“Hoy, y todos los días, me gustaría pediros, a cada uno de vosotros, según su capacidad, que os cuidéis los unos a los otros, que permanezcáis cerca unos de otros, que os respetéis mutuamente”, dijo el Santo Padre desde el balcón del Palacio Senatorio, a los ciudadanos romanos presentes en la plaza del Capitolio.
Estas palabras, como suele hacer el Papa Francisco, no se dirigen exclusivamente a los ciudadanos romanos presentes, sino que como bien señaló: “Roma tiene una vocación universal, portadora de una misión y un ideal que puede cruzar montañas y mares, y que puede narrarse a todos, sean cercanos o lejanos, cualquiera sea su pueblo de pertenencia, su idioma o el color de su piel. Como Sede del Sucesor de San Pedro, es un punto de referencia espiritual para todo el mundo católico”.
Y es por ello, que, reflexionando en ellas, me viene a la mente la necesidad apremiante de profundizar durante estos días de preparación a la Semana Santa, no solo en la mortificación y oración, sino en la limosna, palabra que proviene de «eleemosyne», «éleos», que quiere decir compasión y misericordia. “Y como la misericordia tiene mil caminos, mil modalidades, así la limosna se expresa en tantos modos, para aliviar la dificultad de cuantos se encuentran en necesidad…No debemos identificar, pues, la limosna con la simple moneda ofrecida a prisa, sin mirar a la persona y sin detenerse a hablar para comprender de qué cosa tiene verdaderamente necesidad… la limosna es un gesto de amor que se dirige a cuantos encontramos; es un gesto de atención sincera a quien se acerca a nosotros y pide nuestra ayuda, hecho en el secreto donde solo Dios ve y comprende el valor del acto realizado”. (Catequesis del Papa Francisco en la Audiencia Jubilar sobre la limosna. 09/04/2016)
No solo como los tres ejes que nos ayuden a vivir mejor la cuaresma, a nuestra transformación interior, sino como expresión de la caridad. Una caridad entendida, no como sentimiento de lastima, sino de compasión con el hermano, de ímpetu para aliviar al hermano que nos necesita. Es decir, darse generosamente a los demás, con sinceridad en el corazón,cara a Dios y no cara a los hombres; no de lo que nos sobra, no por obligación ni de mala gana, como una carga, pues como dice San Agustín: “Si das el pan entristeciéndote pierdes el pan y la recompensa”
Mas bien, darnos y dar de lo que tenemos,con rectitud interior y discreción, con autenticidad, imitando a Dios mismo que “da con largueza” para solucionar problemas reales en favor de los más necesitados. No hay nada más digno ni filigrana mejor presentada al señor que esta. Dios “ama al que da con alegría”, al que se da con generosidad cuando “tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregriné, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme. Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis”. (Mt 25,35-40).
Los primeros beneficiarios de este darse y dar, de esta labor de artesanía realizando piezas hechas con nuestras propias manos y todas distintas entre sí, somos nosotros mismos, pues ” quien siembra escasamente, escasamente cosechará; y quien siembra copiosamente, copiosamente cosechará. Que cada uno dé según se ha propuesto en su corazón, no de mala gana ni forzado, pues Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia. Para que, teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis abundancia en toda obra buena, según esta escrito:
Repartió con largueza,
Dio a los pobres;
Su justicia permanece para siempre.
Aquel que provee de simiente al sembrador y de pan para su alimento, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia. Así seréis enriquecidos en todo para toda obra generosa, que mediante nosotros fructifica en acciones de gracias a Dios." (2Co 9, 6-11)
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“Mamá, gracias por darme la vida, por dármelo todo, porque hiciste nacer en mí el amor hacia las artes y porque me enseñaste a ver la vida con los ojos de la inteligencia y del corazón. Te quiero todo. Don José Vidal Conde, gracias por haber venido, por luchar tanto por mí y por ser la persona con más ternura del planeta. Y porque sin saberlo, con solo una sonrisa, cambiabas y cambias el mundo. Queridos padres, a mí sí me gustaría tener un hijo como yo porque tengo unos padres como vosotros, muchísimas gracias".
¿Cuántos de los que aplaudían en la entrega de los Premios Goya hubieran abortado a Jesús Vidal y a sus compañeros de reparto?
Da que pensar….
]]>Este fin de semana, María, nuestra Madre, me ha concedido uno de los más generosos e insuperables regalos que haya recibido jamás. He podido compartir con más de 1500 personas, la mayoría de ellos jóvenes, el encuentro Hakuna All Meeting, celebrado en Roma.
Para los que no los conozcáis, Hakuna Revolution nació a raiz de la Jornada Mundial de la Juventud de Brasil.Desde diciembre de 2017 es una Asociación privada de fieles con personalidad jurídica que tiene como fines, como se puede leer en sus estatutos, los siguientes:
-ayudar al crecimiento de la vocación cristiana como ‘vida’: una vida nueva en el Espíritu, el estilo de vida de Cristo, una forma de estar propia; esta vida nos posee y se contagia; lo realiza creando espacios donde se comparte vida.
-fomentar el empeño por esperar esta vida nueva desde la Eucaristía, cuidando Sagrarios, promoviendo adoraciones y Horas Santas y el deseo de que sea acompañado.
-ayudar a que el hecho de arrodillarnos ante Cristo se traduzca en vivir arrodillados antes los demás, en una actitud continua de servicio en el día a día, con atención especial a los más necesitados mediante compartiriados, siendo estos medios para fomentar la entrega a los demás mediante distintas actividades
-realizar actividades en las que este estilo de vida se contagie, principalmente, a personas alejadas de Dios: albergar el sentimiento de Cristo de que no se pierda ninguno.
-ayudar a integrar lo espiritual y lo material: reflejar la belleza y alegría de Dios, aprender a disfrutar del presente y de lo que uno tiene entre manos, amar todo lo creado, profundizar en la presencia de Dios en nuestra vida, enseñar la dignidad de la materia, mostrar la unidad cuerpo-alma en la vida con Dios, buscar la progresiva espiritualización del cuerpo y encarnación de las realidades espirituales, permitir que la fuerza de la resurrección actúe.
Y -fomentar la creación de música religiosa que transmita esta visión cristiana de la vida, música que lleve la vida a las adoraciones, canciones que enseñen a rezar y eduquen el corazón; esta expresión musical de la fe, bella y actual, es camino de evangelización, mediante conciertos y grabaciones.
No obstante, y sin andarme por las ramas, lo que quería compartir con vosotros son las conmovedoras palabras que nos dirigió el santo Padre momentos antes de comenzar una Adoración Eucarística sobre el altar de la Cátedra de San Pedro:
“Buenas tardes. Todos son mayores de 16 años, pero ahí hay uno que hace más lío que todos ustedes juntos, si este niño solo tiene un año y ya se mueve así, que les espera a ustedes. _ (El Papa se dirigió a los padres de un niño que estaba sentado en el suelo delante del altar que bailaba animado con la canción de Misericordia) _. Gracias por estar aquí, por su testimonio; y gracias por ser alegres, por tener ganas de vivir y preocuparse; y gracias porque saben que les pongo en mi corazón para rezar. Estoy contento de dirigirles unas palabras a ustedes, que forman esta gran familia eucarística que es Hakuna.
En primer lugar, os quiero pedir perdón por los escándalos que ocurren dentro de nuestra Iglesia, no solo los escándalos de abusos, no. No solo esos, tantos otros. Escándalos de mundanidad, de apego a valores que no son evangélicos, de incoherencia de vida; ustedes ven eso y dicen, yo me hago ateo, parece más coherente. Pedir perdón, perdón por escandalizaros. Siento dolor por esto y le pido al Señor que los errores, yo pienso en los errores de nosotros los pastores, no nos aparten de Jesucristo, que es la única fuente de felicidad. Cuando el pastor se olvida que es pastor y se convierte en patrón y se excede en ese realismo que hace tanto daño. Les pido perdón también por eso. Y que el tesoro de la fe, que es la más grande que podemos descubrir en esta vida, lo custodien bien, no dejen de buscarlo hasta encontrarlo.
Simplemente les voy a hablar de tres palabras, para ser sencillo. Primero, INCONFORMISMO. No se dejen engañar por las falsas promesas que no llevan a nada. Hay una leyenda que a mí no me gusta mucho, pero que puede servir para acá, que cuando conquistaban las tierras de América y de África y de Asia, los europeos les llevaban vidrios de colores a los habitantes de ese lugar, a los más ingenuos, y éstos quedaban encantados, contentos y se los cambiaban por oro. Por favor, no compren nunca vidrios de colores, no sean pavos, pesen bien lo que les ofrecen y no se queden con mercadería de baja categoría. Busquen lo grande, la visión en lo bello, los hombres y mujeres tenemos una suerte, Dios nos hizo con un corazón sediento de felicidad. No se conformen con una vida sin sal, salgan al mundo y sean protagonistas, la felicidad es posible. No sean mediocres, y también, sean protagonistas en las iglesias, ustedes deben armar lío, dentro y fuera de las parroquias. Tienen un hogar, una casa, no dejen que seamos los sacerdotes los que decidamos todo, eso no es iglesia, eso es ser patrón de estancia; no, no dejen eso. La opinión, la fuerza es fundamental para nosotros, para ustedes; que sea la comunidad la que junto con el sacerdote decidan. Él tiene la autoridad, pero que la que decida, la que proponga, sea la comunidad misma. La opinión y la fuerza de ustedes es fundamental para nosotros.
Como saben estamos en pleno sínodo y el tema son ustedes los jóvenes, donde reforzaremos el papel indispensable que los jóvenes tienen en la Iglesia y esto que les voy a decir no es demagogia, la Iglesia los necesita. Si no se queda, no solo sin futuro si no sin presente. La iglesia les necesita. Participen, cuestionen, propongan ideas. Por ejemplo, si la música les parece aburrida, compongan ustedes canciones con letras y ritmos alegres, como hicieron esta con la misericordia que me gustó mucho, gracias. En serio, lo digo alto y claro, una Iglesia sin jóvenes no es Iglesia. O sea, inconformismo, no se conformen con poquito, con los bellos colores, con lo que tiene valor.
La segunda palabra es ALEGRIA. Un joven que no sonríe no es verdaderamente un joven. Que, ante las dificultades y las sombras, no dejen que anide en el corazón de ustedes la tristeza. La tristeza es el ambiente del diablo, lo que necesita el demonio para corromper, para matar. En cambio, la alegría es de Jesús, cuando Cristo nos libera nos inunda esa profunda alegría que el mundo necesita; que no es, no es solo hacer ruido, no, la alegría es otra cosa. La alegría tiene esa línea de autenticidad que en seguida se la conoce, a la alegría no se la puede falsificar nunca; podrás llamar alegría a una cosa que no es alegría, pero la alegría es o no es. Déjense invadir por esa alegría y contágienla, la vida se transmite con una vida alegre, no con teoremas ni matemáticas. No estén tristes, den testimonio de lo que son, así van a transmitir vida; no expliquen por qué son así, que sus vidas sean como diamantes que la gente se pregunte, pero ¿qué tiene esta persona?, ¿por qué su personalidad pesa tanto?, ¿por qué a mí, de alguna manera, me provoca, me desafía?, ¿qué tiene? A un amigo o una amiga no se lo va a ayudar con una explicación teórica del cristianismo. Me preguntaba un joven en la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia, universitario, chico; me decía, y ¿qué tengo que decirle yo a mis compañeros que son ateos?, ¿qué tengo que explicarles yo para que crean? Lo último que tenéis que hacer es decir algo o explicar algo, eso es lo último. Viví vos tu cristianismo, viví vos tu alegría, da testimonio tuyo y se irá él a preguntarte a vos, ¿qué te pasa?, ¿por qué vivís así?, y ahí sí que será el momento de hablar. La iglesia no crece por proselitismo, no somos un club de fútbol que va buscando socios, no. La iglesia crece por testimonio, crece con grandeza de corazón. Si alguno cree que explicando la fe con razones y todo, con confianza te digo, que esto me aburriría hasta mí. No me gusta ver personas en las iglesias con caras tristes, esperando que se acabe la Misa y es verdad eso. Acá en Italia en algunos pueblos está la costumbre que cuando empieza el sermón, muchos salen a fumar un cigarrillo los 40 minutos, ¿son aburridos los sermones eh? Pero eso son cuestiones de los curas que tienen que cambiar, tienen que cambiar la homilía, tienen que hacerla provocadora y no más de 8 minutos. Si esto pasa es que no nos hemos enterado del regalo que es la Misa, que es la Eucaristía. Por favor ayuden a convertir las ceremonias en lo que realmente son, una fiesta, una fiesta.
La primera palabra era inconformismo, la segunda palabra era alegría, la tercera es COMPASION. Tengan siempre muy presentes a los que sufren, pero no como para tenerles lástima como le puedes tener lástima a un perrito que se está muriendo porque lo arrollamos. Lástima no es cristiano; compasión, padecer con, meterte en la vida del otro. Acompañen a los que sufren, son muchos; y muchos jóvenes sufren, compartan con ellos la realidad que viven, visiten enfermos, visiten a los viejos que están en los geriátricos, tanta soledad; pero basta que vayan ustedes a tocarles la guitarra y ¿qué se yo? Se ponen alegres, empiezan a hablar y son ustedes los que no se van a querer ir. Los viejos tienen ese mundo de cosas tan interesante, y que a veces se sienten muertos antes de la muerte porque no tienen a quien comunicarles. Vayan a los geriátricos, métanse. Compasión.
El cuarto mandamiento, papá, mamá, los abuelos; den gracias si los tienen vivos y no les hagan la vida imposible. Y a ustedes que son padre y madre les digo lo mismo, den las gracias por los hijos que tienen y no les hagan la vida imposible. Eso lo dice San Pablo en una de sus cartas. Ojalá el Señor les enseñe a desentrañar aquellos bienes, esto me lo hiciste a mí, ¿cuándo Señor? Cuando estuve en la cárcel me visitasteis, cuando tuve hambre me disteis de comer, cuando era chico me altivaste, cuando esto, cuando esto, cuando esto… compasión con el que sufre, con el que necesita. Ojalá lo lleguen a entender.
Y, por otro lado, en el sínodo se está hablando ahora de acompañamiento. Acompañar a otro no es un carisma sacerdotal, es un carisma bautismal. Todo cristiano tiene metido a dentro el arte de acompañar, es el Espíritu Santo, a veces lo llaman director espiritual, lo que sea. Cualquiera puede acompañar si pide al Espíritu la gracia de la Sabiduría para acompañar. Yo necesito alguien que me oriente en la vida, pero no encuentro ningún cura; y ¿por qué pensás en un cura? No conocés un hombre, una mujer, una monja, ¿qué se yo?, que vos veas que te pueda acompañar. Puede, no hace falta hacer ningún curso, es un carisma del Espíritu que te lo dan en el bautismo. Y acompáñense entre ustedes porque también tienen ese carisma. Por otro lado, compartan sus inquietudes con los amigos, amigas y acompáñense de esta manera también en el camino de la fe.
Bueno esto es inconformismo, alegría y compasión. Son las tres palabras que les dejo. Como les dije en Río, no balconeen la vida, no balconeen la vida. Bajen y caminen la vida. Jueguen para delante, sean protagonistas, el mundo y la Iglesia los necesitan. Pueden en este movimiento, siempre pegados a Jesús, en la Hostia, que es quien los hace comunidad y los hace clamar al mundo de hoy. Bueno ahorita parece que se quieren, que no están peleándose, bendito sea Dios. Rezo por ustedes y por todos los jóvenes del mundo y les pido que cuando estén ahora en adoración recen por mí, porque lo necesito, para poder ser menos infiel al Señor. Y ahora los invito quietitos, quietitos como están a rezar un Ave María a la Virgen para que los acompañe en esta adoración a Jesús. _ (Rezamos todos juntos un Ave María con el Santo Padre antes de que nos diese su bendición) _
Que los bendiga Dios Todopoderoso en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y buena adoración y acuérdense de mí también. _(Vuelve a dirigirse al niño)_ Y el rebelde se ve que fue a servir a otro lado, se escapó, vio un cura y se asustó. Que Dios los bendiga”.
En fin, como bien dicen estos audaces jóvenes: “Hakuna somos todos los que juntos seguimos a Cristo compartiendo un estilo de vida que aprendemos arrodillados ante Cristo Hostia, y así aprendemos a vivir alegremente arrodillados ante el prójimo, ante la vida y ante el mundo.
Queremos compartir nuestra fe cristiana haciendo lío”, recordando las palabras del Papa Francisco en el Encuentro con los Jóvenes en Paraguay el 12 de julio de 2015: “Hagan lío y organícenlo bien. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan”.
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Ayer celebró la Iglesia la festividad de Nuestra Señora de los Dolores. “Celebrar la memoria de María es celebrar que nosotros, al igual que ella, estamos invitados a salir e ir al encuentro de los demás con su misma mirada, con sus mismas entrañas de misericordia, con sus mismos gestos. Contemplarla es sentir la fuerte invitación a imitar su fe. Su presencia nos lleva a la reconciliación (…) No tengamos miedo de salir a mirar a los demás con su misma mirada”.1
De hecho, es un día para volver a los pies de la cruz, a la hora del desprecio, junto a la Madre de Jesús, nuestra Madre, con amor, con mucho amor. Me gusta pensar que podría llegar a ser, -tal vez algún día, Dios lo quiera-, como aquellas mujeres, que a pesar de los gritos que piden la muerte de Jesús con odio, los insultos, el ensañamiento de los verdugos, la soledad, el miedo, … no se arrugan. No salen corriendo. Son fieles. Resisten frente a la histeria del pueblo. Lo entregan todo al servicio de Jesús. Ellas como nadie saben que el amor y el sufrimiento van de la mano. Lo han experimentado muchas veces.
Ellas, con gran valentía y celo, con gran esmero, ternura y desvelo, no dudan en acompañar y ofrecer un consuelo humano a María y a su hijo crucificado en los momentos más difíciles de su vida: “Oh vosotros, cuantos por aquí pasáis, mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor, al dolor con que soy atormentada”.2 ¡Qué momentos de desgarro para el Corazón de una madre, de nuestra Madre!
Pero ellas saben leer entre líneas el sufrimiento real de una madre junto al de su hijo, y entienden a la perfección que “nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor”.3 Pues, a pesar de tanto dolor, María, “como su Hijo, ama, calla y perdona. Esa es la fuerza del amor”.4
“Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo.
¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam I,12).
Pero nadie se da cuenta, nadie se fija; sólo Jesús. Se ha cumplido la profecía de Simeón: una espada traspasará tu alma (Lc II,35). En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina”.5
“Si un día el dolor llama a tu puerta no se la cierres ni se la atranques: ábresela de par en par, siéntalo en el sitial del huésped escogido, y sobre todo no grites ni te lamentes, porque tus gritos impedirían oír sus palabras, y el dolor siempre tiene algo que decirnos, siempre trae consigo un mensaje y una revelación”.6
Y como en un susurro repetirían, repetimos, juntas: “¿Lo quieres, Señor?… ¡Yo también lo quiero!”.7
Y a mí, me gustaría poder también consolarla, y cantarle despacito, en la intimidad propia de este sublime momento:
“Madre, ¿qué vale todo el universo y el poder
frente a una sola llaga de tu Hijo?
Madre, ¿qué ven tus ojos cuando lloras junto a Él,
cuando le besas todas las heridas?
Madre, quiero ver lo que tú ves.Madre, ¿a dónde fueron las palabras que escuché?,
¿a dónde fue el calor de sus latidos?
Madre, ¿a dónde fue tu Amado?, yo lo buscaré,
y lo pondré al abrigo de tus brazos,
Madre, donde Dios quiso nacer.Mécele en tus brazos esta noche como ayer,
bajo el frío y el misterio de Belén.
Sólo con su sangre volveremos a nacer,
con la sangre de Jesús de Nazaret.Madre, yo bajaré temblando a Cristo de la Cruz,
lo cubriremos juntos de caricias.
Madre, me asomaré al costado abierto de su amor,
y miraré lo cielos nuevos
donde adoran a tu Hijo vencedor.No hay dolor tan grande comparable a tu dolor,
no hay más vida que la muerte por amor.
Cuando todos huyan, cuando pierdan la razón,
velaré contigo el Rostro de mi Dios.Madre, átame fuerte con tus brazos a la Cruz.
No quiero más tesoro que sus clavos.
Madre, quiero mirarte cuando no encuentre la luz,
y recorrer contigo cada paso,
Madre, del camino de la Cruz.Guárdame en tus brazos esta noche junto a Él”.8
1. Francisco, Homilía fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, 12-XII-2016
2. Lament 1, 12
3. Francisco, Evangelii Gaudium, 265.
4. San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 237
5. San Josemaría Escrivá , VC IV
6.Salvaneschi, Consolación, Ed. Fax,1952
7.San Josemaría Escrivá, Camino, n. 762
8.Hakuna Group Music. Pasión, Madre (Estación XIII)
“Gracias, por darme tanto cuando era niña. Y gracias, lo necesito, lo llevo dentro y vive conmigo.”
Este último fin de semana, con motivo de la celebración de los 90 años de mi padre, me gustaría compartir algunos retazos del “BUEN HACER", la alegría, el amor y la paz, de la persona que ha sido un modelo, un espejo en el que mirarnos, y un privilegio del que solo podemos dar gracias a Dios.
Como buen tenista que ha sido no quiero dejar de señalar estas palabras de Rafa Nadal que le vienen que ni pintado: “Lograr aquello que has soñado te hace feliz, pero, sobre todo, te hace feliz recordar el esfuerzo empleado para lograrlo. La gloria es ser feliz. La gloria no es ganar aquí o ganar allí. La gloria es disfrutar de trabajar duro, tratando de ser un jugador mejor que antes e intentar dar lo mejor de uno mismo cada día”.
Celebrar juntos este día y agradecerle públicamente que nos deje formar parte de su vida, enriqueciéndola con su experiencia y sabiduría; sus convicciones firmes y solidas; su cariño y comprensión; su piedad y prudencia; su tiempo y su disponibilidad para estar junto a sus hijos, sus nietos, y todas aquellas personas que le quieren, en los momentos más importantes de sus vidas, es una deuda de por vida que nunca, nunca, nunca, podremos agradecerle suficientemente.
Como señalaba su nieto mayor, en representación de todos: “Gracias a todos estos momentos, de tu cariño y comprensión, te has ganado un lugar no sólo en nuestros corazones, sino también en el de todos nuestros amigos.
Pero también ha habido momento en los que ha tocado llorar y tener paciencia. La vida es dura, pero tú, con tu inmenso sentido sobrenatural, has enseñado a tus nietos que, gracias a Dios, por muy duras que sean las penas, si te abrazas a Él, son más llevaderas. Y aunque sea poco lo que he aprendido de lo mucho que me has querido enseñar, creo que es suficiente para que, de hoy en adelante, y los muchos años que te quedan por delante, pueda seguir fardando de ser el ‘net del Yayu’.”
Pero si esto no era poco, NUNCA podré olvidar las palabras de mí padre: “Con los años y ya son muchos (ni más ni menos que 90) he aprendido que no importa ni el dinero, ni la posición, ni el bienestar ni incluso la salud.
Como decía San Pablo ¨ Si tengo todo lo del mundo, pero no tengo amor, no tengo nada ¨.
Y el amor es sobre todo la familia.
Porque el amor y la familia es desinteresado, perdona sin límite, apoya en los momentos buenos y sobre todo en los malos, cuida, mima, da calor al corazón y al alma, y es lo único en lo que en definitiva podemos confiar y saber que nunca nos va a fallar porque la sangre, une mucho.
Por eso, si me permitís, os quiero dejar como un mensaje que es a la vez un legado.
No se los años que me quedan (solo Dios lo sabe y espero que sean muchos) pero quiero que siempre y por siempre permanezcáis unidos
Que os perdonéis
Que os apoyéis
Que no os tengáis en cuenta los defectos que todos tenemos
Que solo veáis lo positivo de los otros.
Que no os de vergüenza expresaros el cariño y que todos seáis UNO
Lleváis todos parte de la misma sangre, no os olvidéis.
Apoyaros, quereos, perdonaros y estar unidos.
Si esto lo interiorizáis y vivís, yo ya me quedo tranquilo y satisfecho.
Todos sabéis que yo no soy muy de hablar, pero esto sí que quiero que lo tengáis muy claro en vuestros corazones y lo pongáis en práctica y lo transmitáis a vuestros hijos, y a los hijos de vuestros hijos.
Y, por último, un recuerdo a los que ya no están físicamente a nuestro lado. Sobre todo, a mi esposa Maruja a la que tanto quise y quiero y que tanto ayudo e hizo para que esta realidad que es nuestra familia, sea como lo es, un cuerpo vivo maravilloso.”
Hace algún tiempo leí un poema, Canción a mi padre, de José Alberto Ayala, que decía así:
Hoy quiero cantarle a mi Padre
a ese buen hombre que ahora está viejo,
al que los años le dieron la sapiencia
de dar siempre buenos consejos.
Hoy quiero cantarle al hombre
que quiso yo fuera su reflejo,
que jugó conmigo a la pelota
y juntos, rompimos varios espejos.
Hoy quiero cantarle a ese ser
que mis hijos llaman abuelo,
porque en sus ojos pueden ver la bondad
que yo también vi cuando pequeño.
Hoy quiero cantarle al no tan joven
al que vive del pasado y los recuerdos,
al que cuenta historias repetidas
y las quiere revivir como nuevos sueños.
Hoy quiero dedicarte estos versos Papá
y decirte lo mucho que te quiero,
que en este mundo o en la eternidad
tu amor tendrá el brillo de un lucero.
Y lo cierto papá, es que aprendí de ti lo mejor, unos muy buenos cimientos en mi vida, aunque a veces me comporte “como un patán”:
-ejemplo de hijo y hermano entregado, solicito, entrañable, cariñoso y bueno.
-gran amigo de sus amigos. Testigo privilegiado de sus vidas
-estar orgulloso de tus hijos, demostrárselo día a día, y “aguantar” con una sonrisa alguna que otra trastada.
- cuidar a nuestros mayores con ternura
- enseñarnos a captar los momentos mas entrañables que la vida te regala y disfrutarlas a tope
- “inyectarnos en vena” el amor a la Virgen, el cariño y el “cuidado” de los sacerdotes, la fidelidad al Santo Padre y a la Iglesia,…
- querer con locura a tus nietos y a sus amigos, cuidarlos con esmero, y dejarte engatusar por ellos. Eres un ejemplo para todos de abuelo joven y entusiasta.
-convertir nuestra casa en un hogar confortable, alegre, y con las puertas siempre abiertas para todos, con una sonrisa en la cara…pase lo que pase.
-enseñarnos desde pequeños a trabajar bien por El, hasta el final, con la ilusión y la responsabilidad del que sabe que es un servicio a los demás.
- “querer querer “a la mamá para siempre….
Y como decía un poema de Gloria Fuertes: “Nunca terminaré de amarte. Y de lo que me alegro, es de que esta labor tan empezada, este trajín humano de quererte, no lo voy a acabar en esta vida; nunca terminaré de amarte.
Guardo para el final las dos puntadas: Te-quiero.”
¡¡¡¡Feliz cumpleaños!!!!!
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Mi debilidad por los jóvenes es patente para todos los que me conocen. Y mi admiración por los jóvenes valientes que en una época como esta se casan como Dios manda, comprometidos públicamente ante Dios y ante todos los invitados como testigos, a “querer quererte, exclusivamente a ti, hasta el fin de nuestra vida, a recibir los hijos como un bien deseado y amado por sí mismo, es un orgullo y una chispa de esperanza para la sociedad.
De ahí que desee compartir con todos ustedes tres regalos sobre “la belleza del matrimonio cristiano” que nos pueden ayudar a todos, o por lo menos… así lo creo yo.
El primer regalo, como no podía ser de otra manera, son las palabras que nos recordó El Santo Padre Francisco, durante la audiencia general de miércoles 6 de mayo de 2015, sobre el sacramento del matrimonio: “El sacramento del matrimonio es un gran acto de fe y de amor: testimonia la valentía de creer en la belleza del acto creador de Dios y de vivir ese amor que empuja para ir siempre más allá, más allá de sí mismo y también más allá de la familia. La vocación cristiana a amar sin reservas y sin medida es lo que está en la base también del libre consentimiento que constituye el matrimonio…
La decisión de “casarse en el Señor”, contiene también una dimensión misionera, que significa tener en el corazón la disponibilidad para hacerse transmisor de la bendición de Dios y de la gracia del Señor para todos. De hecho, los esposos cristianos participan en cuanto esposos a la misión de la Iglesia. ¡Y se necesita valentía para eso, eh! Por esto cuando yo saludo a los recién casados, digo: “¡He aquí los valientes!” Porque se necesita valentía para amarse, así como Cristo ama a la Iglesia…
La ruta está marcada así siempre, es la ruta del amor: se ama como ama Dios, para siempre…Es conmovedor y muy bonita esta irradiación de la fuerza y de la ternura de Dios que se transmite de pareja a pareja, de familia a familia. Tiene razón san Pablo: ¡esto es precisamente un misterio grande! Hombres y mujeres, lo bastante valientes como para llevar este tesoro en los vasos de barro de nuestra humanidad, estos hombres y mujeres que son un recurso esencial para la Iglesia, también para todo el mundo. ¡Dios les bendiga mil veces por esto”.
El segundo regalo, son estas reflexiones que escuche recientemente de un incipiente diacono, Juan Pérez Die, en la boda de uno de sus primos, ¡UNA JOYA!, de la que no puedo eliminar ni una sola coma:
“Quién os iba a decir a vosotros, Rosa y Borja, en aquella fiesta, cuando celebrábamos mi 18 cumpleaños, que allí conoceríais a la persona con la que compartiríais el resto de vuestra vida. Quién me iba a decir a mí por aquel entonces que yo sería el cura de vuestra boda. Nadie, solo Dios lo sabía.
Y es que los cristianos sabemos que los hombres somos hijos de Dios, fruto de su amor, no del azar. Por eso que os encontrarais en aquella fiesta no es cosa de pura casualidad. Sino que ha sido Dios mismo el que ha querido poneros el uno al lado del otro. ¿Y eso para qué? podíamos preguntarnos. ¿Con qué fin ha querido Dios poneros el uno al lado del otro? pues mirad, en primer lugar, para dároslo todo. Porque cuando alguien tiene a otra persona que le ama de una manera verdadera e incondicional, lo demás sobra. Porque en el fondo: todo y solo lo que el hombre anhela y necesita es un amor verdadero. Y, en segundo lugar, Dios os ha puesto juntos para encomendaros una misión muy importante y específica: Rosa y Borja, estáis llamados a ser sacramento, signo visible, del amor que Dios tiene a los hombres. Ser testigos de que el amor que todo hombre anhela en lo más profundo de su corazón existe y es posible. En medio de una sociedad en la que tanta gente ya no cree que esto sea real: amar de una manera incondicional y para siempre. Mucha gente hoy en día ha tirado la toalla, porque piensan que es imposible, que el mundo está mal, quizás porque nunca han experimentado este amor. Sea por el motivo que sea vosotros estáis llamados a ser testigos de esta verdad. Y ser así, como señala el evangelio que acabamos de leer, sal de la tierra, luz del mundo.
Es evidente la dificultad de esta tarea, pero no os asustéis porque no estáis solos, contáis con la ayuda de Dios.
Para ello debéis permanecer siempre muy unidos a aquel que primero nos amó de una manera perfecta. La luz por antonomasia de vuestra vida. Jesucristo.
- Él es el camino para amar de una manera verdadera. Porque hoy en día todos tenemos claro que hay que amar, pero lo difícil es saber cómo se ama verdaderamente. Porque nuestro egoísmo y nuestra naturaleza herida muchas veces nos impiden ver cuál es el verdadero comino del amor. Y nos encontramos con que en muchas ocasiones queriendo amar, y hacer las cosas bien, nos equivocamos en nuestras decisiones. Por ello Jesucristo ha recorrido este camino antes que nosotros y lo ha dejado señalado en las Sagradas Escrituras.
- Él es también vuestro alimento para recorrer este camino. Porque conocer la ruta aún no es suficiente, ya que éste es un camino largo y duro, y en ocasiones os faltarán las fuerzas: Por ello en la Eucaristía Él mismo se os da como alimento y os da su vida y la fuerza para amar.
- Él es también vuestra medicina que repara vuestra naturaleza herida y os curará cuando caigáis. Porque conocer el camino y tener el alimento todavía no basta: porque en ocasiones aun teniendo todos estos medios podréis caeros en medio del camino y hacernos daño. Para ello en la confesión Dios perdonará vuestros pecados y os dará la gracia que reparará vuestra naturaleza y os ayudará a levantaros y seguir caminando.
Otro consejo que me gustaría daros es que en los momentos de crisis y dificultad os puede ayudar rezar y contemplar a Jesucristo en la cruz, porque en él están sintetizados todos los atributos propios de amor verdadero.
De esta manera uno cuando observa un crucifijo se da cuenta rápidamente de que el amor auténtico y verdadero pasa por el sufrimiento y por el dolor. Que el amor verdadero no depende de los sentimientos, si no del corazón y la firme voluntad de dar la vida por el otro. La Madre Teresa de Calcuta decía que amar es dar hasta que duela. Pues cuando os duela alegraos, porque será el dolor el que forje entre vosotros el verdadero amor.
Otra cualidad interesante que uno aprende mirando a la cruz es que el amor, cuando es verdadero, auténtico e incondicional, convierte cualquier acontecimiento de nuestra vida en algo bello y bueno. Pues como se ve en la cruz, el amor, fue capaz de convertir hasta la condena a muerte más horrorosa del mundo en el acto salvador más hermoso de la historia de la humanidad. Por lo tanto, Rosa y Borja, no importan las contrariedades y dificultades que encontréis en este camino que hoy empezáis. Vividas con amor todo es hermoso y es para bien. Absolutamente de todo se puede sacar un bien si se vive con amor, como Jesucristo hizo en la cruz.
Sé que no os hago ningún descubrimiento con todo esto que os digo. Pero tampoco puedo deciros otra cosa. Nada. Mas que permanezcáis siempre unidos a Jesucristo. Él es vuestra luz en el camino que hoy comenzáis. Y unidos a Él seréis sal de la tierra, Luz del mundo.
Benedicto XVI en el número 49 de la Spe Salvi dice: “La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.”
A esto es a lo que estáis llamados, a ser luces cercanas para los demás, que reflejando la Luz de Cristo con amor vuestro, ofrezcan así orientación para la vida de otras personas. Por ello os invito también a que miréis de vez en cuando a quienes han sido para vosotros esos astros que han reflejad la luz de Cristo: vuestros padres y vuestros abuelos. Algunos de ellos ya han alcanzado el cielo y os guardan y vigilan desde arriba. Otros, en cambio, los tenéis aquí con vosotros para apoyaros y aconsejaros. Contad también, cómo no, con la Virgen María, nuestra madre. Dios os la ha puesto cerca para que os ayude en esta tarea tan importante.
Borja, una vez el abuelo me dijo algo que se me quedó muy grabado, y que creo que puede serte útil. Me dijo: “Juan, cuántas gracias tenemos que dar a Dios por la familia que tenemos, no nos la merecemos”, (a mí, por aquel entonces, tener una familia así viendo cómo eran mis dos abuelos no me resultaba ningún misterio. Pensaba que ellos gracias a sus muchas cualidades habían sido capaces de hacer las cosas bien y este era el resultado) pero entonces me dijo: “mira, yo cuando empecé a tener hijos me asusté mogollón, porque me hice consciente de la responsabilidad tan grande que implicaba formar una familia, educar bien a unos hijos tanto humana como espiritualmente. Veía que todo me superaba muchísimo, que lo que Dios me pedía estaba muy por encima de mis capacidades. Y entonces le dije a Dios: Mira Señor, yo voy a esforzarme al máximo y haré todo lo que este en mis manos, el resto hazlo Tú”.
Aquel día aprendí que no existen las fórmulas mágicas. Que la misión que se os ha encomendado es una tarea que supera a cualquiera. Y que nadie y mucho menos yo puedo deciros: “Haced esto, seguid estas indicaciones, estos pasos, y todo os irá bien. Tendréis una familia perfecta y ejemplar y nunca encontraréis problemas”. No, esto no existe. Pero lo que sí que existe es la confianza en Dios. Y yo os aseguro que si confiáis en Dios y no os apartáis de Él no quedaréis defraudados. Si Dios hizo de la condena a muerte más horrorosa el acto salvador más hermoso de la historia de la humanidad, qué no hará con vosotros Rosa y Borja. Qué no hará Dios con vosotros si confiáis en Él y permanecéis a su lado. Como solía decir San Josemaría: “Soñad y os quedaréis cortos”.
Y por ultimo, una reflexion de Joan Carreras en su libro “Las bodas: sexo, fiesta y derecho”: “La fiesta, con todos sus ingredientes-banquete, baile, música, etc.-es el mejor modo que la sociedad humana ha inventado para otorgar su “reconocimiento” de las nupcias. Puesto que el matrimonio no es una realidad privada, sino mas bien la célula de la sociedad.”
Y, por lo tanto, en mi humilde opinión, una ocasión privilegiada para hacer apostolado con las parejas jóvenes que aprecian, alegran y acompañan al nuevo matrimonio.
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Ayer celebramos la festividad de Santa Mónica, modelo de mujer, esposa y madre a la que tengo gran devoción, y a la que trato como mi gran aliada, en las alegrías y tristezas de mi familia.
Nunca se ha apartado de mi lado¡!!!! Es más, todo lo que le pido, si es la Voluntad de Dios, siempre me lo concede. Y no me extraña: Doy fe de que quiere a mis hijos, nuestros hijos, como suyos propios y desea lo mejor para ellos. Venerada como santa patrona del hogar y de las madres de familia conoce bien mis anhelos y preocupaciones y me brinda sus beneficios con efectividad. “Mujer inquieta era esta mujer, que al final dice esa bella palabra: cumulatius hoc mihi Deus praestitit! [superabundantemente me ha concedido esto mi Dios] (Las Confesiones, IX, 10, 26). ¡Aquello por lo que ella lloraba, Dios se lo dio abundantemente! Y Agustín es heredero de Mónica, de ella recibe la semilla de la inquietud. He aquí, entonces, la inquietud del amor: buscar siempre, sin descanso, el bien del otro, de la persona amada, con esa intensidad que lleva incluso a las lágrimas…La inquietud del amor impulsa siempre a salir al encuentro del otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste su necesidad.”, nos dice el Papa Francisco
Es más, como mujer piadosa, paciente, justa, prudente y sabia, es un modelo de mujer cristiana, no solo para crecer en amor conyugal y materno, sino para mejorar en las virtudes necesarias de la mujer en nuestro papel esencial, activo y reconocido tanto en la Iglesia como en la sociedad.
San Agustín, con amor filial, nos relata de su madre algunas de ellas en Las Confesiones.:
“Educada púdica y sobriamente, y sujeta más por ti a sus padres que por sus padres a ti, luego que llegó plenamente a la edad núbil fue dada {en matrimonio} a un varón, a quien sirvió como a señor y se esforzó por ganarle para ti, hablándole de ti con sus costumbres, con las que la hacías hermosa y reverentemente amable y admirable ante sus ojos…Igualmente a esta tu buena sierva, en cuyas entrañas me criaste, ¡oh Dios mío, misericordia mía!, le habías otorgado este otro gran don: de mostrarse tan pacífica, siempre que podía, entre almas discordes y disidentes, cualesquiera que ellas fuesen, que con oír muchas cosas durísimas de una y otra parte, cuales suelen vomitar una hinchada e indigesta discordia, cuando ante la amiga presente desahoga la crudeza de sus odios en amarga conversación sobre la enemiga ausente, que no delataba nada a la una de la otra, sino aquello que podía servir para reconciliarlas…Tal era aquélla, adoctrinada por ti, maestro interior, en la escuela de su corazón.
Por último, consiguió también ganar para ti a su marido al fin de su vida, no teniendo que lamentar en él siendo fiel lo que había tolerado siendo infiel.
Era, además, sierva de tus siervos, y cualesquiera de ellos que la conocía te alababa, honraba y amaba mucho en ella, porque advertía tu presencia en su corazón por los frutos de su santa conversación.
Había sido mujer de un solo varón, había cumplido con sus padres, había gobernado su casa piadosamente y tenía el testimonio de las buenas obras, y había nutrido a sus hijos, pariéndoles tantas veces cuantas les veía apartarse de ti.
Por último, Señor, ya que por tu gracia nos dejas hablar a tus siervos, de tal manera cuidó de todos nosotros los que antes de morir ella vivíamos juntos, recibida ya la gracia del bautismo, como si fuera madre de todos; y de tal modo nos sirvió, como si fuese hija de cada uno de nosotros.” (IX, 9, 22)
Dios mío, escucha, como ya hiciste con Santa Mónica, nuestras inquietudes, y no desprecies nuestra oración, nuestras lágrimas, que como ella “derramaba á torrentes en vuestra presencia, siempre y en todos los lugares en que os ofrecía su oración”.
ORACIÓN A SANTA MÓNICA
Gloriosa Santa Mónica, modelo de madres. Tu vida la admiramos en los vaivenes de tu hogar y, sobre todo, siguiendo a tu hijo Agustín. Supiste atraer a tu esposo hacia Dios e igualmente a aquel hijo que había perdido la fe. Le seguías llamándole, orando, llorando… Consíguenos que comprendamos el papel sagrado de las madres y su influencia en el hogar. Confiamos nuestra familia a tu protección.
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Querido Joaquín
No sé si esta carta te llegará, pero no por ello voy a dejar de escribírtela.
Sé que era una noticia anunciada desde la muerte de Juan Pablo II, pero hoy, al escucharlo en la radio no me lo quería creer.
Para muchos de nosotros, tú has sido el Portavoz, con mayúscula. “El que ha llevado la voz de…” Juan Pablo II y Benedicto XVI al mundo entero.
Hoy, más que nunca, – tras tu dimisión -, no tengo más que palabras de agradecimiento hacia tu persona y tu buen hacer profesional. Nadie como tú has sabido mantener con extraordinaria transparencia, seguridad y precisión, un dialogo libre y abierto de la Santa Sede y con la Santa Sede, llegando a “dar hasta que duele”, como decía la Madre Teresa.
Soy un pelma, ya lo sé, pero me siento en la obligación de darte las gracias por todo.
Recuerdo, como si fuera hoy, unas palabras que me atreví a mandarte con motivo de la muerte de Juan Pablo II, ¿recuerdas?
“Durante 20 años has sido testigo de las penas y alegrías de Juan Pablo II. Te he visto llorar y reír junto a Él, emocionarte con sus detalles hacia los enfermos y los presos, sufrir y dar consuelo al Cristo en la tierra en momentos de enfermedad, de incomprensión y de injusticias, como solo un buen hijo sabe hacerlo. Fuiste su voz en muchas ocasiones, abriste el corazón del Santo Padre a todos los que te escuchaban, pero supiste también, con la discreción que te caracteriza, guardar bajo llave conversaciones, inquietudes y preocupaciones del Santo Padre que nunca saldrán a la luz.
Sabía que eres médico y periodista, miembro del Opus Dei, jefe de prensa y portavoz de la Santa Sede, inteligente y con buena planta. Pero lo que no sabía, aunque no es difícil de imaginar, es que tenías una calidad humana y profesional difícil de superar, como has demostrado al mundo entero durante estos últimos días. Millones de personas esperaban tu comparecencia en las ruedas de prensa, escrutaban cada una de tus palabras, de tus gestos, de tus miradas. Debe haber sido difícil mantener una rueda de prensa con el corazón roto por el dolor y cumplir con tu trabajo profesional con eficacia al margen de los sentimientos. Pero con la emoción visible en tu rostro y la voz entrecortada, demostraste al mundo que eras el profesional más adecuado para este maravilloso trabajo. Maravilloso, no por ser portavoz, de esos hay miles, sino por serlo de la voz de Cristo y de su Iglesia.
Gracias a tu finura interior has sabido ser amigo leal, compañero fiel, aliado incondicional, colaborador incansable y servidor constante. En tu figura, inseparable a la de Juan Pablo II, jovial y abierta, he podido ver una relación delicada y tierna, llena de complicidad y de cariño filial. En tu trabajo con el Santo Padre, codo con codo, has demostrado una lealtad sincera y un amor autentico por la Iglesia, impensable, para muchos, en un laico con la responsabilidad de modernizar y adaptar la oficina de prensa de la Santa Sede a los nuevos tiempos, profesionalizando la relación del Vaticano con los medios de comunicación, tan importantes para el Papa, por su influencia en los nuevos tiempos que corren.
La calidad profesional de tu trabajo bien hecho es irrefutable y constituye un ejemplo para todos los que nos dedicamos a los medios de comunicación. Has jugado un papel importante como colaborador del Papa en el plano internacional, en la organización y planificación de los viajes papales con una discreción sin parangón y has creado escuela. Una escuela basada en la seguridad, la precisión y el convencimiento firme de lo que dices, sin tapujos; respetuoso con todos; cercano, pero a la vez; distante, sin familiaridades ni excesivas confianzas, pero disponible para todos con una sonrisa. En definitiva, has sido un ejemplo exquisito de saber estar y del buen hacer, difícil de olvidar”.
MUCHAS GRACIAS, JOAQUIN.
GRACIAS POR TU EJEMPLO DE DISCRECIÓN Y DE BUEN HACER.
GRACIAS POR ACERCARNOS LA FIGURA Y LAS ENSEÑANZAS DEL SANTO PADRE A TODO EL QUE LAS HA QUERIDO ESCUCHAR.
GRACIAS POR SER EN MUCHOS MOMENTOS UN “PROFESIONAL HEROICO” Y UN EJEMPLO PARA NOSOTROS
GRACIAS, MUCHAS GRACIAS, POR SER COMO ERES.
Querida Remedios:
Gracias por tu mensaje que, como ves, me llegó. Tus palabras me dejan confuso porque no tengo más conciencia de la de haber hecho algo que cualquier otra persona habría hecho igual o mejor que yo.
Creo, en el fondo, que en todo esto hay una confusión entre el mensaje y el mensajero. Lo que de verdad la gente agradece - y tú también - es el mensaje que Juan Pablo II y Benedicto XVI nos han dado. El mensajero no inventa nada y no le queda otro mérito que el de repetir lo que ha oído.
En todo caso, gracias de nuevo por tus palabras.
Cordialmente,
Joaquín
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