InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Noviembre 2011, 07

7.11.11

Serie Hábitos católicos - 2.-Sumergirse en la oración

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La segunda acepción de la palabra “hábito” es, según la Real Academia Española de la Lengua es el “Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”. Por lo tanto, si nos referimos a los que son católicos, por hábitos deberíamos entender aquello que hacemos que, en nuestra vida, supone algo especial que marca nuestra forma de ser. Incluso es algo que al obedecer a una razón profunda bien lo podemos calificar de instintivo porque nuestra fe nos lleva, por su propia naturaleza, a tenerlos.

Pues bien, esta serie relativa a los “Hábitos católicos” tiene la intención de dar un pequeño repaso a lo que, en realidad, debería ser ordinario comportar en un católico.

2.- Sumergirse en la oración

Orar

“¿De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota la oración, las Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana".

Esto lo dice el número 2562 del Catecismo de la Iglesia Católica dándonos a entender que no es posible orar si estamos alejados de Dios porque si orar es rogar o pedir o suplicar a Dios por nuestras necesidades y por las del prójimo no exageramos si decimos que para un hijo que así se considera del Padre pocas realidades espirituales puede haber más importantes.

Muchas veces nos encontramos, sin embargo, con una realidad que entorpece nuestra oración porque es más que probable que frente al rezo (como repetición de oraciones así establecidas por la Iglesia católica) el hecho mismo de orar (dirigirse a Dios de forma personal) puede resultarnos dificultoso y árido. Ante esto, San Josemaría nos dice, en el número 90 de “Camino” “¿Qué no sabes orar? – Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir: ‘Señor, ¡que no sé hacer oración!…’, está seguro de que has empezado a hacerla”. Entonces, orar no ha de resultar cosa imposible para un cristiano sino, al contrario, acto de ponerse en relación directa con su Padre que está en su Reino y de llenar el vínculo que une a uno y a Otro con expresiones de sometimiento a la voluntad del Creador.

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