DE Capítulo 1º: Las "Domus Ecclesiae" primitivas (parte 1ª)

Ruinas de la Casa de Pansa en Pompeya

Sabemos por los Hechos de los Apóstoles que, constituido después de Pentecostés el primer núcleo de fieles, los apóstoles continuaron frecuentando el templo para la oración oficial; pero para celebrar la Eucaristía, a falta de un lugar propio de culto, reunían a los creyentes ya en una, ya en otra de sus casas (kat oikin). Es fácil suponer que ellos eligiesen a tal fin aquella parte de la casa llamada por los griegos (anwgaion) (anógaion) uperwn (hyperóon), la cual estaba encima de la planta baja y es todavía hoy en Oriente la sala reservada a las grandes fiestas familiares. Aquí, en efecto, encontramos reunidos a los apóstoles en el momento de la venida del Espíritu Santo; aquí también se lee que se retiraba San Pedro a orar; aquí también San Pablo celebró en Tróade los divinos misterios. Algunas de estas domus ecclesiae o ecclesiae domesticae (1) son más de una vez nominalmente recordadas en los Hechos y en las cartas paulinas: en Jerusalén, la de María, madre de Marcos; en Efeso, la de Tiranno ; en Corinto, la de Tito; en Colosas, la de Filemón; en Laodicea, la de Ninfa; en Roma, la de Aquila y Priscila sobre el Aventino.

Sin embargo, con el crecimiento de la comunidad cristiana, y por esto mismo de los diversos correspondientes servicios, es preciso admitir que no una sala cualquiera, sino la mayor parte de la casa hubiera sido habilitada para los servicios del culto. Por otra parte, las casas antiguas -se entiende las de gente patricia, bastante numerosas en las ciudades aún de segundo orden- se prestaban muy bien para esto. En efecto, del examen de las casas de Pompeya, por ejemplo la de Pansa o la de los Vettii , y por los planos de las romanas, trazadas sobre la forma urbis, se ve que las habitaciones patricias de la época imperial están generalmente compuestas por dos cuerpos principales: el atrio y el peristilo.

Planta de la Casa de Pansa (Pompeya)

El atrium, la corte común del servicio, que comunicaba directamente con la calle mediante el vestibulum (ostium) , era rectangular, sin columnas y cubierto sólo a los cuatro lados, mientras en el centro una cisterna (impluvium) servía para recoger el agua de lluvia. Alrededor del atrio estaban las habitaciones más comunes; en el fondo, sobre el eje del vestíbulo, se abría el tablinum, que comunicaba por una verja con la segunda corte el peristilo. Este, más vasto que el atrio y rodeado por todas partes por una majestuosa columnata, constituía la verdadera morada familiar. Aquí estaban las habitaciones reservadas, el triclinio, el estudio, y de frente al tablinum, el oecus o esedra o salón de recibimiento. La casa, al exterior, generalmente no tenía ventanas, pero estaba rodeada por almacenes o sola.

Planta tridimensional de la Casa de los Vettii con su gran peristilo

Conforme a esta disposición topográfica de la casa greco-romana se ha ideado el plano del primitivo servicio litúrgico. Cuando un patricio hecho cristiano quiere conceder la propia habitación para uso de la Iglesia, el atrio contiguo a la calle, y por esto expuesto a posibles sorpresas, fue reservado a los catecúmenos y a los penitentes en el momento de la misa de los fieles; éstos, en cambio, divididos según el sexo, tuvieron acceso en la doble galería del peristilo. El clero, encabezado por el obispo y los sacerdotes, era natural que fuese a ocupar el oecus , el salón de enfrente, que le permitía estar a la vista de todos, presidir la asamblea y dominarla completamente. Una cortina colgada del tablinum, o una puerta, podían en el momento oportuno impedir a los no iniciados que estaban en el atrio, el asistir a las partes más secretas de la función.

Esta reconstrucción de una domus ecclesiae la atestiguan no pocos testimonios de los escritores eclesiásticos de los primeros siglos, los cuales, refiriéndose a los lugares del culto, asocian de ordinario los dos conceptos de iglesia y de casa. Tertuliano llama a la iglesia domus Dei (2); San Hipólito, oikoz`qeou; San Cipriano, Dominicum (kuriakon = casa del Señor); Clemente Alejandrino, domus dominica (3); el pagano Porfirio (siglo III), “la casa grandiosa de Dios"; Ensebio, domus ecclesiae . La Didascalía, aludiendo a la iglesia, la designa locus in parte domus ad orientem versa (4). Las apócrifas Recognitiones Clementinae (romance de final del siglo II) cuentan de un cierto Teófilo, rico magistrado de Antioquía, que convirtió la propia casa en iglesia: Domus suae ingentem basilicam ecclesiae nomine consecravit (5). El mensaje verbal auténtico de la autoridad municipal romana que en el 303, durante la persecución de Diocleciano, inquirió en la iglesia de Cirta, en África, no la designa como iglesia, sino como casa: Cum ventum esset ad domum in qua christiani conveniebant… (6) Se registran las habitaciones del obispo y de los sacerdotes, los objetos encontrados en la biblioteca, en el triclinio, en la despensa; prueba evidente de que se trataba, en realidad, de una casa-iglesia con las correspondientes dependencias. Cuando, hacia el 272, Pablo de Samosata fue condenado como hereje, resistiéndose a ceder la iglesia de Antioquía, en la cual habitaba, el emperador Aureliano decretó con un rescripto que la domus ecclesiae fuese consignada a aquellos que estaban en comunión con los obispos de Italia y de Roma.

NOTAS

  1. Casas de la iglesia (de la asamblea) o iglesias domésticas.
  2. Casa de Dios.
  3. Casa del Señor.
  4. Lugar en la parte de la casa que mira a oriente.
  5. Consagró con el nombre de iglesia la enorme basílica (salón regio) de su casa.
  6. Habiendo llegado a la casa en que se reunían los cristianos…

Dom Gregori Maria