20.06.19

Izar la bandera, rescatar la patria

Bandera

Los rituales cotidianos suelen esconder sabiduría, valores, intuiciones.

Uno de ellos es izar la bandera.

Se repite cada mañana o cada tarde al iniciar la jornada escolar en cada rincón de la Patria, desde Ushuaia hasta La Quiaca.

El paño celeste y blanco, sostenido al principio por las manos infantiles o juveniles de los herederos de nuestra identidad, comienza a elevarse lentamente. Se traba en ocasiones, se enreda y se libera, y -si ese día hay viento suficiente- comienza a agitarse, a ondear, a flamear, lentamente o con frenético ímpetu, casi con pasión.

Algunas veces -como esta mañana, en uno de los días más cortos del año- la bandera que izamos sólo se ilumina por completo y luce su colorido al llegar a la cima del mástil. Sólo en las alturas el sol apenas asomando en el horizonte la alcanza con sus rayos, y se tiñe entonces de un naranja que le da un mágico esplendor.

Y, ¿qué sabiduría, qué valor, qué intuiciones puede esconder y revelar al mismo tiempo este gesto?

Amigo: La Bandera simboliza la Patria misma. Venerarla es reconocer agradecidos el cúmulo inmenso de regalos recibidos de Ella y en Ella.

Pero izar la bandera, levantarla bien en alto, hacerla subir hasta la cima es algo más: es gesto que simboliza lo que cada argentino debe hacer con la Nación, y sobre todo con su propia vida y con el misterioso don de su propia libertad.

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19.06.19

La pucha con el hombre: antropología en seis octavos

Comparto con ustedes un breve texto que elaboré para la materia “Psicología y Familia", de la Licenciatura en Ciencias para la Familia. Debíamos hacer una síntesis sobre las notas de la persona humana sobre un texto de Ricardo Yepes Stork, y elegí vincularlo con este sublime poema que ennoblece el cancionero folklórico argentino.


Los artistas y pensadores de cada siglo han compuesto, pintado y escrito miles de obras para referirse al hombre. Muchas son de profundidad y belleza sublime, y, sin embargo, ninguna de ellas han logrado ni podrán lograr nunca abarcar a la persona en su totalidad.

No sólo porque cada “alguien” existente es una todo multidimensional, sino –principalmente- porque la persona es un misterio. Lo que vemos e intuimos de cada uno es sólo como la “punta del iceberg” de ese absoluto limitado que es cada miembro de nuestra especie. Hay siempre una plus ultra inalcanzable, no sólo en el concepto del ser humano en general, sino en cada individuo singular.

Consciente de eso, quiero intentar desentrañar la categoría de persona –magistralmente descrita por Ricardo Yepes Stork- valiéndome de una obra cumbre del folklore argentino. Una poesía que al ritmo de chacarera manifiesta intuiciones que pueden dirigirnos con precisión a alguna de las notas clave de la antropología, al misterio del hombre, que es la sal de la vida.

Su mismo título, “La pucha con el hombre”, expresa el asombro que todo pensador experimenta ante la complejidad del humano, que parece ser un eco de aquél “¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?” del salmista.

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16.05.19

6.05.19

Resonancias de Jn 21

Amigo mío, que en las noches oscuras del tiempo echas una y otra vez las redes al agua, muchas veces sin resultados…

Amigo mío, que a menudo estás cansado de intentar, que sientes por momentos que la barca se hunde, y que la orilla está lejos…

Amigo querido, a quien el frío, la oscuridad, el miedo, la fatiga, amenazan con abatir y dejar sin esperanza…

Dejame que te diga una cosa, una sola cosa:

EN LA ORILLA NOS ESPERA JESÚS

En la orilla de la Eternidad nos aguarda su amor, su mirada, su presencia que serena y reconforta el alma para siempre.

Nos espera en la orilla en la seguridad de su misericordia, las arenas puras de su fidelidad inquebrantable.

Nos espera en la orilla donde el amor de su Sagrado Corazón será el fuego que ilumine y que devuelva -para siempre- el calor a tu cuerpo y tu alma entumecidos.

Nos espera en la orilla observándonos con mirada cómplice, con mirada de amigo, ofreciendo a nuestra corazón hambriento el alimento perfecto de su presencia, en un banquete que no acabará JAMÁS.

En la orilla, en el Cielo, descansaremos y reiremos, cantaremos y nos saciaremos del amor que él nos dará, y amaremos como nunca antes pensamos que fuera posible.

En la orilla, en el Cielo, llegaremos a ser nosotros mismos.

En la orilla, en el Cielo, nos espera también María, como mamá que nos secará las lágrimas de nuestros ojos y nuestro cuerpo y corazón empapado por el agua salobre del mar de la historia.

En la orilla, en el Cielo, nos esperan también aquellos hermanos y amigos que partieron antes con esa esperanza en el corazón y habiendo sido fieles. ¡Qué inmenso será el abrazo de todos con todos!

¡Animo!, mientras vas en el mar.

¡Tira las redes a la derecha!

¡Sigue amando, obediente al mandamiento de Jesús!

Y disfruta de los pequeños momentos que -incluso ya aquí- él te deja gozar de la alegría de la pesca abundante y de la serenidad de la orilla, en cada altar, en cada sagrario, pedacito de Cielo.

P. Leandro Bonnin.

1.04.19

Los valores de la familia y la economía argentina (y de cualquier país)

Hay un argumento en el cual este año espero poder profundizar, pero me atrevo a formular al menos someramente, y es que APOSTAR POR LA ESTABILIDAD DE LA FAMILIA Y POR UNA EDUCACIÓN AFECTIVO SEXUAL EN VALORES repercutiría necesariamente en BENEFICIOS ECONÓMICOS SIGNIFICATIVOS PARA EL PAÍS.

¿Por qué?

Sólo voy a señalar algunos ejemplos:

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