Retrato de niño medicamento con Masiá al fondo
¡Advertencia! lo que voy a decir en el artículo de hoy no es políticamente correcto.
El caso es ya más que conocido.
Un niño ha sido salvado de una grave enfermedad a través de las células extraídas a su hermano nacido hace unos meses.
Hasta aquí todo parece santo y bueno. En realidad es lo que se espera de la humanidad: que se salve una persona a otra en momentos de dificultades.
Sin embargo, como aquí tampoco es oro todo lo que reluce, resulta conveniente acudir al principio del principio o, lo que es lo mismo, a saber cuál ha sido el origen exacto del niño del que se extrajeron las citadas células, cuyo nombre no doy porque yo sí creo en su dignidad.
Un niño iba a salvar o, al menos, a mejorar la vida de otro, hermano suyo.
Y todo esto es bueno porque bueno es que las cosas sean así.