InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Diciembre 2013

20.12.13

Eppur si muove - ¿Hacer desaparecer la Congregación para la Doctrina de la fe? - Oraciones por el P.Jorge Loring, S.J.

Pido oraciones por el P. Jorge Loring, S.J, más que conocido por su labor evangelizadora, pues ha sufrido un ictus y se encuentra pasando unos difíciles momentos. ¡Oremos a Dios y que sea su Santa Voluntad!

………

Congregación para la Doctrina de la Fe

Hay ideas que retratan, a la perfección, a la persona que las plantea y a aquellos que las defienden. Y esta es una de ellas.

Algunos, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el Sena por Paris o el Tíber por Roma (acerca de algo que dijo hace poco el actual Prefecto de la Doctrina de la Fe al Santo Padre como si le estuviese reconviniendo por algo que dijo el Papa Francisco) que lo mejor sería que el Santo Padre hiciese desaparecer la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Los argumentos a favor de tal desaparición son, a saber:

1. Haber sido la heredera de la Santa Inquisición.

2. Haber pretendido estar por encima de algunos Papas.

3. No ser demasiado “abierta y liberal” al respecto de la doctrina de la Iglesia católica.

Seguramente, alguno creerá que existen muchas más “razones” para que la CDF desaparezca, deje de existir como organismo que, dentro del Vaticano, vela por la fe católica.

Lo que pasa es que como aquí nos conocemos todos o, al menos, las intenciones de más de uno, lo que pasa es lo que pasa y no pasa más que lo que tiene que pasar según algunos quieren que pase.

Como ejemplo a las verdaderas intenciones de aquellas personas que quieren que desaparezca la Congregación para la Doctrina de Fe se encuentran dentro del seno de la misma. No son más, por ejemplo, que los documentos que, con carácter vinculante para quien le toque ser vinculado, emanan de tal organismo.

Por eso, les traigo “algunos” de los citados documentos. Lean los nombres de las personas afectadas y los temas de los que tiene a bien ocuparse la CDF. Verán qué es lo que quiere más de uno:

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19.12.13

Poesía católica: “Desde mi fe”

Reconozco que los frutos de este blog de InfoCatólica son abundantes. No me refiero, claro, a que el que esto escribe sea muy bueno o magnífico en escribir. Es más, más bien es lo contrario.

Sin embargo, de tanto en tanto, alguna persona, que tiene a bien ocupar su tiempo leyendo a este humilde servidor tiene a bien dirigirse a mí para hacerme alguna pregunta, pedir oraciones o, como es el caso de hoy, enviarme unos poemas cristianos.

Se trata de una serie de poesías enviadas por Mari Carmen Hurtado Chamorro y, por parecerme bien hacer esto, traigo aquí para disfrute y gozo de quien quiera disfrutar y gozar.

El que esto escribe no es, tampoco, crítico literario. Tampoco quiero serlo. Sin embargo, como sencillo en la fe que me considero creo que pueden ser del gusto de los lectores estos versos que llevan, como título general, “Desde mi fe” y dicen lo que sigue:

Cristo en la Cruz
La Cruz

Con calma hoy te he mirado
en la cruz en que estás izado
¡cuantas veces la he mirado!
Mas nunca había reparado
esa serena belleza
del Cristo que yace exhausto.
Sobre el pecho reposada
la cabeza está inclinada
abiertas tiene las manos
clavadas al leño están
abierto tiene el costado
y la herida está sangrando
traspasado por un clavo
tiene un pié sobre otro pié.
Se ve en su cara dolor
mas se vislumbra dulzura
que te induce al contemplarlo
a sentir amor y paz.

Mirándolo he pensado
inclinaste tu cabeza
para levantar la mía
tienes los ojos cerrados
para que los míos vean
extendidos están tus brazos
abiertos de par en par
dándole cobijo a todos
nadie fuera ha de quedar
clavadas tienes las manos
dejando libres las mías
para tenderlas a otros
haciendo las tuyas mías.
Tu pecho ha quedado abierto
sangrando siempre la herida
esa sangre derramada
recoge y sana la mía
la que dejó en el camino
las heridas de mi vida.
Tus pies inmóviles están
para que corran los míos
a llevarle tu Palabra
al cansado y abatido.

Como imagen de Dios

Desde siempre estaba en tu mente
con infinito amor Tú me creaste
tu huella y tu imagen en mí plasmaste
y en la palma de tu mano me grabaste.
No permitas mi Dios que se oscurezca
la imagen que de ti he heredado
cuando en la más inmensa oscuridad me halle
no dejes que se apague y resplandezca.
Tu huella y tu imagen es luminosa
llena de paz de amor y de ternura
que sabio es quien guardándola perdura
y necio quien la gasta con presura.
Con fe con esperanza y alegría
espere que todo me venga de tu mano
sabiendo que solamente Tú
mis deseos podrás solo colmarlos.
Que yo camine en tu verdad sin pretensiones
tan solo necesite mirar cada mañana
el sol radiante que amanece al nuevo día
y venga como venga yo siempre te dé gracias
Ya sean penas, sufrimientos, alegrías
todo cuanto el nuevo día conlleve
en Ti aunque todo desfallezca
confiada siempre espere.

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18.12.13

Que la Iglesia católica lo es por ser universal a algunos les importa un pito

P. Jesús Fernández

Algunos están que braman.

A nadie debería importarle el lugar de procedencia de un pastor pues lo importante no es la identidad del lugar donde vino al mundo sino que sea fiel a Dios y a su Iglesia, la católica, también nuestra.

Importa que se sea fiel y no que se sea vecino de los vecinos que va a pastorear.

¿Acaso es menos sacerdote un cura negro, chino o de cualquier otra raza que un cura blanco, blanquito más que leche?

A nadie se le ocurriría responder a esto que sí. Una desfachatez sería.

¿A ninguna Parroquia del mundo ha acudido un sacerdote a suplir al titular en tiempo de vacaciones? ¿Nadie ha gozado escuchando otros acentos diferentes al suyo que muestran la universalidad de fe católica y, por eso mismo, su unidad?

Le suena a muchos eso de “un solo bautismo, una sola fe…?”

Pues parece que a muchos tales principios, elementales hasta para un católico sencillo, les importan más bien poco.

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17.12.13

Un amigo de Lolo - Contemplar a Cristo

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Contemplar a Cristo

“Si será fácil colaborar en una redención que basta con ‘estar’ en silencio al pie de la Cruz ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (716)

En más ocasiones de las que debería convenir creemos que las palabras que pueden salir de nuestra boca pueden contentar a Dios porque nos creemos muy aptos para manifestar lo que sentimos sin por ello avergonzarnos de lo que podamos estar diciendo.

Y, sin embargo, debe bastar con un mirar con el corazón abierto a recibir el influjo salvador del Hijo de Dios. Basta con sostener la mirada de Quien se entregó por nosotros y basta, si es que somos capaces, con querer cumplir lo que sus heridas nos dicen a cada uno de nosotros.

A Cristo lo colgaron y lo subieron en alto porque quería demasiado. Es más, quería que se cumpliese la Ley de Dios y eso, en verdad, era mucho más de lo deseaban aquellos que, al final, consiguieron su muerte con aquel terrible e injusto “¡Crucifícalo!”.

A Jesús lo podemos contemplar porque quedó, para siempre, la imagen de su muerte fijada en el corazón de todos los que, desde entonces, nos consideramos hermanos suyos. Y ahí está para siempre, para toda la eternidad hasta que vuelva en su segunda venida.

Contemplamos, por ejemplo, porque queremos que cada una de sus yagas sean, para nosotros, causa de luz frente a la tiniebla en la que muchas veces nos encontramos. Pero también porque aquella sangre que aún pueden verse en las muchas cruces que, desde entonces, han representado una muerta tan sobrenatural como aquella.

Y contemplar en silencio. No decir nada más que lo que de nuestro corazón pueda salir para agradecer por tanto que hizo aquel Maestro que enseñó una doctrina santa, quiso que se tuviese en cuenta por ser voluntad de Dios y pretendió, que era mucho para su tiempo, que lo que había dicho su Padre fuese la forma ordinaria de comportarse de sus hijos. Y por eso, injustamente por eso, murió.

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16.12.13

Serie oraciones – invocaciones : ¡Ven, Señor Jesús!

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: ¡Ven, Señor Jesús!

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