2.05.21

Un Héroe de las Misiones: el Dr. Jesús María Sanz Sacristán

Acabamos de llegar al África Oriental, donde estamos fundando una nueva Misión. Hace unos días tuvimos el privilegio de pasar por la Madre Patria, donde tuvimos la dicha de visitar a nuestro gran amigo, el Dr. Jesús María Sanz Sacristán. Pudimos hablar mucho tiempo con él. Sólo hablamos de Dios. También, estaba su esposa, firme al pie de la cruz, acompañando a su marido, en su via crucis, en sus días finales, en su heroica agonía.

El Dr. Sanz o, más sencillamente, Jesús, padeció un calvario de más de seis años (los dos últimos fueron terribles): el calvario del cáncer. Lo sobrellevó heroicamente: tanto en el momento en el que esperaba el diagnóstico como en sus días finales. Él ofreció su cáncer por la salvación de las almas y, de modo especial, por las Misiones.

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11.04.21

La primacía absoluta del testimonio


¿Por qué lo matan a Cristo? Por haber dado testimonio de la Verdad. Al Señor lo mataron por haber predicado la Verdad. En efecto, “querían matarle no en cuanto transgresor de la ley, sino en cuanto enemigo público, porque se hacía rey” (S.Th. III, q. 47, a. 4, ad 3um). Cristo vino al mundo “para dar testimonio de la verdad” (Jn 18,37) y dio este testimonio hasta el fin, dando con su muerte, su testimonio supremo.

Cristo muere para redimirnos. Pero, ¿por qué lo matan? Lo matan por haber dado testimonio de la Verdad. Él da testimonio muriendo[1] y, haciendo esto, triunfa, triunfa sobre el diablo, el mundo y la carne, sobre el pecado y el infierno, sobre el fariseísmo y la superstición, sobre la Sinagoga deicida y el Paganismo idólatra. Cristo por medio del testimonio martirial, obtiene el triunfo de los triunfos, el máximo triunfo jamás obtenido, el triunfo combatiente de la universal Redención.

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11.03.21

Misión en el paraíso – Hambre y pobreza

Volvemos del norte a la capital con intención de viajar a Roma. Tras unos pocos días en la capital, como nuestra estancia debe prolongarse por las trabas covidianas, decidimos movernos a un lugar cercano a las playas, aprovechando un contacto con una persona que nos ofrece una casa sencilla en una de las muchas aldeas de pescadores.

La casa no tiene agua corriente, ni electricidad, no tiene camas, y hace un bochorno terrible que nos obliga a dormir al aire libre mirando las estrellas. Para el higiene sacamos el agua de un pozo que hay en el jardín. Y para nuestras necesidades hay algo hecho de cemento, parecido a un baño, sobre una fosa séptica.

La casa se sitúa en una pequeña aldea cerca del Puerto de no Retorno, donde acaba la Ruta de los Esclavos. Ahora los chinos van a demoler toda esta zona para edificar un complejo turístico con el tema de los esclavos. Para este fin el Estado ha expropiado todas las casas pagando por ellas lo que equivale a poco más de 500€. Nuestra casa también ha sido expropiada. Gracias a los ingenios de un aldeano, nos empalman con el cableado de un comercio, y tenemos electricidad.
     

 Aunque no nos propusimos una “misión oficial", sucede que como el agua moja y el fuego quema, el misionero misiona. Para evitar malentendidos nos reportamos al Rector del lugar. La parroquia abarca un territorio inmenso de playas paradisíacas, el rector cuenta con la ayuda de un vicario, pero no es suficiente para atender bien todo. A pesar de un primer recibimiento cordial, a los pocos días recibiremos unas instrucciones que limitaran nuestros movimientos…

Nuestra vida se organiza en torno de las horas litúrgicas. Madrugada oscura bajo las estrellas del Ecuador, al fondo del mar la Cruz del Sur perfectamente visible, Escorpio y Centauro brillan sobre nosotros, amanece mientras salmodiamos en la playa Maitines y Laudes con la aurora. A lo lejos, algunas luces sobre el mar señalan el lugar donde faenan los pescadores con las redes, arriesgando no pocas veces sus vidas para traer el alimento al hogar, en unas pequeñas embarcaciones con forma de canoa, donde desafían al Océano, que en estas costas suele estar regularmente embravecido.


Después del Santo Rosario, rezamos la hora Prima viendo salir el sol a Oriente sobre el horizonte del mar. Los mosquitos se han comido mis manos pese al repelente, y aunque trato de convencerme de lo contrario, creo que volveré a pillar la “palud". Tras el estudio rezamos la hora Tercia, y después organizamos el día mientras desayunamos. No es común aquí desayunar, pero nuestra robusta constitución tiene sus exigencias. Aunque comemos con bastante modestia, un plato por comida y punto, las tres comidas en África es un lujo de los ricos (ya no digo si comento aquello de las cinco comidas que tenemos en España).

La malnutrición y el hambre aquí son habituales. La gente come por lo general entre una y dos comidas. Realizamos una pequeña campaña para aliviar esa necesidad, sabemos que no soluciona el problema, pero es mejor que nada. Localizamos a las familias más pobres de cada aldea y les damos un lote con lo necesario para un mes. Entre esas familias me llaman la atención la situación de dos jóvenes enfermos de unos veinte años a quienes tomo de la muñeca, el índice sobrepasa ligeramente la uña de mi pulgar. Así como lo digo…



(continuará…)

Padre Emmanuel, S.E.

30.01.21

La paradoja de las periferias – La Misión en su laberinto.

Una vez más, herederos del mandato misional que nos legó Nuestro Señor, lo dejamos todo y hemos venido a tierras de misión, a propagar la Iglesia. 
Las autoridades nos (de)tuvieron aquí tres meses. Luego de un trimestre  de papeles, audiencias y tediosas esperas, nos dicen que aún no podemos misionar ya que necesitamos tal o cual papel covideano o burocrático.
Nos mandan del África Sub-Sahariana (donde estamos) a Europa a tramitar difíciles formalidades, que no sabemos si algún día podremos obtener. Mientras tanto, las incontables almas que aún no conocen a Jesús, siguen esperando. 
Ya estaba por escribir una crónica sobre este fenómeno que podemos llamar “la paradoja de las periferias", pero mi compañero de armas, el Padre Emmanuel, me ganó de mano y compuso estas breves líneas, que comparto con todo el orbe. Más adelante, pienso volver sobre este tema ya que es muy grave y tengo mucho que decir al respecto.

¡Basta de burocracia!
¡Viva la Misión!
 
Padre Federico, S.E.

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23.12.20

CÓDIGO DEL MISIONERO (Versión de Marcha)

I.- El espíritu del Misionero: ​es único y sin igual, de encendida acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con las tribus paganas para proclamar la Fe Católica.

II.- El espíritu de filiación: con el sagrado juramento de preferir morir y reventar antes que pecar.

III.- El espíritu de amistad: con Jesucristo, los compañeros y aun con los infieles.

IV.- El espíritu de unión y socorro: a la voz de ¡A mí La Misión!, sea donde sea, acudirán todos y, con oportunidad o sin ella, con toda parresía , proclamarán la Fe a las tribus paganas.

V.- El espíritu de marcha: jamás dirá que está cansado, hasta caer extenuado. Será el cuerpo más veloz y resistente.

VI.- El espíritu de sufrimiento y dureza: el Misionero se gloriará en sus tribulaciones. No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño; hará todos los trabajos y plantará doquiera la Cruz.

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