InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Septiembre 2010, 11

11.09.10

Vírgenes, advocaciones Nuestra Señora de Luján

Nuestra Señora de Luján

Pura y Limpia Concepción del Río Luján

Por lo general, el ser humano creyente que tiene determinada advocación elabora y encarga imágenes de la que corresponda para, luego, situarla en la Iglesia, capilla, catedral o donde entienda el culto va a ser más apropiado. Es decir, la Virgen María, en la advocación correspondiente, se deja, digamos, hacer.

Sin embargo, en el caso de la que lo es de Luján (Argentina) no sucedió lo propio sino que fue la misma Madre de Dios la que escogió el lugar donde quería permanecer.

Esto dicho arriba no es imaginación del que esto escribe sino que las mismas crónicas lo dicen:

“En el año 1630 –probablemente en un día del mes de mayo– una caravana de carretas, salida de Buenos Aires rumbo al norte, se detuvo en un paraje ubicado a unos dos kilómetros de la actual ciudad de Luján, a orillas de la Cañada de la Cruz. Al intentar reanudar su marcha al día siguiente, una de las carretas no se movía del lugar. Los bueyes parecían paralizados por una fuerza superior.

Al indagar sobre el contenido de los embalajes, los viajeros descubrieron dos cajoncitos que contenían sendas imágenes de la Virgen procedentes del Valle de Paraíba (San Pablo, Brasil), hoy conocidas como de Luján y de Sumampa. La primera representa a la Inmaculada Concepción y la segunda a la Madre de Dios con el Niño en brazos.

Se hicieron varias pruebas con la carga hasta descubrir, que cuando bajaban el de la Inmaculada, la carreta se movía sin dificultad.
Fue entonces cuando en pleno territorio pampeano resonó una palabra que en siglos posteriores continuaría brotando de incontables corazones: ¡Milagro! ¡Milagro!”

Y esto por la extraordinaria circunstancia de que los animales, preparados para hacer el traslado, no se movieron lo cual fue interpretado, como era seguro esperar, como intervención divina, superior o sobrenatural.

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