InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Diciembre 2013, 25

25.12.13

El P. Jorge Loring subió a la Casa del Padre

P. Jorge Loring

Hay personas que, de una manera o de otra, dejan cierta huella en la existencia de los seres humanos. Si hablamos de lo religioso, bien los santos o los mártires iluminan la existencia de aquellos que caminamos hacia el definitivo Reino de Dios.

Así hay personas que, como el P. Jorge Loring, han demostrado que se puede ser hijo de Dios llevando una vida llena de gozo y de esperanza. Su ejemplo como trabajador incansable de la viña del Señor ha puesto sobre la mesa de nuestra pecadora realidad que cuando se quiere casi siempre se puede.

Esto no es ninguna biografía sobre este hombre de Dios sino un sentido homenaje de quien considera que el P. Jorge Loring, sacerdote jesuita que acaba de ser llamado por Dios a comparecer ante su tribunal, es un buen ejemplo en el que copiar todo lo que buenamente seamos capaces de copiar o imitar. Seguro que estaría más que contento sabiendo que hay muchos católicos que, como él, tratan de ser fieles a Dios y trazan un camino para sus vidas en el que la fe es un instrumento de vitalidad que no tiene parangón.

Jorge Loring, Sacerdote, hombre bueno y hermano nuestro, descansa en paz. Y, por favor, ruega desde el cielo por nosotros, pecadores que no tenemos más que nuestro propio corazón, a veces ennegrecido por la mundanidad, para alcanzar el definitivo Reino de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Gracias a Dios siempre hay espejos espirituales en los que mirarnos para ser mejores.

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Cuando nace Cristo

Nace Cristo

Cuando nace un ser humano nos damos cuenta de lo importantes que somos para Dios. Lo hace después de una formación física en el seno de su made y de una espiritual al haber recibido el alma en el momento de la fecundación, instante en el que una nueva criatura del Creador ha empezado a serlo.

Bien podemos decir que Jesús fue un niño de ley. Lo fue porque sus padres no infringieron la obligación establecida por las autoridades de su tiempo de acudir a empadronarse; lo fue porque también fue llevado al Templo de Jerusalén cuando eso debía hacerse, momento en el que el anciano Simeón dijo lo que dijo inspirado por el Espíritu Santo; lo fue porque, a los doce años de edad, también acudió a la Casa de Dios pues era cuando debía hacerlo. Y, sobre todo, lo fue porque cumplió, a la perfección la Ley Suprema que dice que la voluntad de Dios hay que hacerla efectiva en la vida de cada uno de sus hijos y por eso, exactamente por eso, murió.

Presentación de Jesús en el Templo

Pero antes debía venir al mundo, nacer de una Madre Virgen e Inmaculada y ser, desde tal momento, el Salvador que venía a salvar.

En realidad, cuando nace Jesús, luego Cristo al comprenderse que era, en efecto, el Enviado de Dios, el mundo religioso judío estaba muy revuelto. Si ya Moisés, caminando por el desierto, entendió que su pueblo era, verdaderamente, insoportable por las quejas que profería contra Dios, que los había salvado (cf. Nm 11 y Ex 17) no mucho mejor andaban las cosas del espíritu religioso cuando vino al mundo un niño en un pesebre, pobre entre los pobres, que, no por casualidad sino por Providencia divina, tendría que arremeter contra los mercaderes del Templo porque estaban haciendo de la Casa de Dios, un lugar de latrocinio (cf. Jn 2, 14-17). Por eso Dios necesita que su Hijo venga, viniera al mundo necesitaba el Padre. Sólo así, un nuevo Adán revertiría la maldad de haber introducido el pecado en el mundo y de haberse alejado de su Creador.

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