Argentina: robaron el cadáver de un bebé para realizar rituales

Un hombre de 48 años, sospechoso de ser quien ingresó en el cementerio de la localidad de Nicanor Otamendi (provincia de Buenos Aires, Argentina) y robó el cadáver de un bebé, fue detenido por efectivos de la Policía de la provincia de Buenos Aires, que tras un allanamiento el pasado 5 de enero encontraron tuercas y llaves para manipular ataúdes en su domicilio y en el interior de su auto. El hombre ya tenía antecedentes de haber estado involucrado en un hecho similar, según informa Clarín.

Detalles de la detención

Los rastrillajes para dar con el sospechoso fueron en su casa de Córdoba al 350, en la localidad de Nicanor Otamendi, cerca de Miramar. Según se logró establecer a partir de testimonios de los vecinos, el sujeto se dedicaba a realizar rituales umbanda y era encargado del cementerio, por lo que podría tener copias de las llaves y conocimientos sobre cómo ingresar en el lugar.

Las investigaciones se iniciaron tras la denuncia de una pareja por la desaparición repentina del cadáver de su hijo el pasado 24 de diciembre. La Policía realizó dos allanamientos en la ciudad de Nicanor Otamendi, ubicada a 38 kilómetros de Miramar: uno en la casa del principal sospechoso, en calle Córdoba al 350, y otro en casa de su progenitora, con quien –se sospecha– realizaba rituales de veneración a San La Muerte.

Del interior de la vivienda del imputado se incautaron de un rosario (que guardaría similitudes con el que fue sustraído del cementerio y se encontraba junto al cuerpo del bebé), un destornillador, una llave francesa, seis llaves de tuerca, una pinza y un juego de llaves Allen. Y en su vehículo se encontró un tornillo similar a los utilizados para sellar ataúdes, una llave cruz y tres celulares.

El operativo estuvo a cargo de la DDI Mar del Plata, Sub DDI y EPC Miramar, que continúan con las tareas investigativas para dar con el paradero de los restos óseos sustraídos. Finalmente, el sujeto fue detenido y trasladado a la Unidad Penitenciaria 44, quedando a disposición de la UFI Descentralizada de Miramar.

Ninguna sorpresa: otro caso anterior

Tal como leemos en Crónica, el nombre del acusado no sorprendió a nadie: es el ex sepulturero del cementerio, que estuvo preso a principios del año pasado por el robo del cadáver de otro niño. Los investigadores dijeron que los usaba para hacer “rituales satánicos y rendirle culto a San la Muerte junto con su madre”, a la que también le allanaron la casa.

Sin embargo, nadie apuesta a que este sujeto pase mucho tiempo preso: robar un cadáver no es un delito tipificado por el Código Penal argentino.

El último caso se conoció en las vísperas de la Navidad, cuando Alberto Aranda y su mujer, Mara, fueron al depósito de ataúdes del cementerio de Otamendi para dejar flores sobre el féretro de su hijo Ciro, de 1 año y dos meses, fallecido a mediados del mes pasado a causa de una neumonía. Notaron que alguien había violentado el ataúd, y el cadáver no estaba.

Los vecinos marcharon hasta la parroquia del pueblo, sobre todo porque no era el primer cadáver que desaparecía del cementerio en una fecha del calendario cristiano. En las últimas Pascuas robaron el de Matías Valentino Fernández, de apenas dos años, que apareció eviscerado y sin sus dientes, a la vera del arroyo La Totora en la Ruta 11.

La investigación condujo a la Justicia hasta la casa de Carlos López, el ex sepulturero y encargado del cementerio de Otamendi que fue separado de su cargo en abril pasado, después de que lo aprehendieron por el robo del cuerpo del primer niño.

A pedido de la fiscal Ana María Caro y de la jueza Rosa Frence, la policía allanó su casa, tal como se ha contado. Los padres de Ciro reconocieron que en los operativos “secuestraron cosas religiosas y había muñecos con la boca cosida, pero no quisieron revelar si hallaron el cuerpo de su hijo.

Investigaciones previas

En AIM se podía leer, en los días anteriores a esta detención, que la Policía bonaerense estuvo buscando por agua y por tierra, en las zonas aledañas de pajonales, en campos, en arroyos. “El operativo continúa”, según la fiscal Ana María Caro. Por otra parte, aseguraba: “Hay una pista firme”. Esa pista señalaba a una sola dirección: “Un grupo satánico que opera en la zona de Otamendi y que se dedica a practicar rituales”, afirma la fiscal. El dato, que implicó romper con el temor de varios vecinos, no fue fácil de conseguir. 

La teología detrás del robo, si es que hay efectivamente un motivo ritual, se desconoce. A qué dios o dioses adoran los presuntos ladrones del cadáver de Ciro es algo todavía impreciso. “Santero” y “umbanda” son términos también empleados por la fiscal. No es la primera vez que el culto a figuras demoníacas se ve involucrado alrededor del cadáver de un niño en tiempos recientes.

Otro suceso reciente en Argentina

El mes pasado, la división Homicidios de la PFA detuvo en su casa de Quimilí (provincia de Santiago del Estero) a Miguel Ángel Jiménez, productor de algodón, acusado de ser el ideólogo y principal sacerdote detrás del infanticidio, violación y descuartizamiento de Mario Salto, ocurrido en el pueblo santiagueño en julio de 2016.

El pueblo de Quimilí apodaba “El Brujo” a Jiménez, “El Terrible” era otro apodo frecuente. Y “El Brujo” en su casa tenía un altar con una gran efigie de San La Muerte y una bandera de la deidad, pequeños amuletos, todo dentro de un placard. Un perro rastreador llamado Halcón se lanzó ladrando sobre la mesa de luz de Jiménez. Los policías de la división Homicidios encontraron allí una carta, una suerte de pacto: “Ya tengo su virilidad, su juventud, su fortaleza. Dame lo que pido”, decía.

Otros cajones revelaron recortes de diario sobre el infanticidio de “Marito”, papeles como amuletos que leían “dame tu fuerza, 666″, la efigie del ojo en el triángulo, el antiguo símbolo de la providencia divina. La hipótesis, para la PFA y la jueza Falco, es tan simple como horrible, según apuntaron investigadores del caso. “Marito” murió en un crimen ritual bajo una teología demente: lo mataron para cosechar su energía vital.

Víctimas: gente vulnerable

Pablo Salum, presidente de la ONG Libre Mentes, explicó a Diario Popular que “estas organizaciones coercitivas hacen rituales a los que vulgarmente llaman satánicos, pero en realidad son contenidos absurdos para captar a gente vulnerable o que está bajo un estado de ignorancia”.

No importa si es científico, abogado, maestro o persona humilde. Pueden agarrarse de un problema de salud, ya sea físico o mental, cuestiones familiares o sentimentales, adicciones o pérdidas de empleo. Todo eso, junto a la ignorancia, hace a una persona más susceptible de ser captada”, graficó.

El también fundador de la entidad precisó que estos miles de grupos que operan en el país tienen varios métodos para atrapar a la gente en sus redes: “Pregonan que con este tipo de ‘magia’ pueden realizar cosas que van desde revivir a un ser querido, pasar a una mejor vida o ir al paraíso hasta poderes especiales o energías, como para hacerle bien o mal a alguien”.

A la hora de conseguir los cadáveres, Salum sentenció que estas bandas operan de distintas maneras. “Hay células que se dedican a comprar lo que les venden otros”, denunció sobre un verdadero tráfico de restos humanos, aunque también confió que “algunos lo hacen ellos mismos, profanando las tumbas”, en lo que consideró “un ítem dentro de los demás delitos que cometen”.

En tanto, resaltó que las sectas buscan generar un daño psicológico en sus captados, porque cuanto más dañás a una persona, más la podés someter, entonces mediante estos rituales macabros logran un poder de sumisión y de control.

Efectos terribles de la lógica ritual

“Igualmente no te hacen participar de estos rituales en el principio. Las víctimas pasan por un proceso en el que las desgastan hasta que creen ciegamente en lo que se les dice”, contó el especialista sobre el sometimiento que viven los captados.

Incluso, advirtió que la cosa puede empeorar: “Quizás pasan de sacrificar animales a utilizar restos humanos como en este caso, pero después pasan a sacrificar a una persona viva. O hasta alguno de los miembros se suicida. La gente que no es víctima por ahí dice ‘la gente está loca’ o no lo cree, pero el proceso de captación y sometimiento a veces es muy largo.

“Directores de hospitales me cuentan que muy seguido les llegan personas fuera de sí, en estados de brote psicótico, como inducidas a un estado de trance, con cortes que son profundos, llegan al hueso y la persona increíblemente no tiene dolor. Son marcas de rituales y hasta muchos entran con el mismo corte, es decir que pertenecen al mismo grupo. A veces también ingresan quemados por manipulación de pólvora o intoxicados con consumo de droga”, enumeró Salum.

Al respecto, argumentó que “es una cadena de perversión, sometimiento y daños psicológicos que tiende aumentar, nunca disminuye”, tras lo cual cargó contra el accionar de las autoridades: “Hay un comercio siniestro y a ellos no les importa, porque no hacen absolutamente nada”.

“Hay casos donde han allanado organizaciones coercitivas de tipo africanista donde secuestran un montón de restos humanos y no se investiga lo suficiente. No hay condenas”, abundó el titular de Libre Mentes.

Además, indicó que “muchas veces aparecen detrás políticos, famosos y gente poderosa, que está captada por estos movimientos” y le exigió al Estado “que reconozca la problemática y apruebe la ley antisectas, para que un equipo interdisciplinario pueda trabajar con cifras y datos certeros, para tener estadísticas confiables”

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