InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Julio 2008, 13

13.07.08

Religión Digital y El País: la pinza progre

En determinadas ocasiones, cuando aparecen, ante nuestros ojos, situaciones como la que ahora voy a relatar, nos hacen pensar que, ciertamente, la frase “Dios los cría y ellos se juntan” viene que ni pintada para este caso.

(Excursus)

Antes de seguir tengo que decir que, evidentemente, en Religióndigital no todas las personas que escriben pertenecen al talante “progre” que otras, que sí que lo hacen allí, manifiestan.

Por tanto, lo que aquí se vaya a decir va dirigido, expresamente, hacia la persona nombrada por ser la causa del mal causado.

(Fin del Excursus)

La noticia apareció, ayer domingo, 13 de julio, en Religióndigital, con siguiente encabezado:

El País se hace eco de la polémica sobre el Padre Iraburu surgida en Religióndigital

Que una noticia como la que se pretende promocionar (pues no se trata, sino, que de una promoción en toda regla o de un ejemplo de agitprop –agitación y propaganda- en contra de una persona, el Padre Iraburu, y a favor de otras) aparezca de tal guisa es para dar qué pensar pues no se sabe que el medio de prensa gubernamental y laicista por antonomasia llamado El País haya tenido nunca un interés especial por defender a la Iglesia. Todo lo contrario. O, mejor, que defiende a unos y ataca a otros con la malsana intención de, además de sembrar cizaña, de desacreditar a la Esposa de Cristo.

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La Palabra del Domingo - 13 de julio de 2008

Biblia


Mt 13:1-23

“1 Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.

2 Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. 3 Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas.

Les decía: “El sembrador salió a sembrar. 4 Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.

5 Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; 6 pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron.

7 Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.

8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. 9 ¡El que tenga oídos, que oiga!".

10 Los discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". 11 Él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.

12 Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. 13 Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, yen y no escuchan ni entienden.14 Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán,por más que vean, no conocerán.15 Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.

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Juan Pablo II Magno - Jesucristo

Juan Pablo II Magno

Era de esperar que, al igual que le ha sucedido a Benedicto XVI (y como prueba de esto ahí está su “Jesús de Nazaret”), la persona de Jesucristo fuera muy importante en la vida de Juan Pablo II Magno. Por eso en muchos de los documentos que escribió el Papa polaco aparece Cristo en su plenitud de Dios y en su plenitud de hombre, pues ambas realidades son la misma realidad.

Dice en la Exhortación Apostólica Christifideles Laici (34) que “Sólo Él tiene palabras, ¡Sí! de vida eterna”.

La eternidad prometida lo fue en boca de un hombre. “En cuanto hombre se ha convertido en sujeto suyo, uno de millones y millones, y al mismo tiempo Único”. Dice esto en la Encíclica Redemptor hominis (RH desde ahora), la primera de las suyas. Era, por tanto, Jesucristo, hombre como los demás pero Dios mismo.

Lo que Cristo ha sido, y es, para la humanidad, no dejó de ser contemplado por Juan Pablo II Magno. Así, “Es el cumplimiento del anhelo de todas las religiones del mundo y, por ello, su única y definitiva culminación” (Carta Apostólica Tertio millenium adveniente, de 1994)

No cabe, por tanto, buscar a nadie más, ni en otra religión ni en cualquier otra supuesta espiritualidad, pues Jesucristo es el ser divino esperado por la humanidad desde el principio de los tiempos, desde que el Génesis mostró la Creación y, en ella, al ser humano hecho vida y semejanza de Dios hasta nuestro mismo presente, tan atribulado para la fe.

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