InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Enero 2014

31.01.14

Eppur si muove - Cuando las palabras las carga el Diablo

La maldad

Ni siquiera pienso decir quien ha dicho esto que aquí se trae hoy. Como lo ha dicho muchas veces a lo mejor hasta, es posible, que alguien se dé cuenta de quién se trata. Y esto no es una adivinanza sino simple hartazgo.

Algunas palabras, para desgracia de según qué personas, significan lo que significan y, por muchas vueltas que se les quiera dar son lo que son y no son otra cosa.

En el caso del aborto (¡Sí, otra vez este tema!) lo que pasa es que la verdad no tiene más que un camino. Tratar de hacer otra cosa disimulando o mirando para otro lado lo único que sirve es para que cada cual se retrate.

Pues bien, a decir de la persona que no voy a nombrar aquí, no es lo mismo abortar que interrumpir la gestación y, por lo tanto, en determinados casos lo que se hace, al parecer, es interrumpir el embarazo pero no hay aborto.

Bueno. Ante esto, cualquiera que tenga dos dedos de frente, concluye que quien sostenga eso o bien no tiene ni idea de lo que dice o lo que dice lo sostiene con maldad, llevado por la mano del Maligno que, sin duda, se ha apoderado de su pensamiento. Y, como la persona de la que aquí se habla no puede fingirse ignorante en el tema (pues es “bioeticista” aunque ya podemos imaginar qué vida defiende y con qué ética dice lo que dice) debemos creer que lo que pasa es lo segundo. Y si consiente en que esto pase…

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30.01.14

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

La ecología, en cuanto pretenda proteger aquello que es natural tiene todas bendiciones que quien pueda darlas dé. Por eso es extraño que, en el caso del nasciturus, se olvide fácilmente lo que con tanto ahínco se defiende.

El autor del artículo sabe, sin embargo, muy al contrario del comportamiento cínico de muchas personas con relación al aborto, que la vida del ser humano es digna por el hecho mismo de serlo. Por eso merece defensa desde el mismo momento en que es ser humano distinto del padre y de la madre o, lo que es lo mismo, desde la concepción.

Por eso, “Cuando no se ama a la persona porque es persona, cuando no se ama la vida porque es vida, todo es vacío, máscara”. Y, a lo mejor, el problema que subyace en el aborto es que sus partidarios ni siquiera aman a su propia especie y, por eso, no les cuesta nada bien legislar para que se mate a ser humanos que aún no han visto la luz del día, bien aceptar el aborto de un hijo que se lleva en el vientre. Además, esto supone, como bien dice el autor del artículo una violencia contra el ser humano y una falta de respecto contra la persona.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

Ecología de la vida

Pablo Cabellos Llorente

“En la novela de Wallace Stegner, “En lugar seguro", el protagonista y narrador, mientras mira el pasado, dice que su mujer es muy sociable y las personas le interesan simplemente porque son personas. Es envidiable esa forma desinteresada de tener interés. Se parece un poco a nuestra época la que él recuerda de sus comienzos profesionales, cuando la gran Depresión, afirmando que es hermoso ser joven y pobre; con la esposa adecuada, y yo la tenía -escribe-, las privaciones se convierten en un juego.

No retrata un tiempo dorado si así se considera lo fácil -ya es mayor y su esposa tiene los días contados-, pero ama lo que ha vivido y lo resucita con ternura. Leyendo, he pensado en la vida, en nuestras vidas, en el respeto a la persona por serlo. Y es que descubrir la verdad sobre el hombre, observar la realidad humana es algo complejo y rico que sólo se aprende con el tiempo. La vida humana, cualquier vida, es algo extraordinario, incluso aquellas que, según expresión del Papa Francisco, algunos consideran material de desecho; quizá éstas valen más.

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29.01.14

La extraña equidistancia del obispo Uriarte

Asesinados por ETA

Antes de empezar, recordemos que fue el obispo, que lo fuera de San Sebastián, Juan María Uriarte el que le dio el Nihil obstat al polémico libro del teólogo José Antonio Pagola sobre Jesús. Y, claro, como sabemos qué escribió en tal libro y tantos y tantos lo han destripado para descubrirle unas tripas bastante podridas, no es difícil entender lo que ahora, y antes, antes y antes, ha pasado con este obispo emérito repleto, a contrario, de méritos buenos y benéficos.

Está muy bien eso de quedarse a mitad de camino entre dos situaciones y, desde allí, predicar sobre lo buena que es la reconciliación y que qué bien si todos somos hermanos.

Es cierto que todos somos hermanos pero también lo eran Caín y Abel y miren lo que pasó. El asesino pagó, para siempre, la muerte de su hermano porque creía que no era su guardián cuando, en verdad, lo era, pues para eso era su hermano.

Pues algo así pasa aquí.

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28.01.14

Un amigo de Lolo - Nuestra alma imbuida por Dios

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Nuestra alma imbuida por Dios

“¿Por qué habrá querido Dios plantar en este barro mío una semilla de tanta grandeza”

Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (128)

Tener conciencia de lo que somos nos puede venir muy bien para evitar ciertos comportamientos egoístas y soberbios. Además, nos sitúa en el lugar exacto que nos corresponde cuando hablamos como hijos de un Padre como Dios.

Dios debió querer mucho a la idea de hombre que tuvo. Y esto, que pudiera parecer idea que contraviene un concepto creacionista del ser humano no es, sino, la confirmación de qué es lo que quiso el Creador cuando imbuyó el alma en un ser existente al que, luego, llamó hombre hecho a su imagen y semejanza.

Es más que probable que Dios, en la sabiduría y poder total de sus intrínsecas posibilidades, creara todo lo existente pero que, a lo largo del tiempo, tal creación fuera evolucionando de tal manera que llegó a ser lo que hoy es. Por tanto que en un momento determinado tomara “barro” o, lo que es lo mismo, algo ya existente (pongamos un homínido) y le insuflara el alma a través de su aliento, no es nada extraordinario ni fuera de sus posibilidades. Y eso cambió, radicalmente, la historia, el ser, el comportamiento, de aquella especie creada por el Padre.

Existe, por lo tanto, una diferencia entre el resto de seres animados por Dios y el ser humano y que tiene que ver con el alma. El alma es, por lo tanto, lo que deja manifiesto el poder del Creador.

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27.01.14

Serie oraciones – invocaciones - Oración a San Juan Bosco

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Oración a San Juan Bosco

San Juan Bosco

Oh Don Bosco Santo, que con tan gran amor y celo cultivasteis las múltiples formas de acción católica que hoy florecen en la Iglesia, conceded a sus asociaciones el mayor progreso y desarrollo. Redoblad en todos los corazones la devoción a la Santísima Eucaristía y a María Auxiliadora de los Cristianos. Acrecentad en ellos el amor al Papa, el celo por la propagación de la fe, un solícito esmero por la educación de la juventud y grandes entusiasmos para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras. Haced que en cada una de las naciones se fomente y arraigue la guerra contra la blasfemia y el mal hablar y contra la prensa impía; haciendo surgir en todas partes nuevos cooperadores para las diversas formas de apostolado recomendadas por el Vicario de Cristo. Infundid en todos los corazones católicos la llama de vuestro celo, para que, viviendo en caridad difusiva, puedan al fin de su vida recoger el fruto de las muchas obras buenas practicadas durante ella.

Padrenuestro…, Dios te salve…, Gloria…
San Juan Bosco, rogad por nosotros.

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