InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Julio 2008

1.07.08

¿Qué significa ser católico en España?

En un discurso, seguramente, muy conocido, de Manuel Azaña, se sentó una premisa que, no por extraña y algo absurda, quería ser difundida por la España de aquellos terribles años 30 de martirio del siglo pasado. En tales palabras, que aquí se pueden leer, destaca una idea que, aunque pueda parecer alejada de la realidad, incluso de entonces (sobre todo de entonces) tuvo gran predicamento en aquella época. Decía lo que sigue:

La premisa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español. Yo no puedo admitir, Sres. Diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino. Este es un problema político, de constitución del Estado, y es ahora precisamente cuando este problema pierde hasta las semejas de religión, de religiosidad, porque nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba sobre sí la curatela de las conciencias y daba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó

Las tales palabras hablan por sí solas del desquicio y de la mala fe que en ellas abunda pero también, del miedo de muchas personas católicas y, por qué no decirlo, del acomodo a una situación, seguramente, insoportable.

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Lo que le debemos a Pedro y Pablo, santos

Hace apenas dos días celebrábamos la festividad de San Pedro y San Pablo, las denominadas columnas de la Iglesia pues fueron ellos los que, ocupándose de los judíos el primero y de los gentiles el segundo cumplieron la misión que les había sido encomendada.

Cada cual, por decirlo así, fueron artífices de dos realidades que ahora debemos agradecer en suma: el ser unos bajo la misma fe y la universalidad de la creencia en Dios

El padre Cantalamessa (Predicador del Papa), en el comentario al evangelio de la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo (2008) dejó dicho algo que, en cuanto a la unidad, resulta de todo punto importante: “Algo que podemos hacer desde ahora y todos es allanar el camino a la reconciliación entre las Iglesias, comenzando por reconciliarnos con nuestra Iglesia

El caso es que existen, entre nosotros, hermanos en Cristo, determinadas actitudes que no concuerdan mucho con el Magisterio de la Iglesia ni con la Tradición y que están, como poco, algo alejadas, de verdad, de la Esposa de Cristo porque, en realidad, no les gusta ni lo que hace ni lo que dice ni lo que siente la Iglesia en la que nacen, crecen y aman.

Aquí, pues, no hay unidad que valga y, efectivamente, como dice Raniero Cantalamessa, resulta conveniente empezar, el tema de la unidad, no separándonos de nuestra propia Iglesia, la que nos corresponde por cercanía nacional y local.

Y para alcanzar tal fin se necesita, es obligación grave, la oración porque sin ella el cristiano se encuentra vacío de espíritu y escaso de voluntad fraterna.

A este respecto, cuando en la homilía de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de Pedro y San Pablo de 2007 Benedicto XVI se expresó en tal sentido, sobre la oración, citado arriba no hizo sino manifestar la necesidad de unidad. Así “Esta Basílica, que ha visto eventos de profundo significado ecuménico, nos recuerda que es importante rezar juntos para implorar al don de la unidad, aquella unidad por la que San Pedro y San Pablo han dedicado su existencia hasta el supremo sacrificio de la Sangre”.

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