El Papa canonizará a Juana Jugan, modelo de caridad y mártir de la envidia clerical

LA HISTORIA HACE POR FIN JUSTICIA A UNA DE LAS MUJERES MÁS IMPRESIONANTES DE LA FRANCIA DEL SIGLO XIX

El próximo día 11 de octubre, entre otros Beatos que serán incluidos en el catálogo de los Sanots -de alguno más tendremos que hablar todavía- se incluye una mujer de las más admirables de la Francia de los tiempos modernos: Juan Jugan, que sin duda merece un artículo dedicado a su atribulada vida.

Juana Jugan nació en Cancale (Ille-et-Vilaine), un puerto pesquero en la costa norte de Bretaña (Francia). Su padre estuvo ausente en el momento del nacimiento de la futura santa, pues estaba navegando desde hacía seis meses por Terranova. Menos de cuatro años más tarde, el padre de Juana se perdió en el mar, como tantos otros navegantes. A partir de entonces, en casa las cosas se pusieron muy difíciles, Juana, su hermano y dos hermanas de su madre aprendieron cómo vivir la pobreza con honestidad y valentía, con fe y amor a Dios. Apenas tuvo edad para poder trabajar, Juana se contrató para en una casa en la cercana Cancale, para trabajar en la limpieza y la cocina.

Tenía 18 años cuando por primera vez un joven le propuso matrimonio, a lo cual ella se negó. El joven sin embargo no se olvidó de ella y seis años más tarde le volvió a renovar la petición, a lo que ella contestó que el Señor la quería para Él y que creía que tenía la misión de hacer algo que todavía no se había hecho. ¿Sabía claramente que era lo que Dios quería de ella? Para aquel entonces tenía barruntos de vocación, pero no sabía cómo, lo que si sabía era que quería servir a los pobres.

Cuando tenía 25 años, habiendo dejado el trabajo de Cancale, se hizo miembro de la Tercera Orden fundada en el siglo XVII por san Juan Eudes. Se encontraba en Saint Servan, donde trabajaba como enfermera y en el servicio. Con dos amigas había alquilado una casa, donde llevaban una vida fuerte de oración, además del trabajo que cada una tenía por su cuenta. Una noche, encontró por la calle a una anciana ciega y medio paralítica, a la cual recogió en la casa que compartía con las amigas y cedió su cama para que se acostara. Ella misma la cargó en brazos hasta el segundo piso, donde se encontraba su dormitorio Este acto la comprometió para siempre: después de aquella anciana vendría una segunda y una tercera, y con el apoyo de Juana y sus amigas todas eran cuidadas, se les lavaban las ropas y recibían un trato de cariño.

Las otras dos jóvenes reconocían a Juana como iniciadora y directora de la obra. Llegó también por aquel tiempo a la parroquia un joven sacerdote, el P. Pailleur, que enseguida se interesó por el trabajo de las muchachas y les dio total aprobación. El clérigo, que siempre había tenido aspiraciones de ayudar a los pobres, veía en dicha asociación un cauce para realizarlas. Sobre este activo y energético reverendo tendremos que volver a hablar más adelante en la historia presente. Se hicieron estatutos y se organizó la vida espiritual. Poco a poco comenzaron a llegar las vocaciones y en 1842 hicieron los votos las primeras religiosas.

La asociación se tuvo que trasladar a una casa más espaciosa y comenzar una tarea que caracterizó a la fundadora y a sus hijas desde el comienzo hasta hoy: el mendigar para los pobres. Ella misma dio el ejemplo, mendigando de casa en casa y por los mercados, y edificando a toda la ciudad. Se cuenta que uno de los más ricos de la ciudad, que en una ocasión dio un buen donativo a Juana, la regañó fuertemente cuando ella volvió otra vez al día siguiente, a lo que ella respondió con toda humildad que los pobres tenían que comer todos los días. Esto removió las entrañas de dicho rico, que se convirtió en uno de sus más fieles benefactores.

Cada año la Academia Francesa concedía el premio Montyon al hombre o la mujer que destacase por su labor humanitaria. Algunas amistades de Juana insistieron en presentarla a dicho premio, que le fue concedido. Ella, con toda sencillez, usó el dinero concedido para arreglar el techo de la casa donde tenían el asilo. Pero la fama de Juana crecía y pronto llegó otro premio: una medalla de oro concedida por la logia masónica local por su labor. La religiosa usó la medalla para hacer con ella la copa de un cáliz.

Organizada la vida de la comunidad, poco después de los votos de las primeras religiosas, comenzó la gran cruz de Juana Jugan. Poco después de las primeras elecciones, en las cuales ella resultó elegida Madre Superiora, el P. Pailleur, como capellán de las religiosas, convoca una reunión en la que anuncia que ha anulado las elecciones y que a partir de entonces él será el superior de la comunidad. Sor Juana, obediente ante el carácter sacerdotal del P. Pailleur, no dice una palabra y pasa a ser una hermana más con toda humildad.

A partir de ese momento comienzan toda una serie de maquinaciones del P. Pailleur: Cambia las constituciones poniéndose é como único superior, rescribe la historia del Instituto dándose a sí mismo toda la importancia y, con el tiempo, cuando comienzan las fundaciones, esconde a Juana Jugan lo más posible de la casa general y la encarga de la formación de las novicias y postulantes, pero con la prohibición de hablar de la historia del Instituto, lo cual ella cumpplió con toda humildad. Además, le prohíbe mendigar por las calles y le obliga a cortar todo contacto con los benefactores, a lo que ella responde obedeciendo sin rechistar. Durante más de 20 años, ni una sola vez sale de sus labios una alusión a su verdadera labor de fundadora. Como resultado, con el tiempo se van olvidando las religiosas de quién fue en realidad la fundadora.

El P. Pailleur se fue inflando poco a poco, pidiendo cada vez más honores de parte de las religiosas, de manera que si le encontraban por el convento tenían que arrodillarse y besarle los pies. Todo esto disgustó mucho a los amigos de las religiosas que veían la soberbia del joven clérigo. Pero las religiosas obedecían, empezando por la verdadera fundadora. Fueron muriendo las más mayores y llegó el turno a Juana, que murió el 29 de agosto de 1879, cuando la congregación contaba con más de 2000 religiosas. Murió como una religiosa más, sin ningún honor ni reconocimiento a su labor.

Pero poco después de su muerte, llegan a Roma voces que cuentan la injusticia cometida con sor Juana y del Vaticano llega una visita con el fin de investigar la cuestión. Como resultado, el P. Pailleur viene depuesto y confinado a un convento. El nuevo capellán de la casa general se propone hacer una investigación histórica de los hechos y descubre la verdad: Las hermanas ancianas empiezan a hablar, liberadas ya del temor al antiguo capellán, y muestran un documento que en su día el P. Pailleur dirigió a la Academia de Francia con ocasión del premio Montyon, en el que explica que la fundadora era Juana Jugan. Esto lo escribió antes que la soberbia y la envidia le llevasen a hacer sufrir un verdadero martirio a la santa religiosa. Por otro lado, una anciana religiosa, que el susodicho reverendo había hecho aparecer como primera religiosa que llegó al instituto (para que no apareciese la auténtica primera religiosa, Juana Jugan), afirmó con sencillez: “Yo no fui la primera. Me obligaron a decir que lo fui y a actuar como tal, pero en realidad fue Juana”.

Edificado el Instituto de la Hermanitas de los Pobres sobre la humildad y el sufrimiento heroicos de Juana Jugan, se expandieron pronto por todo el mundo y todavía hoy siguen dando maravillosos frutos de amor a los ancianos pobres en los cinco continentes. Juan Pablo II beatificó a Juana Jugan en 1982 y ahora nos hayamos en la recta final hacia la Canonización de esta heroína de la caridad, que sufrió el martirio incruento de la envidia y la soberbia de un joven clérigo que quiso pasar por lo que no era.

6 comentarios

  
Ana
Impresionante artículo. Es terrible la envida y no se salva nadie de caer en ella. El final es muy ejemplar: la verdad acaba saliendo aunque la víctima esté muerta. Es bueno saber algo de estos santos desconocidos. Gracias
18/09/09 8:21 PM
  
LJM
La soberbia de algunos curas no tiene nombre
18/09/09 11:31 PM
  
pablo
Terrible cosa es la persona que tiene autoridad y la usa despoticamente, mas aun terrible si ocurre en la iglesia.
Un saludo.
19/09/09 12:58 PM
  
antonio grande
¡ Dios nos libre de tontos con poder !.
19/09/09 2:25 PM
  
Virgilio
Dios mío, Dios mío, cuántos prelados inflados vemos hoy día, llenos
de aire caliente y con el alma podrida. Oremos por ellos y por la
Iglesia.
17/12/09 7:11 PM
  
Beatriz Maria
Hace muchos anos, en Madrid, Espana, colabore unas semanas con un asilo y convento de las "hermanitas delos pobres", y alli conoci la historia de Sor Juana Jugan, aunque no con estos detalles.. que martirio haber sufrido esa injusticia y falta de consideracion. Me maraville mucho con el amor con el que las hermanitas de los pobres se ocupaban de los viejitos en el asilo. Alli habia una joven postulante de apenas 16 o 17 anos, (Montse creo que se llamaba), que se ocupaba de la cocina y cuando yo llegaba a ayudar ella estaba preparando aun desayunos.. para los viejitos que alli vivian, y siempre la encontraba cantando, sonriendo, un dia le pregunte.. Montse a que horas te levantas? a las 5:00 AM -me dijo- y siempre con esa energia para cantar?? jaja ella sonrio y me dijo.. -amo esto, amor servir a Dios y a estos ancianos- Supongo que hoy ya es una monja de muchos anos en el convento. El trabajo que ellas hacen es admirable. Es duro, es sacrificado, y lo hacen con mucho amor y esmero.. eso no tiene precio. Dios las bendiga y Sor Juana Jugan interceda por todos los pobres y necesitados!.
Gracias por la historia de ella no la conocia completa!.
03/07/13 5:54 AM

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