir lo que hay que decir en este día, en esta noche que, como siempre desde que fue la primera, nos trae a Jesucristo, Hijo de Dios y hermano nuestro.

 

Trajo la paz, el amor y la salvación para todo el género humano a cambio de aceptarlo como Quien es.

 

Feliz, pues, día; feliz Noche Buena a todos.

 

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Nazareno 

 

Por la libertad de Asia Bibi. 

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Esta es una noche perfecta para que nuestro corazón acuerde con el de Dios una entrega eterna.

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23.12.14

Un amigo de Lolo – Así es Dios para con nosotros

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

  

Libro de oración

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 Así es Dios para con nosotros

 

Ocurre que Dios es verdaderamente importante, y no a la manera como los señores de abajo entienden la importancia, que se les va todo en tiros largos, esperas de antesala y sombrerazos. Lo capital para Él son las palabras y los sentimientos de los hombres. Por eso, cuando a alguien le fluye del mal un sentimiento de comunicación, ha hecho que nadie tenga que rellenar ninguna solicitud o porfiar con los guardianes, sino que se adelante abiertamente y ya está allí, a la vera del que necesita su apoyo.

La palabra de Dios es dulce, limpia, eficaz y continua, como una fuente que mana un chorro infinitamente sabroso. Por eso Dios escucha y aconseja de día y de noche, sin horarios laborales ni fecha de la semana. Lo bueno Suyo es que se nos hace asequible aunque tengamos un pitillo entre los dedos, estemos amasando cemento o hayamos ido a comprar medio kilo de pescadillas. Dios está junto al lañador que compone, el pocero que se metió en la alcantarilla, la chica que coge puntos de media, o junto a la luz del candil que tiembla en el fondo de una mina. Y como tenerle al lado es disponer de una fortuna de felicidad, he aquí que puede ir al ritmo de nuestras palpitaciones, sin que haya un momento que no sea apto para su mirada“.

(Mesa redonda con Dios, pp. 31-32)

 

Apariencias,  búsquedas del poderoso y adulaciones. Tales actitudes están alejadas de lo que es Dios con relación a su creatura, el hombre. Y están tan alejadas unas con Otro que bien podemos decir que están en las Antípodas entre sí.

En realidad el Creador, que sabemos que lo es todo para nosotros, no deja, por eso, de servirnos en la medida de nuestra aceptación. Por eso tiene mucho en cuenta cuánto lo tenemos nosotros a Él en nuestro corazón porque sobre eso se construye una existencia verdaderamente discipular de Cristo y, por tanto, de Dios mismo.

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22.12.14

Serie oraciones – invocaciones – Adoración al Niño Jesús

 Orar

 No sé cómo me llamo…

Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre 
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón, 
ponme a prueba y conoce mis sentimientos, 
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud. 

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso. 

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador. 

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración“es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso (¡Alabado sea por siempre!).

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Adoración

 

Os adoro, amable Niño del pesebre, el más humilde y el más grande de los hijos de los hombres y el más pobre y el más rico, el más débil y el más poderoso.

Os bendigo, porque os habéis dignado descender hasta mí, para ser mi modelo en la práctica de todas las virtudes, mi guía en las dificultades de la vida y mí, consuelo en los días de aflicción.

Os amo, porque venís a mí con amor infinito; con amor generoso, al que no cansan mis ingratitudes; con amor obsequioso, que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón; con amor paciente, que espera mi conversión para amarme más tiernamente aun. Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento, de rodillas al pie de este lecho de paja, os adoro, bendigo y amo, con todo el fervor de mi alma, y me atrevo a levantar mis ojos hasta mi Dios, que se digna mirarme.

 

 No es nada extraño, para un católico, manifestar un amor muy especial por el Niño Jesús. Es así, primero, porque es Niño y, luego, porque se trata del Hijo de Dios a quien José y María pusieron el Nombre sobre todo Nombre ante el que toda rodilla debe doblarse.

Tampoco debe resultar extraño que en estas fechas, tan entrañables (porque arraigan en las entrañas espirituales del creyente católico), nos dirijamos al Jesusito de nuestra vida (¡nada menos que la eterna!) y le pidamos lo que le tengamos que pedir, digamos lo que le tengamos que pedir y esperemos de Él… todo.

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