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17.09.23

La liturgia nos da la vida en Cristo (Notas de espiritualidad litúrgica - XXIV)

Los misterios del Señor son recordados y se nos hacen presentes en la liturgia. Se despliegan los misterios de Cristo a lo largo del año litúrgico, comunicando gracia, salvación y santidad.

Así se va sucediendo el año litúrgico con la presencia de Cristo en sus misterios. La Iglesia, abriendo los “tesoros bíblicos” (SC 51) evoca cada uno de los misterios del Señor, o sea, los episodios, los actos de la vida del Señor, desde el seno de la Trinidad a su Encarnación y Nacimiento, hasta llegar al Misterio pascual, su glorificación y la espera de su segunda venida en gloria y majestad.

Es muy significativo, a este respecto, cómo en el rito hispano-mozárabe, partida la hostia, sus trozos se depositan sobre la patena en forma de cruz evocando esos misterios de Cristo: Encarnación, Nacimiento, Circuncisión, Aparición, Pasión, Muerte, Resurrección, Gloria y Reino. ¡Sí!, todos los misterios de Cristo están ahí, presentes, reales, salvadores, aquí y ahora.

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22.05.22

La actual normativa sobre las reliquias en el altar y su veneración en su día (Mártires - IX)

Reliquias de los mártires en Lorca

4. La actual normativa litúrgica del altar y sus reliquias

Es bueno conservar la tradición litúrgica de depositar reliquias de mártires (o de otros santos) al pie de un nuevo altar cuando se consagra:

“Toda la dignidad del altar le viene de ser la mesa del Señor. Por eso los cuerpos de los mártires no honran el altar, sino que éste dignifica el sepulcro de los mártires. Porque, para honrar los cuerpos de los mártires y de otros santos y para significar que el sacrificio de los miembros tuvo principio en el sacrificio de la Cabeza, conviene edificar el altar sobre sus sepulcros o colocar sus reliquias debajo de los altares… Porque, aunque todos los santos son llamados, con razón, testigos de Cristo, sin embargo el testimonio de la sangre tiene una fuerza especial que sólo las reliquias de los mártires colocadas bajo el altar expresan en toda su integridad” (Ritual consagración del altar, n. 5).

Litúrgicamente, se quiere reproducir la visión del Apocalipsis: “Vi debajo del altar las almas de los inmolados a causa de la palabra del Dios y del testimonio que mantuvieron” (Ap 6,9). Por ello, y siguiendo la normativa litúrgica, de ahora en adelante ni las reliquias se incrustarán sobre la mesa, ni mucho menos sobre la mesa santa del altar se expondrán los relicarios o las imágenes.

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9.05.22

El altar, el martirio y las reliquias (Mártires - VIII)

Hacer memoria del mártir, testigo de Cristo, es inseparable de la memoria del primer mártir, el Testigo fiel y Primogénito de entre los muertos, cuya pasión, muerte y resurrección están presentes en el sacramento eucarístico. Esto se visibilizó en la unión que hizo la liturgia entre las reliquias del mártir y el altar para la Eucaristía.

reliquias san lorenzo

1. El altar en los sepulcros de los mártires

Tertuliano había escrito que “Cristo está en el mártir” (De Pudicitia 22,6), de ahí que fuera fácil relacionar el altar con el altar y construir un altar en los martyria, en las tumbas de los mártires, y en ese altar celebrar anualmente la Eucaristía en el dies natalis. Sobre la tumba del mártir, o conteniendo las reliquias del mártir, se construyó el altar para celebrar la Eucaristía. Es un altar que se dedica a Dios, no al mártir; porque el Sacrificio del altar se ofrece no a los mártires, sino al Dios de los mártires.

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1.05.22

La piadosa intercesión de los mártires (Mártires - VII)

marítres

Combatieron bien el combate de la fe y lucharon hasta el final, por lo que fueron coronados con la corona de gloria prometida. Ahora son intercesores ante Dios y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.

Anclado en el alma humana siempre ha estado el respeto a los propios difuntos y un cierto culto en torno a ellos; así a partir de este dato, nació el culto a los mártires, pero cobrando una fisonomía nueva y bien distinta.

“Los primeros honores otorgados a los mártires fueron simplemente los que los parientes cercanos rendían a sus muertos. Pero, en lugar del círculo restringido de la familia, se asocia la comunidad entera, para cumplir su deber y dar a la expresión de su veneración y de su reconocimiento una solemnidad en relación con el rango conquistado por el martirio” (Delehaye, Les origines du culte des martyrs, p. 33).

La piedad de los fieles se manifestó pronto invocando a los mártires, encomendándose a ellos, dirigiéndoles sus oraciones –y más tarde todos los santos en general-. San Ambrosio exhorta a los fieles a dirigir sus plegarias a los mártires, ya que son nuestros intercesores y obtienen para nosotros el perdón de los pecados (cf. De Viduis 9,55: “possit rogare pro nobis… nunc iam possunt pro nobis, et pro omnibus impetrare…”).

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25.04.22

La universalidad del Calendario general de la Iglesia (Mártires - VI)

san carlos lwanga En el calendario universal hay santos y mártires especialmente relevantes, de culto más extendido en toda la Iglesia, de todos los estados de vida cristianos, tanto de los primeros siglos como del siglo XX, y de todas las naciones:

  • Policarpo de Esmirna, a principios del siglo II, o la carmelita descalza Teresa Benedicta de la Cruz, en 1942, en un campo de concentración nazi;
  • santa Cecilia, mártir romana, o san Bonifacio en Alemania, en el siglo VIII;
  • Cipriano de Cartago, África romana, en el siglo III, o Tomás Moro en Inglaterra en el siglo XVI;
  • san Vicente o san Lorenzo, diáconos en el siglo III, o las carmelitas descalzas de Compiègne (Francia) con la Revolución Francesa, en 1792;
  • los protomártires de la Iglesia romana, bajo el emperador Nerón, san Pedro de Verona, dominico, en el norte de Italia (1252) o en Uganda, san Carlos Luanga y compañeros en el siglo XIX;
  • el polaco Maximiliano Mª Kolbe en un campo de concentración nazi o Lorenzo Ruiz, dominico, y compañeros mártires en Japón, en 1637;
  • Águeda, en Sicilia, en el siglo IV, o Andrés Kim Taegón y 102 compañeros en Corea, en 146, o los mártires de Vietnam Andrés Dung-Lac y compañeros también a lo largo del siglo XIX;
  • Ireneo y los mártires de Lyon (Francia) en el siglo III o Pablo Miki y 26 compañeros mártires en Nagasaki (Japón), en el siglo XVI;
  • Catalina de Alejandría (Egipto) a principios del siglo IV o Adalberto, obispo de Praga, mártir en el 997;
  • Blas, obispo de Sebaste (Armenia), en el 316 o Fidel de Sigmaringa, capuchino, martirizado en Suiza en 1622;

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