La Palabra del Domingo - 23 de febrero de 2020

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Mt 5, 38-48

 

 “38 ‘Habéis oído que se dijo: = Ojo por ojo y diente por diente. = 39 Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: 40 al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; 41 y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. 42 A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda. 43 «Habéis oído que se dijo: = Amarás a tu prójimo = y odiarás a tu enemigo. 44    Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? 47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? 48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.’”

 

COMENTARIO

 

Entender la Ley de Dios

 

No es que Jesús hubiera venido a que se cumpliese la Ley de Dios, que sí, sino que había venido a que, en efecto, todo aquello que el Creador había establecido como bueno y mejor, se llevara a cabo. 

No podemos negar que en este texto del evangelio de san Mateo el Hijo de Dios pone le listón muy alto porque la voluntad de Dios no es simple ni es poca cosa sino, al contrario, completa y llena de lo que es recomendable para nosotros, creación y semejanza suya. 

Que Jesús vino a cumplir lo que estaba escrito lo vemos, por ejemplo, justamente en lo que pudiera parecer una humorada del Maestro. Esto lo decimos porque al final del este texto nos dice que seamos perfectos como Dios es perfecto. Y decimos que parece una humorada porque bien sabemos que eso, a nosotros, nos va a resultar, simplemente, imposible. 

Pero bueno… Jesús sabe qué es lo mejor para nosotros y nos lo dice, como sabría que estaba escrito en el Levítico (19, 1-2) cuando el autor inspirado por Dios escribió esto: “Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo”. 

Es decir, Dios, que es Todopoderoso y todo lo creó y mantiene es, además, santo, el único Santo. Y nos pide que seamos como Él. 

Podemos preguntarnos, legítimamente pues se nos pide ser así, qué ha de significar eso y si, en realidad, vamos a ser capaces de alcanzar tal perfección… 

Pues bien, Jesús nos responde a eso. Y lo hace con profusión de ejemplos pues no vaya a pensar nadie que no hay realidades que no debamos cambiar según nuestra forma de ser. 

Debemos ser perfectos o, al menos, acercarnos todo lo que podamos a la perfección divina. Y debemos porque es voluntad de Dios que así sea y porque, de tal manera, nos presentaremos ante Él con el alma más limpia de lo que lo haremos de no intentar, al menos, ser perfectos. 

Por eso Jesús, como ha hecho antes y hará después, nos dice qué es lo que se dice que hay que hacer y qué es lo que hay que hacer pues, en determinadas ocasiones, podemos equivocar el tiro de nuestra acción y acabar incumpliendo la voluntad del Creador. 

Ya vemos lo que nos dice: no ojo por ojo sino bien por mal recibido, no egoísmo sino bondad y dadivosidad, no odio sino amor al prójimo, al enemigo (¡al enemigo!). 

En realidad, Jesús habla de una forma lógica y esperada si tenemos en cuenta que es Dios hecho hombre: Creador de todo y de todos, sobre todo y todos hace salir el sol. Por eso no es posible que nosotros discriminemos según nos convenga o según sean nuestros gustos particulares. 

Todos, nos dice Jesús, actúan según parece por bondad y aunque, puedan ser pecadores, otros pecadores distintos de nosotros mismos, lo bien cierto es que también aman a los suyos y les procuran lo mejor. 

Pero nosotros debemos dar un paso más, ir un poco más lejos que es lo mismo que decir que debemos acercarnos a Dios a través de lo bueno que hay en su Ley y lo mejor que quiere para nosotros. 

Comprender la Ley de Dios y llevarla a la práctica en nuestra vida ordinaria. Ser como Dios quiere que seamos. 

Seguramente no es fácil pero es lo único que deberíamos tener en mente, en el corazón y en nuestras obras y oraciones. 

 

PRECES

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren cambiar su modo de ser y adaptarlo a la voluntad de Dios. 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren intentar, siquiera, ser perfectos según la perfección que Dios quiere para ellos. 

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a procurar alcanzar la perfección.

  

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

Palabra de Dios; la Palabra. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

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