InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Diciembre 2009, 08

8.12.09

María, concebida sin pecado, es nuestra fe

Cuando se habla, cuando hablamos los cristianos católicos, del misterio sagrado de la Inmaculada Concepción de María ponemos, eso es pensable así, un obstáculo entre los que creemos en tan maravilloso hecho y aquellos que, desde otros puntos de vista, no alcanzan a comprender esta manifestación de la voluntad de Dios.

Sin embargo, a pesar de las posibles incomprensiones que puedan darse sobre esta peculiar verdad, no es menos cierto, no es menos verdad, que se ha de mantener la misma por encima de toda duda. No porque el ser dogma haga imposible la crítica ni la reconvención sino porque es lo que se corresponde con el correlato de la historia del hombre; porque, por decirlo así, es como tenía que ser.

En el Catecismo de la Iglesia Católica se recoge algo que, a fuerza de meditarlo, nos informa de algo esencial en la historia del género humano y en el de su futura salvación. Esto es que “María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos” (CEC, 721)

No era, por lo tanto, una mujer más la que iba a nacer sino que, evidentemente, había sido elegida por Dios para cumplir, para llevar a cabo, una misión para cual estaría preparada desde el mismo momento en que Joaquín y Ana, sus padres, la engendraron. No cabía, por lo tanto, ningún tipo de mancha en aquella persona que, en su humildad y espíritu piadoso, iba a dar la razón, una vez más, a Dios de su misma obra.

Por eso, desde los tiempos en los que se considera a María no sólo madre de Jesús, del Maestro, del Emmanuel, sino como dotada de unas gracias y dones de tal especialidad que hacían, de ella, una Madre modelo de Madre, no cupo duda alguna de que su naturaleza, su forma de venir al mundo; es más, su inicio mismo como ser humano, tuvo que estar afectado, por así decirlo, por la mano misericordiosa y sabia de Dios.

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