InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2014, 06

6.01.14

Sí, sí, se manifestó… y al mundo

Presentación de Jesús

Existen tres llamadas “manifestaciones” (presentaciones) de Jesús al mundo. No será porque no quisiera que lo supiéramos. Así, por ejemplo, pasó eso cuando fue bautizado en el Jordán, también cuando dio comienzo su vida pública en las bodas de Caná y además, que es el tema de ahora mismo, cuando mediante los Magos de Oriente, aquel recién nacido dijo “aquí estoy” aún sin poder hablar.

Para aquellos tres extranjeros en cuanto a sus naciones de origen como en cuanto a sus religiones (de las que nada sabemos, por cierto) estar allí mismo, en aquel lugar pobre pero, a la vez, divino, suponía mucho. Había seguido a una estrella según sabemos por las Sagradas Escrituras. Y por aquella señal encontraron al Bien no sin antes hablar con el matarife Herodes, el Mal hecho carne y hueso mortal.

Pero el caso es que Jesús, allí, pequeño e indefenso como cualquiera otro niño, lucía, daba luz, iluminaba, la estancia en la que estaba con una especie de divino no se qué al que se ceñían los que se contemplaban.

Aquellos tres hombres, expertos en conocer los signos de los cielos y conocedores del mundo de su época no faltaron a la cita que les había preparado el Dios Único y Todopoderoso, Aquel que también los había creado. Confluyó, allí mismo, lo que había hecho el Creador con lo que, a partir de aquel preciso instante, aquel Niño, debía hacer y llevar a cabo. Nacido para morir de forma salvaje en manos de ignorantes seres humanos (“no saben lo que hacen” diría años después aquel retoño ante el que se postraban unos hombres hechos y derechos) se presentaba ante ellos y, a través de ellos, al mundo mismo que no sabía, ajeno a tanta fiesta en el Cielo, que había nacido el Salvador, el Ungido de Dios, el Mesías.

Pero Él, aquel Él pequeño y llorón (no podemos decir que no lo hiciera, como cualquier otro niño pues llorar no es pecar) debió causar una extraña sensación a los Magos. Sabían el qué pero no sabían el por qué. Sin embargo tuvieron la suficiente fe (ellos, también, sin saberlo, creyeron) como para ir allí y dejar claro que, incluso sin conocer a Dios se puede uno acercar a Quien todo lo hace y mantiene. Y por eso fueron llevados los tres allí y por eso le mostraron los regalos que llevaban. No todos, por cierto, de significado gozoso pero, al fin y al cabo, regalos que fueron aceptados, con todas sus consecuencias, por infante tan especial.

Leer más... »