La Palabra del Domingo - 16 de febrero de 2020

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Mt 5, 20-22a. 27-28. 33-34a. 37

“20 ‘Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

21 ‘Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás;  y aquel que mate será reo ante el tribunal. 22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano ‘imbécil’, será reo ante el Sanedrín; 27 ‘Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. 28 Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola,  ya cometió adulterio con ella en su corazón. 33 ‘Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo,  porque es el trono de Dios, 35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. 36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. 37 Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno.”

  

COMENTARIO

 

La verdad es la Verdad

 

No podemos negar que cuando el Hijo de Dios vino al mundo y fue enviado por su Padre, Dios Todopoderoso, no venía a pasar unos cuantos años y, luego, a partir de nuevo a la Casa de su Padre. No. Había venido a hacer y decir mucho y eso es lo que empezó a llevar a cabo cuando supo que había llegado tal momento.

Es bien cierto que el pueblo judío tenía unas Sagradas Escrituras y, en cierto modo, tenía una tradición, unos comportamientos que, a lo largo de los siglos, había hecho de tal pueblo lo que era. El problema es que mucho de lo primero había sido tergiversado por lo segundo. Y eso era un problema más que grave porque había desviado a aquellos que Dios había elegido como suyos, especialmente suyos, y había llevado por caminos no queridos por el Creador.

Decimos, por tanto, que mucho debía cambiar. Y, para eso había venido (salido, dice en alguna ocasión, Jesucristo) Aquel que un día vino al mundo en un portal muy pobre de un lugar llamado Belén donde, según los textos sagrados del pueblo judío debía nacer el Mesías. Y nació allí, claro está.

Pues bien, el Hijo de Dios llama a tener muy en cuenta que aquello que hacen los considerados maestros de la ley, digamos escribas y/o fariseos no siempre es lo correcto ni siempre se ha de seguir como si no hubiese una Verdad por encima de sus criterios.

Bien sabemos, por lo que acabó pasando, que Jesucristo sabía muy bien que se metía en un berenjenal más que grave por decir lo que debía decir. Pero es que sí, debía decirlo… ¡y lo decía sin temor ni respeto humano!

Bueno. El caso es que Jesucristo llama, como decimos, a tener en cuenta la verdadera Voluntad de Dios que, ¡Ay!, no siempre es ni la de los hombres, así, en general, ni la de unos en particular como eran los fariseos, escribas y demás jefes espirituales del pueblo judío.

Lo que nos viene a decir el Hijo de Dios es que se ha de tener en cuenta que no basta con seguir a rajatabla lo que dice la Ley de Dios, que sí, sino que hay que tener en cuenta que la misma abarca mucho más. Por eso no hay, sólo, que no matar sino, también, no extralimitarse del propio ser y entrar en determinadas situaciones peligrosas; tampoco, por ejemplo basta con el conocido “no cometerás adulterio” sino que lo previo a eso también se ha de considerar pecaminoso…

En fin… no podemos decir que sostener eso y hacerlo con la autoridad que tenía, para muchos, Jesucristo, ni era fácil ni le iba a granjear muchas amistades entre los que sostenían otra cosa. Sin embargo, el hijo de María ni se vino abajo ni dejo decir la verdad porque tal verdad partía de la Verdad, con mayúscula, de Dios mismo.

Pero hay más porque Jesucristo no se deja ganar en ganas de que se sepa qué es lo que se debe tener en cuenta para llevar a cabo la vida propia de un hijo de Dios.

El caso es que lo que dice al final de este texto bíblico tiene una importancia vital para nuestra existencia como seres humanos que aspiran a la vida eterna.

En realidad, parece sencilla la cosa pero, como en otro tipo de materias espirituales, no lo es por cómo somos…

Cuando Jesucristo dice que donde es sí o cuando es sí ha de ser sí y donde es no y cuando es no, ha de ser no… en fin, está poniendo el listón espiritual más que alto. Y es que lo pone a una altura que, para poder saltarla debemos ser fieles y más que fieles a una fe que decimos tener.

Eso, así dicho, podría parecer fácil de llevar a cabo. Sin embargo, no siempre estamos dispuestos a decir sí cuando es sí si no nos conviene decirlo a decir no cuando es no si nos conviene decirlo. Y, para demostrar eso no hace falta poner ejemplo alguno Y no hace falta porque es suficiente y más que suficiente con que nos miremos a nosotros mismos… ¿A qué no siempre es fácil hacer lo que debemos hacer?

Todo lo que va más allá de eso (de decir sí cuando es sí y no cuando es no), como bien dice Jesucristo, viene del Maligno. Y, por eso mismo, nosotros caemos en tantas tentaciones y abrimos nuestra propia tumba espiritual. Por eso mismo.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que creen que no les conviene la Ley de Dios.

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no saben decir sí donde es sí o no donde es no. 

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios, gracias por hacernos ver tu Ley.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto. 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

Panecillo de hoy: 

Palabra de Dios; la Palabra. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

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