InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Febrero 2011

28.02.11

Entre la luz y la tiniebla - Mirarse en Cristo

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Mirarse en Cristo

Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 4, 48). Esto lo dice Jesucristo en el contexto del Sermón del Monte. Gran momento para el espíritu saber y reconocer lo que importa para un hijo de Dios y un discípulo del Emmanuel.

Se pregunta S. Agustín, al respecto “¿Qué es lo que se nos ha prometido?”, para responderse que ‘Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es’. La lengua ha expresado lo que ha podido; lo restante ha de ser meditado en el corazón. En comparación de aquel que es, ¿qué pudo decir el mismo Juan? ¿Y qué podremos decir nosotros, que tan lejos estamos de igualar sus méritos?”.

Pero, al igual que para disfrutar del reino de Dios, que es Cristo, no tenemos que esperar mas que a aceptarlo en nuestra vida, la semejanza que predica san Juan en su Primera Epístola y que hace expresar a S. Agustín (Sermón 305-A), al respecto de quién es a quien seremos semejantes, que “Sin duda alguna, semejantes a aquel de quien somos hijos”, es decir, a Dios, ha de ir referida, también, al mismo Cristo que es, no obstante, el Creador hecho hombre y que no puede, por tanto, ser Otro distinto del Padre.

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27.02.11

La palabra del Domingo - 27 de febrero de 2011 - Los afanes del ahora mismo

biblia

Mt 6, 24-34. No os agobiéis por el mañana.

24 Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. 25 «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? 27 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? 28 Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.29 Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? 31 No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? 32 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. 33 Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. 34 Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.

COMENTARIO

Los afanes del ahora mismo

El mensaje de Jesucristo es bastante claro, viene que ni pintado para los tiempos que corren y no podemos olvidar de ninguna de las maneras: no se puede servir a Dios y al dinero. Esto es como decir que a Dios hay que darle lo que es de Dios y al César lo que es del César.

Así nos quiere decir que tenemos que hacer una elección y que la misma ha de tener un sentido claro y bien definido: o servimos a Dios o servimos al dinero. Y eso implica que o bien pensamos en el prójimo y entregamos nuestra existencia a su defensa y servicio o bien hacemos lo contrario y actuamos de forma egoísta pensando, en exclusiva, en lo nuestro y en nuestros intereses.

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26.02.11

Vírgenes, advocaciones – Virgen María de Medjugorje (Bosnia-Herzegovina)

Virgen María de Medjugorje

Ivanka Ivankovic, Mirjana Dragicevic, Vicka Ivankovic, Ivan Dragicevic, Ivan Ivankovic y Milka Pavlovic, entonces niños (24 de junio de 1981) fueron testigos de la aparición de la Virgen María que tomó, como advocación, el nombre del lugar donde se produjeron y producen, las apariciones: Medjugorje.

La Virgen María les dijo “Soy la bienaventurada Virgen María“; también les pedía “Paz, paz, paz y sólo paz” a lo que precisó, en otra ocasión, que “¡La paz debe reinar entre el hombre y Dios, y entre todos los pueblos!“.

Siguieron las apariciones y las tentaciones de muchos de sus vecinos para que desistieran de seguir en su actitud: la policía impedía a la gente que asistiera al lugar de las apariciones y hasta el mismo párroco de la zona no estaba muy seguro, dudaba, de las mismas.

Pero un día, entorno al 15 de enero de 1982, estando rezando el rosario también tuvo el gozo de ver a la Virgen María y exaltado, rompió a entonar un canto popular que decía “Oh, qué bella que eres, Santísima Virgen María” pasando a ser uno de los más fervientes de las apariciones de Medjugorje y acogiendo a los peregrinos que llegaban, por miles, a la zona.

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25.02.11

Eppur si muove - Beatificaciones: el beato Juan Pablo II como ejemplo

Cuando se trata de determinadas personas que han llevado una vida a imitar y que son ejemplo para los católicos, hay otras personas que no les parece bien que se les homenajee y, menos aún, que se las eleve a la lista de los santos o beatos.

El caso del beato Juan Pablo II es síntoma de algo que es triste y que supone el no reconocer lo que una persona ha hecho a lo largo de su vida y centrarlo todo en el supuesto comportamiento que llaman “conservador”.

No le perdonan al Papa que viniera del otro lado del telón de acero que fuera como fue: que tuviera muy clara la fe que tenía y que, en consecuencia, hiciera lo que tal creencia suponía que debía hacer. No tuvo un comportamiento light al respecto de su fe ni se dejó llevar por lo políticamente correcto.

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24.02.11

Entre la luz y la tiniebla - Buscar a Dios para que se revele

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Buscar a Dios para que se revele

Dice Santa Teresa de Ávila que la “sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace tan gran falta que, si nos falta, nos mata” (Camino de perfección, c. 19). Por eso encontrar a Dios, en nuestras vidas, reconocerlo en nosotros, es, seguro, la tarea más importante y más beneficiosa que podemos llevar a cabo.

¿Cómo se hace esto?

En primer lugar, se ha de creer que esto es posible (“Convertíos y creed en el Evangelio” dice san Marcos, en 1, 15), y, a la vez sabedores de la dificultad que tiene esto, y, por eso mismo, entender que podemos llegar a encontrarnos con Dios, que siempre nos sale al encuentro. Como diría San Josemaría, en el título que da nombre a uno de sus libros, “Es Cristo que pasa”.

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