InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: El Fiador: historia de un colapso

17.05.08

La Liturgia de la Iglesia Constitucional Francesa

El año 1797 es famoso en la historia de los fastos jansenistas por el conciliábulo que convocaron y llevaron a cabo en Notre-Dame de Paris. Estaban presentes todos los restos del jansenismo, diezmado tanto por la apostasía de muchísimos de sus miembros como por la Revolución que no les había ahorrado el cadalso, pero también por la conversión de varios de sus miembros. Eran veintinueve obispos más seis procuradores de obispos ausentes a los cuales había que sumar otros delegados de segundo orden, todos ellos bajo la presidencia del “ciudadano Claude Lecoz”, obispo metropolitano del departamento de Ille-et-Villaine.

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11.05.08

El culto al Sagrado Corazón de Jesús

Los sectarios jansenistas creían que para perfeccionar al hombre había que arrancarle el corazón, es decir los afectos y sentimientos, causa principal de su caída y de sus males. Por ello, al ver que el Corazón del Hombre-Dios, símbolo y órgano de su Amor, recibía la adoración de la Cristiandad, se apresuraron a negar el corazón en el hombre para de esta manera negarlo en Cristo mismo. “El amor aleja al temor” (perfecta charitas foras mittit timorem 1ª Jn. 4,18) había afirmado el discípulo bien amado, aquel que en la última Cena había reposado su cabeza en el Corazón del Salvador; el culto al Sagrado Corazón de Jesús aleja del horrible destino (la monstruosa idea de la predestinación), ídolo implacable con que la secta jansenista había sustituido la dulce imagen de Aquel que ama todas las obras de sus manos y quiere que todos los hombres se salven…

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3.05.08

Recapitulación de los procedimientos antilitúrgicos

Es necesario que llegados a este punto nos detengamos a considerar los insignes ultrajes de los que la Eucaristía ha sido objeto en el seno mismo de muchas naciones católicas. Es en ello donde descubrimos la malicia de Satanás.

Al principio de esta historia de la Liturgia mostramos como los cátaros y los valdenses tendían a eludir la divina misericordia del Salvador presente bajo las especies eucarísticas, predicando por doquier que si el sacerdote no está en estado de gracia, no consagra; de donde se seguía que siendo Dios el único que conoce el corazón del hombre, el fiel no podía conocer ni creer en la presencia de Cristo en la hostia que recibía en la comunión, ya que ello estaba únicamente asociado al conocimiento o ciencia que Dios tiene del interior del hombre.

A nuestros antiliturgistas, que no se atrevieron a negar la divina Eucaristía, les pareció mejor arremeter contra ella de una triple manera.

Como objeto de la fe de los fieles

Como sacrificio de propiciación por la salvación del mundo

Como alimento vivo del cristiano en la tierra

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27.04.08

Siglo XVIII: transformaciones litúrgicas fuera de Francia

Este artículo forma parte de una serie que Dom Gregori Maria está publicando en Germinans germinabit. Para ver la serie completa, haga click aquí

EL FIADOR: HISTORIA DE UN COLAPSO
por Dom Gregori Maria

Siglo XVIII: transformaciones litúrgicas fuera de Francia

En Alemania

La Reforma de Lutero del siglo XVI había sido acogida por aclamación en buena parte de los Estados que conformaban el mundo germánico. Para muchos la consiguiente reforma litúrgica protestante había sido una liberación respecto a las molestas e incomodas prácticas exteriores que imponía el catolicismo.

En los territorios que permanecieron católicos, el celo de los antiliturgistas del siglo XVIII no se orientó hacia la falsificación de breviarios y misales sino que se aplicó directamente a las formas del culto católico.

Hacia finales del siglo XVIII, cuando José II de Habsburgo fue revestido de la autoridad imperial, los planes de los antiliturgistas sugeridos por la triple coalición de protestantismo, jansenismo y filosofía, encontraron su apoyo en los poderes del Imperio. De entrada habían conseguido minar al catolicismo en una gran porción del clero alemán, disolviendo en él la noción fundamental de la Iglesia y la autoridad del Romano Pontífice a través de los escritos envenenados de Febronio y más tarde de Eybel.

José II poniendo manos a la obra, inició en 1781 su serie de reglamentos sobre materias eclesiásticas. Empezó, como siempre se ha hecho, declarando la guerra a las órdenes regulares a los cuales les privó de la exención de impuestos y de los medios materiales para su sustento, a la espera de poder echar mano sobre la mismísima jurisdicción episcopal.

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