¿Va a continuar permitiendo el gobierno de Artur Mas las burlas contra la religión del TNC?

Como católico me siento absolutamente indignado por lo que está sucediendo en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC), lugar en el que con el dinero de todos, se están representando obras injuriosas contra la Iglesia o contra los valores religiosos cristianos. Pero también me sorprende que exceptuando algún grupo como E-cristians, ni nuestro pastor diocesano el cardenal Martínez Sistach, ni nadie de su gobierno diocesano han dicho una sóla palabra al respecto. Como siempre nuestro arzobispo no quiere hacer nada que incomode a nuestros gobernantes, ya lo hacía con el tripartito, pues con mucho más motivo con el gobierno nacionalista actual que es mucho más próximo a sus ideas, como pudo comprobarse en lo rápido que se produjo la entrevista que mantuvieron Sistach-Mas una de las primeras del nuevo mandatario catalán, que acaba de cumplir sus 100 primeros días de gobierno. También el obispo Joan Enric Vives fue de los primeros en entrevistarse con la vicepresidenta Joana Ortega.

Artur Mas se define como católico practicante y no hablemos de Josep Antoni Duran Lleida que presume de político demócrata-cristiano, pero uno se pregunta: ¿van a cesar las burlas contra el Papa, la Iglesia y nuestra religión, en TV3 y en los diversos medios controlados por el gobierno de la Generalitat?. De entrada no soy demasiado optimista, sobre todo teniendo en cuenta que el actual conseller de Cultura Ferran Mascarell, ha sido militante del PSC de toda la vida y ya fue conseller del primer tripartito. Artur Mas lo vendió como un ejemplo de "un gobierno de los mejores", pero no se trata más que de un caso de transfuguismo descarado por continuar ocupando una poltrona.

Yo no tengo ninguna duda de que nuestros actuales gobernantes como muchos de nuestro eclesiásticos y personajes del estilo Albert Manent, tienen claro que primero es el NACIONALISMO y muy en segundo término sus teóricas creencias religiosas, que en cuestiones nacionalistas no se regatea ni un milímetro, pero que si hay que sacrificar cuestiones religiosas se consideran simplemente como "daños colaterales" de la dura política.

Después de la intervención de unos espontáneos al grito de "Viva Cristo Rey" en una de las sesiones de las sátiras blasfemas del TNC, la única respuesta gubernamental que ha habido es la de reforzar la seguridad para que esto no vuelva a producirse, pero en ningún caso se ha sopesado la posibilidad de suspender estas indignas representaciones. En cambio no he oído que se haya tomado ninguna medida de seguridad después de que unas feministas izquierdistas intentaran quemar la puerta de la iglesia de Sant Vicenç de Sarriá. (en la foto)

Es decir que mientras algunos quieren volvernos a llevar a los tiempos de la quema de iglesias de los años treinta, lo único que les preocupa a nuestros gobernantes "católicos" es proteger las obras de teatro injuriosas contra la Iglesia.

No soy partidario de respuestas violentas ante las agresiones contra la Iglesia, pero sí de actos de desagravio como el que se celebró en la capilla universitaria de Madrid. Lo que me parece inconcebible es el silencio y el "aquí no pasa nada" ante las burlas constantes a nuestras creencias. Tenemos que dejar oír nuestra voz, nuestra indignación, nuestra protesta pacífica. Sólo así nos van a hacer algo de caso, pero ¿como nos van a escuchar si los primeros que tienen que dar la cara, que son nuestros obispos y sus principales colaboradores se esconden para no molestar a sus amigos convergentes?

Francisco Fabra