InfoCatólica / Mar adentro / Archivos para: Noviembre 2016

30.11.16

Misión Hospitalaria Ad Gentes en Taiwán

Hace tiempo que el Padre Fu viene predicando que todos los bautizados tenemos un deber misional. Y estamos viendo los frutos: nuestra Parroquia se está volviendo cada vez más misionera. De hecho, una feligresa sexagenaria, caminando ¡repartió por la calle mil volantes misionales en dos semanas! A su vez, hoy, gracias a Dios, fuimos a misionar al Hospital más grande nuestra Ciudad. Lo cuento en pocas líneas.

Una vez más bajo el marco de la “Comisión de Inmigrantes”, organizamos esta acción apostólica. Oído el fervoroso sermón del Padre Fu, una vez terminada la Misa dominical, fuimos 8 Misioneros –quien suscribe y siete feligresas- a evangelizar el mayor Hospital de la zona. Antes de salir, rezamos ante la Virgen, les expliqué el plan apostólico y distribuí los oficios. Salimos en un auto y dos motos.

Yendo en moto a misionar.

Yendo en moto a misionar.

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25.11.16

¡A convertir chinos! (con presentación en chino)

Sólo Dios convierte las almas, pero nosotros debemos ser instrumentos de Dios para conseguir esas conversiones. Por eso, podemos decir que debemos tratar de convertir a los prójimos.

Ahora bien… ¡Uno de cada cinco prójimos es chino! Y por eso, es importante tener medios prácticos para tratar de convertir chinos, aun cuando no sepamos ni una palabra de un idioma aparentemente tan ininteligible.

Secundando una iniciativa de varios comentaristas del blog que recientemente estrené en este católico portal, he decidido poner a vuestra disposición el power-point que hice para tratar de convertir a la ya conocida “Directora china“, que ni debe saber que estamos hablando de ella. Podemos titularlo, “Power Point para Chinos Paganos“.

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24.11.16

Directora china

ChineseJesus

 

Hace un tiempo, acá en Taiwán, estudio chino en el TLI[1], una escuela que fue fundada para que los proselitistas protestantes aprendan lenguas. Éste fue el origen y este propósito en parte se mantiene ya que la mayoría de mis compañeros son “pastores” de diversos grupos disidentes. Teniendo en cuenta lo dicho, no es poco paradójico que haya podido hacer apostolado con la Directora de la sede de Taichung de esta Institución.

Ella fue a un colegio católico, en el que las Religiosas que allí enseñaban le dejaron una buena imagen de la Iglesia. El buen ejemplo de esas Misioneras la movió a manifestarme hace un tiempo, cierto interés hacia el Bautismo. Luego de esta feliz conversación, no pude sino pedir oraciones a nuestra Familia Religiosa.

Después de una prudente espera, le propuse a la Directora, presentarle formalmente a nuestro Señor Jesucristo. Aceptó. Usó estas palabras: “te doy una oportunidad”. Esta frase me puso un poco de presión, pero lo que primaba era mi alegría ya que para esto vine al Oriente: ¡para predicar a Cristo! Ésta, de hecho, fue la primera vez que, de un modo formal, solemne y concertado, pude presentar la Fe a un alma pagana de raza china. Fue algo inolvidable para mí. La mitad de lo que le dije sobre Cristo, nunca lo había oído en su vida.

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18.11.16

¡Dios quiere arrasar!

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 Hace unos meses, en la Fiesta de San José, por gracia de Dios, penetramos en la Meseta Tibetana, no por turismo, voluntarismo, aventurerismo, modas culturales o coqueteos con la ciega infidelidad, sino para convertirla, mal que les pese a los profetastros de sincretismos, irenismos y falsos ecumenismos, que hoy son tenidos como los garantes de la pregonada paz del Nuevo Orden Mundial.

Contra todos los pronósticos de los nativos entendidos y los eclesiásticos de la zona, Dios comenzó, a través de dos paupérrimos e incautos jóvenes venidos de Argentina, una obra, que ya dió sus frutos y que se perfila enorme.

En efecto, Dios hizo un milagro por medio de una Cruz de Tierra Santa con cuatro reliquias y ese milagro sobre una anciana pagana con serios problemas de vista, ese milagro sobre sus ojos corporales fue la ocasión que la llevó a comenzar a ver con sus ojos espirituales, que hasta entonces estaban cerrados. La curación corporal la llevó a curarse de la ceguera espiritual en virtud de la cual estaba encadenada a un todo absurdo panteón de monstruosos ídolos en los que en vano ponía su esperanza.


Siguiendo ella una moción interior inspirada por el Espíritu Santo, la cual le decía que “si comenzaba a seguir a Jesús, ella se curaría”, aceptó, de manos de los Misioneros, la Cruz invicta y rogó con humildad de pastor bethlemita y fe “bartimeica” y, así, obtuvo el milagro que cual celestial escala la llevó a esta madre de un Lama a aceptar gozosa el inefable don de la Fe Católica, que Dios se recrea en otorgar a Sus preferidos, que son los pobres y humildes de corazón.

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16.11.16

Sobre la extraordinaria Misión de San Nicolás Tavelic y sus compañeros mártires

Mucho nos complace presentar el testimonio de estos Santos, que, como precisa S.S. Pablo VI, es un testimonio de carácter “sumamente precioso”[1].

En el siglo XIV, San Nicolás Tavelic concibió un proyecto apostólico del todo osado: ir a predicar la Santa Fe Católica a la mezquita de Jerusalén. Luego de rezar, él y sus compañeros, y de confirmar –por medio de oportunas consultas- el origen divino de tan singular moción, partieron a convertir a los mahometanos. El Papa Pablo VI explica claramente el propósito de estos Santos:

tenían “una doble intención: la de predicar la fe cristiana, refutando valerosamente, y no menos cauta y sabiamente, la religión de Mahoma; y la de desafiar y provocar el riesgo del sacrificio de la propia vida”[2].

Acompañaban a San Nicolás otros tres sacerdotes franciscanos: Deodato «de Ruticinio», Esteban de Cuneo y Pedro de Narbona. Fue un apostolado fiel a la vera impronta de San Francisco, quien«por la sed del martirio, en presencia del Sultán soberbio, predicó a Cristo» (Dante, Par., XI, 100)”[3].

Portaban una gran proclama (o cartel) para exhortar publicamente a los musulmanes a la conversión, pero cuando quisieron entrar a predicar a la mezquita, les fue impedido el paso. Fue entonces cuando pidieron los lleven ante el Cadí pues querían, como dijeron,“decirle cosas muy útiles y saludables para sus almas”.

Así, ante el Cadí y muchos musulmanes, los Misioneros anunciaron a Jesucristo y exhortaron a los presentes a dejar la religión islámica y convertirse a la Fe Católica.

La respuesta de los musulmanes fue unánime: la tortura y el martirio de los Misioneros. Sufrieron prisión y tormentos durante tres días. Luego, fueron descuartizados, ejecutados y quemados. Murieron mártires en Jerusalén el 14 de noviembre de 1391. Su muerte, como dijo S.S. Pablo VI fue una “bienaventurada muerte”[4].

El 21 de junio de 1970 S.S. Pablo VI canonizó a estos cuatro heroicos soldados de Cristo Rey, exaltando su fortaleza con palabras de San Cipriano: “¿Cómo cantar vuestras alabanzas, oh hermanos intrépidos? ¿Con qué elogios puedo celebrar la fuerza de vuestro espíritu […]?» (Ep. VIII; PL 4, 251-252)”[5].

Como explica el Papa,

si bien “«nadie debe entregarse espontáneamente a la muerte» (S. Agustín, De Civ. Dei, 1, 26; PL 41, 39)”, […] pueden presentarse situaciones en las que, bien por impulso del Espíritu Santo, o por otras circunstancias especiales, el heraldo del Evangelio no tiene otro procedimiento para remover la infidelidad que el de hacer de su propia sangre la voz de un testimonio supremo”[6].

El ejemplo de estos Santos es inmensamente admirable, pero solo será imitable en situaciones extraordinarias, es decir, y hará falta una perfecta certeza moral de que Dios lo quiere, si bien –y esto debe quedar claro- se trata de algo extraordinario. Antes de emprender un apostolado misional concreto, se debe discernir que sea Dios quien lo inspira y lo pide. No basta la valentía, hace falta también el discernimiento a las mociones del Divino Espíritu.

Roguemos a Dios que el ejemplo de esta “aventura misionera” –como la llamó Pablo VI- inspire a muchos jóvenes a crecer en el celo apostólico.

P. Federico, misionero en la meseta tibetana

(Taiwán, 29-I-14)


[1] S.S. Pablo VI, Homilía en la Canonización de los Mártires Nicolás Tavelic, Deodato Aribert De Rodez, Esteban de Cuneo y Pedro de Narbona, Roma 1970.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Reproducimos el pasaje entero: “Es verdad que «nadie debe entregarse espontáneamente a la muerte» (S. Agustín, De Civ. Dei, 1, 26; PL 41, 39), y que «uno no debe dar a los demás ocasión de obrar injustamente» (S. Tomás, íb., 13), pero, como nota el mismo Benedicto XIV, refiriéndose al caso que nos ocupa, pueden presentarse situaciones en las que, bien por impulso del Espíritu Santo, o por otras circunstancias especiales, el heraldo del Evangelio no tiene otro procedimiento para remover la infidelidad que el de hacer de su propia sangre la voz de un testimonio supremo” (Ibid).