J.R.R. Tolkien - Ventana a la Tierra Media – Algo sobre las lenguas de J.R.R. Tolkien

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No podemos negar que el tema de las lenguas en la obra de J.R.R. Tolkientiene su aquel y que, vamos, tiene una dificultad que, sí, añade interés a la obra del profesor de Oxford pero que, en algunos casos (como el de que esto escribe) establece cierta barrera mental que impide comprender del todo una obra tan magna. Pero no podemos negar que nuestro autor escribió no para colocar una lengua en un mundo sino para subcrear un mundo para una lengua (o varias)… 

Eso, claro está, no es culpa de aquel hombre que hizo uso de su más que especial inteligencia y desarrollo profesional como para hacer eso que hizo con la invención de lenguas sino que cae de la parte de aquellos lectores que, por las causas, razones o motivos que sean, no alcanzamos a saber mucho de las mismas. Y eso añade misterio, eso sí, a todo lo que leemos de Tolkien pero también añade cierta tristeza que, no podemos negar, nos hace, a lo mejor, no captar la belleza de esto que hablamos. Y es que recordar el quenya, el sindarin, el khuzdûl, la lengua común o, en fin, la lengua negra, nos pone, sin duda alguna , un cierto nudo en la garganta… 

Por supuesto que tenemos ayuda. Y queremos decir con esto que hay muchas personas, amantes de la obra de J.R.R. Tolkien que han dedicado y dedican mucho de su tiempo a analizar lenguas propias del mundo de la Tierra Media. Y damos, al menos por nuestra parte lo decimos, las gracias a su esfuerzo porque ilumina mucho nuestra visión de las cosas saber, al menos saber, que hay quien sí está preparado para afrontar una lengua (o varias) que es inventada pero, no por eso, menos maravillosa que una, digamos, real.

Sean dadas, pues, las gracias. Pero, de todas formas, la cosa no puede quedar aquí porque sería, esto, expresión de racanismo literario. Y eso no lo vamos a permitir por muy difícil que sea este tema. Y es que una cosa es no saber y otra, muy distinta, no querer… 

Para empezar, debemos decir que no nos importa, para nada, que aquel grupo (más o menos completo) de palabras que nuestro profesor creara para darle un lugar en la Tierra Media (o en las Tierras Imperecederas) no se pueda considerar como una “lengua” en un sentido, digamos, como alguna de las que existen hoy día o han existido pero las llamamos “muertas”. Es decir, no estén en un ámbito tal que se puede escribir un texto sin vacíos ni nada por el estilo (porque falten expresiones o lo que pueda faltar). Lo que queremos decir es que nos importa más la realidad misma de haber tenido la inventiva lingüística necesaria para haber hecho, del lenguaje, un instrumento a partir del cual se creó (o, mejor, subcreó) todo un mundo nuevo. 

Esto de arriba lo decimos porque es posible que haya quien  pueda creer que lo hecho por J.R.R. Tolkien en lo referido a las lenguas no es importante porque no están, digamos, “completas” y, es más, de más de una de ellas apenas hay alguna palabra o, en todo caso, pocas cuando, en realidad (y a nuestro modesto entender) es, seguramente, lo más importante que hizo porque, a partir de las mismas surgió todo lo demás.

 

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 Tenemos, por tanto, una serie de formas de comunicación, de lenguas o lenguajes, entre los habitantes de la Tierra Media y, también, en las mismas Tierras Imperecederas. Es decir, es posible, eso sí que es posible hacerlo, decir que, por ejemplo, el profesor de Oxford, se encargó de dar forma a lo siguiente, en cuanto a lenguas o lenguajes:

 

-Quenya (Lengua de los Altos Elfos) 

-Sindarin (Lengua de los Elfos Grises) 

-Teleri (Lengua de los Elfos Teleri) 

-Doriathin (Lengua de Doriath) 

-Ilkorin (Lengua de los habitantes de Kôr) 

-Nandorin (Lengua de los Nandor, rama de los Elfos Teleri) 

-Adûnaic (Númenóreano, antes de la caía de Númenor) 

-Khuzdûl (Lengua de los enanos) 

-Oestron (Lengua común) 

-Taliska (Lengua original de los Padres de los Hombres) 

-Lengua negra (Lengua de Mordor) 

-Valarin (Lengua de los Valars) 

-Rohirrimse (Lengua de los hombres que moraban en Rohan) 

-Dunlendino  (Lengua de los dundelinos, en su tiempo ocupantes de las Tierras Brunas) 

-Harad (Lengua de los hombres del Sur) 

-Éntico (Lengua de los Ents, pastores de árboles)

 

Pues bien, al parecer (según los que se han encargado de estudiar todo este mundo lingüístico) sólo de los dos primeros se puede decir que desarrolló un vocabulario o, incluso, una gramática, de la que se pueda predicar que es una lengua creada y que se trata, en todo caso, de idiomas “artificiales” completos o bastante completos. Y es más que cierto que los demás nombres aquí citados apenas cuentan con una serie de palabras (a lo mejor, algunas decenas) o expresiones que determinan, de todas formas, la diferencia existente entre ellos y, así, su necesaria creación. Sin embargo, eso no quita importancia a todo esto sino que, seguramente, la incrementa. 

Pero, además de estas, digamos, lenguas, J.R.R. Tolkien creó tres sistemas rúnicos y, por tanto, con base en runas o, lo que es lo mismo, en el establecimiento de una serie de símbolos que tiene su traducción al lenguaje ordinario y del que hay huellas desde el año 150 (de nuestro mundo y no de la Tierra Media). Y lo hizo para la escritura de sus lenguas.

 

Pues bien, los tres sistemas a los que hacemos referencia son los que sigue:

 

-Las Sarati, o runas de Rúmil (a la sazón Elfo noldorin de Tirion que escribió la Ainulindalë e inventó el primer sistema de escritura). que, aún siendo de extraordinaria belleza, poco rastro hay de las mismas. 

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-Las Cirth, o Angerthas (que significa “largas runas”), que se muestran en El Hobbit y que se trata de un alfabeto inventado por Daeron de Doriath para poder utilizarlo en las inscripciones. Llamadas certar en quenya y runas en oestron (o lengua común). En realidad las llamadas Angerthas y apellidadas daeron no son, sino, una forma de las Cirth bajo influencia de las tengwar (de la que se habla a continuación). También podemos referir, por tener relación con éstas, las llamadas Angerthas Moria que son la adaptación que los enanos hacen de las daeron y que se usan en Eregion y, si hablamos del pueblo de Durin, en Khazad-dûm y Erebor. 

 

-Las Tengwar de Fëanor (que rediseña las runas creadas por Rúmil), personaje creador de los Silmarils que tanto han dado que hablar en la obra de Tolkien. De estas existe una variante denominada “El modo de Beleriand” utilizado, como podemos imaginar, en aquella parte de la Tierra Media. 

Podemos apreciar, con cierta facilidad, que el trabajo llevado a cabo por J.R.R. Tolkien fue, sencilla y llanamente, prodigioso porque, una cosa es que fuera lingüística y eso pudiera parecer que facilitaba las cosas pero otra cosa, más que distinta, es hacer uso de su especial rama de la sabiduría para dar un mundo a cada una de tales lenguas. Y eso, se diga lo que se diga, es algo más que mera expresión de una labor profesional porque es una verdadera obra de arte. 

 

   

 

Eleuterio Fernández GuzmánErkenbrand de Edhellond  

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy: 

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos. 

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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