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23.04.17

Ante la persecución de los Lamas (IV): cantar las misericordias del Señor

I.

Escribo estas líneas muy rápido ya que literalmente me estoy durmiendo…

Nima, la autoridad local protestante, me dio un borrador de la carta y me pidió que la redacte y tipee. La redacté y le agregué muchas cosas más. Terminó pareciendo “una bula de canonización”, como me decía un amigo en broma.

Esa epístola dice que el suscripto está haciendo una obra benéfica en favor de la gente y que las autoridades desean que él se quede por un largo tiempo en la zona y que le aseguran protección para él y todos los voluntarios europeos que quieran ir ayudarlo. Me dí el lujo de ponerle un “felices Pascuas” al final de la carta y de comenzarla invocando los “decretos providenciales y misteriosos del Cielo”. Realmente, me divertí escribiendo la carta, a la que hicimos referencia en la primer crónica de esta serie. Mi decisión fue simple: escribir una carta de máxima, si me la rechazan, puedo reproponer una carta menos ambiciosa.

Nima aprobó la carta. Y luego empezó a negociar con los intendentes budistas, especialmente con Dorjee (alias D.T.), que era quien me mostró mayor animadversión.

El día del cumpleaños de D.T. (la coincidencia fue extremadamente providencial) lo fue a ver Nima y negoció una hora con él. Luego, Nima me dijo que lo visite yo a DT. Le llevé los regalos, y se quedó contento. Luego, me enteré que se quedó feliz conmigo porque fui la única persona que le hizo regalos en su cumpleaños. En el momento, no sabía que ese día era el aniversario de su natalicio. “Decretos providenciales y misteriosos del Cielo”…

Pasaron dos días de grande suspenso, y luego Dorjee firmó la carta. Tras él, todos los demás intendentes firmaron en serie. En total, nueve autoridades locales firmaron la epístola. El histórico hecho sucedió ayer, Sábado de la Octava de Pascua, culminando así los vaivenes que tuvieron lugar durante el tiempo de la novena de la Divina Misericordia.

El milagro se realizó. No viene al caso ni corresponde publicar la carta, pero baste saber que es asombrosa. Todos los amigos que la leyeron, quedaron asombrados. La carta dice que las autoridades quieren establecer un intercambio cultural, artístico, espiritual y turístico entre Europa, y en particular con un país europeo determinado, y la zona de la Misión. Es una carta histórica que no abre una puerta, sino que abre enormes portones a la Iglesia Católica en la zona de la Misión.

Gracias a esta carta, muchos voluntarios o huéspedes europeos podrán ir a la Misión a ayudar en la enseñanza, gozando de la protección de las autoridades locales (y los lamas lo mirarán por la TV). Al enseñar, podrán evangelizar, aunque esto no está en la carta, pero, con prudencia sobrenatural, los voluntarios lo podrán hacer. Nima, de hecho, me dijo que los voluntarios podrán enseñar la Biblia en la escuela a los alumnos.

En suma, desde esta carta, los Misioneros entramos por la puerta grande. Es un milagro. Veremos cómo sigue la cosa…

 

II.

Ahora el próximo paso, es la decisión del obispo. No va a entender nada. Se quedará boquiabierto. La carta rompe los esquemas de cualquier persona: los que ayer me expulsaban, hoy me dan la bienvenida. No tiene explicación humana, sino divina y por eso estoy obligado a cantar las misericordias del Señor, especialmente en este Domingo de la Divina Misericordia, y a agradecer las oraciones de muchísimas almas que muchas partes del mundo rezaron por esta carta.

Había venido a despedirme y me dan la bienvenida para siempre, y no sólo a mí sino a los que quieran venir a ayudarme. Es de locos.

Ahora veremos qué dice el obispo. Le pedí una audiencia. Estoy esperando que me conteste. Si me da su beneplácito, la misión seguirá en pie. Si no me deja seguir, la misión la seguirán los laicos ya que ahora las autoridades locales budistas están pidiendo, por medio de la carta con 10 sellos y 10 firmas, voluntarios europeos que vengan a la Meseta Tibetana enseñar inglés y otras cosas a la escuela de las monjas, por más que las monjas se vayan (me dijeron que hay un 99% de probabilidades de que se vayan). Nima me quiere dar la escuela a mí.

¡Cantaré eternamente las misericordias del Señor!

 

III.

Digamos dos palabras sobre hoy. Tuvimos la Misa en mi casa. Vinieron doce almas. Cantamos varias canciones en un raro dialecto. Aunque no yo, sino ellos o varios de ellos. Les predique muy largo. Todo duró casi tres horas. Nadie comulgó sacramentalmente, no porque vivan en pecado, sino porque no aún no están bautizados.

Hoy vino un joven nuevo. Se llama Markus. No está bautizado pero me dijo que el ideal de su vida es ser misionero. No me pidan una explicación humana. No la hay. Es otro milagro.

¡Cantaré eternamente las misericordias del Señor!

¡Viva la Misión!

¡Viva la Virgen!

Padre Federico, S.E.

Misionero en la Meseta Tibetana,

Domingo de la Divina Misericordia, 23-4-17